miércoles, 23 de diciembre de 2015


La Esperanza: amiga inseparable

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

Expresa Julio Cortázar que “la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Sin esperanza la vida carecería de la luz que neutraliza las penas y angustias que se cruzan a lo largo de nuestro tránsito terrenal. La esperanza es la amiga inseparable que nos dice a cada instante que vale la pena vivir y luchar para ser felices porque, en definitiva, la esperanza es un préstamo que se le hace a la felicidad de cada ser humano.

La esperanza es la fuerza que nos mantiene vivos, la que nos llena de fe en la espera que algo mejor suceda. “La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros” (Samuel Smiles). Es la luz que alumbra el camino y nos llena de vitalidad para seguir caminando por penoso que sea viaje, en la convicción que en cualquier momento encontraremos un hermoso paraje donde podamos descansar y llenarnos de nuevas energías para proseguir el viaje.

En momentos tan difíciles para los venezolanos, la esperanza debe elevarse mucho más porque los días por venir estarán llenos de más carencias e incertidumbre; pero a pesar de ello, aunque parezca difícil creerlo, los venezolanos tenemos razones para ser optimistas. El pasado 6 de diciembre logramos hacer posible lo que parecía imposible. Dimos un paso al frente y derrotamos democráticamente al continuismo y al fracaso representado por un régimen guapetón, arrogante e inmoral. Y estamos dispuestos a fortalecer la unidad del país para iniciar una nueva etapa donde la libertad, la justicia y el progreso sean las banderas que con orgullo y alegría enarbolemos todos los venezolanos.

Para iniciar la construcción del país por el que votamos casi 8 millones de venezolanos, es necesario seguir contagiándonos de esperanza para combatir las tropelías de un régimen que se empecina en desconocer y violar la soberanía popular. Hace falta esperanza que nos llene de fe y fortaleza porque, definitivamente, este país decidió cambiar y no hay fuerza humana capaz de detenerlo.

Esa esperanza que tanta falta nos hace, la tenemos muy cerca de nosotros. Podemos sentirla con cada amanecer y, en vísperas del nacimiento del Niño Jesús, se apodera de todo nuestro ser para que cada uno de nuestros esfuerzos transite por caminos de fe, paz y perseverancia, acompañada de la alegría que nos regala el Niño Dios.

Con la llegada de la Navidad, en presencia del Redentor del mundo, el Rey de Reyes que hizo del amor su principal mandamiento, vamos a convertirnos en constructores de esperanza viva, esa que consciente de las dificultades, nos motiva seguir luchando porque existen muchas razones que nos permitirán vivir en el país que tanto anhelamos.

Tener esperanza no es debilidad ni ingenuidad; no es esconder la realidad y vivir sumergidos en un falso paraíso; no, la esperanza es el motor de la vida, es la voz que nos susurra que por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes, porque como dijo Tito Livio “el sol no se ha puesto aún por última vez”.

Que el nacimiento del Niño Dios renueve la fe y la esperanza de los venezolanos; fortalezca nuestro espíritu para que más temprano que tarde podamos disfrutar de esta Venezuela grande y hermosa que se alberga en lo mejor de nuestros corazones.

A todos mis queridos lectores les envío un saludo de Navidad acompañado de los mejores deseos de paz, amor y bienestar, convencido que la esperanza nos hará fuertes para continuar luchando por todo aquello que con legítima razón nos merecemos.

 
Profesor Titular de LUZ

miércoles, 16 de diciembre de 2015


¿Qué debemos aprender del 6-D?

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

La jornada democrática que vivimos el pasado 6 de diciembre, nos deja muchas lecciones que debemos aprender si deseamos consolidar el cambio por el que votamos la inmensa mayoría de los venezolanos. Después de más de una semana de las elecciones, y con la mente más serena y alejada de los deseos mal intencionados de quienes no terminan de asimilar la contundente victoria de los demócratas, podemos plasmar algunas de las lecturas que proyecta el 6-D.    

1.- Venezuela es una nación amante de la paz. El pueblo esperó pacientemente la oportunidad que le ofreció la democracia para votar por el cambio. En esta oportunidad, la violencia perdió la batalla y los violentos siguen equivocándose con un pueblo que prefiere los votos, antes que las armas y las bravuconadas de un grupito que se resiste a ver el nacimiento de una nueva era en Venezuela.

2.- Los venezolanos demostramos que somos más inteligentes de lo que muchos suponen. Oí tantas veces que este es un pueblo sumiso, que se deja comprar por una bolsa de comida, o se paraliza de miedo por la arrogancia y los abusos del régimen. Nada de eso sucedió. Los venezolanos nos llenamos de valentía y derrotamos el miedo, la intimidación y el ventajismo que provee el poder cuando es utilizado para martirizar a los venezolanos. Debemos aprender que cuando un pueblo decide abrazar el cambio, no hay fuerza humana que lo detenga.

3.- El poder no es eterno ni se compra con dádivas y limosnas. Vamos aprender que, dentro de la democracia, los ciudadanos castigan la mala gestión de sus gobernantes. Cuando un pueblo descubre que el único culpable de sus desgracias es el gobierno, de nada vale buscar a terceros como responsables de sus errores. La guerra económica, la burguesía apátrida y genocida, el imperialismo y la derecha oligárquica, son epítetos vacios y falsos en los oídos de un pueblo que no se dejó engañar por tanta basura ideológica.

4.- En política hay frases que jamás deben decirse, y mucho menos convertirlas en banderas de lucha, porque el que escupe para arriba le cae la saliva. ¡No volverán, no volverán!, sigue coreando la minoría radical revolucionaria que piensa que los 112 diputados de la Unidad Democrática, son el producto de un ejercicio de laboratorio, porque se niegan aceptar que esos diputados representan la legítima soberanía popular. El 6-D nos enseñó que la oposición democrática venezolana no estaba muerta, andaba organizándose para conquistar la confianza de la mayoría de la nación. Y ahora bañada con ese extraordinario apoyo popular, debe arreciar la lucha democrática para que podamos disfrutar  del cambio de un modelo, un estilo y un liderazgo que destruyó sin piedad ni misericordia las oportunidades de desarrollo y progreso del país.

5.- Este es un régimen demasiado predecible en sus estrategias y acciones. Por eso debemos recordar que sus actuaciones de profunda irracionalidad, inmadurez e infantilismo post-electoral, no es nuevo. Ya sucedió en el 2007 cuando Chávez calificó la victoria de los factores democráticos como “una victoria pírrica, una victoria de mierda”. Ahora, Maduro dice que “ganaron porque el pueblo se dejó engañar por la guerra económica”. No se vislumbran las rectificaciones que exige el pueblo, sino que hablan de rectificaciones revolucionarias para radicalizar un modelo ideológico contra el que votó la mayoría nacional. La lección es que los radicalismos empiezan a ser un periódico de ayer para gran parte de los venezolanos. Las demandas están orientadas al abandono de la agenda política-ideológica para asumir con responsabilidad una agenda social, acompañada de un diálogo sincero y el concurso de todos los sectores de la vida nacional, como única opción para salir de esta feroz crisis causada por la revolución.

6.- La unidad es el valor más importante de los factores democráticos venezolanos. El 6-D proyectó con contundencia que ahora más que nunca la Unidad es fundamental para iniciar la construcción del cambio. La Unidad no es una entelequia, ni un discurso vacio, sino la estrategia más acertada que ha implementado la alternativa democrática durante este período de déficit democrático. Se demostró que la lucha por Venezuela es más importante que los intereses y visiones particulares de los partidos políticos. Esta Unidad debe estar presente durante muchos años más, hasta tener la absoluta convicción que el cáncer del odio, la división, la destrucción, la corrupción y la inmoralidad ha sido extirpado por la fuerza y la grandeza de un pueblo que sigue luchando unido.

7.- La polarización política va a continuar en este país, hasta tanto no se rescate completamente la institucionalidad democrática y se normalice la competencia electoral; por ello, no hay cabida para terceras vías porque la economía del voto las aniquila el día de las elecciones. Aquellos que, con razón o sin ella, se empecinan en formar grupos de independientes, le hacen un flaco favor al cambio que ya inició su tránsito por el país. Vamos a luchar unidos para combatir este modelo autoritario y fracasado, después vendrán mejores tiempos para todos.

8.- El triunfo debe administrarse con prudencia e inteligencia. Este triunfo no le pertenece a una de las parcelas políticas del país. Es la victoria de todo un pueblo que decidió dar un paso al frente y castigar a sus victimarios; por ello, la Unidad Democrática debe ejercer el poder legislativo con sentido de servicio y acompañamiento a un país que encontró en ella la posibilidad de salir adelante y combatir con firmeza a quienes son los únicos culpables del estado de postración que injusta e inexplicablemente estamos viviendo los venezolanos. Si se hacen bien las cosas, el pueblo seguirá apoyándolos y empezará a percibirlos como una real opción de poder, basada en la confianza, la responsabilidad y el compromiso con el país; de lo contrario, los castigará como castigaron ayer a los revolucionarios. La política es compleja y dinámica, actuemos con racionalidad para aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece la inmensa mayoría de los venezolanos. No perdamos un juego que costó tanto ganarlo.

Profesor Titular de LUZ

martes, 8 de diciembre de 2015


Lealtades rotas

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

La lealtad política es un tema complejo dentro de la politología porque su análisis depende de múltiples factores donde se mezcla el afecto, la ideología, las actitudes, la cultura y tradición familiar, la sociedad y la economía. Cuando la lealtad política está sustentada en razones afectivas (identificación, compromiso, etc.), tiende a ser más perdurable en el tiempo que cuando se fundamenta en razones meramente cuantitativas (beneficios, prebendas, intereses). En todo caso, la lealtad política es una variable que puede cambiar a lo largo de la vida de una persona.

Los venezolanos somos proclives a mantener lealtades políticas relativamente estables en el tiempo. En el primer período de la democracia (1958-1998), las lealtades se repartieron entre los dos principales partidos, como fueron Acción Democrática y COPEI, desarrollando profundos lazos de identificación partidista, expresados en frases tan populares como “adeco es adeco hasta que se muera”. Con la crisis de legitimidad de esos partidos, la lealtad se resquebrajó y se conectó, a partir de 1998, con una nueva ideología eminentemente mesiánica y populista, centrada en la figura de Hugo Chávez Frías.

Han transcurrido diecisiete años desde la instauración del proceso revolucionario, y de cara a los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado domingo, resulta pertinente evaluar la lealtad política de los revolucionarios. ¿Acaso es el fin de la lealtad hacia la revolución?, ¿existen evidencias para pensar que esas lealtades están rotas?, ¿está emergiendo una nueva lealtad política entre los venezolanos?

Es prematuro responder tan difíciles preguntas, pero ciertamente están sucediendo eventos que apuntan hacia un resquebrajamiento de las lealtades políticas dominantes en Venezuela. La aplastante derrota del oficialismo el 6 de diciembre, puede interpretarse como un signo de cansancio y desencanto de electores que hasta hace poco tiempo defendían las bondades de la revolución chavista y, hoy día, muchos de ellos demandan un cambio de rumbo en el país, responsabilizando directamente a Nicolás Maduro de tan estruendosa derrota.

En esta coyuntura de minusvalía electoral, podríamos inferir que la lealtad chavista resultó más utilitaria que afectiva o emocional, en consecuencia, es más inestable y menos perdurable en el tiempo. Cuando la tasa de utilidad –entiéndase beneficios, pensiones, misiones, prebendas, etc.- proporcionada por el gobierno a los ciudadanos se ve afectada, emergen electores más racionales que buscan restituir lo perdido, apoyando la opción que le garantice mejorar su tasa de utilidad. En el caso de Venezuela, no sólo los beneficios directos que distribuye el gobierno a través de las misiones han disminuido substancialmente –apenas llegan al 8% de los hogares pobres-, sino que la economía en general experimenta una crisis colosal que está afectando a más del 80% de la población. En tales circunstancias, se encienden las alarmas de la lealtad en contra de quienes propiciaron condiciones de vida deplorables, especialmente, a nivel de los más pobres.

Al evaluar los resultados de las últimas elecciones nacionales, se ilustra la abultada pérdida de las lealtades chavistas. En las elecciones presidenciales del 2012, Chávez obtuvo 8.191.132 votos; en las elecciones del 2013, Maduro alcanzó 7.587.579 votos; y, el pasado 6-D, el PSUV descendió a 6.079.919 votos, registrando una pérdida de 2.111.213 electores en poco más de dos años. Por el contrario, la oposición experimentó, en ese mismo lapso de tiempo, un incremento de 1.804.775 sufragios, obteniendo una votación de 65.27%, porcentaje jamás obtenido por el presidente Hugo Chávez en todas las elecciones en las que participó. Este apoyo mayoritario por la MUD, ¿presagia el nacimiento de una nueva lealtad política? Aun es temprano para afirmarlo, pero las cosas ya no serán iguales en la política venezolana.

Definitivamente, el país decidió transitar por el camino del cambio, dejando muy claro que el chavismo, a pesar de sus más connotados líderes, no se quedará en Venezuela por siempre. Otra cosa que empieza a dilucidarse es que la lealtad hacia la revolución, está muy lejos del “amor” y la identificación que despertó Acción Democrática en sus tiempos de gloria. El afecto por Chávez y su revolución tienen nombres propios: misiones, pensiones, viviendas, ayudas, etc., pero una vez que éstas empiezan a escasear como los alimentos, las medicinas, la seguridad y la capacidad de compra, la adhesión de los electores chavistas empieza a cambia a modo “Racional”, ya que los beneficios que reciben son abrumadoramente menores que el costo que representa apoyar la revolución. En la medida que se profundice el deterioro de la economía nacional, haciéndose más evidente la incapacidad de Maduro para revertir la profunda crisis que vivimos los venezolanos, menor será la lealtad hacia el proceso revolucionario, perdiendo progresivamente la influencia política, tal como sucedió con AD y Copei.

Por el momento, algunos oficialistas prefirieron abstenerse que terminar de dar el salto a la otra opción política, pero mientras mayor sea la crisis y menor sea la tasa de utilidad, se producirán cambios más sólidos en las lealtades actuales, hasta lograr que la opción que sea percibida como garantía para mejorar la calidad de vida, se convierta en mayoría definitiva y con ella emerja una nueva lealtad política entre los venezolanos. En política nada es eterno y el que así lo crea, no conoce la verdadera idiosincrasia de un país que, como Venezuela, tiene características políticas muy peculiares, tal como lo reseñan episodios cruciales a lo largo de nuestra historia.

                                        Profesor Titular de LUZ

martes, 1 de diciembre de 2015


¡Ahora le toca a Venezuela!

 Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

El 6 de diciembre es una fecha histórica para los venezolanos. Es el tiempo de tomar una decisión firme y perdurable en torno a las dos opciones del país que queremos. Un país que continúe gobernado por un modelo político autoritario, excluyente, abusivo, corrupto, incapaz e inmoral, con el peor desempeño gubernamental del que los venezolanos tengamos memoria; o, con un cambio de rumbo que propicie la construcción de un modelo político democrático, responsable y con voluntad para unir a los venezolanos en la difícil tarea de reconstruir un país arruinado por el populismo, la politiquería y el impresionante robo de miles de millones de dólares por parte de una minoría criminal que hoy, con su cara bien lavada, pide de nuevo la confianza de los ciudadanos para seguir defalcando a la nación y secuestrar por siempre nuestro presente y futuro.

Ciertamente, el mesianismo y providencialismo de muchos líderes latinoamericanos -extraordinarios encantadores de serpientes-, ha sido un cultivo fértil para que nuestros pueblos elijan gobiernos que a la larga resultan peores que los males que juraron desterrar; Venezuela, es el mejor ejemplo de esta tragedia populista que lleva ya diecisiete años en nuestra existencia republicana. Pero también es cierto, que la historia está llena de ejemplos de naciones que aprovecharon inteligentemente  las oportunidades para rectificar sus errores e iniciar una nueva época que, con el concurso de todos, levantaron una sociedad más democrática, moderna y de progreso. Esa es la misma oportunidad que tendremos los venezolanos el 6 de diciembre y no podemos darnos el lujo de desaprovecharla porque, de lo contrario, nos costará mucho más sangre, sudor y lágrimas salir de este estado de postración en el que nos colocó la revolución chavista-madurista. Este es un régimen que vive en perfecta alianza con el fracaso y la pobreza, por eso no tiene nada mejor que ofrecernos a los venezolanos.

El análisis objetivo de la actual situación de Venezuela, plantea con claridad que estamos frente al quiebre histórico de un modelo y el potencial resurgimiento del cambio de rumbo de la nación, pero eso sólo será posible si creemos en nuestra voluntad de cambio y de lucha por un mejor país para todos. Y esa voluntad y determinación podemos hacerla efectiva a partir del 6 de diciembre, cuando estemos frente a la máquina de votación, solos con nuestra conciencia, responsabilidad y dignidad como ciudadanos que nos merecemos una Venezuela unida, fraterna, alegre y próspera. En ese momento tan íntimo y personal, el voto se convierte en el arma poderosa que puede emanciparnos de la servidumbre con la que pretenden dominarnos. Es una oportunidad muy corta, apenas segundos, que tendremos para pensar en el país que queremos para nuestras familias e hijos; es un momento que puede permitirnos hacer realidad nuestros sueños y esperanzas; liberarnos de un proyecto político que sólo nos ha traído desgracias y tristezas. Es el momento para ponerle un freno a un régimen que desprecia a la inmensa mayoría de los venezolanos.

Este es el tiempo de Venezuela y de todos los venezolanos, sin distingos de ninguna naturaleza. Es hora de revelarnos contra una camarilla que se burla de nuestra inteligencia, que piensa que somos ignorantes e indignos de vivir en un país que está llamado a ser libre por siempre. Es el momento de decirle no al continuismo, al pasado y al recuerdo de un líder al que siguen invocando para continuar la destrucción suprema del país.

Es el momento de luchar alrededor de la unidad nacional para exaltar los nobles sentimientos que aun nos acompañan, porque soy de los que piensa que en este país somos más los buenos que los malos que destruyeron un país imposible de ser arruinado.

Si confiamos en el poder del voto que nos ofrece la democracia, a pesar del déficit institucional, y acudimos masivamente a las mesas de votación, defendiendo cada uno de los millones de votos por el cambio y la unidad, podremos decir con absoluta convicción al amanecer del 7 de diciembre, que gracias a los venezolanos y a su profundo amor por la democracia, la libertad y la paz, ¡Ahora le toca a Venezuela!

     Profesor Titular de LUZ

martes, 24 de noviembre de 2015


Hagamos posible lo imposible

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)


A veces oímos frases sencillas pero tan contundentes que se graban en nuestra mente, dándonos más razones para seguir luchando por los sueños que queremos. El pasado domingo 22 de noviembre, cuando Mauricio Macri agradeció a los argentinos la confianza de elegirlo presidente dijo, entre otras cosas, “a través del voto, hoy ustedes hicieron posible lo imposible…”.

Esa corta frase proyecta la vocación democrática de Macri, porque su lucha política la basó en el poder del voto popular y en la participación ciudadana, en vez de transitar atajos que pudieran afectar la maltratada institucionalidad argentina. El voto libre y soberano fue el verdadero protagonista de esa hazaña que derrotó al continuismo de doce años, para empoderar en esa nación una nueva forma de hacer política y de relacionarse con la sociedad.

Hacer posible lo imposible, encarna el esfuerzo y dedicación de quienes creyeron en el cambio, convenciendo a los escépticos, a los desesperanzados, a aquellos que pensaban que el abusivo ventajismo del régimen era suficiente para aferrarse al poder de manera indefinida. Les tocó enfrentar  el control inmoral de un régimen que secuestró las instituciones públicas para su beneficio particular, y combatir la propaganda de la mentira y del miedo que pretendió intimidar y desmoralizar a una nación que dejó de confiar en quienes descaradamente los engañan.

Pero lo más significativo de esa frase es que pone de relieve el esfuerzo, la voluntad y la férrea determinación de una mayoría de ciudadanos que decidió luchar contra un liderazgo mesiánico para confiar en la unidad nacional, el trabajo en equipo y en las capacidades transformadoras de la sociedad argentina. El verdadero cambio lo acompaña la inteligencia y perseverancia de los ciudadanos y nunca la charlatanería de líderes iluminados que creen encarnar el espíritu de la patria y su inexorable destino.

Los 5.098 Kms. que separan a Caracas de Buenos Aires, no representan obstáculo alguno para que los venezolanos aprendamos de la extraordinaria jornada democrática que los argentinos protagonizaron el pasado 22 de noviembre. Esa hazaña nos hace pensar en la célebre frase de Gandhi: “Recordad que a lo largo de la historia, siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo, han parecido invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre”.  Los regímenes abusivos y autoritarios no tienen duración indefinida; todo lo contrario, tienen fecha de caducidad, y esa fecha la establece la voluntad indómita de ciudadanos que no permiten que una minoría los utilicen –llamándolos pueblo ó patria- para perpetuarse en el poder a través de un modelo ideológico retrógrado  que sólo busca satisfacer los caprichos y apetencias de sus seudolíderes.

Ojalá, los venezolanos aprendamos de la experiencia argentina porque, si bien es cierto existen particularidades propias de ambos países, el régimen kichnerista y el chavista-madurista tienen muchas semejanzas; ambos se empeñaron en destruir sus respectivos países, dejando una estela de pobreza, hambre y odio social.

Tenemos el compromiso histórico de hacer posible lo imposible, convencernos que sí se puede porque las exigencias de cambio y progreso son más fuertes que el continuismo de un modelo que nos lleva inexorablemente a la ruina total. Venzamos el miedo y dejemos de creer que sólo con ellos es posible la paz y el bienestar de Venezuela, cuando sobran testimonios que nos dicen cada día que su principal arma es la violencia y el odio. Convenzámonos que con este modelo no tenemos presente ni futuro; que vale la pena darnos la oportunidad de cambiar todo aquello que nos ha dañado como sociedad, porque  cuando un pueblo se levanta para luchar por el cambio y un futuro promisorio, no existen  trampas, bayonetas, ni amenazas que lo detengan. La hazaña que los argentinos protagonizaron la semana pasada, podemos continuarla los venezolanos votando masivamente el 6 de diciembre por el cambio y contra este gobierno hambreador que no tiene capacidad ni moral para gobernar a nuestro hermoso país. ¡Votemos todos, esa es nuestra mejor opción!

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 18 de noviembre de 2015


Fervor Chiquinquireño

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 
Cada 18 de Noviembre, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá se reencuentra con su grey que ansiosos recibimos su amor maternal y sus abundantes bendiciones. Nos postramos a tus pies para pedirte por la paz del mundo, de Venezuela y de nuestros hogares; que tu infinito amor nos guie por caminos de unión, justicia, libertad y progreso para todos los venezolanos.

La Virgen Morena es la Protectora de los zulianos, nunca nos ha fallado. En estos momentos de tantas dificultades, su presencia maternal es la fuerza que nos motiva seguir adelante, convencidos que con su auxilio podremos luchar por la construcción de una sociedad más humana y cercana a Dios. El Zulia confía en su Madre Celestial porque ha hecho maravillas en esta tierra de gracia. Su sublime amor transforma nuestras lágrimas en fe, esperanza y alegría; su permanente compañía nos guía en el trabajo afanoso y productivo de este noble pueblo; su admirable generosidad nos invita a ser solidarios con los otros, porque los zulianos mantenemos abiertos los corazones y las puertas de nuestros hogares para acompañar a quienes necesitan de nuestra ayuda.

Tus bendiciones Amada Chinita, son aire fresco que fortalece nuestro espíritu y nos da la valentía para vencer las dificultades que se hacen más ligeras con tu amor. Cada 18 de noviembre, los zulianos de buena voluntad, hacemos un alto en nuestro cotidiano andar para bendecirte y venerarte, confiados que tu intersección ante el Señor nos lleva de entusiasmo y firmeza para hacer del Zulia una tierra buena, protegida de los males con los que unos pocos quieren dañarnos.

Tú sabes cuáles son nuestras necesidades espirituales y materiales, por eso te pedimos con devoción que nos proveas de todo cuanto nos hace falta. Como Madre Celestial, que amas infinitamente a tus hijos, ayúdanos a combatir la pobreza que nos hace cada vez más vulnerables y miserables; la inseguridad que trastoca nuestra tranquilidad y sosiego, y diezma la vida de miles de inocentes; el odio y el rencor que nos divide como hermanos; ayúdanos a combatir el atraso que impide que tengamos progreso y oportunidades. Te pedimos Reina Morena que nos des la paz que sea bálsamo perfumado que cura nuestras heridas; que nos llenes de sabiduría para entender los designios del Señor y podamos tomar decisiones correctas tanto a nivel personal como colectivo. Danos la fe para confiar que en nuestras penas e infortunios, Cristo y Tú son los amigos que nunca fallan. Bendice con tu amor a las familias zulianas para que seamos ejemplo de amor, misericordia, tolerancia y respeto por el otro.

Chinita querida, estamos cerca de una fecha histórica para Venezuela. Que tu sagrada presencia nos acompañe para que el 6 de diciembre nos demos la oportunidad de transitar por el camino del cambio, la reconciliación, la paz y la rectificación de los errores y abusos cometidos. Ten compasión de nosotros y, como reza la Grey Zuliana, “Madre Mía si el gobierno no ayuda al pueblo zuliano, tendréis que meter la mano y mandarlos pa´el infierno”.

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 11 de noviembre de 2015


Doble moral revolucionaria con las Universidades

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
 

Se dice que la doble moral “es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas”; en ese caso, la persona o institución que la ejerce no posee moral alguna, por cuanto es capaz de torcer las cosas o de esgrimir falsos testimonios para que las circunstancias le den la razón a como dé lugar. Entonces, si no hay moral, no existe la justicia.

Esa doble moral es el criterio que el régimen aplica a la Universidad Venezolana. Sus voceros más conspicuos exigen la renuncia de algunas de sus autoridades, cuando es el régimen quien las retiene en sus cargos, al impedir que los universitarios ejerzamos el derecho constitucional del voto para renovar libre y soberanamente las autoridades rectorales, decanales y todas aquellas que forman el gobierno universitario. El régimen sin explicación ni justificación, impide que los universitarios practiquemos y consolidemos la democracia, bandera que hemos defendido y defenderemos, a pesar de los nubarrones que un autoritarismo circunstancial quiere imponernos.

El régimen revolucionario, específicamente el gobernador del Estado Zulia, culpa y responsabiliza a la Universidad del Zulia de amparar al “malandraje” y delincuentes dentro del campus, cuando son ellos los que han incumplido hasta la saciedad los programas de seguridad para preservar el orden y la seguridad de personas y bienes dentro de las instalaciones universitarias. Lanzan con bombos y platillos planes rimbombantes de seguridad para la Universidad, que a los pocos días abandonan porque sus intereses y prioridades están en otro lado. Jamás les ha importado la seguridad de la Universidad ni la de los ciudadanos que vivimos “encarcelados” en un país donde los delincuentes son los que mandan e imponen las normas. Este es un régimen cómplice del malandraje.

Descalifican, amenazan y ofenden a los profesores universitarios porque, frente a un gobierno sordo e irresponsable, exigimos nuestro legítimo derecho de salarios dignos que se correspondan con la elevada misión social que cumplimos. Después de más de dos años del vencimiento del contrato colectivo –en otrora, normas de homologación-, el gobierno  decidió sentarse con los universitarios, estableciendo sus propias reglas y otorgándole beligerancia a gremios impuestos por su voluntad, despojando a la FAPUV de su genuina y legítima representación profesoral. Aprobaron al filo de la madrugada unas tablas salariales absolutamente injustas y, desde entonces, el ministro respectivo se ha negado a escuchar los planteamientos de la FAPUV, razones que obligaron la aprobación casi unánime de la desincorporación de actividades. Este régimen es enemigo del diálogo y del entendimiento constructivo para la resolución de los conflictos y diferencias.

Exigen el inicio inmediato de actividades, cuando es el régimen el único que promueve la parálisis y el cierre de la Universidad Venezolana. Han pretendido someterla y anularla mediante presupuestos deficitarios que a duras penas alcanza para pagar las nóminas, imposibilitando la requerida inversión en infraestructura, investigación, extensión y servicios estudiantiles. Ese menosprecio por la Universidad y el conocimiento, está generando que las Casas Superiores de Estudios se encuentren ruinas, abandonadas, sin las mínimas condiciones para que realicemos digna y efectivamente nuestra labor docente y de investigación.

Sin importarles la deplorable situación de las Universidades autónomas, el régimen decidió incrementar el número de cupos para nuevos ingresos; a pesar de esa desproporcionada decisión oficial, las Universidades acataron la orden. Sin embargo, el régimen se hace de la vista gorda con miles de jóvenes que tendrán que escuchar sus clases o realizar sus prácticas académicas en total hacinamiento, ya que no aprueban recursos para aperturar concursos de nuevos profesores que ocupen las cátedras de profesores eméritos, o de aquellos que, obligados por salarios de hambre y miseria, renuncian para migrar a otras naciones que les brindan un mejor tratamiento.

Para un régimen que menosprecia la inteligencia de sus conciudadanos, la Universidad se ubica en el último lugar de sus prioridades. Ellos saben que una sociedad educada e informada, jamás será presa de modelos ideológicos que nieguen la libertad como valor supremo de los seres humanos.

Por eso, en momentos de profundas dificultades para la Universidad Venezolana, debemos unirnos para defenderla como institución clave en el desarrollo nacional. No es momento de intereses particulares que se esconden en la mezquindad que la destruye. Reinventemos los mecanismos de legítima protesta, ajustados a la Constitución, a la prudencia y al sentido común que estos días convulsos recomiendan. Evitemos a toda costa darle pretextos al régimen que justifiquen acciones amparadas en su doble moral. Y recordemos siempre, que la Universidad es una institución que permanecerá a través de los tiempos, mientras que las tiranías por poderosas que sean son efímeras y repudiadas por las sociedades libres y civilizadas.

       Profesor Titular de LUZ

miércoles, 4 de noviembre de 2015


¿Para qué una nueva Asamblea Nacional?

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
 

El próximo 6 de diciembre, los venezolanos estamos convocados para elegir los diputados de la Asamblea Nacional. Esta no es una elección cualquiera, porque buena parte del futuro de la nación lo debatiremos ese día. Tendremos la posibilidad de elegir diputados capaces y con voluntad para defender los intereses de todos los venezolanos, en vez de los actuales que sólo levantan sus manos  para complacer los caprichos y disparates de un gobierno que ha demostrado su incapacidad, vocación violenta e insaciable apetito de corrupción.

La Asamblea Nacional es la suprema representación de la soberanía popular; es la esencia de la ciudadanía en una sociedad democrática y moderna. Funciona como una institución de contrapesos y equilibrios entre los diferentes poderes públicos, contribuyendo con la buena marcha de la democracia. La Asamblea Nacional tiene la atribución de controlar y fiscalizar  la gestión del Ejecutivo Nacional, proveyéndolo de los instrumentos legales para el cabal cumplimiento de sus obligaciones y señalándole, además, el rumbo correcto cuando sus excesos u omisiones comprometen el interés general de la nación. La Asamblea Nacional es el auditorio por excelencia para practicar el respeto, la libertad de expresión y la pluralidad de ideas que caracterizan a una sociedad moderna. Por estas razones debemos votar para elegir una nueva Asamblea Nacional.

La nueva Asamblea Nacional debe ser fiel reflejo de la realidad del país, incluyendo su cultura, diversidad, idiosincrasia y valores; debe ser lo contrario a la defensa e imposición de la hegemonía de una minoría política del país, tal como lo hacen los diputados oficialistas que consolidan un modelo autoritario, excluyente e inmoral. Esas prácticas perversas podemos cambiarlas el próximo 6 de diciembre, para dar paso a la inclusión, decencia y moralidad que demanda una República azotada por los abusos de un régimen autocrático que vive del culto grotesco hacia un único líder.

Los problemas de Venezuela son muy graves y, en los próximos meses, serán mucho peores, si no logramos ponerle freno a la demencia del régimen, exigiéndole rectificar ante tanta improvisación e irresponsabilidad. Necesitamos que el país empiece a construir un cambio desde la Asamblea Nacional, pero para ello se requiere que la Unidad Democrática obtenga una mayoría contundente para que pueda realizar una gestión que nos favorezca a todos. Es necesario que la participación sea masiva para enviarle al gobierno un claro mensaje de cambio y de unidad del pueblo venezolano.

Si el 6-D gana la oposición democrática, no amaneceremos el 7 con un nuevo gobierno. Maduro seguirá siendo presidente, acompañado con el mismo TSJ, CNE y los otros poderes públicos en manos del oficialismo. Eso sí, ya Diosdado Cabello no será presidente de la Asamblea, ahorrándonos sus descalificaciones y humillaciones llenas de arrogancia mediocre que ofende a millones de venezolanos.  Podemos iniciar el tránsito por un camino mejor y más amplio, porque el gobierno ya tendrá quien lo controle y fiscalice; ya no podrán hacer todo cuanto les dé la gana. Estarán obligados a escuchar nuevas propuestas e implementar acciones que permitan ir desmotando el complejo e ineficaz andamiaje burocrático de esta revolución. Se darán cuenta que en Venezuela ellos no están solos porque existen otras fuerzas de poder, legitimadas con el voto popular. Se acabaría la hegemonía roja y se daría paso a un sistema político de convivencia y respeto dentro de las diferencias que caracterizan a la democracia.

Estoy convencido que con una nueva Asamblea Nacional rescataremos la confianza y credibilidad en la política al servicio de los venezolanos; desde allí, se impulsarán reformas importantes que permitan ir resolviendo progresivamente las profundas deformaciones que se han enquistado con el proceso revolucionario. Dejará de ser una institución al servicio del engaño, la mentira y manipulación para empezar a debatir temas trascendentes para la nación, lejos de la frivolidad, violencia y folclorismo de los diputados del PSUV.

La Asamblea Nacional podrá realizar la labor de legislar en nombre de todos los venezolanos, pues, ya no estará sometida a las imposiciones de leyes habilitantes que sólo han servido para profundizar los errores de un gobierno que desde hace mucho tiempo perdió la brújula del país.

Y, por último, sólo pensar que efectivamente no hay mal que dure cien años, nos dará el impulso para continuar luchando en la seguridad que es posible construir un país como el que nos merecemos la inmensa mayoría de los venezolanos; un país donde se respire libertad, justicia, paz y mucha voluntad para trabajar unidos en nombre de la grandeza de Venezuela. El cambio es posible sólo si votamos masiva y correctamente el 6-D; de lo contrario, seguiremos sumergidos en esta vorágine que le falta poco para que nos destruya completamente.

                         Profesor Titular de LUZ

martes, 27 de octubre de 2015


La paz violenta

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

La paz es un concepto con múltiples acepciones, pero en todas están presentes palabras como equilibrio, quietud, estabilidad, respeto, entendimiento, consenso, buenas relaciones; y, en el marco teológico, la paz está íntimamente ligada a la felicidad y salvación espiritual que sólo es alcanzada por medio de la fe porque “la comunión con Dios es manantial de serenidad, de alegría, de tranquilidad, es como entrar en un oasis de luz y de amor”.

 
En el Derecho Internacional, el estado de paz es aquel en el que los conflictos internacionales se resuelven de forma no violenta, a través de un tratado o convenio en el que se pone fin a la guerra; en tal sentido, previo a la paz son indispensables las negociaciones y acuerdos entre las partes en disputa, haciendo uso de la diplomacia.

 
Martin Luther King, en una de sus cartas en la prisión, escribía “la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia”. Por otra parte, Benito Juárez, presidente mexicano, expresó que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. El reconocimiento del otro, hace posible el respeto, la tolerancia, el entendimiento y la justicia. Sin estos elementos nunca será posible construir una paz verdadera y permanente.

 
Apreciados lectores, estas reflexiones las hago porque cuando escucho a Nicolás Maduro y a los más prominentes voceros de la revolución hablar de la paz, francamente no los entiendo. Ellos hablan de una dimensión diferente a lo que verdaderamente significa la paz. Para ellos la paz es acatamiento absoluto al proyecto revolucionario; es sumisión ciega hacia un líder y su ideario; es la negación del libre albedrío y de la libertad humana para favorecer con el silencio, el miedo, la complacencia o la adulación a un modelo ideológico que ofende y humilla en lo más profundo nuestra dignidad como seres humanos.

 
La paz que ofrece Maduro no es la paz que desea el pueblo venezolano, porque esa paz es la más genuina expresión de la violencia, la injusticia, la persecución y el fracaso. Es una paz que nos trae angustias y zozobras, alejándonos del bienestar necesario para la construcción de una sociedad más justa y más humana, conformada por ciudadanos de primera categoría, iguales ante Dios y ante las leyes.

 
No creo en la paz impuesta sólo por una de las partes, excluyendo y persiguiendo a quienes con legítimo derecho expresan sus propios criterios, sin importar que coincidan o no con la ideología dominante. Una paz sorda que condena a inocentes, a través de falsos testimonios y amparada en un sistema judicial infame. Es una paz que quieren mantener por medio de gritos, insultos y descalificaciones en arengas públicas tarifadas; es una paz falsa que quiere exaltar el ego mezquino e infame de una minoría corrupta e inmoral.


Cuando se oyen expresiones como ésta, “el 6 de diciembre va a vencer la paz sea como sea”, el régimen desnuda su vocación autoritaria y antidemocrática, manifestando deliberadamente el desprecio que siente por la voluntad soberana de los venezolanos, porque en definitiva lo importante es mantenerse en el poder a cualquier precio, inclusive haciendo uso de la violencia y la fuerza que les provee el poder del Estado.

 
La paz de Maduro y del régimen es aliada del miedo y la intimidación; hace uso de la manipulación para esconder el caos que ellos produjeron y que nos agobia a todos por igual. Esa paz es igual a pobreza, destrucción, miseria y crisis. Es una paz que se construye sobre las injusticias, las humillaciones y la infelicidad de millones de personas que están hartas de un discurso ramplón y una gestión incapaz y corrupta que nos lleva directo al despeñadero.


Con firmeza y convicción expreso contundentemente que el 6 de diciembre votaré en contra de la paz violenta y humillante de Maduro y de su régimen castrocomunista. Esa paz se las dejo a aquellos venezolanos que desean seguir viviendo en la miseria, la oscuridad y la humillación de un régimen que se goza de las desgracias y sufrimientos de su país.


Yo votaré el 6-D por la paz que nos permita caminar por los senderos del cambio, la justicia, la libertad, el respeto, la unidad de los venezolanos y el progreso que genere bienestar y  oportunidades, porque la paz que quiere imponer Maduro sólo nos trajo destrucción y desolación.


Profesor Titular de LUZ

miércoles, 21 de octubre de 2015


Pan para hoy hambre para mañana

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

El descalabro electoral que se le avecina al régimen los tiene fuera de control, están desesperados. Harán cualquier cosa para ganar votos y obtener una victoria que, según las más reputadas encuestadoras nacionales, la está ganando la Unidad Democrática con una holgada ventaja. Por ahora, el guión del oficialismo es el mismo de otras campañas electorales, pretender proyectar una ilusión de bienestar que sólo es posible alcanzar con la revolución. Más mentiras y manipulación para un pueblo que se cansó de ser pendejo.


El problema es que el guión en esta oportunidad está bastante fallo. El actor principal del film ya no está entre nosotros, aunque la estrategia indica que seguirá siendo el único candidato; el sucesor es rechazado por ocho de cada diez venezolanos. Por otra parte, el tamaño de la crisis es tan descomunal que ya se metió en los hogares de todos los venezolanos, incluyendo en el de los que se mantuvieron leales al proceso hasta hace unos meses atrás. La incapacidad del régimen raya en lo tragicómico; la crisis que deliberadamente crearon les reventó en la cara y no tienen la mínima idea de cómo solucionarla. Cada día la situación del país y de los venezolanos será peor, mientras sigamos en manos de este modelo fracasado.


Pero como este régimen no sólo es incapaz, inmoral y corrupto, sino terriblemente caradura, empieza a lanzar “caramelos” pre-electorales con la idea que caigamos otra vez en sus redes. Esta semana, Nicolás Maduro, aprobó un incremento del 30% del salario mínimo, ubicándose a partir del 1 de noviembre en Bs. 9.649, pero para comprar la canasta básica, se requieren más de 8 salarios mínimos, con lo cual el gobierno sigue en deuda con Bs. 68.962 para satisfacer las necesidades básicas de cualquier hogar venezolano. Lo grave no sólo es que el incremento es chucuto e inservible, sino que impactará con mayor fuerza la inflación general que se proyecta cerrará en 200% al fin de año y en 400% la correspondiente a los alimentos.


Ningún incremento salarial aliviará las perversas consecuencias de la crisis, mientras no se produzcan decisiones gubernamentales efectivas que generen confianza y le pongan freno a las profundas distorsiones de la economía; incrementando la productividad de todos los sectores económicos y la oferta de empleos estables y de calidad que mejoren notablemente la situación actual. Sin una empresa privada sólida e innovadora, sin inversiones sustentables  y con absoluta carencia de reglas del juego claras y transparentes, los caramelos revolucionarios serán pan para hoy y hambre para mañana.


Continuando con el guión, a falta de dinero para mantener a duras penas los beneficios de las diferentes misiones sociales, que se han convertido en fuente insaciable de corrupción, el régimen regalará equipos y electrodomésticos -una suerte del dakazo de diciembre del 2013-  pensando que la vida atormentada de los venezolanos por esta crisis salvaje vale una lavadora, una cocina, una nevera o una bolsa de comida. Esto es burla a la dignidad humana, dejando al descubierto que no tienen voluntad ni capacidad para generar bienestar y oportunidades porque definitivamente Venezuela les quedó grande.

 
También vendrán con otros trapos rojos para tratar de distraernos y ocultar una realidad que ya todos conocemos y padecemos. Radicalizarán sus “investigaciones” y persecuciones contra líderes políticos y empresarios; tratarán hasta la saciedad de sembrar el miedo gritando a los cuatro vientos que no entregarán el poder para tratar de desmoralizarnos, desmotivarnos y desmovilizarnos; dirán otra vez que sólo ellos garantizan la paz y la independencia de la patria, porque la oposición democrática es el infierno mismo. Pamplinas, puras pamplinas, que ya no encuentran eco en una sociedad que se cansó de ser pueblo sometido a los caprichos y vejámenes de una elite corrompida y fracasada, para convertirse en ciudadanos de primera de una nación que decidió transitar los caminos del cambio construido sobre la base de la unión y hermandad de todos los venezolanos de buena voluntad.

         Profesor Titular de LUZ

miércoles, 14 de octubre de 2015


Sumando Voluntades
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
 
Si algo debemos tener muy claro en estos momentos de dificultades para Venezuela, es que todos hacemos falta en la lucha por el cambio para recuperar la libertad, la institucionalidad democrática y el progreso de los venezolanos. Esta es una lucha inspirada en la unidad de Venezuela, contra un régimen fracasado que pretende convertirnos en una colonia de esclavos y mendigos. Que nadie crea que esto es sólo tarea y obligación de un líder político o social, un partido o cualquiera otra parcialidad del país. Es la hora de y por los venezolanos.
 
Cada refuerzo que llegue será bienvenido. Por eso, el regreso de Manuel Rosales a Venezuela es un evento muy significativo para el fortalecimiento de la unidad y la lucha democrática. Los que conocemos a Manuel Rosales sabemos de sus desvelos a favor de la justicia y el progreso de los venezolanos, de su absoluta convicción en el poder del voto para restaurar el déficit democrático del país y de su entrañable amor y trabajo por el Zulia que lo vio nacer. Su presencia entre nosotros contribuirá con la construcción de un cambio indetenible que está siendo demandado por más del 80% de la nación.
 
En una coyuntura tan compleja como la que estamos viviendo, es el momento de la unidad perfecta más allá de las agrupaciones partidistas; es el momento para que valoremos más nuestro trabajo, en un ambiente de confianza mutua y desprendimiento sincero. La lucha que libra Venezuela contra la dictadura comunista no ha sido ni es fácil, requiere el concurso de todos. Manuel Rosales siempre ha mostrado preocupación por el destino del país y ahora, sin importarle los riesgos que significa su regreso de cara a un sistema judicial genuflexo e inmoral, decidió ocuparse personalmente y colocar su liderazgo, experiencia y capacidad al servicio de la lucha que tiene como propósito inmediato ganar las elecciones del 6 de diciembre para iniciar, desde la Asamblea Nacional, el cambio de un modelo político que destruyó las oportunidades para transformarnos en un país referencia de la región latinoamericana.

Manuel Rosales está al tanto de los problemas que nos aquejan a los venezolanos y conoce cuáles son las alternativas para lograr su solución; no llega como un ilustre desconocido de los sinsabores y amarguras por las que atraviesan sus conciudadanos, porque desde el principio de esta pesadilla revolucionaria alzó su voz y ejecutó acciones contra un régimen autoritario, enceguecido y embriagado por un “apoyo” popular que tanto dinero y sufrimientos nos ha costado. Su compromiso por la libertad, su capacidad de organización y su perseverancia frente a las dificultades, ayudarán enormemente para obtener una amplia victoria que logre borrar las dudas y el pesimismo que nos paraliza, levantar la fe y la esperanza y la convicción para conquistar con firmeza y determinación un futuro brillante como el sol de Maracaibo.

Es la oportunidad para sumar voluntades, conquistar afectos perdidos y convencer a, quienes por miedo o por desmotivación, sienten que todo está perdido en nuestra querida Venezuela. Es momento de abrazar al amigo que estábamos esperando y decirle con profunda alegría ¡bienvenido Manuel a tu tierra!
 
Profesor Titular de LUZ

miércoles, 7 de octubre de 2015


Pobreza en tiempos de revolución

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 
La filosofía del rentismo, fiel compañera del discurso populista de nuestros políticos, nos hizo creer por mucho tiempo que por ser un país petrolero éramos ricos; la verdad, es que ahora somos un país muy pobre porque el trabajo productivo, mecanismo por excelencia para la riqueza de las naciones, fue poco valorado por quienes nos han gobernado en los últimos tiempos. Al hacernos dependientes exclusivamente del petróleo, se creó una economía vulnerable y distorsionada que sigue danzando al son de los precios internacionales del petróleo.


En los tiempos de bonanza petrolera, como los que disfrutó este régimen por espacio de 10 años consecutivos, el Estado –entiéndase la cúpula de la revolución y los enchufados- se hizo más rico y obeso, dilapidando montañas de dólares en corrupción, guisos y negocios que beneficiaron a una minoría, proyectando así la ilusión de una riqueza falsa y efímera; mientras tanto, hoy los venezolanos debemos pagar los platos rotos del festín revolucionario, en momentos donde el precio de petróleo sigue bajando, sin contar con ninguna previsión financiera que nos permita soportar la peor crisis que hemos vivido y que nos afecta a todos por igual.


Si en algo no debemos tener duda alguna, es que este régimen nos empobreció en niveles inimaginables; nunca antes habíamos sido más pobres que ahora, con el agravante que cada día miles de hogares engrosan las filas de la pobreza extrema.


El último estudio de opinión de Consultores 21 (Septiembre de 2015), proyecta cifras que corroboran la percepción que en Venezuela las cosas están muy mal, seguramente peor de lo que algunos piensan todavía. El 75% de los venezolanos percibe que la situación actual del país es negativa; otro 77% cree que estamos peor que hace un años atrás; y, el 63% piensa que la situación va a empeorar en los próximos seis meses. Somos tan pobres que hasta la esperanza, sentimiento que siempre estuvo presente en la mente de los venezolanos, fue destruida por el régimen, arrastrándonos a un pesimismo crónico que le resta fuerzas y coraje a la necesaria reconstrucción del país.


En ese mismo estudio nacional, puede evidenciarse que sólo el 67.4% de los venezolanos come tres veces al día, en un país donde “los tres golpes” forman parte de nuestra cultura; esto significa que un 32.6% hace dos ó una comida al día, produciéndose un importante deterioro en la alimentación de los venezolanos. En términos más dramáticos, 10.000.000 millones de venezolanos no están haciendo las tres comidas del día. La desnutrición y el hambre están acrecentando la pobreza de nuestra gente, gracias a políticas obsoletas y equivocadas que le niegan el apoyo a la producción nacional para beneficiar a productores y empresarios extranjeros, a través de masivas importaciones que le dejan jugosos dividendos a unos pocos enchufados. Esta es la más fiel demostración que a este régimen inmoral y corrupto le importa un bledo el hambre y la pobreza de los venezolanos.

 
En este orden de ideas, según el estudio de Consultores 21, ocho de cada diez venezolanos (82%) “ha dejado de comprar algo porque se ha puesto muy caro”; esto es,  sólo un 18% goza del privilegio de comprar todo cuanto necesita sin importarles los precios. Esta dramática realidad la padecemos todos los días. Hacen falta 10 salarios mínimos –es decir, Bs. 74.216,70 al mes- para adquirir la canasta básica. ¿Cuántos venezolanos ganan más de Bs. 70.000 al mes? Ello denota las grandes limitaciones que vivimos a diario; a eso debemos agregarle una inflación que cerrará en 200% a finales de año, destruyéndose absolutamente la pírrica capacidad adquisitiva de los venezolanos. No sólo no hay nada que comprar, sino que no tenemos dinero para comprar.

 
Hasta hace poco tiempo atrás, nos preocupábamos porque era imposible adquirir un vehículo nuevo o uno usado en buenas condiciones; o en comprar una vivienda por humilde que ésta fuera. Esas ya son historias de un pasado que no volverá; ahora la preocupación radica en comprar carne y pollo, cuya demanda se ha reducido en más del 50% por el aumento del precio en más del 400%; ó los útiles escolares de los niños con precios inalcanzables, tanto por familias de estratos populares como de estratos medios. Al colapso del servicio eléctrico, además del calor y las penurias que debemos soportar en un clima con 40° C, se suma el terror de un equipo o artefacto dañado por los constantes bajones de electricidad; porque resulta una odisea comprar o reparar un aire acondicionado, una nevera, un televisor, una licuadora o una simple plancha. La compra o adquisición de estos equipos no es posible hacerla y, en caso que se haga, la familia debe endeudarse más allá de su capacidad económica para honrar esas obligaciones.


Ya lo escribíamos en artículos anteriores, la pobreza generada por la revolución chavista es mucho mayor y más patética que aquella que existía en 1998. No hay punto de comparación porque la pobreza de los venezolanos es la consecuencia de un país arruinado, destruido, sin rumbo y sometido a la incapacidad, corrupción y mezquindad de una minoría que se hizo extraordinariamente rica y multimillonaria, a costa de la pobreza y el hambre de millones de venezolanos.


No tengamos dudas; la pobreza que vivimos es culpa de Nicolás Maduro y de la revolución chavista; la crisis, percibida como muy grave por ocho de cada diez venezolanos, es culpa de Maduro y su combo. Ellos nos han arrastrado a estado de mendicidad social, económica, cultural y de valores que nos costará sangre, sudor y lagrimas superar. Ellos son los culpables de este desmadre descomunal. Ya no tienen mensajes ni pretextos para escurrir su responsabilidad; no tienen nada que ofrecernos; destruyeron la esperanza y las oportunidades para construir una gran nación con base en la educación, el trabajo productivo y la oportunidad para todos.


Por allí hay un refrán que reza que “no hay peor ciego que aquel que no quiere mirar, o peor sordo que el que no quiere oír”. No caigamos en sus trampas y engaños. Quienes nos han hecho más pobres y miserables, sólo tienen derecho a recibir nuestro castigo a través del voto el próximo 6-D. Vamos a entregar nuestra confianza y esperanza a venezolanos que luchan unidos con el país para construir el cambio que con legítimo derecho nos merecemos.

Profesor Titular de LUZ