jueves, 22 de agosto de 2019

Hambre y diáspora en el Zulia

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

En la medida que se profundiza la crisis del país, la situación del Zulia empeora peligrosamente; sobrevivir es ya una proeza titánica para los zulianos. Si alguien ha pagado con creces la incapacidad y la corrupción del régimen chavista-madurista, sin dudas, los zulianos encabezamos esa trágica lista.

En el último estudio de opinión pública de Efraín Rincón y Asociados, cuyo campo se culminó el pasado 3 de agosto, integrado por una muestra de 1.200 casos, distribuidos proporcionalmente en siete municipios del Estado Zulia (Maracaibo, San Francisco, Cabimas, Lagunillas, Mara, Machiques de Perijá y La Cañada de Urdaneta, respectivamente), se midieron diversos temas de interés general; sin embargo, en este artículo nos referiremos exclusivamente a dos temas de honda significación para las familias zulianas: la alimentación y el deseo de emigrar del país; a éste último se ha denominado como diáspora zuliana.

En términos generales, al indagar la percepción sobre la situación actual del Estado, el 97.1% proyectó una opinión negativa; sólo un 2.9% de los zulianos cree que la situación actual es buena. Nunca antes habíamos registrado cifras tan dantescas, quedando en evidencia la brutal tragedia que estamos viviendo los zulianos. A nivel personal y familiar, las cifras son igualmente dramáticas; el 82.6% reporta tener una mala situación económica, sin diferencias según la ideología política de los entrevistados. Al 80.1% de los chavistas les está yendo mal, al 80,9% de los opositores y al 84.1% de los neutrales. La crisis en el Zulia no tiene colores políticos.

En tiempos pretéritos existía la percepción generalizada que, a pesar de la mala situación del Estado, la situación económica familiar era mucho mejor, acompañado de unas expectativas positivas de cara al futuro inmediato. Los zulianos siempre abrigaron esperanzas en un mejor porvenir, desgraciadamente esto también lo destruyó la revolución.
En el caso concreto de la alimentación, más de la mitad de los zulianos (52.2%) manifestó estar comiendo dos veces, una o menos veces al día, sin considerar la baja calidad de los alimentos que consumen. Según cifras del 2017, la población general del Zulia asciende a 4.199.200 habitantes; ello significa que aproximadamente 2.191.982 zulianos están comiendo menos de lo que deben comer o, lo que es más grave, están pasando hambre. Esta situación empeora en algunas comunidades del Estado; por ejemplo, en el oeste de Maracaibo, sólo una cuarta parte de los entrevistados (25%) reportó comer tres veces al día. Estos datos revelan que la mayoría de los zulianos están sumergidos en una pobreza abismal que les impide satisfacer medianamente sus necesidades básicas, como es el derecho fundamental de alimentarse adecuadamente.

Como efecto directo de la dramática situación económica, los zulianos se han visto obligados a emigrar en búsqueda de una mejor vida. Un estudio de la firma Efraín Rincón y Asociados, contratado en agosto de 2018 por la Comisión de Derechos Humanos del Estado Zulia, reveló que para esa fecha había emigrado el 19.5% de los maracaiberos, equivalente a 337.632 habitantes. Lo que es peor, en el estudio reciente al que nos estamos refiriendo, cuatro de cada diez maracaiberos (41%) preferirían vivir en otros países; en Cabimas y Lagunillas la proporción aumenta a 53% en ambos municipios.

A nivel del Estado Zulia, el 42,1% del total de la muestra desea irse de Venezuela. Al desagregar este dato observamos que, en promedio, la mitad de los jóvenes de 18 a 34 años preferirían irse a vivir a otros países; el 49% de los entrevistados pertenecientes a la clase media también desean emigrar de Venezuela; y, otro dato muy significativo, es que el 50.6% de los opositores proyectó su deseo de emigrar del país, en contraposición del 25.1% de los chavistas y el 39.6% de los neutrales.

Los temas de la alimentación y de la diáspora, entre otros tantos, desnudan la desgracia en la que vive la inmensa mayoría de los zulianos. El hecho que más de la mitad de los zulianos (52.2%) se estén alimentando mal o estén pasando hambre, y que el 42.1% desee abandonar el país, son cifras que evidencian la vocación destructiva del régimen chavista-madurista. El Zulia es el vivo ejemplo de lo que un gobierno puede hacer para destruir lo que en otrora fuese la región más próspera y con mayores oportunidades de Venezuela.

Estoy convencido que al final el país transitará por mejores caminos. Que seremos un país libre, con trabajos productivos, con justicia y progreso con oportunidades para todos; pero también estoy convencido que lo bueno que está por venir se iniciará en el Zulia, porque somos la región con las mejores condiciones para garantizar un desarrollo integral que impactará positivamente al resto de la nación.

El nuevo gobierno democrático que administre los destinos del país, debe considerar al Zulia como un Estado estratégico en la reconstrucción nacional; si no lo hace, les auguro el fracaso de los proyectos y planes para enrumbar al país por la senda del progreso. El Zulia hoy llora lágrimas de sangre, mañana será el ejemplo de cómo pudimos levantarnos a pesar que la mafia gobernante pretendió eliminarnos de la faz de la tierra.

Profesor Titular Eméritus de LU

jueves, 15 de agosto de 2019

El populismo es popular

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Históricamente, las desigualdades estructurales de las sociedades latinoamericanas han sido caldo de cultivo para los movimientos populistas. Esta tendencia política apela al pueblo para acceder al poder, partiendo de la idea que el mismo está conformado por las clases sociales bajas, sin privilegios económicos y políticos. En tal sentido, los líderes populistas se presentan como redentores de los humildes, enfatizando que todos los males que padece el pueblo son culpa de la élite dominante enquistada en partidos políticos tradicionales, ubicados normalmente en la derecha conservadora.

Con el advenimiento del siglo XXI, el populismo llegó al poder en varios países latinoamericanos, bajo la égida de Hugo Chávez y de Fidel Castro y con el financiamiento de la portentosa chequera petrolera venezolana. De esa manera, se instauró una alianza política integrada especialmente por Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia, Paraguay y Cuba, para fortalecer a la izquierda revolucionaria y preservar los espacios conquistados en la región.

Sin embargo, a partir del segundo decenio del siglo XXI, el barco populista latinoamericano empezó a hacer aguas, con la destitución del presidente Fernando Lugo en Paraguay; la destitución de la presidenta Dilma Rousseff y el encarcelamiento de Lula Da Silva en Brasil; la derrota electoral del kirchnerismo en Argentina; el cambio de brújula política en Ecuador por parte de Lenin Moreno; la profunda crisis económica venezolana que limitó substancialmente el financiamiento a los aliados ideológicos; la crisis política que actualmente enfrenta Daniel Ortega en Nicaragua; y, además, la pérdida del predominio de los Castro, con excepción de Venezuela donde aún mantiene el control, debido al insípido liderazgo de Miguel Díaz-Canel y a la severa crisis económica que experimenta la isla.    

Cuando pensábamos que el populismo estaba derrotado en América Latina, o por lo menos atravesaba por serias dificultades, reaparece con la victoria de la dupla Fernández-Kirchner en las primarias argentinas (PASO) del domingo 11 de agosto, aventajando con 15% al presidente Macri. Bastaron menos de cuatro años para que el populismo atrajera la atención de la mayoría de los argentinos, a pesar de la corrupción, la destrucción económica y el debilitamiento institucional que sufrió el país durante la era kirchnerista. En cuestión de horas, Cristina de Kirchner pasó de victimaria a redentora del pueblo argentino, atrapado en las garras del neoliberalismo del “inefable” Mauricio Macri.

Estas elecciones PASO se constituyen en una gran encuesta nacional que anticipa los resultados de las presidenciales del próximo 27 de octubre. Parece difícil que Macri pueda superar esa ventaja en apenas dos meses, con lo cual podríamos hablar de un cambio de gobierno en Argentina. ¿Qué pasó?, ¿cuáles son las razones del triunfo del populismo?
Lo primero que debo expresar es que, a pesar de la destrucción que deja a su paso, el populismo en Latinoamérica sigue siendo popular. El discurso de salvación de los más pobres, las promesas sociales extravagantes que difícilmente las cumplen y el verbo encendido contra una derecha que sólo defiende los intereses de una minoría privilegiada, encuentran eco en la mayoría de los ciudadanos, integrada por estratos sociales bajos o por una clase media que coquetea con ideas progresistas que permitan elevar su influencia social y su bienestar económico.

La otra razón es la falta de inteligencia estratégica de la derecha para comunicar los logros en gobierno, y generar una matriz de opinión que responsabilice a los populistas de la tragedia que debe ser corregida, a través de ajustes y sacrificios necesarios para alcanzar el mayor nivel de bienestar para la sociedad en general. Resulta inexplicable que los ciudadanos soporten largos períodos con gobiernos populistas que destruyen la economía, vulneran la institucionalidad democrática, saquean el erario público e irrespetan los derechos humanos elementales; mientras  que la paciencia es cortísima frente a gobiernos democráticos con ideas de libre mercado que promueven una sociedad basada en el trabajo productivo, la competitividad en todas las áreas y la defensa de la iniciativa privada, a fin de minimizar progresivamente las relaciones de dependencia con el Estado.  

Definitivamente, la falta de un discurso creíble, convincente y conectado con las mayorías nacionales, impide que los ciudadanos puedan comprender la necesidad de políticas de ajustes, en circunstancias adversas propiciadas por gobiernos populistas incapaces y corruptos, para construir mejores condiciones que garanticen la perdurabilidad del progreso del país y de sus ciudadanos. Es necesario un discurso articulado que elimine, en las mentes de la gente, las ideas a favor de programas asistencialistas para que los pobres sigan siendo pobres, para dar paso a ideas que defiendan el trabajo, la educación y la igualdad de oportunidades, como elementos fundamentales para erradicar la pobreza y convertir a las personas en ciudadanos.

Ese es el reto de los argentinos y de Latinoamérica en general: seguir siendo pobres para legitimar a gobiernos populistas, o elegir gobiernos probos, eficientes y transparentes que combatan efectivamente la pobreza y las desigualdades para construir sociedades democráticas y con equidad social.

Profesor Titular Eméritus de LUZ