lunes, 25 de abril de 2016

Libertad secuestrada
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

“No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa
búsqueda es la que nos hace libres”
Carlos Fuentes

Desde su origen, Venezuela ha buscado incesantemente la libertad. Gracias a la visión de Bolívar y de verdaderos  patriotas, Venezuela sembró la luz de la libertad en el continente americano. Utilizando las palabras de Octavio Paz, el genio de Bolívar “no le puso alas a la libertad, sino que sembró sus raíces en la América Hispánica”. Desde el mismo momento de nuestro nacimiento como nación, los venezolanos valoramos la libertad y seguimos luchando para que nadie pueda arrebatárnosla, aunque en la actualidad la mafia gobernante pretenda secuestrarla.

En el siglo XX, cuando el país vivió la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez, un puñado de jóvenes se levantó contra la tiranía e inició de nuevo la siembra de la libertad. La generación del 28 se constituyó, entonces, en la génesis libertaria de la contemporaneidad venezolana, prevaleciendo su legado hasta finales del siglo pasado.

Esa gesta libertaria se repite de nuevo en 1958 para desalojar del poder al dictador Pérez Jiménez, instaurándose el espíritu del 23 de enero que permitió el inicio de la experiencia democrática que mayor estabilidad institucional produjo en Venezuela, por espacio de 40 años ininterrumpidos.

Venezuela ha acompañado siempre los esfuerzos democráticos de la región y del mundo, especialmente, entre 1.958 y 1998; durante esa era,  el déficit democrático, las violaciones de la libertad y de los derechos humanos fundamentales, guardaron un espacio prioritario en la política exterior del país hacia América Latina. En los primeros años de la democracia, la política exterior venezolana (1959-1964), se fundamentó en la Doctrina Betancourt que sólo reconocía a los gobiernos latinoamericanos elegidos por voto popular, en circunstancias donde la región estaba plagaba de regímenes dictatoriales. A pesar que ello significó cierto aislamiento internacional de Venezuela, Betancourt se mantuvo inflexible contra toda iniciativa política que usurpase la libertad y la democracia, incluyendo a la recién inaugurada Cuba comunista de Fidel Castro.

Los gobiernos de Leoni, Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luís Herrera, fueron aliados y defensores de la democracia latinoamericana. Vale la pena recordar los esfuerzos y solidaridad del país con países hermanos que experimentaban gobiernos de facto de derecha e izquierda;  los casos de Chile (Pinochet), El Salvador (guerra civil), Nicaragua (revolución sandinista), entre otros, guardaron profundo interés  para Venezuela, cuya inteligencia, solidaridad y gestiones internacionales facilitaron el advenimiento de la democracia en momentos de mucha oscuridad para esas naciones.

Venezuela fue un país muy activo internacionalmente, sus principios democráticos jamás fueron negociados, ni tampoco utilizó la chequera petrolera para apoyar regímenes afectos a los gobiernos de turno, como si lo hizo abusiva e inmoralmente Hugo Chávez y su inefable sucesor.

Ahora me pregunto con preocupación, ¿por qué el pueblo venezolano no ha recibido de la región un apoyo contundente para resolver su crisis política generada por un régimen que viola abiertamente la Constitución y se burla de los valores democráticos?, ¿por qué si Venezuela fue un farol de la libertad en América, sus gobiernos no terminan de actuar frente a una dictadura constitucional que secuestra la libertad de los venezolanos y viola flagrantemente la institucionalidad democrática? ¿Acaso tenemos que iniciar una guerra civil para que la comunidad internacional reaccione ajustada a las normas del Derecho Internacional?

Estas reflexiones las plasmo con dolor y desconcierto. No es justo que siendo un país caracterizado por la solidaridad internacional y por el apoyo sin límites a la democracia y la libertad, los sufrimientos de los venezolanos no encuentran eco en las conciencias de gobiernos que se beneficiaron de nuestra benevolencia y comprensión efectiva. No estoy pidiendo gestos de buena voluntad para nuestro pueblo que vive una tragedia colosal, gracias a una minoría gobernante que no le importa nuestro destino democrático y libertario; estoy pidiendo solamente que apliquen los mecanismos que la diplomacia y el derecho internacional ofrecen en circunstancias como las que experimenta Venezuela. Existen irrefutables evidencias para invocar la Carta Democrática y exigirle a instituciones genuflexas abra las vías constitucionales y pacíficas para que los venezolanos podamos definir nuestro destino nacional, a través del sufragio universal que nos proporciona la democracia.

No queremos intervenciones extranjeras ni invasiones militares. Exigimos que los esfuerzos internos para alcanzar el cambio pacífico, democrático y constitucional, reciban el apoyo y la comprensión internacionales para que nuevamente seamos luz de libertad en América. Ojala no sea tarde para cuando los gobiernos e instancias internacionales decidan acompañar al pueblo venezolano en el rescate de la democracia y de la libertad. Hoy nosotros somos las víctimas de una dictadura inmoral, incapaz y corrupta, Dios permita que ningún pueblo de la tierra viva el infierno que nos ha tocado vivir a los venezolanos en estos últimos 17 años.


Profesor Titular de LUZ

miércoles, 20 de abril de 2016

¡Chau Querida!
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La historia es implacable. Para unos parece inamovible y para otros cambia tan rápido que a veces ni se dan cuenta que los arrastra consigo. Hay gobernantes que se aferran al poder pensando que será eterno, subestimando la voluntad popular y violando las leyes que defienden la libertad y la democracia.

El siglo XXI latinoamericano se inició con cambios políticos que presagiaban una era de bienestar, con la llegada de la justicia y la redención social para millones de pobres y excluidos. La izquierda se hizo del poder en muchas naciones de la región, con la promesa de no reeditar la exclusión y pobreza generada por los gobiernos liberales o de derecha. Los más vulnerables creyeron que por fin iban a transitar caminos de justicia y prosperidad.

Después de 16 años de gobiernos socialistas y revolucionarios, la región no registra una mejoría sustantiva. La pobreza ha crecido y los recursos destinados a la inversión social para garantizar el desarrollo humano, fueron saqueados por mafias que hicieron del poder la oportunidad para enriquecerse, sin importar los sacrificios y sufrimientos de esa gente que, sin rubor alguno, llaman amado pueblo.

La corrupción administrativa, moral e institucional es la principal referencia que une a los gobernantes de izquierda de América Latina. Han destruido las oportunidades de desarrollo de sus países, incrementando la pobreza y la exclusión social y menoscabando la institucionalidad democrática porque, muchos de esos regímenes, asumen comportamientos autoritarios contradiciendo el origen democrático que les permitió llegar al poder. Esa corrupción enquistada como cáncer en los más conspicuos líderes revolucionarios, es el motivo que está impulsando la fuerza y determinación de los pueblos para desalojarlos del poder, o impedir a través del voto que ganen nuevas elecciones.

La determinación de los hondureños y paraguayos, impidió que Zelaya y Lugo consolidaran gobiernos que llevaban a sus naciones directamente a la debacle. El año pasado, los argentinos votaron en contra del kichnerismo considerado como una era de corrupción, pobreza y atraso para una nación que llegó a ser referencia de América Latina. Asimismo, los bolivianos le pusieron un freno a la reelección indefinida de Morales. Por lo pronto, tiene fecha de salida del gobierno.

Los brasileños están empeñados en poner límite a un modelo corrupto que ha impedido el avance económico y social de ese gran país. Está en marcha el impeachment contra la presidenta Rouseff que, si la votación de la Cámara Baja es confirmada por mayoría simple del Senado, dará inicio a su juicio político y eventual salida de la presidencia.

Y, en nuestro caso particular, están activados los mecanismos constitucionales que permitan la salida de Maduro y la llegada del cambio político en Venezuela. Es importante destacar que en casi todos los casos, la democracia a través de instituciones autónomas y el voto popular, ha logrado solucionar las crisis políticas que los corruptos revolucionarios han propiciado.

Así como el pasado domingo, los brasileños gritaron alborozados ¡Chau Querida!, asimismo, los venezolanos debemos organizarnos y poner de manifiesto nuestra voluntad indoblegable de acariciar un cambio dentro de la paz y la democracia que permita, sin derramamiento de sangre inocente, la salida de un rufián que con el mayor descaro y cinismo se burla de las desgracias y sufrimientos de nuestro pueblo.

De nuevo repito lo que en muchas ocasiones he escrito, no por correr más rápido se llega primero. Es necesario tener clara conciencia que sólo con democracia, libertad y organización popular lograremos sacar a estos vándalos de la misma manera como llegaron al poder, a través del poder soberano de los votos de millones de compatriotas que añoramos la llegada de un nuevo amanecer en nuestra querida Venezuela.

Profesor Titular de LUZ

jueves, 14 de abril de 2016

Zulianos por el Cambio

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Dice el refrán popular “de las aguas mansas líbrame Dios, porque de las bravas me libro yo”. Asocio ese refrán con la situación actual del país; frente al desastre y el caos que vivimos los venezolanos, gracias a la incapacidad y corrupción del régimen, percibimos una quietud abismal en la gente que pareciera resignarse y conformarse con esta monstruosa pesadilla. Con frecuencia oigo voces que dicen “aquí no va a pasar nada”, “no hay posibilidad de salir de estos forajidos porque el pueblo perdió la fuerza para protestar”. Esa podría ser la percepción de algunas personas, pero la verdad es que en estos momentos los venezolanos llevamos la procesión por dentro.

La gente no se acostumbró ni se va a conformar con un régimen que nos empobrece y nos lleva directamente a la destrucción como sociedad. Esas aguas mansas sólo esperan la primera oportunidad para reaccionar contra tanta ignominia. No subestimemos al pueblo pensando que el régimen de Maduro y sus secuaces están ganando la batalla. Ellos mejor que nadie saben que perdieron el apoyo popular y que, en cualquier consulta electoral, van a salir derrotados en mayores proporciones que el 6 de diciembre.

Debemos analizar objetivamente la realidad circundante. La población tiene tantos problemas y necesidades que hacen difícil acompañar una marcha o una asamblea de ciudadanos por mucho interés que tenga en participar. La gente tiene que hacer largas colas para comprar alimentos escasos y cada vez más caros; colas para cobrar las pensiones del Seguro Social; colas para comprar medicinas; colas en los hospitales para ver si tienen suerte de ser atendidos antes de morir de mengua. Por si fuera poco, debemos convivir con servicios públicos absolutamente colapsados; no hay agua o el racionamiento es inhumano; los cortes de electricidad son el pan diario, atentando contra el poco trabajo que hay y el escasísimo sosiego que podemos encontrar en nuestras casas. Tenemos que luchar contra una delincuencia desbordada para quienes la vida no tiene valor alguno. La inflación infame nos obliga a sobrevivir en condiciones cada vez más deplorables. Por donde metemos la cabeza, el régimen se encarga de contárnosla. Son muy eficientes en el propósito de martirizarnos las 24 horas de un largo día en Venezuela.

Entonces, cabría preguntarnos, ¿acaso no hay razones suficientes para que nos alcemos contra estos desalmados? Razones existen de sobra, muchas más que las existentes cuando Chávez fraguó la intentona golpista de 1992, génesis de todas las desgracias que estamos padeciendo. Insisto, las razones existen y son muy graves, pero lo importante es evaluar con objetividad los mecanismos que nos permitan salir de esta plaga infernal y malévola.

Los venezolanos no podemos darnos el lujo de replicar los mecanismos de lucha utilizados por los golpistas que desde hace más de 17 años nos mal gobiernan. Nosotros tenemos un compromiso histórico con la democracia, la libertad y la justicia en Venezuela, eso no es cualquier cosa. No tengo dudas que el pueblo manso va actuar correcta y oportunamente contra sus verdugos revolucionarios. Esa quietud tiene los días contados, entonces, lo prioritario es prepararnos y organizarnos para que esa rabia e indignación popular no cruce las fronteras de una violencia que después no podamos controlar.

No por correr más rápido se llega primero, ni levantarse más temprano aligera el amanecer. En estas circunstancias tan difíciles y complejas que experimenta Venezuela, deben prevalecer la inteligencia, la prudencia y la unidad de la oposición democrática, virtudes fundamentales para librar la lucha que pondrá fin a la oscuridad y la maldad que pretende destruirnos.

El camino del cambio debe ser democrático, pacífico y constitucional, por tal razón felicito la iniciativa de “Zulianos por el Cambio”, como mecanismo para alcanzar la organización y sensibilidad popular acerca de la necesidad de un cambio del modelo ideológico imperante. Ese pueblo que muchas veces nos asombra por su pasividad, está esperando nuestro mensaje y compromiso para sentirse acompañados en esta dura pero hermosa lucha que debemos ganar por el bien de Venezuela.

Los partidos políticos democráticos, la sociedad civil y las organizaciones que conforman el tejido social de Venezuela, deben dar testimonios permanentes de entrega y compromiso para convertirse en los referentes institucionales de Venezuela, en momentos donde las instituciones públicas están al servicio de una dictadura disfrazada de legalidad constitucional.

Los Zulianos por el Cambio empiezan a movilizar al Zulia. Nos están anunciando que efectivamente podemos y vamos a salir de estos delincuentes revolucionarios. Se están convirtiendo en un mecanismo de lucha al servicio de todos aquellos que quieran dar su aporte por el cambio. La asistencia a las asambleas efectuadas resulta multitudinaria; la receptividad del mensaje es maravillosa; la disposición de la gente es absoluta y voluntaria. El sentimiento de cambio es indetenible, ninguna fuerza por poderosa que se crea podrá detener ese huracán de cambio que empieza a palpitar en el corazón de millones de zulianos. De nuevo, el Zulia es ejemplo de lucha y perseverancia en Venezuela.

Los Zulianos por el Cambio son un instrumento para vencer la pasividad de la gente, convenciéndola que el cambio definitivo sólo tendrá un inicio feliz si transitamos el camino que nos permite la Constitución, alejados del cortoplacismo y la urgencia –entendible y legitima- que pueda desviarnos de la meta que como demócratas debemos alcanzar: sacar a esta plaga de corruptos, incapaces e inmorales a través de los votos, expresión auténtica de la soberanía popular.

El manso pueblo está a la expectativa. Que no se equivoque el régimen. Sólo espera la oportunidad de oro para organizarse y movilizarse para revocar a sus victimarios y decirles a viva voz que la verdadera fuerza de Venezuela no está en Miraflores, ni en el TSJ, ni en la cúpula podrida de las FAN, sino que el poder soberano y democrático descansa en un pueblo indomable que jamás renunciará al ejercicio pleno de la libertad que nos hará grandes por siempre.

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 6 de abril de 2016

Leonardo Atencio Finol: hermano de la vida

Efrain Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

El pasado jueves 31 de marzo fue un día largo y sombrío. Colmado de incertidumbre y esperanzas encontradas. La fe y oraciones aumentaban con el pasar de las horas. Lo que nos ocupaba ese día, como otros tantos anteriores, era la salud de nuestro hermano, Leonardo Luis Atencio Finol. La familia, unida como roca, y los amigos recibíamos del parte médico noticias desalentadoras que, al poco tiempo, se transformaban en información auspiciosa cargada de la esperanza que nunca perdimos. Pero sorpresivamente, en la madrugada del primer día del mes de abril, el sexto de Pascuas, Leonardo Luis se despidió y partió a la Casa del Padre y, desde el cielo, vivirá por siempre entre nosotros, fieles a las promesas de Resurrección y de Vida Eterna de Nuestro Señor Jesucristo.

Leonardo Luis partió pronto, rebosante de vitalidad y cargado de sueños que no pudo cristalizar. Se fue, sin percatarnos siquiera que su desaparición estaba más cerca de lo que imaginábamos. Todavía nos cuesta creer que su peregrinaje en la tierra haya terminado, a pesar que la muerte es la única verdad de la que los hombres no podemos escapar.

Ahora nos corresponde recordarlo como a él le gustaría que lo hiciéramos, en unión familiar y llenos de amor y regocijo. Por eso quisiera hablar del ser humano, del hombre cercano, jovial, auténtico y sencillo. Un ser humano que disfrutó con pasión tanto la cotidianidad familiar como cada una de las importantes responsabilidades que ejerció a lo largo de su exitosa vida profesional.

Fue la familia y no la Universidad la que me unió a Leonardo Atencio. El Señor me bendigo al regalarme su familia como si fuera propia. Desde el primer momento que ingrese a los Atencio Finol, Leonardo me brindó su cariño fraternal y apoyo incondicional. Él fue mi consejero y aliado durante mi noviazgo con Adeila, su hermana menor, mi esposa por más de 31 años. Desde entonces fuimos hermanos de la vida, compañeros de luchas, amigos leales, vecinos y, en los últimos tiempos, compadres al darme la confianza de bautizar a José Leonardo, su hijo menor.

Leonardo Luis vivió con pasión e intensidad cada minuto de su vida. Para él no existían las medias tintas ni las ambigüedades. Amó, trabajó, luchó y soñó con todas las fuerzas de su corazón y de su alma. Fue vertical en sus ideas y en sus afectos; jamás aceptó límites ni condiciones al momento de luchar por aquello que creía justo y verdadero. Fue un hombre de palabra y de inquebrantable compromiso, en tiempos en los que esas virtudes escasean en esta convulsa sociedad venezolana. Combatió la mentira y como demócrata cabal, Leonardo Luis practicó el diálogo y el acuerdo como mecanismos de civilidad para dirimir conflictos y diferencias. Fue un hombre practicante de la paz y la justicia. Fiel creyente de Dios, María Santísima y San Juan Pablo II, a quien tuvo el honor y la dicha de entregarle personalmente el Doctorado Honoris Causa otorgado por LUZ.

Leonardo Atencio tuvo tres grandes amores en su vida: su familia e hijos cuyo recuerdo, unidad y honra giran alrededor de Mamá Rosa y de Chinco El Negro, pilares fundamentales de esta portentosa familia; la Universidad del Zulia, a la que le entregó su juventud, profesionalismo, experiencia y sus mayores desvelos; y, sus amigos a los que sirvió con afecto y lealtad. Fue un hombre de principios y valores, inculcados en el seno de una familia honesta, trabajadora y emprendedora como tantas que han salido de La Cañada de Urdaneta, de donde orgullosamente era oriundo.

En la Universidad del Zulia escaló todas las posiciones y jerarquías, desde docente de la Facultad de Ingeniería hasta llegar a Rector para el periodo 2004-2008, siendo Vice-Rector Administrativo en el periodo inmediatamente anterior (2000-2004). En ambos cargos, de elección popular y democrática, Leonardo Atencio asumió con gerencia y responsabilidad profundos retos para su Alma Mater, alcanzando entre sus más importantes ejecutorias la inserción de LUZ en todas las áreas de la sociedad civil del Zulia y Venezuela. Convocó y tejió alianzas sólidas con empresarios, comerciantes, productores agrícolas, dirigentes políticos y gobernantes de todas las esferas del poder público. Trascendió las fronteras patrias para lograr intercambios académicos y tecnológicos con diversas universidades del mundo. Defendió la democracia y autonomía universitaria, respetando la diversidad y pluralidad ideológicas. Fue amigo y mentor de jóvenes, motivándolos al estudio y a la meritocracia profesional, como mecanismos para alcanzar la superación personal y la excelencia académica de nuestra universidad. 

El amor de Leonardo con su Universidad quedó claramente plasmado en el lema de su campaña para Rector (2004): “LUZ: Nuestro primer compromiso”. Como Rector cumplió con la palabra empeñada. Siempre estaremos orgullosos de su extraordinaria labor en beneficio de LUZ. Afortunadamente, en vida fue reconocida su labor haciéndose realidad la máxima “honor a quien honor merece”.

Leonardo Atencio fue un ciudadano preocupado por el destino del país, del Zulia y de su amada Maracaibo. Se esforzó en presentar una visión objetiva de los problemas del país, acompañada de su insistencia por construir un país donde la libertad, la justicia y el progreso para todos fueran la clave del sistema democrático de una mejor Venezuela.

Hace apenas una semana, se fue un buen hombre, un verdadero gerente, un ciudadano ejemplar, un hermano y un amigo leal y consecuente. Su afecto y recuerdo estarán por siempre en nuestros corazones; en el seno de nuestra familia guardará un lugar privilegiado; su labor universitaria será reconocida y honrada, esa será una tarea que seguiremos resaltando los que transitamos con él los espacios de nuestra amada LUZ; y, entre sus amigos será tema de conversaciones y anécdotas que el tiempo jamás borrará de sus memorias.

Querido cuñado y compadre, que el Señor te reciba en su Reino y descanses eternamente.

Profesor Titular de LUZ