jueves, 30 de mayo de 2013


Perseverancia en la lucha

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Además de los males que nos aquejan como país, se ha apoderado de nosotros una suerte de síndrome de la bipolaridad. Con la misma rapidez que nos ponemos eufóricos y entusiastas, caemos en una depresión que nos invita a dejar la lucha porque todo está perdido. Sentimientos tan contradictorios son normales en esta pesadilla que vivimos. No es fácil mantener el buen ánimo y la disposición cuando a diario aparecen eventos que nos hacen perder la esperanza y la fe en la llegada del cambio que anhelamos la mayoría de los venezolanos.

Pero si la desesperanza y la impotencia nos toman por asalto, tendremos una sociedad débil, manipulable y conformista. Y en ese escenario, los enemigos de nuestros sueños y los que impiden la construcción de un mejor país, se mantendrán en el poder y terminarán siendo los dueños absolutos de nuestro destino como nación.

Está permitido caerse más de una vez, pero es obligatorio levantarse para continuar una lucha larga y dolorosa, porque como dice el adagio popular, mientras más oscura está la noche más cerca está el amanecer. Un modelo que ha malbaratado una montaña de dólares para amarrar afectos, comprar conciencias y controlar todas las esferas del poder y la economía, no se derrumba de la noche a la mañana; cuesta muchos sacrificios derrotarlo. No olvidemos además que hay alcahuetes de oficio que se han hecho multimillonarios, a costa de los recursos de la nación, que harán todo lo posible para defender sus intereses, y ello pasa por arrodillarse ante quien les brindó la oportunidad de enriquecerse.

Los demócratas de esta nación nos estamos enfrentando a un Estado en el que están enchufados todos los poderes de la República; un Estado forajido que usa los recursos de los venezolanos como mejor le plazca, sin órganos contralores que le exijan cuentas y penalicen tales exabruptos; con una justicia a la medida del régimen, que sirve para criminalizar y perseguir las voces disidentes por más apegadas que estén a la Constitución. Es un monstruo donde la moral y la ética tienen precio, por cierto bastante alto.

Pero no podemos quedarnos anclados en este sombrío escenario. Las cosas están cambiando y  soplan vientos a favor de la verdad. El oficialismo se está desmoronando, mucho antes de la pérdida física de su máximo líder. Existen evidencias que nos anuncian tormentas en su interior; parcelas de poder con intereses y agendas diferentes; incapacidad para gobernar un país con los problemas que ellos crearon deliberadamente; le tienen terror a la gente, por ello pretenden endurecer los controles a la libertad de expresión; pero lo más notorio es la pérdida vertiginosa del apoyo de una base que confío en un proceso que los defraudó y les dio la espalda. Eso es lo más grave, una revolución que ya no tiene  pueblo que la defienda porque ya no les cree. De nuestro lado tenemos un liderazgo que ha sabido interpretar a una sociedad que exige cambios; un liderazgo democrático que aprendió de sus propios errores; un pueblo que crece día a día y ya dejó de ser pendejo.

Atendamos estas sabias palabras de Gandhi: “Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear”. La derrota no es una opción posible para Venezuela.

Publicado en Versión Final el 31-5-2013

viernes, 24 de mayo de 2013


         
                                       Un secreto a voces

                              Efraín Rincón Marroquín

Muchas de las cosas que dijo Mario Silva en su Hojillagate, las presumíamos; sin embargo, nos alarma el grado de descomposición moral de algunos personeros del gobierno, “defensores a ultranza” de la moral revolucionaria. Aquí no se trata si el audio fue o no un montaje, o si el declarante es digno o no de crédito; de lo que se trata en definitiva es que este país se desmorona con un gobierno que se alimenta de la mentira y la corrupción, y que todo cuanto se ha dicho de las intimidades del oficialismo, se quedó corto al oír las barbaridades por boca de uno de los privilegiados que vive dentro del monstruo, dentro de sus propias vísceras.
En cualquier sociedad normal, esas declaraciones estremecerían al gobierno y ameritarían una investigación a fondo por parte del Ministerio Público. Creo que eso no sucederá; pero quedó al descubierto que no es verdad que lo importante sea la felicidad del pueblo, sino el poder y el enriquecimiento de mafias oficiales; que no es verdad que la unidad del oficialismo es una roca después de la muerte del presidente Chávez, sino parcelas de poder con intereses y agendas propias; que no es verdad que ahora tenemos patria, porque parecemos una colonia de Cuba. La verdad es que las cosas están peor de lo que imaginamos. Que el legado de Chávez está siendo usado por una camarilla para el disfrute personal, que miente para esconder los vicios y rivalidades internas, que rinde cuenta al G2 cubano  y se resiste ver la realidad de un país que quiere un cambio porque ya se cansó de tanta incapacidad revolucionaria.
La crisis político-institucional, económica y social se agrava por la inmoralidad que caracteriza al régimen. La falta de moral ha destruido el honor de la revolución. Sin moral, la corrupción campea sin que nadie la detenga y la castigue. Si la corrupción se entroniza como política de Estado, los recursos destinados a resolver los problemas del país se van a cuentas privadas que engordan las fortunas de connotados personeros, dejando que el pueblo sufra las consecuencias nefastas de un gobierno indolente y corrompido. Si no existe moral, se secuestran los poderes públicos y sus directivos se convierten en cómplices de las fechorías de la minoría gobernante, profundizando la crisis institucional que genera un déficit democrático que amenaza la libertad e irrespeta los derechos constitucionales. Sin moral no hay valores ciudadanos que coloquen a la familia y la educación como el centro de la sociedad, antídoto excepcional para combatir los antivalores de la muerte, la intolerancia, la violencia y la ignorancia que nos impide avanzar como ciudadanos de una sociedad civilizada y moderna. Sin moral no hay líderes ni testimonios que nos ayuden a sanear un país enfermo por la podredumbre de un gobierno ilegítimo.  
La conclusión bochornosa que nos deja el hojillagate es que la revolución venezolana está empantanada en una profunda crisis moral que pretende arrastrarnos con sus miserias y debilidades. Pero cuando una realidad de esa envergadura nos revienta en nuestras caras, se abre un nuevo episodio para levantar la conciencia nacional y luchar contra la maldad que se burla de un pueblo que tiene legítimo derecho a vivir en paz y en progreso. La lucha de la verdad contra la mentira es larga y, a veces, dolorosa, por eso ahora es cuando debemos unirnos para avanzar juntos hacia el rescate de un país grande como el que soñamos para nuestros hijos.
Publicado en Versión Final el 24 de mayo de 2013

viernes, 17 de mayo de 2013


Desabastecimiento: la verdad ignorada

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Por mucho tiempo el gobierno ha ignorado una verdad que golpea sin piedad a todos los venezolanos, sin importar su color político. Esa verdad que pretenden esconder la vemos todos los días en largas colas frente a supermercados y mercales; en la angustia de las amas de casa para buscar el alimento de la familia; o, en los golpes y empujones entre consumidores que se pelean por un paquete de harina, de arroz, de azúcar, por leche, pollo, crema dental, jabón o papel higiénico. El drama del desabastecimiento es una realidad de vieja data, pero el gobierno sigue buscando culpables para esconder su incapacidad, señalando irresponsablemente a la empresa privada, o a los apátridas opositores, como los culpables de un golpe económico que busca desestabilizar la paz de la República defendida ardorosamente por la revolución.

El desabastecimiento, según el diccionario oficialista, no es más que un plan orquestado por la derecha para crear un caos que conduzca al golpe de estado contra Nicolás Maduro. Con esa visión, absolutamente falsa y chantajista, muy lejos está la solución del problema. Mientras eso sucede el pueblo tiene que ingeniarselas para no morir de mengua. Politizar un tema que encierra una verdad del tamaño de una catedral, es una manera absurda e irresponsable de resolver un problema tan delicado que nos afecta a todos, porque en definitiva se trata de la comida de los venezolanos.

Combatir el bachaqueo de alimentos en el Zulia, especialmente en Maracaibo, San Francisco y la Guajira, es un paso importante, pero no suficiente. Porque el bachaqueo es una consecuencia de  causas mayores que producen el desabastecimiento: la falta de producción nacional y los controles abusivos hacia el sector privado. Cuando un gobierno pretende estatizar y controlar todas las áreas de la economía, brota de inmediato la ineficiencia y la corrupción que disminuye la oferta de bienes y servicios, generándose escasez y carestía. Si la oferta es menor que la demanda, la conclusión lógica es el desabastecimiento y el incremento de los precios que afecta la capacidad adquisitiva de los consumidores. Cuando hay abundancia y una sana competencia en el mercado, los consumidores tenemos la opción de seleccionar aquellos bienes que más no convengan, y los empresarios y comerciantes deben adecuar y mejorar los beneficios de sus bienes según las exigencias y necesidades de los demandantes.

Pero cuando la política del gobierno se basa en expropiaciones y desestimulo al sector privado, tratándolo como un enemigo, la economía del país colapsa con resultados negativos como los que estamos viendo. La ineficiencia gubernamental pudo ser soportada por los dólares del petróleo para importaciones de todo tipo, pero el país ya no aguanta este desmadre. Con un modelo antivenezolano, la producción nacional ha bajado alarmantemente y los empresarios tienen menos insumos para producir alimentos, a pesar de los esfuerzos para nivelar la oferta. Si este gobierno mantiene la exclusión al sector productivo para incrementar la producción nacional, profundizando la criminalización y los controles oficiales, el problema se agravará y llegará el momento que no tengamos ni siquiera que comer. Llamemos las cosas por su nombre, esto es una perversa política al servicio de intereses y negocios de los socios extranjeros, sin importar los intereses supremos de la nación. La soberanía alimentaria les quedó grande. Basta de mentiras y manipulaciones.

Publicado en Versión Final de Maracaibo el 17-5-2013.-

viernes, 10 de mayo de 2013


La verdad no tiene prisa
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Este gobierno nos obliga a vivir en la inmediatez, en el corto plazo, en el día a día. Su estrategia está centrada en destruir la posibilidad de soñar y planificar un futuro que nos permita vivir mejor. Con enemigos de la patria inventados por el G2 cubano; con magnicidios que ya nadie cree por burdos; con la mentira como estandarte; y, con el uso de la violencia para atemorizarnos, pretenden silenciar una verdad que cada vez resulta más difícil esconder.
La pesadilla ha sido larga y penosa. Existen razones de sobra para anhelar que esto termine de una buena vez, pues, el daño es profundo y difícil será la recuperación del país. Son tantos los problemas que nos agobian, que la paciencia termina desvaneciéndose, con el agravante que perdamos la fe y la esperanza pensando que no hay salida. Que de nuevo perdimos otra oportunidad para salir de este atolladero. Esa actitud de conformismo y resignación, sería el regalo perfecto que está esperando desde hace mucho tiempo el oficialismo para continuar gobernando a través de la mentira y la manipulación. Su plan es desmoralizar, desmotivar y desmovilizar a millones de venezolanos que luchamos para que la verdad resplandezca con la fuerza del sol maracaibero. El objetivo del gobierno se cumpliría, según las instrucciones de los hermanos Castro, si nos cruzamos de brazos y observamos inconmovibles como una minoría que gobierna ilegítimamente, sale victoriosa en su propósito de convertir esta tierra de libertad, en una parcela de capataces que se roban las riquezas del pueblo y dilapidan el futuro promisorio que todos nos merecemos.
No existen ejemplos en la historia donde la lucha contra la mentira, la violencia y la barbarie se resuelva a corto plazo. A Gandhi, a Mandela, a la unidad chilena, solo por mencionar casos del siglo XX, les costó mucho la victoria democrática  y, sin embargo, la valentía y la fe de sus pueblos jamás se debilitaron, nunca se rindieron. Ese es el reto del pueblo venezolano a partir de los resultados del 14-A, día en el que por fin vencimos el miedo y muchos compatriotas que votaban por el oficialismo se atrevieron a dar un paso al frente y votaron por la opción que representa el cambio. Ese día demostramos contundentemente que estamos cansados de un gobierno que niega nuestra esencia como nación libre amante de la paz y el progreso. El 14-A empezó a dibujarse un nuevo amanecer para nuestra amada Venezuela; con la fuerza de los votos pusimos a temblar a un régimen que se creía todopoderoso y hoy lo cubre un manto de dudas que huele a ilegitimidad. Nunca antes el oficialismo fue más débil y temeroso que en estos momentos.
Dice el refrán popular que el que se cansa pierde. No nos está permitido rendirnos; jamás nos dobleguemos ni mucho menos perdamos la fe que nos abrirá más temprano que tarde el camino ancho por el que podamos transitar todos los venezolanos. Renovemos nuestro compromiso con Venezuela y la libertad; vamos a reiterarle la confianza y el apoyo al líder nacional Henrique Capriles, empeñado en librar esta lucha de la verdad contra la mentira, porque si bien es cierto que la situación actual del país exige un cambio de rumbo, no es menos cierto que la verdad debe alimentarse cada día con fe, paciencia y esperanza porque definitivamente la verdad no tiene prisa, llega en el momento más oportuno. Nunca olvidemos que el tiempo de Dios es perfecto.                 
Publicado en Versión Final de Maracaibo el 10/5/2013

viernes, 3 de mayo de 2013


 Las cosas del pasado que hoy no se dicen
                                                                                                         
                                      Efraín Rincón Marroquín
De tanto oír que la IV República fue lo peor que le ocurrió al país, a veces preferimos no hablar del pasado por temor a que nos tilden de golpistas o traidores. La insistente prédica del oficialismo de catalogar como un verdadero holocausto los anteriores 40 años, ha logrado su propósito no sólo en algunos venezolanos, sino hasta en dirigentes que temen salir a la defensa de los aspectos positivos que se materializaron en esta etapa de nuestra historia, a la que despectivamente nos hemos acostumbrado llamar como “la cuarta”.

No pretendo en este artículo plasmar todas las cosas buenas que se hicieron en Venezuela desde 1958 hasta 1998, me referiré sólo al tema de la educación. En la obra de Arturo Uslar Pietri, “De una a otra Venezuela” (1949), se menciona que en 1936 sólo se graduaron tres maestros en todo el país; asimismo, muy pocos tenían la fortuna de estudiar en las escasas universidades nacionales y, desde luego, el analfabetismo era una característica primaria en una sociedad eminentemente rural y sometida al dominio de regímenes autoritarios.

Ese país empezó a cambiar con la explotación petrolera, de allí la famosa expresión de Uslar de “sembrar el petróleo”, hecho que aun no termina de concretarse a pesar de los miles de millones de dólares que han ingresado durante la revolución bolivariana.

Con el advenimiento de la democracia en 1958, todos los gobiernos elegidos popularmente hicieron grandes esfuerzos en materia educativa. Se sembró el país entero de escuelas y liceos, se profesionalizó el gremio de los docentes y se empezaron a crear universidades autónomas, diferentes a las que funcionaban desde el siglo XIX e inicios del XX. La educación se convirtió para los venezolanos en un instrumento fundamental para la superación social y el consecuente mejoramiento de su calidad de vida. Miles de venezolanos labraron con tesón y constancia un mejor destino personal y familiar, gracias a la educación técnica o universitaria que recibieron gratuitamente a lo largo de esos 40 años.

Muchas familias venezolanas vieron en la educación el mejor camino para superarse y salir del círculo vicioso de la pobreza; en pocas palabras, la educación funcionó como redención social del pueblo venezolano. Venezuela está llena de médicos, ingenieros, abogados, economistas, y tantas otras profesiones, que gracias a la educación que les ofreció el Estado venezolano pudieron hacerse de un empleo digno o del libre ejercicio profesional, que permitió levantar una familia con mejores y mayores oportunidades que las que ellos o sus padres disfrutaron en época anteriores.

Para muchos de nosotros, la educación se convirtió en la “IV República” en el trampolín para saltar a una vida mejor, sustentada en el trabajo productivo y la dignidad que nos regala la libertad de pensamiento y de acción; gracias a la educación, Venezuela exhibió por muchos años una de las clases medias más consolidadas del continente latinoamericano; una clase media consciente de sus capacidades y habilidades para construir caminos de prosperidad tanto a nivel personal como nacional. Negar este hecho es estar de espaldas a la realidad de Venezuela. Muchos de los dirigentes revolucionarios que hoy vociferan contra los 40 años, fueron formados en instituciones educativas públicas, las cuales permitieron su ingreso sin condicionamientos político-partidistas.

Nuestras universidades han dado demostraciones fehacientes de su espíritu democrático, popular y libertario; ellas han aportado significativamente al progreso del país y a la superación social de miles de hombres y mujeres, que hoy vemos con preocupación que este gobierno pretende menoscabar la esencia misma de la educación, como es la violación del derecho que tenemos todos los venezolanos de recibir una educación libre, orientada al trabajo productivo y al servicio de los intereses de la nación, y no una educación esclava de las apetencias trasnochadas de un líder que pretende erigirse como el salvador de la patria.

Maracaibo, 13 de marzo de 2.009.-                                                                                   

La lucha por la verdad
“Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones” (Séneca)

Efraín Rincón Marroquín

La insensatez de los gobernantes es un factor que contribuye que la paz de los pueblos se desmorone en momentos de crisis políticas. Cuando el gobernante se resiste oír la voz del pueblo, creyéndose portador de la única verdad, sobrevienen acciones que amenazan la tranquilidad y el sosiego a los que legítimamente tenemos derecho los ciudadanos que aspiramos vivir en una sociedad democrática, donde se respeten los derechos constitucionales.

En el caso venezolano, la sombra de la duda de los resultados electorales del 14-A, pone en tela de juicio la legitimidad del nuevo gobierno y la institucionalidad que debe privar en el árbitro electoral, como ente imparcial y al servicio de los intereses del país. Cuando existen dudas, la verdad necesita conocerse, sin búsqueda de subterfugios y atajos que acrecientan la incertidumbre. Dice el refrán popular “el que no la debe no la teme”, pues bien, si el CNE está consciente de su impecable desempeño en los recientes comicios y el gobierno está seguro de su victoria, entonces lo lógico es realizar responsablemente una auditoría integral capaz de contrastar cada voto (o papeleta) con el acta de votación, las huellas dactilares y los cuadernos de votación, acompañado de la participación equitativa de los actores políticos. De otra manera, tal como lo anunció la Rectora Presidenta del CNE, se estaría realizando una auditoría chucuta que lejos de amainar la duda la profundiza. La solución de la crisis por la que hoy atraviesa el país, puede ser más sencilla de lo que pensamos, auditar conforme a las leyes y al derecho que asiste a quienes esgrimen la duda, el 46% restante de las cajas electorales. Si el resultado de la auditoría corrobora el resultado oficial de las elecciones, entonces la duda desaparecerá y la legitimidad del gobierno no podrá ser cuestionada. Pero si, por el contrario, los resultados son diferentes a los del 14-A, entonces debe reconocerse el triunfo de Capriles, entregándole las riendas de un nuevo gobierno, según el mandato de la soberanía popular.

La historia nos habla en frecuentes episodios que las crisis políticas y sociales que desembocan en violencia, se conoce la fecha de inicio pero nunca cuando terminan. Los venezolanos somos un pueblo amante de la paz, la única vez que salimos a pelear fuera de las fronteras patrias fue para luchar por la libertad de países hermanos. No hay razones para impedir que florezca la verdad y se fortalezca la institucionalidad democrática de la nación. En circunstancias como las actuales, es cuando se prueba el sentido de responsabilidad y compromiso con la democracia y, definitivamente, el gobierno tiene la última palabra para evitar males mayores permitiendo el tránsito por un camino que nos convoque a la unidad, al reencuentro, al progreso y a la paz por la que luchamos los venezolanos. Mientras más trabas a la verdad, mayor es la duda que se construye con base a la mentira y todo lo que así nace es efímero y transitorio. Los pueblos jamás vivirán sometidos por siempre a la mentira que les impide crecer en la libertad porque como dice San Pablo “sólo la verdad os hará libres”, por eso la lucha por la verdad debe ser la razón que nos motive a mantener la fe, la firmeza, la fuerza y la valentía en días difíciles como los que se avecinan.

Publicado en Versión Final de Maracaibo el 3/05/2013
 

jueves, 2 de mayo de 2013


La Universidad: cenicienta de la revolución
                                                           Efraín Rincón Marroquín

Hipócritas y mentirosos los discursos oficialistas acerca de la educación universitaria venezolana. Para la revolución, la universidad venezolana ha sido su cenicienta. El irrespeto y la falta de consideración con una institución clave para el desarrollo del país, no tiene límites. Nuestras universidades mueren de mengua, frente a un gobierno que no le interesa la profesionalización de los venezolanos, salvo aquella educación que sirva para manipular ideológicamente a ciudadanos que tienen derecho a una educación libre, de calidad y al servicio de los supremos intereses del país.

Algunos defensores de lo indefendible, dicen que la situación de las universidades experimentales es mejor que la de las autónomas, porque están trabajando de la mano con el proyecto liberador que encarna esta revolución. Mentiras!!! La UBV, la UNEFA, la UNERMB, entre otras, están en peores condiciones que las autónomas porque además de la asfixia financiera que padecen, a sus profesores y trabajadores les tienen secuestrado el derecho a la disidencia y a la protesta pacífica, so pena de ser botados de la institución.

La revolución desconoce las normas de homologación, a pesar del dictamen favorable del TSJ; a cambio, en once años, el salario universitario ha sido incrementado dos veces muy por debajo de las expectativas y necesidades del gremio; desde el 2010 no recibimos ningún aumento salarial, mientras que la inflación sigue desbordada. Hoy día, la hora de clase de un profesor titular a dedicación exclusiva es pagada a Bs. 80, sin importar los quince años de servicio ininterrumpido y el título de doctor para llegar a la máxima categoría del escalafón universitario. El sueldo de profesores instructores y asistentes apenas alcanza el sueldo mínimo. Son salarios indignos que ni siquiera los trabajadores informales lo envidian; cualquier amigo buhonero gana mucho más que un profesor universitario con experiencia y altamente calificado. La inmensa mayoría de nuestros profesores viven al día; no terminan de depositarles su salario cuando se evapora como el agua; muchos sobreviven gracias a los préstamos permanentes que le hacen a las cajas de ahorro. En condiciones tan deplorables, ¿cómo pensar que los profesores universitarios trabajemos en un ambiente que motive la excelencia académica que se merecen nuestros estudiantes? Si apenas el salario nos alcanza para cubrir incompletamente las necesidades básicas, cómo pensar comprar libros y tecnología para actualizarnos, evitando así quedarnos rezagados dentro de la sociedad del conocimiento en la que vivimos.

Pero el drama universitario no termina en el aspecto salarial. No existen recursos para la academia y la investigación. No hay dinero para el mantenimiento de la infraestructura y para los servicios básicos estudiantiles. Nuestras universidades simulan las casas muertas de Miguel Otero Silva, mientras que el gobierno se mantiene imperturbable esperando quizá la muerte definitiva de una institución cuyo interés es luchar por la libertad, la democracia, la justicia y la inclusión social. Mientras el gobierno mantenga una posición que atenta contra la vida de la universidad, los universitarios no tendremos otra opción que hacer valer nuestros derechos a través de la protesta pacífica y constitucional, dando a conocer la injusticia y la afrenta oficialista hacia una institución que es el centro de la sociedad del conocimiento, única vía para alcanzar el progreso y la modernidad que anhela nuestro pueblo.        
                                                                             Profesor Titular de LUZ
Publicado en Versión Final de Maracaibo el 26-04-2013

 

Millones de razones para continuar la lucha

Efraín Rincón Marroquín

Más allá de las dudas razonables que generan los resultados oficiales de las elecciones presidenciales del 14-A, y de la solicitud democrática y constitucional de Henrique Capriles para que se efectúe un reconteo del 100% de los votos, contrastados con las actas y los cuadernos de votación, el país amaneció diferente el 15 de abril. El que pretenda ocultar la contundencia del cambio está analizando erróneamente la compleja situación política venezolana.

En primer lugar, se cumplió lo que muchas veces expresé en mis artículos de opinión: el chavismo sin Chávez no es igual. Lo que no pensábamos es que en tan corto plazo, apenas 10 días de campaña, el capital político del presidente Chávez mermaría tan abrumadoramente. En manos de Nicolás Maduro, el oficialismo perdió 10% de la votación del 7 de octubre, plasmado en 627.385 electores que prefirieron votar por la opción de Henrique Capriles, contra todo pronóstico de analistas y encuestadoras alineadas con el gobierno. Los liderazgos ni se decretan ni se transfieren automáticamente; los liderazgos auténticos se construyen  a base de lucha permanente a favor de los intereses del pueblo. Esta caída tan vertiginosa del oficialismo debe motivarlos a una profunda autocrítica. Para muchos venezolanos del oficialismo, Maduro no representa ni el liderazgo ni el proyecto político de Chávez, ni mucho menos perciben que posea la capacidad suficiente para gobernar un país sumido en una profunda crisis político-institucional, económica y social. Todo indica que el desmoronamiento del oficialismo debe crecer en los meses siguientes. Si su gobierno continúa como lo ha hecho en las últimas 72 horas, no existen razones lógicas para pensar que Maduro supere la profunda crisis generalizada que tiende aumentar con el pasar de los días.

En segundo lugar, la proeza de Capriles es admirable. En una campaña tan corta, no sólo motivó y conquistó a los electores que sufragaron por él hace seis meses, sino que fue capaz de conectarse con parte del pueblo oficialista, gracias a un discurso de inclusión que desnudó las debilidades del gobierno provisional de Maduro, sin respuesta a los gravísimos problemas del país, tales como inflación, devaluación, desabastecimiento, apagones, inseguridad.  Según los dudosos resultados del CNE, Capriles logró aumentar 707.187 votos; repitió con creces su victoria en Táchira (164.561 votos de ventaja) y en Mérida (ventaja de 66.797 votos); ganó en Zulia (por vez primera la oposición gana al oficialismo comicios presidenciales con una ventaja de 83.409 votos), Miranda, Bolívar, Anzoátegui, Nueva Esparta, Lara; empató prácticamente en Carabobo y Distrito Capital; subió la votación en todos los estados de la República, ganando las capitales más importantes del país; por ejemplo, en Maracaibo la ventaja fue de 141.089 votos y en San Cristóbal dobló la votación de Maduro. En concreto, Capriles demostró que la oposición tiene una real opción de poder, que cuenta con un liderazgo con capacidad para unir al pueblo y mejorar la situación dramática que estamos viviendo. Existen razones para continuar la lucha; la realidad evidencia con claridad que este gobierno es profundamente débil, desconectado con las necesidades y expectativas de un pueblo que dejó el miedo atrás y está comprometido con el cambio y el futuro. Lo peor sería convertir la victoria popular en una derrota que no existe. Acompañemos pacíficamente a Henrique Capriles pero llenos de fe, firmeza y valentía para que el CNE cuente el 100% de los votos para demostrar que, efectivamente, somos mayoría gracias a la voluntad soberana de millones de compatriotas que con  su voto gritaron YA BASTA; queremos cambio, futuro, progreso y la unión del pueblo venezolano.

                                                                 Profesor Titular de LUZ
Artículo publicado en el diario Versión Final de Maracaibo, el 19-04-2013