miércoles, 27 de agosto de 2014


Captahuellas de hambre

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Este gobierno perdió la vergüenza de equivocarse; sigue aferrado a un modelo fracasado que sólo rinde dividendos a los corruptos del régimen. Es un gobierno que perdió la brújula y miente deliberadamente al decir que sus esfuerzos están dirigidos al bienestar del pueblo. Jamás podrán resolver los problemas económicos del país, quienes se proclaman inocentes de esta debacle y acusan a terceros de la destrucción que han propiciado por espacio de quince largos años.

Esta revolución inservible cree que con la aplicación de la receta castro comunista, la economía del país va a mejorar; por eso, para ellos la palabra control tiene connotaciones mágicas. Todo, absolutamente todo, debe ser controlado para pulverizar a los agentes del imperialismo y de la oligarquía criolla.

¿Quién, en su sano juicio, puede creer el cuento que con las captahuellas se acabarán las colas en supermercados y abastos? Todos sabemos, incluido el régimen, cuál es la verdadera causa de las deprimentes y angustiosas colas que sufrimos a diario. Al destruir la producción nacional, vía expropiaciones, confiscaciones, controles y regulaciones abusivas, la oferta de bienes se reduce dramáticamente frente a una demanda creciente, con el agravante que la escasez de divisas complica el flujo normal de las importaciones a las que nos sometió esta nefasta revolución. Pueden colocar todas las máquinas captahuellas que quieran pero las colas y el desabastecimiento no cesarán hasta tanto mejore la oferta de bienes producidos nacionalmente.

Este régimen es incapaz de fomentar la productividad porque no cree en el trabajo y la iniciativa privada; piensan que el Estado, constituido por estructuras obsoletas y corruptas, puede producir lo que normalmente produce la empresa privada, razón por la cual no le queda otro remedio que administrar la escasez que ellos mismos han originado por su ineptitud, al igual que lo hacen todos los regímenes comunistas. Con un modelo arcaico y fracasado como éste, la única abundancia que tendremos los venezolanos es la miseria, el hambre, el atraso y la pérdida de oportunidades para conquistar un mejor futuro.

De manera, pues, que la aplicación de las captahuellas del hambre tienen propósitos diferentes a los anunciados por el régimen. El primero, el más importante, es someter a la población venezolana a controles que atentan contra el supremo derecho de elegir los bienes y alimentos que compramos, en la oportunidad y en las cantidades requeridas por nuestras necesidades personales y familiares. El régimen piensa que estos controles inconstitucionales someterán a un pueblo que ya está hastiado de tanta mentira y manipulación, exactamente igual que lo hizo Fidel Castro con la tarjeta de racionamiento cubana. El segundo propósito es el negoción que representa para una mafia corrupta la compra de 400 mil máquinas aproximadamente. Estimado lector, un negocio de esa magnitud, en tiempos de vacas flacas y dólares escasos, no tiene precio. Así, pues, las captahuellas no tienen el poder mágico de resolver una crisis generada por un modelo comprobadamente fracasado, pero con total seguridad si están en capacidad de enriquecer el bolsillo de unos pocos que se rasgan las vestiduras invocando la moral y la ética socialistas, pensando que los aquí vivimos somos pendejos.

La protesta contra un mecanismo que nos arrebata nuestra libertad, ya bastante abusada, es un derecho al que no podemos renunciar y que nos obliga a fortalecer la unidad y la lucha contra un gobierno que desde hace mucho tiempo perdió la confianza y el apoyo de mucho más de la mitad del pueblo venezolano.
Profesor Titular de LUZ

miércoles, 20 de agosto de 2014


Turismo en revolución

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Conversando en días pasados con un compadre, me contó la odisea que vivió con su familia en un viaje de vacaciones para la isla de Margarita. Confiando en la palabra del ministro Izarra, pensó que hacer turismo nacional era una buena opción, ahora que viajar al extranjero es prohibitivo. Planificaron el viaje por ocho días, obtuvieron los boletos aéreos y la reservación en el resort de Porlamar. Todo listo para disfrutar de unas merecidas vacaciones familiares.

Poco tiempo duró la ilusión del viaje. Muy pronto empezaron los padecimientos del grupo de vacacionistas integrado por once personas, incluyendo niños. Debían salir del aeropuerto de Santo Domingo, en el Estado Táchira, pero el cierre de la vía por espacio de dos horas, por orden del gobernador Vielma Mora, impidió abordar el vuelo correspondiente. Después de algunas horas de espera pudieron comprar nuevos boletos para Maiquetía sin garantía de conexión con Porlamar. Al llegar a Maiquetía, con menos dinero en sus bolsillos, tuvieron que esperar hasta el otro día, ya que resultaron infructuosas las diligencias para tratar de abordar un vuelo hacia la isla. Frente al imprevisto, no tuvieron más remedio de pagar un hotel en el estado Vargas. Con los nuevos pasajes y una noche adicional de hospedaje, incluyendo la alimentación, el presupuesto familiar sufrió una merma considerable, a pesar que para la revolución unas vacaciones nacionales salen baraticas y con todas las comodidades que exigen los turistas venezolanos y extranjeros.

Después de 24 horas de haber salido de San Cristóbal, pudieron llegar a la perla del Caribe. Inmediatamente de llegar al aeropuerto isleño, se percataron que los habían sacado del sistema, con lo cual no tenían garantía de su regreso en la fecha prevista. Después de hablar con diferentes funcionarios de la línea, en tres horas resolvieron el involuntario error de la línea aérea. Ahora si estaba todo en orden para disfrutar de las paradisiacas playas del oriente venezolano. Cuanta ingenuidad y excesiva confianza.

Lo que mi compadre y su familia jamás imaginaron es que Margarita es un pedazo de Venezuela, con las mismas calamidades y tragedias que estamos viviendo en cualquier rincón de este golpeado y arruinado país. Al llegar al resort se encontraron que no había agua, debían someterse al penoso racionamiento que estamos sufriendo los venezolanos, sin contar con los continuos apagones que frustran la planificación que normalmente se hace en un viaje de vacaciones.

Pero lo peor es que allá también escasea la comida y, lo más insólito, no hay güisqui escoses, algo impensable pero cierto. Debían hacer colas para poder comprar dos unidades de pan por persona; el aceite para freír un pescadito o preparar otro tipo de comida jamás apareció. Al no poder preparar las comidas en el hospedaje, se vieron obligados comer afuera, en restaurantes nada lujosos. Un almuerzo para once personas cuesta entre 9.000 y 10.000 bolívares (10 millones de los viejos), y lo que consumían en las playas nunca bajó de 7.000 bolívares. Es decir, toda una fortuna en alimentación; afortunadamente, en los centros comerciales las tiendas están cerradas, o aquellas que aun están abiertas tienen muy poca mercancía, porque el dinero que llevaron para comprar tuvieron que gastarlo en contingencias y en manutención. Definitivamente, la referencia turística de nuestro país la destruyó la revolución, como han hecho con todo lo que sus manos tocan. Convierten en ruina maloliente todo aquello que puede brillar como oro, con razón la gente piensa que el régimen se ganó el premio nobel de Química por tan increíble transformación.

La isla está a oscuras y descuidada. Colas en todas partes, incluso en centros de salud privados para recibir servicios básicos y de emergencia. La gente perdió la cordialidad que le era innata a los isleños, pues, el drama de sobrevivir es mucho más fuerte que la sonrisa y el trato amable con los que recibían a los turistas. Cada día se hace más difícil conocer las bellezas que el Señor dispuso en cada rincón de nuestro hermoso país. Sin contar la delincuencia desbordada que mantiene en estado de paranoia a los turistas, ya que tememos no sólo de perder nuestras pertenencias sino la propia vida. En nuestras carreteras además de los huecos, desvíos y “policías acostados”, escasea la gasolina que con tanta facilidad la sacan de nuestro territorio –más de 100.000 barriles de gasolina sacan a diario por las fronteras-, frente a la “ceguera” millonaria de los uniformados de verde que tienen la responsabilidad de resguardar nuestras fronteras.

Izarra con condiciones tan deplorables resulta todo un riesgo hacer turismo nacional, a no ser que nos prestes tu avión y la flota de aviones de PDSA y ministerios para minimizar los padecimientos y, si no es pedir mucho, que recibamos igual trato y condiciones que los que reciben los dignatarios y funcionarios del ALBA que, cual chulos, vienen hacer negocios “patriotas y revolucionarios” con el régimen de Nicolás Maduro. Después de ocho días de inconvenientes y desastres, mi compadre por fin pudo llegar a su amada San Cristóbal. ¡Que viva el turismo que nos regala esta revolución bonita!
Profesor Titular de LUZ

miércoles, 13 de agosto de 2014


Economía palo abajo

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Aun retumban en mis oídos aquellas palabras del comandante supremo, cuando afirmó “que si el precio del barril de petróleo llega a un dólar, el crecimiento del país no se detendrá porque la economía está blindada”. Cuánta falsedad e irresponsabilidad en esas palabras; hoy el precio del petróleo se mantiene muy cerca de los 100 dólares por barril y la economía venezolana está palo abajo, como nunca habíamos experimentado tan profunda crisis.

Una política económica populista, irresponsable, controlada por ideas absurdas y trogloditas, implementadas por más de quince años, está llevando al país al colapso total y los venezolanos estamos pagando injustamente el precio de esta locura revolucionaria; el precio de un gobierno incapaz y sin voluntad para gobernar eficientemente nuestro país.

Por años, los precios de bienes y servicios han estado artificialmente controlados, alejados de la dinámica económica y contrarios a la productividad que sólo la empresa privada puede generar. Los resultados están a la vista: la inflación más alta del planeta; un sector industrial destruido sin capacidad de generar riqueza para el país ni empleos productivos y bien pagados para los venezolanos; escasez de alimentos, medicinas, víveres, autopartes, etc., sólo apreciable en sociedades que libran enfrentamientos bélicos de gran magnitud; corrupción galopante que ha enriquecido a connotados dirigentes de la revolución a costa de la miseria del pueblo; servicios públicos colapsados e inservibles. En fin, un país que se ubica en la lista de las naciones con las peores economías del mundo. Algo imposible de alcanzar pero perfectamente consumado por esta revolución de pacotilla.

Hoy el régimen se devana los sesos pensando cómo aplicar el paquetazo rojo que ya no pueden negar por más tiempo. Anunciaron la “sinceración” de las tarifas de un servicio eléctrico caracterizado por apagones e incapacidad;  ya en nuestro recibo de este mes el aumento es superior al 100%, sin que lo hayan anunciado oficialmente. El cacareado aumento de la gasolina es una realidad, sólo están esperando el mejor momento para aplicarlo por el terror que ello les produce. El servicio de agua potable que, aunque no llega a las tuberías, también se incrementó. Por no hablar del encarecimiento estratosférico de alimentos y víveres de primera necesidad. Cada vez que vamos al mercado, a pesar de la ley de precios justos, debemos pagar mucho más por los alimentos que a duras penas conseguimos. El salario de los venezolanos no vale nada; los irrisorios aumentos de sueldos, anunciados con bombos y platillos, se los come la inflación antes de que sean depositados en nuestras cuentas de nómina. Mientras tanto, los venezolanos debemos seguir sacrificándonos y empobreciéndonos frente a la mirada insensible, inútil e incapaz de un gobierno cuyo mayor mérito ha sido la destrucción de nuestro país.

Todavía falta definir la política cambiaria. Cambio único, dos tipos de cambios, dólar preferencial, lo importante es que debemos soportar otra megadevaluación del bolívar, por tercera vez consecutiva en lo que va del año. Y eso traerá más pobreza, más inflación, más desempleo, más corrupción, mayor desesperanza, porque este gobierno quiere seguir obteniendo montañas de bolívares para financiar un mayor gasto público sin disciplina fiscal ni contraloría parlamentaria; mayor dinero para seguir regalando petróleo y dólares a los chulos del ALBA, a cambio del apoyo internacional al régimen.

En otras palabras, ajustar la economía para profundizar los errores del pasado, porque hasta ahora nadie ha anunciado un plan serio de reactivación económica con apoyo del sector privado a través de inversiones nacionales y extranjeras, con normas claras del juego y respetuosas de la propiedad privada, dirigidas al rescate de la infraestructura del país, al turismo, al sector agropecuario, al sector industrial en todas sus áreas. Nadie nos ha dicho que es fundamental “limpiar” a PDVSA para convertirla de nuevo en una de las más grandes y eficientes petroleras del mundo. Porque pensar que sólo con inversión social, plagada de corrupción y caos, vamos a salir de esta abrumadora crisis, es la peor de las torpezas.

Mientras llega el sacudón revolucionario, nos quedan dos caminos: comprar alpargatas porque lo que viene es joropo y organizarnos como ciudadanos responsables que no estamos dispuestos a legitimar con nuestro silencio y comodidad el régimen más nefasto y oscuro de nuestra historia republicana.

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 6 de agosto de 2014


Se busca liderazgo para la unidad

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La incertidumbre se ha apoderado de buena parte de los venezolanos. La más profunda crisis del país nos mantiene en un letargo colectivo que dificulta la búsqueda de soluciones a los graves problemas que estamos padeciendo. Existe un vacío que, por los momentos, ni el oficialismo ni la oposición ha logrado llenar.  La inconformidad y la molestia con el gobierno se sienten en todas partes; cada vez somos más los que nos oponemos al régimen y anhelamos un cambio para que la dramática situación del país mejore con el concurso de todos. Sin embargo, nada cambia, todo empeora con el pasar de los días. Es tiempo que aparezca una luz de esperanza que nos inspire y motive para que salgamos airosos de esta hora menguada que vivimos.

En lo que respecta al bloque democrático, la lucha por el país que con justicia nos merecemos y el compromiso con los supremos intereses de Venezuela, debe ser la razón de ser de su existencia, sin importar los graves obstáculos que se interponen en el camino, ni mucho menos las diferencias de posiciones entre los principales dirigentes democráticos. En tal sentido, la preocupación actual no puede concentrarse en la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo, cuyo desempeño como Secretario Ejecutivo de la MUD merece el reconocimiento unánime de quienes defendemos la libertad y la democracia, sino más bien en la convicción que la Unidad Democrática converja en el diseño e implementación de una propuesta estratégica que, en primer lugar, cuente con el respaldo firme y categórico de los diferentes actores de la MUD y, en segundo lugar, que sea capaz de interpretar las necesidades y expectativas de la mayoría de los venezolanos, con suficiente sensibilidad y sentido común para conectar con los sectores populares, a fin de derrotar la falsa concepción que la revolución es la única que defiende los intereses de los más pobres. Resulta absolutamente injustificable que, frente al descalabro que vivimos, la oposición siga apostando a protagonismos personales o grupales, cuando el país está exigiendo un liderazgo sólido cuya única aspiración sea la liberación de un pueblo, sometido a los desmanes y perversiones de una minoría que continúa traicionando la patria que independizó Simón Bolívar.

En circunstancias tan difíciles, se impone la madurez y el desprendimiento políticos de líderes y sectores de la oposición democrática; en ninguna parte del mundo, la mezquindad, el infantilismo, los intereses parciales y la falta de visión estratégica, han podido vencer a un régimen autoritario y corrupto como el que gobierna a Venezuela desde hace más de quince años. Es necesario que la oposición venezolana priorice la reflexión oportuna, el diálogo constructivo, la sensatez frente a las divergencias, la convicción que sólo unidos se obtendrá la victoria popular y democrática, dejando a un lado todo aquello que la debilita y de lo cual se ufana el régimen.

La MUD, coordinada por Aveledo, cumplió un objetivo, se anotó importantes triunfos electorales; logró que los partidos políticos se respetasen entre sí y cohabitaran en santa paz; ahora vienen otras etapas; una nueva estructura para alcanzar retos más difíciles. Los venezolanos estamos exigiendo un bloque opositor consustanciado con la realidad del país y con las verdaderas necesidades de su pueblo. Hace falta, entonces, una organización que supere el ámbito meramente electoral y conciba una estrategia política común a la diversidad propia de la democracia y que logre “enamorar” a la mayoría nacional. Una estrategia que combata la improvisación, el inmediatismo y la insensibilidad social, coordinada por un dirigente político con experiencia, con vocación unitaria y de amplitud, capaz de aglutinar en una sola las diferentes posiciones de la MUD. Un dirigente cuya única aspiración sea servirle a Venezuela a través de la organización efectiva de una oposición que sea percibida como una verdadera opción de poder. Es impostergable que la oposición hable menos y actué orientada por el amor a Venezuela y la búsqueda del bienestar de todos los venezolanos.
Profesor Titular de LUZ