viernes, 6 de diciembre de 2013

Tiempo de definiciones

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

El 8 de diciembre no se termina el país; seguiremos viviendo con nuestras esperanzas e infortunios, indistintamente de los resultados de la contienda electoral. Sin embargo, para los que creemos que la solución de la crisis nacional es democrática e institucional, es una nueva oportunidad para apostar al cambio y consolidar la lucha por un mejor destino para Venezuela. Es el momento para expresar nuestro categórico rechazo a un gobierno incapaz que impide con todas sus fuerzas que la luz del progreso nos alumbre a todos por igual. Es el tiempo de las definiciones. Votamos convencidos que la victoria de la Unidad Democrática es el inicio de las cosas buenas que desde hace tiempo esperamos con legítimo derecho; o, por el contrario, nos abstenemos porque creemos que no existe salida y le terminamos de entregar el país a un grupito de enchufados que han utilizado el poder para destruir las riquezas y oportunidades de los venezolanos. Progreso o atraso; democracia o autoritarismo; verdad o mentira; unidad o división; futuro o pasado; ese es el gran dilema que con responsabilidad y conciencia debemos librar el próximo domingo.
Después de más de quince años de gobierno, con el control absoluto de los poderes públicos y con una montaña de dólares que nunca antes había ingresado al tesoro nacional, no hay tiempo para las excusas, ni mucho menos para la tesis del sabotaje y la guerra económica. Quienes han manejado a su real gana y entender este país, no tienen autoridad moral para responsabilizar a otros de sus errores e incapacidades. Ya basta de tanto engaño y manipulación. Es necesario que hagamos uso del voto, auténtica arma que nos ofrece la Constitución Nacional, para manifestar nuestra protesta y definir de una vez por todas cuál es la ruta que queremos para nuestra querida Venezuela y para nuestros hijos.
Por eso es necesario votar este 8 de diciembre. Asumamos con amor por Venezuela nuestro compromiso con el cambio y el progreso. Si salimos a votar masivamente el domingo, estaremos eligiendo alcaldes y alcaldesas demócratas, con comprobada capacidad para seguir luchando sin exclusión por el bienestar de sus conciudadanos; empeñados en enfrentar los obstáculos y mezquindades de un gobierno, cuyo principal interés es preservar el poder para profundizar el caos que nos afecta a todos, sin importar nuestra orientación política o situación socio-económica.
No te quedes en tu casa contemplando como otros deciden por ti. El domingo 8 de diciembre, levántate temprano y piensa que tú puedes ser un protagonista entre millones de valientes que luchan sin tregua por un mejor futuro para los venezolanos; después, dirígete a tu centro electoral y con tu voto aporta un granito de arena en la construcción de la llave que podrá abrir la puerta de un nuevo y mejor amanecer para la Venezuela que se resiste a seguir siendo pisoteada y abusada por una minoría que nos destruye como sociedad libre, democrática, justa y progresista. Que nada te detenga este 8 de diciembre. VOTA.

Publicado en Versión Final el 6-12-2013
Es necesario votar

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

En momentos de dificultades e incertidumbre como los que estamos viviendo los venezolanos, es necesario fortalecer el espíritu democrático de la nación. Estar convencidos que hoy más que nunca la solución de esta crisis debe ser pacífica e institucional. Si antes, ejercer el derecho al voto era importante, hoy día es necesario por el bien de la República. Debemos ser responsables y comprometernos con el destino del país; no existen razones para mantenernos pasivos y desmotivados en esta hora menguada de la nación. Ir a votar el 8 de diciembre es lo menos que podemos hacer como ciudadanos que aspiramos vivir en una sociedad democrática, con oportunidades para todos, respeto y encaminada por los senderos del progreso.
Ya basta de mirar sólo hasta la punta de nuestras narices. Es necesario que tengamos una visión más amplia para entender la profundidad del hueco en el que hemos caído. Si todavía existen venezolanos que piensan que ya tocamos fondo, déjenme decirles que todo indica que la situación será mucho peor en los próximos meses. Este festín de Baltazar de las últimas semanas, propiciado por un gobierno irresponsable, tendrá su fin cuando los anaqueles estén totalmente vacíos y empecemos a padecer una escasez peor que la que hoy estamos sufriendo.
Este es un momento crucial para Venezuela. Quedarnos de brazos cruzados y abstenernos el 8 de diciembre, podríamos interpretarlo como un apoyo tácito al gobierno, porque nuestro silencio se convierte en cómplice de una gestión que está destruyendo la nación y las posibilidades de progreso al que tienen derecho nuestros jóvenes y todos los venezolanos. Se trata, apreciados lectores, del destino de Venezuela; esto es mucho más importante que elegir a alcaldes y concejales. Es la oportunidad que tenemos para expresar a través de nuestro voto lo que queremos como sociedad civilizada y democrática. Es el momento de las definiciones: apoyamos la continuidad porque estamos supremamente felices con la manera como se está gobernando el país, en consecuencia dejamos de votar; o, por el contrario, expresamos con contundencia nuestro rechazo a este caos y consolidamos con nuestro voto la señal de cambio que iniciamos el 14 de abril, demostrando a su vez que los que queremos el cambio, la paz, el progreso, la justicia y el reencuentro de los venezolanos, desde hace mucho tiempo somos mayoría.      
Que nada te detenga el 8 de diciembre. Venezuela y Maracaibo esperan por tu voto, el de tu familia y el de tus amigos, para continuar la lucha por el cambio que se avecina y que traerá cosas buenas para todos. No botemos la oportunidad de oro que nos ofrece el 8 de diciembre para ganar y abrazar un mejor porvenir. Si votas, todos ganamos.


Publicado en Versión Final el 29 de noviembre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Un país que ya no existe


Un país que ya no existe

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Dice el refrán popular que no debemos llorar sobre la leche derramada, sino empinarnos por encima de las dificultades para conquistar un mejor porvenir. Pero el peso de la crisis que estamos viviendo los venezolanos, nos obliga a comparar lo que hoy tenemos con lo que tuvimos en épocas anteriores. El país está en franca decadencia, rumbo al despeñadero. No existe aspecto de la nación cuyo balance sea positivo. Han destruido con absoluta irresponsabilidad las inmensas oportunidades de erigirnos como una nación referencia del progreso en la región latinoamericana. Todas las proyecciones indican que nos llevan a un escenario mucho más crítico que el actual y peligroso para la estabilidad en todos los órdenes de la vida nacional.

Hay cosas que preferimos callar por el temor de ser señalados como golpistas o reaccionarios. Pero es necesario expresar aquello que construimos como sociedad democrática y que por culpa de la barbarie comunistoide estamos perdiendo. Durante la mal llamada IV República, Venezuela se constituyó en el país más moderno de Latinoamérica; la infraestructura vial y arquitectónica eran modelos para el resto del continente. Existía una clase media vigorosa gracias al impulso de la educación. El ingreso a las universidades por parte de los sectores populares fomentó  la igualdad de oportunidades que permitió la creación de una generación de talentosos profesionales que hicieron excelentes aportes al progreso nacional. Se erradicaron enfermedades mediante programas gubernamentales efectivos con el concurso de científicos y médicos venezolanos que consagraron su servicio a la salud del pueblo. Se construyeron más hospitales, escuelas, liceos y viviendas que en estos 15 años, con recursos infinitamente menores que los administrados por este régimen. 

A pesar de las dificultades económicas y de políticas erradas, teníamos una inflación moderada que permitía adquirir bienes y servicios básicos y destinar algo para el ahorro familiar. Asimismo, el sector privado era el más importante oferente de empleos productivos para nuestros jóvenes, con una supervisión oficial respetuosa del Estado de Derecho y con sindicatos fuertes que velaban por los intereses de sus agremiados. Y, algo que no tiene precio, éramos un país unido, sin rencores viscerales ni resentimientos sociales. Discutíamos nuestras diferencias pero éstas nunca se convirtieron en la norma que orientó la convivencia social y ciudadana. El respeto y la tolerancia políticas eran virtudes ciudadanas. En pocas palabras, éramos felices y no lo sabíamos.

Hoy día el panorama es diametralmente diferente. El último estudio de opinión pública de Consultores, 21 (Septiembre 2013) señala, entre otras cosas, que siete de cada diez venezolanos han dejado de comprar algo o de hacer alguna actividad por alta la inflación; el 80.3% no tiene dinero para ahorrar porque todo lo gasta en comida y a duras penas le alcanza para servicios básicos; sólo el 28.2% cree que el país está progresando; y, lo que se convirtió en la principal fortaleza de Hugo Chávez, el 83% de los consultados no recibe ningún tipo de ayuda por parte del gobierno, en contra de un 68% que opinaba igual en julio del 2012; es decir, que en lo que va del año, un 15% dejó de recibir los beneficios que antes obtenían a través de las misiones. La pobreza es indetenible.
Si el país que Maduro quiere es como el que tú quieres, apoya y vota por los enchufados. Pero si estás dentro del 57% que aspiramos un país diferente al que nos quiere imponer Maduro, entonces, no lo pienses más y actívate para que a partir del 8-D esta pesadilla tenga sus días contados.

viernes, 18 de octubre de 2013

Un país muy complejo

Un país muy complejo
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Basta con leer episodios de nuestra historia para comprender la complejidad del pueblo venezolano. Con facilidad pasamos de la euforia a la depresión y viceversa. Con frecuencia también, nos conectamos con los problemas del país y exigimos con firmeza y gallardía nuestros derechos, pero a veces nos corroe el conformismo y el pesimismo, y nos sentamos a esperar qué cosa va a pasar para que la situación cambie.
Estas reflexiones las hago a la luz de la situación actual del país. Literalmente, Venezuela se cae a pedazos y con ella nos vamos al barranco la inmensa mayoría de los venezolanos. En circunstancias como las que vivimos, no debería haber espacio para la duda o la desconfianza acerca de lo que debemos hacer como sociedad para materializar el cambio que con justa razón nos merecemos.
Resulta insólito que a estas alturas del partido existan venezolanos que estando inconformes con el gobierno, se resistan a votar el 8-D aduciendo que todo está perdido y que no existe salida alguna para deslastrarnos de esta infernal pesadilla; o, lo que es peor, alegando opiniones negativas en torno al liderazgo o la gestión de gobierno de algunos candidatos de la Unidad Democrática.
Hemos constatado que quienes tienen más que perder, son los que se enfrascan en una suerte de pretextos para justificar su apatía frente al proceso electoral que se avecina. En cualquier otra sociedad del mundo, el desbarajuste que vivimos por culpa de este gobierno, sería suficiente motivo para que los ciudadanos participaran democráticamente en una dura batalla por la libertad, la democracia, el progreso y la justicia.
No podemos caer en el escepticismo y en el autoflagelamiento que tanto daño nos ha hecho; no busquemos responsables del lado del sector democrático; la realidad que nos golpea cada día nos señala quién es el único culpable de la calamidad que estamos viviendo. Es la sumatoria por quince años de malas políticas, de una incompetencia abismal, de un modelo que pretende fortalecerse con la división del pueblo, con los controles y persecuciones a la disidencia democrática y al sector productivo de la nación. Es el resultado de un modelo que fracasó y pretende arruinar al país y empobrecernos a todos, porque como dice el adagio popular “en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey”.
Ya basta de tantas reflexiones y discusiones estériles que nos alejan de la meta. No existe posibilidad alguna que este régimen mejore su desempeño; no pudieron cuando administraron montañas de millones de dólares, ahora que estamos quebrados resulta ingenuo pensar que Maduro y los enchufados puedan arreglar este desastre. Necesitamos que de una vez por todas despertemos y nos activemos para fortalecer la ruta democrática e iniciar la salida de estos rufianes del gobierno. Si salimos millones y millones, les costará hacer las trácalas para obtener una victoria que desde hace mucho tiempo el pueblo les arrebató.
No tengamos miedo, no tengamos dudas; no digamos que estamos preocupados, vamos a ocuparnos de una vez por todas por Venezuela. Unámonos para que más temprano que tarde cantemos con alegría la llegada de un nuevo amanecer. Que nada nos detenga el 8 de diciembre.
Publicado en Versión Final el 18-10-2013

domingo, 13 de octubre de 2013

¿Es esto lo que tú quieres?


¿Es esto lo que tú quieres?

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Puedo entender que la polarización y radicalización política que los venezolanos hemos vivido en los últimos quince años, haya generado decepción y frustración en muchos compatriotas, al extremo que hoy día no quieran saber nada de política y prefieran desconectarse totalmente y sentarse a esperar  qué cosas pueden ocurrir para que se produzca el milagroso cambio. La desconexión es sinónimo de abstención electoral y de desgano en la participación de los asuntos públicos del país, con lo cual sale ganando el gobierno, responsable de esta hecatombe. Mientras más escépticos y pesimistas seamos, mayor chance tiene el gobierno de cuadrar el juego a favor de sus malévolos planes.

Esta desconexión luce muy peligrosa en circunstancias donde siete de cada diez venezolanos declaran que el país va por mal camino; otro porcentaje mayoritario considera que el actual presidente no tiene ni la capacidad ni la voluntad para resolver los problemas que se agravan con el pasar de los días. Estamos viviendo una suerte de limbo donde nadie sabe a ciencia cierta a dónde iremos a parar, o cuándo caeremos definitivamente al precipicio. El gobierno se empeña en culpar a la oposición del desmadre que ellos han creado; mientras tanto, la situación se torna inaguantable y la crisis económica golpea sin piedad los bolsillos de los venezolanos. Cada día estamos peor.

Soy de los que pienso que el país está mal desde hace mucho tiempo, pero en estos últimos seis meses el cáncer nacional ha hecho metástasis. No sólo luce difícil el presente, sino que cuesta avizorar un futuro mejor a mediano plazo. La incapacidad, la mediocridad, la ideologización absurda y la corrupción están acabando con un país que ha manejado los más altos ingresos de la región por más de diez años ininterrumpidamente. Somos un país con un gobierno rico, corrupto y despilfarrador, junto a un pueblo pobre que pasa penurias iguales o peores a las de cualquier nación empobrecida de África o de Latinoamérica. ¿Es esto lo que queremos para nosotros y nuestras familias? ¿Es este el destino que nos merecemos los venezolanos?

En el fondo de mis pensamientos quisiera creer que no, a pesar del conformismo y de la costumbre a vivir mal que se está apoderando de buena parte de los venezolanos. Aunque quisiéramos negarlo, sólo tenemos dos opciones: el modelo autoritarista, comunista, atrasado e ineficiente que encarna Maduro y sus cómplices; o, el camino del progreso, la institucionalidad democrática, el respeto a la iniciativa privada y el fomento a la productividad nacional, expresado por la Unidad Democrática.

Pero si algunos amigos de la clase media profesional, columna vertebral del desarrollo del país, se niegan a ser etiquetados como opositores u oficialistas, apelo a razones mucho más personales. No les pido que voten por un candidato en particular; les pido que voten para cambiar esta pesadilla que no merecemos; les pido que voten en contra de quienes nos llevan al barranco; es vital que nos conectemos con la mayoría nacional para que juntos ganemos y podamos romper las cadenas que nos atan a la miseria y al fracaso. Ahora es cuando el país nos necesita unidos; no nos excusemos en los errores de los partidos o de algunos dirigentes, porque lo que está en juego es nuestra propia sobrevivencia y la de nuestros hijos; la lucha está por encima de las parcelas de poder. Por nuestros hijos vale la pena armarnos de fortaleza para combatir al enemigo que destruye nuestro presente y secuestra nuestro futuro. Al final, los resultados serán el fruto de nuestra responsabilidad y conciencia venezolanista o de nuestra pasividad como ciudadanos resignados a perderlo todo.  
Publicado en Versión Final el 11-10-2013

miércoles, 9 de octubre de 2013

La importancia del 8-D


La importancia del 8 de Diciembre

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

A partir de 1998, el 8 de Diciembre será la décima quinta elección en la que participaremos los venezolanos, sin contar los comicios internos que han convocado los factores políticos del país. Una carrera electoral ganada mayoritariamente por el oficialismo, sustentada entre otras razones en la visión plebiscitaria que su máximo líder le imprimió a cada elección. Chávez fue el político venezolano que participó en mayor número de elecciones, pues, no sólo compitió en cuatro oportunidades para el cargo de Presidente de la República, sino que era el abanderado de su partido en las elecciones para la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos, Gobernaciones, Alcaldías y Concejos Municipales. Toda la actividad electoral del oficialismo gravitó alrededor de su figura. Eso no será posible en los próximos comicios municipales, no sólo por su pérdida física sino por el olvido progresivo que empieza a sentirse en las bases de la revolución. El vacío dejado por Chávez no podrá ser llenado ni remotamente por Nicolás Maduro ni por ninguno de los líderes nacionales y regionales del PSUV, porque en definitiva ni Maduro ni Arias son iguales a Chávez.

Por otra parte, empiezan aflorar fisuras dentro del oficialismo. La unidad monolítica alrededor del líder desapareció con su partida. El oficialismo es ahora una suerte de tríada donde cada grupo posee o aspira poseer parcelas de poder. La imposición del cogollo nacional en la selección de los candidatos a las alcaldías, aceleró la implosión del oficialismo en muchas regiones donde sus candidatos tendrán que competir con otros salidos de las entrañas del PSUV o del Polo Patriótico. Esta coyuntura profundiza las dudas y contradicciones internas que podrían incidir en un incremento de la abstención de los pesuvistas.

La oposición, por su parte, a pesar de las dificultades y desavenencias propias de la pluralidad de ideas y criterios, sigue proyectando la imagen de una unidad que se ha construido a pulso. Existe consenso en torno a la importancia de respaldar candidaturas unitarias capaces de aglutinar no sólo a los partidos políticos, sino a independientes y sectores que se declaran neutrales en su orientación política. Y ahora, la visión plebiscitaria que utilizó el oficialismo juega a favor de la unidad democrática. La pesada carga de los problemas económicos y sociales –inflación, desabastecimiento, desempleo-, sumado al repunte de la inseguridad y el deterioro de los servicios públicos, que agobian actualmente a los venezolanos es asociada mayoritariamente con la incapacidad e ineficiencia del gobierno nacional y de sus candidatos a las alcaldías. Ese balance es muy negativo para el PSUV, porque resulta más sencillo para la Unidad Democrática orquestar un discurso coherente y atractivo que venza el abstencionismo de sus electores, que para el gobierno eliminar de la mente de los ciudadanos la realidad de unos problemas que golpean su maltrecha calidad de vida. Cada día existen más razones para que el voto sirva como un mecanismo de castigo contra un gobierno que tiene como norte destruir al país y arruinar la vida de cada uno de los venezolanos.

Los estudios de opinión indican que siete de cada diez venezolanos perciben negativamente tanto la situación actual del país como su situación económica familiar; si la Unidad logra transformar esa indignación en millones de votos para el cambio, entonces, el oficialismo podría empezar a transitar el camino de la despedida y del abandono de un pueblo que se cansó del caos en el que vive.
Publicado en Versión Final el 4-10-2013

viernes, 27 de septiembre de 2013

El cuento rojo


El cuento rojo

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Los oficialistas pretenden enredarnos la vida con un cuento que ya nadie cree; son mentirosos de oficio. Desde hace rato están diciendo que es necesario la elección de un solo gobierno para garantizar el bienestar de la población. Es decir, los graves problemas que nos agobian se solucionarán si elegimos a los candidatos del PSUV: Presidente, Gobernador y Alcaldes. Sólo de esta manera, los recursos bajarán y serán invertidos en obras y proyectos que los gobiernos de oposición impiden realizar. Ese burdo chantaje tiene quince años y cada día estamos peor.

A nivel nacional, los oficialistas controlan absolutamente todo. Son mayoría en la Asamblea Nacional, manejan a su antojo el TSJ, el CNE, el Ministerio Público y la Contraloría General, la Defensoría del Pueblo, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los cuerpos de seguridad, las empresas del Estado (PDVSA, Corpoelec, las hidrológicas, los institutos autónomos, las empresas básicas de Guayana, etc.); pregunto, ¿ese control total les ha valido para ser eficientes en el manejo del gobierno? Para nada. Cada día los problemas se agravan. El alto costo de la vida y el desabastecimiento se les escapó de las manos desde hace bastante tiempo; la inseguridad campea con absoluta impunidad y complicidad; la corrupción se ha convertido en un bastión sagrado de la revolución; las cárceles son un verdadero infierno; el servicio de electricidad no podía estar peor; los la vialidad del país es un desastre. Resultado: a mayor control mayor incapacidad y desidia.

A nivel regional, específicamente en el Zulia, Arias Cárdenas dijo que hacía falta un solo gobierno para salir del desastre de la gestión anterior. Pues bien, lo que observamos después de más de nueve meses de gestión rojita, es la parálisis del estado y el deterioro progresivo de lo que habíamos alcanzado en los últimos doce años. La inseguridad se multiplicó como arte de magia; los apagones son el dolor de cabeza diario; los bachaqueros y contrabandistas ganaron la pelea y los platos rotos los estamos pagando todos, con colas interminables para comprar alimentos de la dieta diaria que no aparecen en los anaqueles. Los servicios de salud pública están en el suelo; hospitales y centros clínicos sin insumos y con personal que despiden porque no hace falta. No terminan de asumir la competencia de administrar el relleno sanitario de Maracaibo y municipios circunvecinos. Los programas sociales de la gobernación fueron eliminados por unas misiones que ya no llegan ni benefician a los pobres. Todo se volvió pura cháchara; un solo gobierno quedó en frase hueca y en mayores males para los zulianos. Ni lavan ni prestan la batea.

Ahora vienen con el tema de Maracaibo. Necesitan la alcaldía para cumplir las metas trazadas por la revolución. ¿Cuáles metas? Porque lo que nos espera a los maracaiberos, en caso que gane el oficialismo, es más abandono, desidia y absoluta obediencia a los intereses del centralismo, en desmedro de nuestros derechos y legítimas aspiraciones. El caos nos arropará, sin que la alcaldía levante su voz y defienda al pueblo de los maltratos y penurias del gobierno. En esas circunstancias, todo quedará en familia, bajo el silencio y la complicidad de los enemigos rojos de la ciudad. Quieren la alcaldía para acabar con el progreso que hemos venido construyendo.

Por esas razones, necesitamos elegir una alcaldesa que garantice la consolidación del cambio de Maracaibo; con capacidad y voluntad para unir las fuerzas de un pueblo que se niega a profundizar el caos que nos ofrece el candidato del gobierno. Ese el reto que debemos asumir este 8-D.
Publicado en Versión Final el 27-9-2013.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Salto de Talanquera

Salto de Talanquera
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
El salto de talanquera empieza hacerse costumbre en las filas de la unidad democrática, especialmente, en tiempos de elecciones. Sin un razonamiento objetivo y contundente, dirigentes “democráticos” se pasan a las filas del oficialismo de un día para otro y, desde esa nueva tribuna, descalifican con improperios la causa que con anterioridad defendían ardorosamente. Este cambio intempestivo de ideas y opiniones refleja la descomposición y banalización de la política venezolana de estos tiempos. El oportunismo político y la inconsistencia ideológica se constituyen en poderosas razones para practicar sin el menor rubor el salto de talanquera. Semejante comportamiento reproduce uno de los peores flagelos de la política, como es la mercantilización de las ideas. Razón tenía el británico Robert Walpole (1676-1745), cuando expresó “todo hombre –y mujer también- tiene su precio, sólo hace falta saber cuál es”, frase que recoge dramáticamente los propósitos oscuros y personales con los que ciertos dirigentes pretenden lucrarse de la política.
Resulta incomprensible que ciertos dirigentes rasgan sus vestiduras a favor del proyecto democrático, difundiendo con intensidad y vehemencia los abusos e injusticias de una revolución que se ha planteado secuestrarnos no sólo la libertad y el progreso sino la dignidad como seres humanos. Juran lealtad a un pueblo que merece un mejor destino; acusan al gobierno de sus corruptelas y tropelías, pero una vez que deciden sentarse en su mesa se les olvida absolutamente todo cuanto han dicho en su contra; se convierten en mansos corderos al servicio exclusivo del proyecto revolucionario. Pero lo más insólito que he escuchado decir a algunos de estos tránsfugas es que una cosa es apoyar a Capriles y otra muy diferente apoyar a Arias Cárdenas o Pérez Pirela. Para ellos las elecciones son como una suerte de menú al que le agregan o le quitan cosas dependiendo de los gustos y preferencias. Más simple y básico imposible, porque al final lo que cuentan son los reales o las prebendas exigidas en las negociaciones con los enchufados.
Corro el riesgo que puedan pensar que soy enemigo de las diferencias y divergencias dentro de la Unidad Democrática. Todo lo contrario. Respeto y valoro altamente la crítica que aporta dentro de la diversidad de criterios e ideas; de lo que si soy enemigo a ultranza es de la traición. Porque no puedo entender cómo los tránsfugas, especialmente en tiempos de elecciones, dan a conocer públicamente sus desacuerdos con el partido que abandonan para justificar su rebeldía, pero en vez de crear otros espacios orientados por las mismas ideas que hasta hace poco defendían con pasión –democracia, libertad, justicia social, pluralidad, respeto-, se arrodillan ante su antiguo adversario y se comprometen a luchar incondicionalmente por los postulados que despreciaban. Apreciados lectores, ¿cómo se llama esto?, ¿acaso no es una vil y asquerosa traición?
Lo que debemos tener muy claro es que el traidor traiciona mil veces porque esa es su visión de la política; en la primera oportunidad que se le presente salta de nuevo la talanquera y con el mayor desparpajo aduce las razones que lo motivaron a dar tan importante paso en su dilatada y honorable trayectoria política. No olvidemos nunca que “el traidor que fue traicionado, traicionará a su traidor”
Publicado en Versión Final el 20-09-2013

viernes, 13 de septiembre de 2013

Voto Castigo

Voto Castigo
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
El país va por muy mal camino. La situación actual es dramática; los expertos pronostican que podríamos estar peor en los próximos meses. La bonanza económica que excusó por mucho tiempo los garrafales errores de la revolución, se evaporó. La crisis económica está arruinando la vida de los venezolanos. Nuestros estudios de opinión pública, al igual que otras firmas nacionales, proyectan que los problemas que más nos afectan personalmente son los socio-económicos. El desabastecimiento, el alto costo de la vida, el desempleo y la frase “el dinero no me alcanza para nada”, superan con creces a la inseguridad. Los problemas de la economía están acrecentando nuestra impotencia e indignación como ciudadanos de un país que se destruye poco a poco, a pesar que el barril de petróleo está rondando los 104 dólares aproximadamente. ¿Cómo entender que un gobierno que ha disfrutado de tan descomunales ingresos, someta a los venezolanos a penurias absolutamente inaceptables e injustificables?
La crisis económica está minando las débiles bases del gobierno. El último estudio de Keller y Asociados reveló que el apoyo de Maduro es de apenas 36%; IVAD en su encuesta de agosto plantea que siete de cada diez venezolanos perciben negativamente la situación del país. El legado de Chávez se apaga con el pasar de los días; el olvido del líder es abrumador, excepto en los discursos y parafernalias oficialistas. El pueblo está cansado y agobiado por tanta incapacidad e ineficiencia gubernamental. Sin embargo, frente a este caos protagonizado por Maduro y su combo, IVAD expresa que si hubiese elecciones presidenciales, Capriles lo aventajaría sólo por 4%. ¿Cómo explicar semejante paradoja?
Dependiendo del cristal con que se analice, las explicaciones pueden ser muchas. El gobierno dirá que esto es producto del colapso total del país que está ensayando la oposición y el imperialismo yanqui. Algunos opositores podrían pensar que todo está perdido porque el gobierno con sus trampas impide el cambio por la vía electoral. En todo caso, lo importante es tener claro que el gobierno sabe perfectamente que vive uno de sus peores momentos y va directo al barranco. Pero lo más importante es convencernos que sí hay salida, por difícil que parezca. Tener en cuenta que las cosas fáciles son efímeras y las soluciones de fuerza terminan siendo peor que la enfermedad.
Estoy convencido de los abusos y del ventajismo de este gobierno que no tiene escrúpulos de ningún tipo; pero también creo firmemente que si transformamos la indignación, la impotencia, la frustración y la arrechera en voto castigo al gobierno, seremos capaces de construir la fuerza indetenible para el cambio. Con el poder y la determinación de un pueblo no hay trampas que valgan. Ese es el discurso que debemos pronunciar para neutralizar las contradicciones generadas el 14 de abril. Si participamos con convicción y entusiasmo en esta campaña que se avecina y votamos multitudinariamente el 8-D, dejando a un lado las pequeñas diferencias y las preguntas que pretenden buscarle las cinco patas al gato, derrotaremos a este gobierno que fracasó totalmente. Capriles, la MUD, los candidatos a las alcaldía y concejalías, los dirigentes sociales, todos juntos, debemos iniciar una cruzada para fortalecer la vocación democrática de los venezolanos y convertir el voto en un arma muy poderosa en contra de aquellos que impiden el progreso y la transición hacia el cambio que legítimamente nos merecemos todos los venezolanos. No tenemos otra opción.
Publicado en Versión Final el 13-9-2013

viernes, 6 de septiembre de 2013

Feliz Cumpleaños Maracaibo Mía


Feliz cumpleaños Maracaibo Mía

Efraín Rincón Marroquín

“¡Que ladre y que muerda la tropa jauría, mientras yo te llamo con voces del alma, “mía”, a boca llena, Maracaibo Mía!” (Udón Pérez)

484 años de palpitante historia; 484 años de luchas que no acaban por la búsqueda de un mejor destino; 484 años de rebeldía contra quienes te niegan el progreso que con perseverancia y esfuerzo te has labrado. Para quererte Maracaibo, es necesario vivirte intensamente; contagiarse de tu gente, tu calor y de la brillante luz que el propio Reverón envidiaría. Tú eres la joya del lago que nació para ser libre y grande; tú sabes cobijar con gratitud  y cariño a tus benefactores y repudiar a los que vestidos de ovejas pretenden mezclarse entre nosotros para cumplir oscuros e inconfesables propósitos. Maracaibo, tú eres noble, leal y solidaria; sabia para desenmascarar a tus enemigos y para impedir que quienes olvidaron tus tradiciones y el fervor inconmensurable hacia la Chinita, nuestra Madre Celestial, utilicen tu nobleza para mezquinos objetivos, pues, nunca les ha importado tu presente y tu futuro.

El mejor regalo de cumpleaños que podemos ofrendarte es nuestro amor sincero y el compromiso infinito para hacerte una ciudad más humana, alegre, hermosa y libre; una ciudad moderna y agradable de la que nos sintamos orgullosos no sólo los zulianos sino Venezuela entera. Una ciudad que se sienta reivindicada por todo cuanto le has dado a tus amados hijos; sólo así podremos pagarte la inmensa deuda que tenemos contraída contigo, Maracaibo Mía. Hacen falta muchos más maracaiberos que te honremos, que trabajemos sin descanso para convertirte en la flor que engalana nuestros corazones. Desde nuestra posición de ciudadanos comunes es mucho lo que podemos hacer por ti. Rescatando el trato cordial, respetuoso y jocoso de nuestros antepasados, devenido en comportamiento agresivo, intolerante y muchas veces indecente. Respetando las normas de convivencia social que eleven nuestra condición de ciudadanos amantes de la limpieza, el orden y el ornato de nuestras calles y sitios públicos. Ciudadanos que apoyen proyectos y programas que mejoren nuestra calidad de vida y te coloquen como una urbe de referencia internacional, especialmente en el área caribeña; hombres y mujeres que les duela esta ciudad y den un paso adelante para defender en cualquier circunstancia tus supremos intereses.

Exactamente tres meses después de tus 484 cumpleaños, los maracaiberos tendremos una nueva cita electoral. Ese día, el 8 de diciembre, tendremos la responsabilidad de elegir la primera autoridad municipal; será una oportunidad estelar para demostrarnos que Maracaibo seguirá siendo el baluarte democrático de la nación o, por el contrario, formará parte de un sistema autoritario que desprecia nuestra idiosincrasia. Una oportunidad para votar por el progreso o sentarnos a ver cómo el atraso y la incapacidad destruyen lo que somos. Un día para dar un voto de confianza a quienes siguen luchando para rescatarte de las garras de los enchufados y corruptos, o para elegir a un extraño que sólo está aquí para acatar las órdenes de un gobierno que nos irrespeta porque jamás nos hemos doblegado a sus caprichos y pretensiones. En fin, un día Maracaibo Mía, para celebrar la maravillosa oportunidad que tendremos para seguir ganando, para vencer los obstáculos que cada día nos colocan en el camino tus enemigos; una nueva oportunidad para disfrutar más temprano que tarde la ciudad que soñamos junto a nuestros poetas, gaiteros y cultores populares. Feliz cumpleaños Maracaibo Mía; tu nobleza y lealtad seguirán siendo nuestra inspiración de lucha.
                 Publicado en Versión Final el 6-9-2013

miércoles, 28 de agosto de 2013

Tengo un sueño


Tengo un sueño

Efraín Rincón Marroquín

El mundo está celebrando el quincuagésimo aniversario del extraordinario discurso de Martin Luther King, “Y have a dream”, en ocasión de la multitudinaria Marcha de Washington del 28 de agosto de 1.963. El discurso del reverendo y líder negro se convirtió en el impulso definitivo del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos. Luther King fue el inspirador de la lucha de las minorías que desembocó en la ley de los derechos civiles (1964) y en la ley del derecho al voto (1965), instrumentos legales que hicieron posible una sociedad más justa e igualitaria, derrotando al  racismo que contradecía los postulados de libertad e igualdad que proclamaron los fundadores de la nación norteamericana.

Así, como Luther King soñó con ver a niños blancos y negros jugando como amigos, habemos millones de venezolanos soñando cada día con un mejor país. Un país donde todos nos abracemos a pesar de las legítimas diferencias de opinión y de preferencias; un país donde el trabajo y la igualdad de oportunidades sean las únicas condiciones para progresar y dignificar nuestras vidas; un país donde la vida sea respetada y tenga el verdadero sentido que le da Dios al regalárnosla cada día; sueño con un país donde la justicia sea administrada conforme al imperio de las leyes y no a circunstancias e intereses políticos; una justicia al servicio del pueblo y no de una élite corrompida que la usa para criminalizar y perseguir la disidencia democrática, un país sin presos políticos; sueño con una nación donde jamás ningún venezolano tenga que emigrar a otras naciones en búsqueda de la justicia que aquí se le niega, o de un empleo digno que le permita desarrollar sus capacidades, sin sentirse menospreciados y desplazados por técnicos y profesionales extranjeros; sueño con un país sin gobernantes ni políticos corruptos, ni con funcionarios cómplices de sus tropelías, que roban no sólo las riquezas de la nación sino los sueños y el futuro de sus conciudadanos.

Sueño con una Venezuela auténticamente libre; donde el respeto y el diálogo franco sean la clave del entendimiento y de los acuerdos necesarios para superar las dificultades que nos agobian y han impedido el progreso en los últimos quince años; sueño con un gobierno respetuoso de las leyes, promotor del desarrollo en todas sus áreas; un gobierno que apueste por la iniciativa y el emprendimiento privado, en vez de implementar controles que castran la productividad y alejan las posibilidades de anotarnos en el ranking de las naciones emergentes en el mundo.

Tenemos derecho de soñar con un país de ciudadanos con criterio propio, capaces de defender sus derechos y cumplir con sus deberes; ciudadanos al servicio de su país y de sus familias, nunca borregos de seudolíderes que pisotean su dignidad humana; sueño con un país donde nuestros niños y jóvenes tengan la certeza de vivir dentro de una sociedad con orden y orgullosa de los valores que nos guíen por el camino del bien y que impidan la llegada de otros falsos profetas que se burlan de la buena fe de los venezolanos. Sueño con un país alegre, entusiasta y optimista en su porvenir; un país que aprenda de nuevo a sonreír y jamás tenga que maldecir la suerte que le ha tocado vivir. Sueño con una Venezuela donde todos hagamos falta y nadie se sienta marginado y excluido. Mientras viva seguiré soñando con una Venezuela grande y libre, a pesar que muchos me digan que soñar no cuesta nada.
                                                                             @EfrainRincon17

                                                             

jueves, 22 de agosto de 2013

No botemos el juego

No botemos el juego
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
El mejor juego de los venezolanos está por jugarse. Nunca antes existieron mejores condiciones que ahora para terminar con esta pesadilla que nos ha secuestrado la esperanza en un mejor futuro, en un país con posibilidades de progreso para todos. Sin embargo, escuchamos voces agoreras que pronostican toda clase de maleficios para los venezolanos; voces que nos dicen que todo está perdido y que no tenemos salida a esta profunda crisis que vivimos. Yo pienso que ahora es cuando el juego empieza a favorecer las aspiraciones del equipo de la democracia, a pesar del ventajismo y los abusos que practica descaradamente el equipo de la mentira y la corrupción, incluyendo las complacencias del árbitro.
Durante catorce años, la mayoría de los venezolanos asistimos a un juego donde el adversario anotaba tantas carreras que, a pesar de los esfuerzos realizados en el campo, salíamos derrotados y moralmente abatidos. Este año el panorama empezó a cambiar. El líder de nuestro equipo, Henrique Capriles, no sólo logró nivelar el juego sino que lo ganó, a pesar que el árbitro desconoció la victoria. La asistencia masiva y entusiasta en el juego del 14 de abril permitió resultados extraordinarios; si no hubiésemos participado con esa fuerza, jamás nos hubiéramos enterado de las irregularidades del juego y nunca hubiéramos denunciado la ilegitimidad del falso ganador. Entonces, me pregunto: ¿después que empezamos a ganar el juego porque el adversario perdió el apoyo de un pueblo que está cansado de tanto engaño, incapacidad y corrupción, vamos a botar el juego porque no queremos participar? Eso no lo perdonaría la nueva fanaticada que está esperando que demos un paso firme en la búsqueda de un futuro que le permita vivir en paz, armonía y progreso.
Si no asistimos masivamente al juego del 8-D, no tengo dudas que vamos a perder, y con esa derrota anularemos la extraordinaria oportunidad de demostrarnos y demostrarle al mundo que los demócratas somos la verdadera mayoría en Venezuela. Que nadie dude: si votamos con la misma pasión y convicción que lo hicimos el 14 de abril, vamos a obtener una contundente victoria y, a partir de ese momento, escribiremos una nueva página en la historia de este maltratado país. Después de tantos esfuerzos y sacrificios; después de convencernos que este gobierno corrupto puede salir con los votos de los venezolanos, no es justo que vacilemos y empecemos a buscar pretextos y excusas para no ir a votar. No es tiempo para pensar en las diferencias pequeñas ni en los errores cometidos; es tiempo más bien de pensar que, a pesar de los inconvenientes, la Mesa de la Unidad ha realizado una encomiable labor para unir a los venezolanos en medio de la diversidad. Es tiempo de construir y participar para ganar; ya el momento de competir quedó atrás, ahora nos corresponde con justa razón ganar el juego de Venezuela. El juego que abrirá el camino para un mejor porvenir; demostremos una vez más la inteligencia de un pueblo que está decidido a seguir jugando en la seguridad que ésta vez le vamos a ganar a la mentira, al abuso y al ventajismo. Tú decides: ganamos por el bien de todos, o perdemos para profundizar y llorar sobres nuestras desgracias y la de nuestros hijos.

Publicado en Versión Final el 23 de Agosto de 2013

viernes, 2 de agosto de 2013

El Papa de los pobres y los jóvenes


El Papa de los pobres y los jóvenes

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Los que tuvimos el privilegio de formarnos con los Padres Jesuitas no debería sorprendernos la sencillez del papa Francisco, porque esa es una característica innata de la Compañía de Jesús. Una de sus primeras frases, al finalizar el cónclave que lo eligió como Vicario de Cristo, fue “¡Cómo me gustaría una iglesia pobre y para los pobres!” Ese ha sido su lema de vida, practicado a lo largo de su vida sacerdotal y corroborada con testimonios de humildad y caridad en su visita a Brasil, en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ); allí dijo “no tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo”. Ha querido Francisco seguir los pasos de pobreza y entrega a los más necesitados de San Francisco de Asís; ha vivido, como San Ignacio de Loyola, lejos del poder y los lujos para adentrarse a la vida de millones de seres humanos que son víctimas de injusticias de todo tipo. El desprendimiento y el servicio a Cristo viendo a los ojos del prójimo serán el rasgo distintivo de este papado y la base fundamental para el fortalecimiento de la Iglesia Universal.

Junto a la opción por los más pobres, el papa Francisco ha invitado a los jóvenes que lo acompañen a luchar por la justicia, por cuando son seres con suficiente sensibilidad para combatir ese flagelo que tan daño sigue haciendo a la humanidad. Les dijo a los jóvenes en Río de Janeiro: “…a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen sus propios intereses… nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague”. A su llegada a Brasil, les dijo también “ustedes son el ventanal por donde entra el futuro en el mundo”. Pues bien, en sus breves días de pontificado, Francisco le ha dicho al mundo que sus más importantes aliados son los pobres y los jóvenes, en la búsqueda incesante de una iglesia renovada, una iglesia que salga a la calle para evitar transformarse en otra ONG. Una iglesia que pregone con fuerza y convicción la obra de amor y caridad que nos heredó Cristo por siempre.

No tengo dudas que el papa Francisco llegó en el momento más oportuno para la iglesia, ni antes ni después. Su actuación controversial y auténtica moverá algunos cimientos que necesitan cambios, para impregnar a la Iglesia de nuevos aires que le devuelvan la fe y la confianza a millones de católicos que hoy día lucen desorientados. Los que creemos en una Iglesia al servicio de la humanidad, debemos alegrarnos y bendecir al Espíritu Santo porque nos dio un pontífice acorde con los tiempos convulsos que vive el mundo; un papa que tendrá la voluntad suficiente para que la Iglesia de Cristo triunfe sobre “la comodidad y el aburguesamiento que paraliza el corazón de los hombres”.

Hagamos propias sus palabras y actuaciones, y oremos al Espíritu Santo para que lo colme de sabiduría y grandeza para que pueda materializar sus nobles propósitos por el bien de la Iglesia  y de todos los que creemos que Cristo es el camino, la verdad y la vida.

jueves, 25 de julio de 2013

La oposición dentro de la oposición


La oposición dentro de la oposición

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

En días pasados mientras hablaba con un amigo sobre la política venezolana, percibí un marcado desencanto en sus opiniones y una crítica bastante exaltada sobre la actuación de la Mesa de la Unidad Democrática. Al oírlo dudé si estaba hablando con un oficialista o con alguien que, manifestándose opositor, apuesta al fracaso de la alternativa democrática. Insólito, pero todavía encontramos casos como este amigo. No quiero ser cómplice ni alcahuete de los errores del liderazgo democrático, pero me resisto a erigirme como juez supremo incapaz de apreciar los avances significativos que ha tenido la oposición venezolana en los últimos años, a pesar de las dificultades de estos tiempos.

Existe una minoría que no ha entendido la gravedad de la situación del país. Lo primero es estar convencidos que ésta es una lucha entre dos modelos antagónicos; dos visiones de país que difícilmente podrán acordarse porque la existencia de un sector impide que el otro exista. Es una lucha suma cero en la que las percepciones e intereses particulares, no tienen derecho a malograr todo el esfuerzo realizado por la unidad democrática. En circunstancias tan complejas, cuando la democracia se agota progresivamente, lo mínimo que debe privar entre los que nos oponemos a este régimen autoritario, corrupto e ineficiente, es la comprensión, la prudencia y el desprendimiento. Antes que criticar para destruir es necesario opinar para construir; antes que dividir es necesario sumar, pensando que la unidad, con todas sus debilidades, sigue siendo la principal virtud de la oposición; y, antes de abstenerse y pensar que todo está perdido, urge salir a votar masivamente y demostrar que somos mayoría. Habrá quienes digan que no vale la pena votar el 8-D porque la trampa está montada; pues, si el 14 de abril no hubiésemos salido a votar como lo hicimos, a Maduro lo hubiesen proclamado con una diferencia muchísimo mayor de votos y nunca hubiéramos tenido certeza de las irregularidades de esos comicios ni de la ilegitimidad del gobierno. Cada día conocemos más al monstruo por dentro y podemos prepararnos mejor para continuar la lucha y transitar el cambio que está más cerca.

Quienes desconozcan los esfuerzos acometidos por Henrique Capriles y por los partidos de la MUD para construir una verdadera unidad en la diversidad, están más cerca del adversario que de los aliados; quienes se sientan a dictar cátedra acerca de los errores, debilidades y defectos de los candidatos de la unidad para el 8-D, están haciéndole el juego al oficialismo, en su diabólica pretensión de destruir este país. No olvidemos que el escenario electoral es una vía para alcanzar el propósito pero no es un fin en sí mismo. Lo que debe convocarnos es la política en grande; la definición de estrategias que vayan minando las bases del adversario y nos permitan ir ganando la confianza y la fe de más venezolanos para llegar al poder democráticamente. Estoy convencido que en esta parodia democrática, la competencia abierta entre oponentes, no es posible a pesar de su legitimidad; ya vendrán mejores tiempos donde el ejercicio de la política esté orientado por el respeto entre adversarios y no entre enemigos a los que deben destruirse. 

La división entre los aliados es una ruta que oscurece el panorama; un mecanismo que destruye todo cuanto se ha hecho y nos aleja de la meta trazada. Convirtiéndonos en opositores de la oposición, el oficialismo terminará montando una fiesta con el llanto de nuestra desgracia.

Publicado en Versión Final el 26-07-2013

miércoles, 17 de julio de 2013

El olvido del líder


El olvido del líder

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

“La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad” Nicolás Maquiavelo

Una democracia fuerte y saludable descansa en instituciones autónomas y respetuosas de la Constitución y las leyes, y en ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, con suficiente capacidad para elegir buenos gobernantes. Así las cosas, la democracia puede resistir las crisis propias de un mundo tan complejo como el que vivimos actualmente, prevaleciendo el orden social. Los verdaderos líderes democráticos promueven y defienden instituciones y ciudadanos libres que conviven en una sociedad donde el respeto y la pluralidad de ideas se constituyen en rasgos que las distinguen de las demás.

Los regímenes autoritarios o totalitarios, por el contrario, desprecian esta visión de la política, resaltando el culto exacerbado a la personalidad del líder, a quien le endosan virtudes que lo asocian con la inmortalidad. El líder autoritario apela al populismo, al chantaje, al control absoluto de los poderes y a la división de la sociedad para demostrar su fuerza e inderrotabilidad. El carisma personal acompañado de la teatralidad permanente, son también herramientas utilizadas por algunos de ellos. Se mueven entre el miedo que provocan entre sus enemigos y el fanatismo de aquellos que lo sienten como su benefactor. Pero cuando los beneficios materiales desaparecen por la pérdida física del líder, entonces, lo que era frenesí incontenible, un verdadero huracán de pasiones, se transforma en desesperanza, frustración y, lo que es más cruel, en olvido hacia ese líder que creyó estar conectado afectiva y emocionalmente con el pueblo, cuando su relación era meramente utilitaria. El olvido es la peor venganza del pueblo hacia el líder que, creyéndose omnipotente e insustituible, vivió sólo para defender sus ideas e intereses y no los del pueblo que decía amar.

Dicen que el tiempo lo olvida todo, hasta aquello que parecía eterno. No hay conspiración propagandística más fuerte que el olvido de la gente; es un arma más poderosa que la imposición avasallante de recordar por la fuerza a alguien que ya no es el corazón de su patria.

Los líderes para siempre son aquellos recordados con respeto, admiración y cariño por todos, sin diferencias de ninguna índole. Son admirados como hombres y mujeres que, con virtudes y defectos, su lucha estuvo acompañada por nobles propósitos que engrandecieron a sus naciones, esperando como recompensa sólo la felicidad de sus conciudadanos. Son líderes que traspasaron las fronteras de su país, para convertirse en íconos universales. Ejemplos como   Simón Bolívar, que luchó hasta su muerte por la libertad de naciones hermanas contra el yugo español, cuyo título más honroso fue el de Libertador; Nelson Mandela (Madiba), que logró unir una nación perversamente dividida por el apartheid, practicando la humildad para inspirar la grandeza de Sudáfrica;  Mahatma Gandhi (Alma Grande), que hizo de la paz el camino de La India para combatir la dominación británica; y otros tantos líderes que dejaron a un lado la egolatría, la vanidad, la riqueza y el odio para transformarse en verdaderos testimonios de un mundo más justo y humano, donde la libertad y la dignidad del ser humano estén por encima de las miserias que frecuentemente practicamos los seres humanos. Esos líderes serán recordados con el pasar de los tiempos, porque son inmunes al olvido.
Publicado en Versión Final el 19-07-2013  

jueves, 11 de julio de 2013

Jóvenes: no pierdan la fe


Jóvenes: no pierdan la fe

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Así como los años 80 del siglo pasado, fueron catalogados como la década pérdida para Latinoamérica, los primeros trece años del siglo XXI pueden considerarse el tiempo perdido para la juventud venezolana. Atrás quedaron las promesas de cambio, justicia y progreso pregonadas por los líderes de la revolución bolivariana en las postrimerías del siglo XX. Lo que despertó el huracán revolucionario entre nuestros jóvenes, es apenas hoy una tímida brisa que no produce pasión alguna, sólo el grito ensordecedor del engaño y la manipulación que han sufrido los jóvenes venezolanos, por parte de una minoría corrupta que les hipotecó su futuro y las posibilidades de convertirse en hombres y mujeres útiles a su patria y a su familia.

Un país donde los jóvenes no cuentan con las condiciones necesarias para ofrecer su talento y capacidades en pro del engrandecimiento de la sociedad, es un país que está funcionando muy mal. Un país que no construye presente para garantizar un futuro mejor, está condenado al fracaso. La deuda de esta revolución con nuestros jóvenes es impagable; les corresponderá a los líderes democráticos asumir esta dura tarea y convencerlos que vale la pena apostar por un sueño que les permita vivir en un país donde ellos sean los protagonistas de las cosas buenas por venir.

Es lamentable ver a tantos jóvenes desperdiciando sus vidas porque no tienen un empleo productivo, estable y bien remunerado, o no cuentan con el apoyo necesario para iniciar un emprendimiento que les satisfaga sus aspiraciones profesionales y su contribución con el progreso del país. Hoy es común oír a los jóvenes decir que aquí no hay nada que hacer, que es preferible irse al extranjero, aunque eso signifique enfrentar dificultades pero con la esperanza que podrá irles mejor que en Venezuela. Cuando les preguntó a mis estudiantes de la universidad cómo ven la situación del país, sus respuestas son tan dramáticas que con frecuencia no encuentro razones para restarle fuerza a tan legítimos reproches. La inmensa mayoría quiere dejar el país porque aquí no hay futuro, no existen motivos suficientes para sembrarse en la tierra que los vio nacer. Mientras tanto, Venezuela sigue perdiendo talentos en las diferentes áreas del quehacer profesional, aprovechándolos otras naciones que han visto crecer sus empresas y negocios gracias al brillante desempeño de nuestros profesionales y científicos.

Venezuela necesita hoy más que nunca del talento, la inteligencia y creatividad de nuestros muchachos para construir la sociedad que anhelamos: libre y con oportunidades y progreso para todos. Es momento de poner nuestra atención a los jóvenes y convencerlos que, a pesar de las frustraciones e injusticias, este país sólo puede cambiar si ellos participan con la pasión que los caracteriza en la lucha de todos los días en las calles, universidades, hogares, barrios y sitios donde se reúnen. Cada minuto cuenta para poner fin a esta pesadilla que les niega la oportunidad de convertirse en los verdaderos líderes de la nueva Venezuela que está a punto de despertar. Para cuando ese día llegue, nuestros jóvenes deben estar preparados para asumir con fe y valentía la difícil tarea de abrir los caminos de una nación que logró vencer la oscuridad y la mentira de los mediocres y corruptos. Es oportuno recordarle a los jóvenes el excelente testimonio de perseverancia y constancia de Steve Jobs, al afirmar: “A veces la vida te pegará en la cabeza con un ladrillo. Pero no pierdas la fe”.
Publicado en Versión Final el 12-07-2013

jueves, 4 de julio de 2013

Deficit de Valores


Déficit de Valores

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La violencia y la agresividad se instalaron en Venezuela para quedarse. Nos costará mucho neutralizar el profundo daño que le están haciendo a las nuevas generaciones de venezolanos. Estamos frente a un país que progresivamente ha perdido valores fundamentales que garanticen la sana convivencia social; las noticias diarias acerca de actos de pedofilia, crímenes dantescos, violencia doméstica, intolerancia social, se están convirtiendo en un rasgo distintivo de una sociedad que, como la venezolana, fue ejemplo de tolerancia, buenas costumbres y respeto por el prójimo.

¿Qué ocurrió para estar viviendo en esta violencia extrema? La respuesta es compleja, pero me atrevería a señalar una causa muy poderosa: el concepto de familia que con tanto celo construimos ya no existe. Los venezolanos cultivamos la unidad de la familia, bajo el liderazgo de padres que transmitían con su testimonio los valores que guiaban nuestras vidas. El respeto por Dios y la religión, el trabajo, las buenas normas de educación, la honestidad, la obediencia, la superación, eran valores comunes en cualquier familia venezolana, indistintamente de su situación socio-económica. Acompañados de la familia, los venezolanos contábamos con maestros dedicados y solventes moralmente. Ellos completaban en la escuela la tarea que les compete principalmente a los padres: formar hombres y mujeres de bien, al servicio de su familia, la comunidad y el país. Hasta no hace mucho tiempo atrás, los venezolanos estábamos blindados por familias estructuradas y conscientes de su rol, y por maestros que tenían muy claro cuál era su responsabilidad en el desarrollo de una sociedad de verdaderos ciudadanos. Eso no significaba que no existiesen delitos y hechos de violencia, ni mucho menos que todo era perfecto, pero existían valores que impedían la vertiginosa descomposición moral que empieza hacerse costumbre entre nosotros, destacándose el poco valor que tenemos por la vida y por la dignidad del ser humano.

Pero no podemos obviar un dato interesante. En cualquier sociedad organizada, el Estado y quienes lo representan, se constituyen en referencia fundamental para moldear el tipo de sociedad que queremos y los valores predominantes dentro de la misma. Lo que hemos visto y escuchado por espacio de 15 años se parece mucho a la descomposición social y moral que nos está aniquilando como nación. Los líderes de la revolución han utilizado un lenguaje vulgar e irrespetuoso para tratar de justificar su ideología. Abusando del poder ofenden, maldicen, vilipendian, manipulan, roban, engañan y mienten permanentemente. Esta revolución no tiene idea del significado del respeto, la tolerancia y la honorabilidad; es un gobierno de forajidos. Han dicho que robar no es delito cuando se tiene hambre; expresan sin rubor alguno que todo cuanto se diga y se haga para defender la revolución está justificado, no importa que eso signifique destruir más de la mitad del país. Pretenden crear una estructura educativa al servicio de una ideología y en perjuicio del cultivo de valores ciudadanos para niños y adolescentes. Le dan cizaña al “pueblo” para que actúe con violencia en contra de sus propios hermanos. Con tanta parafernalia jurídica, han establecido una sociedad donde los supuestos derechos están divorciados de los deberes ciudadanos, cultivando la anarquía al eliminar la prédica que dice que nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás. Para la revolución, el poder moral de la familia y la educación no valen nada. Razón tiene Capriles al afirmar que en Venezuela no basta con cambiar de gobierno, sino que debemos seguir luchando por una sociedad donde la familia y los valores sean los pilares para la formación de ciudadanos de bien.
Publicado en Versión Final el 5-07-2013

viernes, 28 de junio de 2013

Tiempos de Unidad
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Son tantos y tan complejos los problemas del país, que luce incomprensible que dentro de la alternativa democrática grupos minoritarios se enfrasquen en disputas electorales, basadas en posiciones personales, que le hacen daño a la unidad y al progreso que todos aspiramos.
El país se cae a pedazos; la escasez de alimentos de primera necesidad alcanza cifras históricas; somos el país con la más alta inflación del planeta; los salarios se vuelven sal y agua; los servicios de salud están colapsados y sin insumos; la electricidad es un servicio cada vez más deficiente; las universidades mantienen una loable y justa lucha para impedir su desaparición como instituciones libres comprometidas con el desarrollo de Venezuela; la inseguridad es un drama indetenible, el poder del crimen y la delincuencia dejan a diario decenas de muertes inocentes; la corrupción se traga esta falsa revolución, unos pocos se enriquecen a costa del hambre del pueblo. Estos problemas que laceran la vida de los venezolanos, son los mismos que motivaron a una mayoría a votar por el cambio el 14 de abril. Hoy las razones siguen intactas para luchar con mayor fuerza por un mejor país. Los venezolanos sellamos un compromiso con el futuro respaldando la opción de Henrique Capriles; el país entero espera ahora que el compromiso de la MUD y de los dirigentes democráticos se mantenga a la altura de la responsabilidad histórica que estos tiempos difíciles exigen. Solo la Unidad podrá vencer los escollos que se interponen entre un buen gobierno y otro que juega a la destrucción del país. La división es sinónimo de fracaso; nadie en su sano juicio tiene derecho a avalar posiciones personales que pongan en riesgo todo cuanto se ha ganado a través del voto y de la aplicación de una estrategia política coherente que interpreta las esperanzas de este pueblo.
Los que siguen destruyendo el país, esperan confiados la división de los factores democráticos en ciudades como Maracaibo, para obtener la victoria y cumplir así sus propósitos: terminar de destruir lo poco que queda en pie. Estamos en circunstancias donde la competencia electoral, normal en sistemas democráticos, no funciona como aspiramos, porque estamos frente a una lucha sin cuartel entre dos modelos antagónicos, la unidad democrática versus el oficialismo y la mentira. Lo prudente y conveniente es consolidar y respetar los acuerdos de la MUD alrededor de las candidaturas seleccionadas para las alcaldías, incluyendo a Eveling de Rosales como candidata a la reelección para la alcaldía de Maracaibo, genuina representante de la unidad democrática maracaibera.
En vez de tratar de crear matrices de opiniones negativas o sentimientos divisionistas que pongan en duda el triunfo de la Unidad, lo importante es luchar unidos contra aquellos que sabotean sin piedad cualquier iniciativa para hacer de Maracaibo una mejor ciudad. No es el momento de intereses particulares, por legítimos que éstos sean; es el momento del trabajo en equipo para garantizar que Maracaibo y otros tantos municipios zulianos sean territorio fértil para el progreso. Los esfuerzos deben dirigirse a convencer a los 437.180 maracaiberos que votaron por Capriles el 14-A, porque si vamos unidos y participamos con verdadera pasión democrática el 8 de diciembre, ganaremos las elecciones con un aluvión de votos y ayudaremos a consolidar una gestión al servicio de todos los maracaiberos. En momentos de impaciencia política, no olvidemos que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de frutos dulces, que trae recompensas que no esperábamos.

Publicado en Versión Final el 28-6-2013