Los
buques del fracaso
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
El testimonio más evidente del
fracaso de la narcotiranía venezolana, lo representan los buques iraníes cargados
de gasolina que entraron al país. Los fracasos convertidos en victorias,
reiterada estrategia comunicacional de la narcotiranía, es una historia del
pasado. Ya nadie les cree sus mentiras; abusaron de la buena fe de venezolanos
incautos que le brindaron su confianza a cambio de un mejor porvenir. ¡Chávez y
Maduro son la peor estafa que país alguno en América Latina haya experimentado!
Durante el período
democrático (1958-1998), el tema petrolero fue abordado con responsabilidad y continuidad
administrativa, indistintamente del gobierno de turno. El presidente Betancourt
(1959-1964) creó la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP) y Venezuela fue fundadora
de la OPEP, gracias al extraordinario desempeño de Juan Pablo Pérez Alfonso. El
presidente Leoni (1964-1969), se esforzó en consolidar a la OPEP y fortalecer
el papel del Estado en la industria petrolera, al impedir nuevas concesiones a
consorcios extranjeros. De igual manera, el presidente Caldera (1969-1974)
nacionalizó el gas y promulgó la ley de reversión de los bienes de la industria
petrolera, primer paso para su nacionalización.
El presidente Pérez
(1974-1979), nacionalizó la industria petrolera y creó Petróleos de Venezuela
(PDVSA) y sus filiales. Contra todo pronóstico, el Estado venezolano administró
con eficiencia la industria petrolera, haciendo más rentable el negocio del petróleo
al construir las refinerías más grandes y modernas del mundo, garantizando con
ello el consumo interno de gasolina y el del mercado internacional. Con el
gobierno del presidente Herrera (1979-1984), la industria petrolera inició la
etapa de su internacionalización, con la adquisición de la Veba Oíl en Alemania
y otros centros refinadores en el mundo. De esa manera, PDVSA se convirtió en
la quinta empresa más grande del mundo, con influencia notable en el negocio
petrolero internacional.
Cuando Chávez llegó al poder
en 1999, Venezuela era uno de los principales productores de crudo del mundo,
con una producción promedio de 3.500.000 barriles al día, suficiente para
exportar, refinar y atender cómodamente las necesidades de combustibles del
país, con un precio que la convirtió en la gasolina más barata del planeta.
Bastó la llegada de la
revolución para destruir el esfuerzo de más de 40 años. Destruyeron la industria
petrolera de la que los venezolanos nos sentíamos orgullosos; una industria construida
con talento nacional, meritocracia profesional y administrada con una gerencia
del primer mundo. PDVSA fue secuestrada por incapaces corruptos que la
transformaron en el principal botín de los líderes de la revolución y de “empresarios
patriotas”, que en complicidad lograron amasar fortunas descomunales a costa de
su ruina. PDVSA se convirtió en una agencia de empleos del PSUV, colocando en
áreas prioritarias de la industria a personas sin conocimientos en el área
petrolera pero, eso sí, fieles y rodilla en tierra con Chávez y la revolución.
La corrupción criminal y la incapacidad sin límites destruyeron la gallina de
los huevos de oro de Venezuela.
Resulta absolutamente
incomprensible que hoy día los venezolanos no tengamos gasolina, teniendo el
país con las reservas probadas de petróleo más grandes del planeta; con un
parque refinador que en su tiempo fue el más moderno del mundo; con importantes
alianzas financieras internacionales que posicionaron a PDVSA como una empresa
eficiente y solvente; con experiencia de más de cien años en el manejo del petróleo;
a pesar de todo ello, la narcotiranía destruyó nuestra principal riqueza, y hoy
celebran la llegada de gasolina importada de Irán, cuando antes de la
revolución éramos exportadores de gasolina y lubricantes de primera calidad.
Y lo más insólito, dolarizaron
el precio de la gasolina cuando siempre se rasgaron las vestiduras por gasolina barata
para el pueblo ¡Hipócritas, delincuentes de cuello rojo! Sépanlo todos, la
importación de gasolina iraní, además, de ser uno de los fracasos más
estruendosos de la narcotiranía, no soluciona el problema de fondo; porque la
cantidad de gasolina es poca y está reservada sólo para los militares y las
mafias para sigan haciendo sus corruptelas, vendiendo la gasolina con un precio
superior a la de los de Estados Unidos y Colombia.
A la narcotiranía jamás le ha
importado los sufrimientos de los venezolanos; lo único importante ha sido la
destrucción del país y hacer negocios para llenar con dinero sucio, lleno de
sangre, hambre y dolor, sus bolsillos que todavía no terminan de saciarse.
Chávez y su sucesor se
negaron a implementar ajustes progresivos del precio de la gasolina, hoy los
venezolanos pagamos los platos rotos de la narcodictadura. En circunstancias de
devastación nacional, el régimen va a oficializar la dolarización de la
gasolina para seguir exprimiendo los bolsillos rotos de los venezolanos; el
drama de la gasolina sólo terminará cuando esta mafia criminal abandone el
poder usurpado. Con ellos en el poder nunca podremos vivir bien.
Profesor Titular Emérito
de la Universidad del Zulia (LUZ)