Perseverancia en la lucha
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Además de los males que nos aquejan como país, se ha
apoderado de nosotros una suerte de síndrome de la bipolaridad. Con la misma
rapidez que nos ponemos eufóricos y entusiastas, caemos en una depresión que
nos invita a dejar la lucha porque todo está perdido. Sentimientos tan
contradictorios son normales en esta pesadilla que vivimos. No es fácil
mantener el buen ánimo y la disposición cuando a diario aparecen eventos que
nos hacen perder la esperanza y la fe en la llegada del cambio que anhelamos la
mayoría de los venezolanos.
Pero si la desesperanza y la impotencia nos toman por
asalto, tendremos una sociedad débil, manipulable y conformista. Y en ese
escenario, los enemigos de nuestros sueños y los que impiden la construcción de
un mejor país, se mantendrán en el poder y terminarán siendo los dueños
absolutos de nuestro destino como nación.
Está permitido caerse más de una vez, pero es obligatorio
levantarse para continuar una lucha larga y dolorosa, porque como dice el adagio
popular, mientras más oscura está la noche más cerca está el amanecer. Un
modelo que ha malbaratado una montaña de dólares para amarrar afectos, comprar
conciencias y controlar todas las esferas del poder y la economía, no se
derrumba de la noche a la mañana; cuesta muchos sacrificios derrotarlo. No olvidemos
además que hay alcahuetes de oficio que se han hecho multimillonarios, a costa
de los recursos de la nación, que harán todo lo posible para defender sus
intereses, y ello pasa por arrodillarse ante quien les brindó la oportunidad de
enriquecerse.
Los demócratas de esta nación nos estamos enfrentando
a un Estado en el que están enchufados todos los poderes de la República; un
Estado forajido que usa los recursos de los venezolanos como mejor le plazca,
sin órganos contralores que le exijan cuentas y penalicen tales exabruptos; con
una justicia a la medida del régimen, que sirve para criminalizar y perseguir
las voces disidentes por más apegadas que estén a la Constitución. Es un
monstruo donde la moral y la ética tienen precio, por cierto bastante alto.
Pero no podemos quedarnos anclados en este sombrío
escenario. Las cosas están cambiando y
soplan vientos a favor de la verdad. El oficialismo se está desmoronando,
mucho antes de la pérdida física de su máximo líder. Existen evidencias que nos
anuncian tormentas en su interior; parcelas de poder con intereses y agendas
diferentes; incapacidad para gobernar un país con los problemas que ellos
crearon deliberadamente; le tienen terror a la gente, por ello pretenden
endurecer los controles a la libertad de expresión; pero lo más notorio es la
pérdida vertiginosa del apoyo de una base que confío en un proceso que los
defraudó y les dio la espalda. Eso es lo más grave, una revolución que ya no
tiene pueblo que la defienda porque ya
no les cree. De nuestro lado tenemos un liderazgo que ha sabido interpretar a una
sociedad que exige cambios; un liderazgo democrático que aprendió de sus
propios errores; un pueblo que crece día a día y ya dejó de ser pendejo.
Atendamos estas sabias palabras de Gandhi: “Mañana tal
vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos
derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque
no nos animamos a pelear”. La derrota no es una opción posible para Venezuela.
Publicado en Versión Final el 31-5-2013