La
procesión va por dentro
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Las rivalidades en el bloque
opositor, específicamente dentro la MUD, son un libro abierto; todos las conocen
y hablan de ellas; los dirigentes más conspicuos de la oposición se ofenden y se
desacreditan entre sí, sin ningún tipo de tapujos. Pareciera que lo normal es la
conflictividad y desacuerdos en la MUD, porque las lunas de miel resultan muy
cortas, aunque hayan generado resultados auspiciosos.
Lo que pareciera un secreto bien guardado,
hasta hace un tiempo atrás, son los conflictos que se suscitan dentro del
chavismo. Lo que proyectan como la unidad monolítica del PSUV, sustentada en el
legado del comandante, es más cuento que realidad; porque la verdad, las
diferentes facciones del oficialismo desenfundaron los machetes para defender
sus parcelas de poder, frente a la hecatombe que vive el país producto de su
incapacidad y corrupción.
Los hijos de Chávez,
aquellos a los que el comandante controlaba sus locuras, dicho por el propio Diosdado,
están en serios problemas por el tema de la elección presidencial. Esta
situación empieza a acarrearles conflictos que amenazan la unidad de la que
tanto alardean. Maduro, a pesar de su incapacidad descomunal para gobernar, le
ha tomado gusto al poder y piensa hacer lo que sea para seguir liderando el
partido y reelegirse como presidente. Por lo pronto, está quitando del camino a
quienes dentro de la casa lo subestiman y pretenden boicotear sus planes. Ya no
es un figurón de segunda categoría que obedece ciegamente las instrucciones de
los más radicales del proceso. Poco a poco ha ido construyendo su propio
espacio de la mano de sus militares aliados.
Los recientes cambios
gubernamentales responden a esa estrategia. Se apropió definitivamente de lo
que queda de PDVSA, porque la gallina de los huevos de oro está totalmente
destruida, destituyendo y encarcelando
al ministro de energía y al presidente de PDVSA; sacó del juego a Rafael
Ramírez, otrora zar de PDVSA. De igual manera, tomo como suya la iniciativa de
la asamblea constituyente y puso a jugar duro a Delsy Eloína, una de sus más
leales funcionarias. Para las elecciones del 15 de octubre, escogió como candidatos
a sus amigos incondicionales, entre los que destacan Héctor Rodríguez y Víctor
Clark; por otra parte, colocó en el ministerio de información al inefable Jorge
Rodríguez, estratega estrella del oficialismo en los últimos tiempos.
Nicolás Maduro está
confeccionando su tablero de ajedrez, que empieza a proyectar las verdaderas
intenciones con el anuncio de Tarek El Aissami sobre su reelección para el
2018. En su mente calculadora y cínica,
el juego está cuadrado para ganar y seguir gobernando al país, sin pensar que
el destino puede darle un duro revés a las aspiraciones de poder que caminan de
espaldas de la dura realidad del pueblo venezolano.
Maduro está aceitando su
maquinaria y estrategia para extender por más tiempo este proceso político que
destruyó nuestra patria; para ello cuenta con una cúpula militar que se ha
enriquecido grotescamente durante su mandato; con instituciones serviles que
violan flagrantemente la constitución y la leyes de la República; con gobernadores
que buscan sus beneficios personales a costa del sufrimiento de la gente; con
dirigentes que tiemblan de miedo sólo de pensar en lo que les espera ante la
justicia cuando rescatemos la libertad e institucionalidad. Con todo eso cuenta
Maduro, pero se le olvidan cosas como el rechazo inmenso y categórico de
millones de venezolanos sumergidos en el hambre y la miseria por su culpa; se
le olvida el colapso de la economía que nos ha convertido en uno de los países
más pobres de la tierra; se le olvida que, a pesar de sus recientes victorias
electorales, más del 70% quiere que se vaya del poder para reconstruir un país
en ruinas con fe y esperanza en un futuro mejor; por último, se olvida a Maduro
que dentro de su propia casa ronda el fantasma de la traición y la avaricia que
no se quedará de brazos cruzados viendo como ejecuta su perverso plan.
Ojalá los dirigentes de
todos los sectores de la nación y la sociedad civil, podamos ver en su justa
dimensión las extraordinarias oportunidades de iniciar el camino del cambio que
tanto necesitamos; eso sólo podrá lograrse con unidad e inclusión nacional,
inteligencia para actuar correctamente, emoción para contagiar a los venezolanos
en momentos de desesperanza, patriotismo para luchar por la grandeza de la
patria y lucha sin descanso para no rendirnos nunca.
Profesor Titular de LUZ