Las
promesas de Nicolás (*)
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Manifiesta Mario Elgarresta (2002), que “una campaña electoral es
un complejo proceso donde intervienen múltiples factores (electores, candidatos,
partidos, estrategias, comunicación y publicidad, recursos financieros)”, constituyéndose
la oferta electoral en un elemento bastante relevante para los políticos
latinoamericanos. En aras de encender la llama de la esperanza en los electores,
nuestros políticos ofrecen promesas a veces difíciles de cumplir, convencidos
que éstas contribuirán con una decisión de voto que favorezca su candidatura.
En tal sentido, Nicolás Maduro, candidato del
Movimiento Somos Venezuela, se esfuerza admirablemente para presentar las
promesas electorales que harán posible su reelección presidencial por seis años
más, de cara a la más espantosa e inédita crisis que ha experimentado Venezuela
desde su nacimiento como República.
Veamos con detenimiento algunas de las más emblemáticas
promesas electorales de la campaña de Nicolás Maduro:
a)
Incremento de la pobreza: En el 2017, la pobreza en Venezuela se ubicó en
87%, proyectando un crecimiento de 5,2% respecto al 2016 (81,8%); esto
significa que, gracias a la gestión de Maduro, 9 de cada 10 familias no poseen
los recursos para acceder a los bienes mínimos necesarios. Entre 2014 y el
2017, el porcentaje de hogares en pobreza extrema creció 38%. Con estas cifras
no hay duda que Nicolás terminará definitivamente con el 13% restante de
venezolanos considerados como no pobres.
b)
Eliminación de las Misiones: Uno de los más importantes legados del comandante
Chávez será eliminado. A duras penas, Maduro mantiene las cajas CLAP, cuya
distribución es cada vez menos frecuente, teniendo como objetivo principal
profundizar el control y el chantaje políticos sobre el hambre de millones de
venezolanos. Atrás quedaron la Misión Vivienda, Barrio Adentro y otras tantas,
que serán sólo un recuerdo en el próximo gobierno de Maduro.
c)
Reducción perversa de la alimentación: 9 de cada 10 venezolanos no pueden pagar su alimentación
diaria; 8 de cada 10 venezolanos comen menos de tres veces al día por no
disponer de dinero para comprar los alimentos; 6 de cada diez venezolanos (64%)
perdieron aproximadamente 11 kg durante el 2017 por hambre. Con Nicolás, la
hambruna continuará siendo una realidad dolorosa de la Venezuela gobernada por
esta mafia.
d)
Salud en ruinas: El 68% de los venezolanos no tiene seguro de atención médica, quedando
a merced de la salud pública que se encuentra absolutamente destruida, en la
que los pacientes mueren por falta de medicinas e insumos médicos básicos. Por
si fuese poco, sólo el 19% de las embarazadas de los estratos más pobres se
controla desde el primer mes de gestación. Los niños con cáncer, los pacientes
renales y de otras enfermedades crónicas, fallecen por culpa de un régimen
corrupto que cambió la vida por la muerte de los venezolanos.
e)
Mayor deserción escolar: Maduro garantiza la destrucción de la educación
como mecanismo para erradicar la pobreza y promover el ascenso social de los
venezolanos. Durante el último año, más de un millón de niños han dejado de
asistir a la escuela y el 48% de los jóvenes, de 18 a 24 años, no estudia; 4 de
cada 10 niños y adolescentes (38%), entre 3 y 17 años, dejan de asistir a
clases por diversas razones: transporte público, apagones, falta de
alimentación, etc. Con la revolución madurista seremos una sociedad de
ignorantes, como la prefieren los regímenes totalitarios.
f)
Apoyo al desempleo y a la informalidad laboral: La tasa de desempleo verdadera es superior al 15%,
la más alta de la era democrática; sólo el 39% de los venezolanos tiene empleo
fijo, de éstos apenas un 38% está inscrito en el Seguro Social, con lo cual
puede inferirse que la mayoría de los venezolanos trabaja en la economía
informal. Si a ello le agregamos que nuestros trabajadores deben ganar 31.347
salarios mínimos (Bs. 797.510 Bs. incluyendo el bono de alimentación) para
comprar la canasta alimentaria familiar (proyectada en Bs. 25 millones en el mes de
enero), debemos admitir que Maduro destruyó el valor del trabajo como única vía
para mejorar la calidad de vida familiar y contribuir con la generación de riquezas
del país. Maduro impuso que en Venezuela no vale la pena trabajar porque por
mucho que nos esforcemos, seguiremos siendo una sociedad empobrecida que
depende perversamente de las miserias que regala la revolución.
g)
Avance de la inseguridad: 9 de cada 10 venezolanos considera que la
inseguridad personal empeoró en el último año; la violencia tiene mayor
incidencia en los jóvenes; cada día mueren 43 venezolanos, con edades comprendidas
entre 12 y 29 años, en manos de una delincuencia desbordada y privilegiada por
la impunidad del régimen. Bajo un nuevo gobierno de Maduro, los venezolanos
seguiremos presos en nuestras propias casas, en las cuales tampoco existe
seguridad plena; seguirá prohibido el derecho a transitar con tranquilidad por
las calles de Venezuela y de renunciar a la recreación familiar y social en tiempos
de tanta crispación nacional.
h)
Apoyo irrestricto a la hiperinflación: Maduro nos garantiza mantener el honroso récord de
tener la inflación más alta del planeta. En el 2017, según Ecoanalítica, la
inflación cerró en 2.735%, estimándose que este año cierre en 7.200%, según las
estimaciones más conservadoras. Este logro revolucionario se profundizará en el
nuevo mandato, pues, Maduro no está dispuesto a compartir semejante hazaña con
nadie.
i)
Éxodo indetenible: La diáspora venezolana se incrementó aceleradamente en los dos
primeros meses del 2018; una victoria de Maduro, según tendencias irreversibles
de Lucena y su combo, aumentará mucho más la emigración venezolana, dejando más
tristeza en miles de familias ahora separadas y con un profundo déficit de
talentos humanos indispensables en la reconstrucción del país.
j)
Exclusión a los antiguos aliados: La experiencia y capacidad de Maduro para gobernar
en estos últimos cinco años, exigen una marca propia que pueda proyectarse con
independencia de la sombra del difunto que le impide gobernar a sus anchas. El
Movimiento Somos Venezuela representa el rostro más aborrecible del chavismo; la
alianza de Nicolás-los Rodríguez-Padrino López y otras sanguijuelas terminarán
de enterrar al chavismo ortodoxo para que emerja la tiranía madurista como nuevo
proyecto político hegemónico.
k)
Consolidación del autoritarismo: Con la farsa electoral promovida por Miraflores y
acatada servilmente por el CNE, no importa si es una elección presidencial o
una mega elección, termina de consumarse un proyecto político inconstitucional,
ilegítimo y con profunda vocación autoritaria. Es la estocada final a la
libertad y a la institucionalidad democrática de Venezuela.
Estas son algunas de las promesas electorales que Nicolás
Maduro se esforzará en cumplir en su nuevo mandato. Su materialización
dependerá del comportamiento asumido por la dirigencia democrática y el pueblo
venezolano. A pesar del “poder” del régimen y de la anomia que mantiene
secuestrada nuestra lucha por la libertad, estoy convencido que la unidad
nacional en armonía racional y estratégica con la comunidad internacional, se
presenta como un proyecto político con capacidad para destruir la tiranía para
enarbolar la bandera de la democracia y el progreso con oportunidades para
todos los venezolanos.
Profesor
Titular Emeritus de LUZ
(*) La mayoría de las cifras presentadas en el artículo, son resultados arrojados por la investigación de campo de la Encuesta ENCOVI 2017.