Libertad
secuestrada
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
“No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa
búsqueda es la que nos hace libres”
Carlos Fuentes
Desde su origen, Venezuela ha
buscado incesantemente la libertad. Gracias a la visión de Bolívar y de
verdaderos patriotas, Venezuela sembró
la luz de la libertad en el continente americano. Utilizando las palabras de
Octavio Paz, el genio de Bolívar “no le puso alas a la libertad, sino que
sembró sus raíces en la América Hispánica ”.
Desde el mismo momento de nuestro nacimiento como nación, los venezolanos
valoramos la libertad y seguimos luchando para que nadie pueda arrebatárnosla,
aunque en la actualidad la mafia gobernante pretenda secuestrarla.
En el siglo XX, cuando el
país vivió la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez, un puñado de jóvenes se
levantó contra la tiranía e inició de nuevo la siembra de la libertad. La
generación del 28 se constituyó, entonces, en la génesis libertaria de la
contemporaneidad venezolana, prevaleciendo su legado hasta finales del siglo
pasado.
Esa gesta libertaria se
repite de nuevo en 1958 para desalojar del poder al dictador Pérez Jiménez,
instaurándose el espíritu del 23 de enero que permitió el inicio de la
experiencia democrática que mayor estabilidad institucional produjo en
Venezuela, por espacio de 40 años ininterrumpidos.
Venezuela ha acompañado
siempre los esfuerzos democráticos de la región y del mundo, especialmente,
entre 1.958 y 1998; durante esa era, el
déficit democrático, las violaciones de la libertad y de los derechos humanos
fundamentales, guardaron un espacio prioritario en la política exterior del
país hacia América Latina. En los primeros años de la democracia, la política
exterior venezolana (1959-1964), se fundamentó en la Doctrina Betancourt
que sólo reconocía a los gobiernos latinoamericanos elegidos por voto popular,
en circunstancias donde la región estaba plagaba de regímenes dictatoriales. A
pesar que ello significó cierto aislamiento internacional de Venezuela, Betancourt
se mantuvo inflexible contra toda iniciativa política que usurpase la libertad
y la democracia, incluyendo a la recién inaugurada Cuba comunista de Fidel
Castro.
Los gobiernos de Leoni,
Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luís Herrera, fueron aliados y defensores de la
democracia latinoamericana. Vale la pena recordar los esfuerzos y solidaridad
del país con países hermanos que experimentaban gobiernos de facto de derecha e
izquierda; los casos de Chile
(Pinochet), El Salvador (guerra civil), Nicaragua (revolución sandinista),
entre otros, guardaron profundo interés
para Venezuela, cuya inteligencia, solidaridad y gestiones
internacionales facilitaron el advenimiento de la democracia en momentos de
mucha oscuridad para esas naciones.
Venezuela fue un país muy
activo internacionalmente, sus principios democráticos jamás fueron negociados,
ni tampoco utilizó la chequera petrolera para apoyar regímenes afectos a los
gobiernos de turno, como si lo hizo abusiva e inmoralmente Hugo Chávez y su
inefable sucesor.
Ahora me pregunto con
preocupación, ¿por qué el pueblo venezolano no ha recibido de la región un
apoyo contundente para resolver su crisis política generada por un régimen que
viola abiertamente la
Constitución y se burla de los valores democráticos?, ¿por
qué si Venezuela fue un farol de la libertad en América, sus gobiernos no
terminan de actuar frente a una dictadura constitucional que secuestra la
libertad de los venezolanos y viola flagrantemente la institucionalidad
democrática? ¿Acaso tenemos que iniciar una guerra civil para que la comunidad
internacional reaccione ajustada a las normas del Derecho Internacional?
Estas reflexiones las plasmo
con dolor y desconcierto. No es justo que siendo un país caracterizado por la
solidaridad internacional y por el apoyo sin límites a la democracia y la
libertad, los sufrimientos de los venezolanos no encuentran eco en las
conciencias de gobiernos que se beneficiaron de nuestra benevolencia y
comprensión efectiva. No estoy pidiendo gestos de buena voluntad para nuestro
pueblo que vive una tragedia colosal, gracias a una minoría gobernante que no
le importa nuestro destino democrático y libertario; estoy pidiendo solamente
que apliquen los mecanismos que la diplomacia y el derecho internacional
ofrecen en circunstancias como las que experimenta Venezuela. Existen
irrefutables evidencias para invocar la Carta Democrática y exigirle a
instituciones genuflexas abra las vías constitucionales y pacíficas para que
los venezolanos podamos definir nuestro destino nacional, a través del sufragio
universal que nos proporciona la democracia.
No queremos intervenciones extranjeras ni
invasiones militares. Exigimos que los esfuerzos internos para alcanzar el
cambio pacífico, democrático y constitucional, reciban el apoyo y la comprensión
internacionales para que nuevamente seamos luz de libertad en América. Ojala no
sea tarde para cuando los gobiernos e instancias internacionales decidan
acompañar al pueblo venezolano en el rescate de la democracia y de la libertad.
Hoy nosotros somos las víctimas de una dictadura inmoral, incapaz y corrupta,
Dios permita que ningún pueblo de la tierra viva el infierno que nos ha tocado
vivir a los venezolanos en estos últimos 17 años.
Profesor Titular de LUZ