miércoles, 22 de junio de 2016

María Guadalupe: Honor a quien honor merece

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Hago un alto en mis análisis de la situación política nacional, para honrar a través de estas líneas a una universitaria integral, orgullo de nuestra Alma Mater. Nos referimos a la Doctora María Guadalupe Núñez de Parra, Vice-Rectora Administrativa de LUZ, mujer excepcional que a lo largo de su vida ha servido con lealtad y profundo amor a su querida universidad.

María Guadalupe ha dejado su huella indeleble en cada una de las responsabilidades que le ha correspondido ejercer dignamente en las diferentes instancias del gobierno universitario. Ha sido la única mujer en ejercer el Decanato de la Facultad de Ingeniería, contribuyendo con su fortalecimiento académico, de investigación y extensión; facultad reconocida nacional e internacionalmente, a la vanguardia de los cambios tecnológicos y con suficiente capacidad para ofrecer soluciones efectivas a los problemas de la región y del país.

María Guadalupe fue también la primera mujer en ocupar la Dirección de Administración de LUZ, ejerciendo con pulcritud, idoneidad y honestidad tan difícil cargo. Y, en el 2008 conquistó la confianza de la mayoría del claustro universitario, al elegirla como Vice-Rectora Administrativa, cargo que por primera vez también es ejercido por una mujer con los quilates de María Guadalupe. En momentos de tantas dificultades para Venezuela y las universidades autónomas, producto de la desidia, mezquindad e incomprensión del gobierno revolucionario, María Guadalupe ha demostrado con su firmeza y perseverancia, trabajo incansable y vocación de diálogo, que resultó ser la mejor opción de los universitarios para que liderara la administración de la institución. Su empeño en defender la autonomía y la democracia universitarias, en rendir cuentas claras y en mostrar resultados satisfactorios de su gestión,  a pesar de la profunda crisis universitaria, la convierten en una servidora pública excepcional, cuyo propósito fundamental ha sido trabajar con denuedo por la institución por la que ha luchado toda su vida. Su trayectoria universitaria le ha valido el respeto, reconocimiento y afecto de todos los universitarios de buena voluntad. Es un sitial ganado a puro pulso y corazón.

María Guadalupe es testimonio auténtico de la honestidad con la que deben administrarse los recursos universitarios; su capacidad y talento han estado prestos para contribuir con eficiencia a la solución de los graves problemas de la comunidad; jamás ha doblegado su férrea voluntad para hacer posible el diálogo y el entendimiento entre los diferentes factores que participan en la vida universitaria, privilegiando el respeto, la consideración y el reconocimiento de todos. No tengo duda que María Guadalupe es una defensora a ultranza de la justicia y la equidad, flores que adornan su hermosa humanidad.

La extraordinaria trayectoria universitaria de esta insigne mujer está a la vista de todos. Quienes la conocemos damos fe de su entrega sin límites a LUZ, a la que siempre ha considerado como su segunda mejor y más grande casa.

Pero en este sencillo y merecido homenaje, deseo honrar no sólo a la profesional universitaria, sino a la mujer sencilla engalanada con tantas virtudes que nos enorgullecen a quienes hemos tenido el privilegio de su amistad, compartiendo sus éxitos, alegrías, infortunios y su inigualable don de gente. La humildad ha sido una de las virtudes que María Guadalupe ha practicado con mayor devoción; ello le ha permitido estar alejada de la vanidad, el ego y el falso orgullo que en ocasiones se enquistan en personas que han manejado cuotas de poder.

María Guadalupe ha honrado la lealtad y el compromiso de la amistad. Ha sido fiel y solidaria con los amigos de su vida, a quienes los ha acompañado en sus alegrías y tristezas, sirviéndoles desinteresadamente.
La sonrisa en sus labios, la palabra dulce, el abrazo fraterno y la búsqueda de acuerdos para hacer posible la paz y la cordura, son actitudes que han caracterizado su actuación, sirviéndonos de ejemplo a los que creemos que una buena y bendecida vida es aquella en la que practicamos el amor y la solidaridad con el prójimo, el más grande mandamiento que nos pide el Señor.

Con alegría y mucho orgullo, su Universidad y los compañeros de vida universitaria están homenajeando su extraordinaria trayectoria. En tal sentido, la Facultad de Ingeniería acordó por unanimidad, con la aprobación del Consejo Universitario, un reconocimiento con su nombre que será otorgado a los estudiantes con los mejores promedios de todas las escuelas que conforman la Facultad de Ingeniería; asimismo, fue bautizado con el nombre “Doctora María Guadalupe Núñez de Parra”, el edificio donde funcionan las Escuelas de Ingeniería Química y de Petróleo, en el Núcleo Técnico de LUZ.

De igual manera, el miércoles 22 del presente mes, el Consejo Universitario le confirió el Doctorado Honoris Causa a nuestra amiga y compañera de tantas luchas, con el cual se hace justicia a una mujer maravillosa que siempre ha llevado a LUZ en lo más profundo de su corazón y su alma.   

Honor a quien honor merece querida amiga; tú te ganaste con amor y don de gente, capacidad de trabajo y servicio, vida sencilla, honestidad intachable y la profunda lealtad con la que has honrado a tu querida familia y a tus grandes afectos, este reconocimiento que en pleno te hace LUZ y todos los que nos sentimos orgullosos de ser tus amigos. Que Dios te bendiga y te regale salud y larga vida. ¡Felicidades querida y respetada Vice-Rectora!

Profesor Titular de LUZ

martes, 14 de junio de 2016

¡No tendrán el perdón de los venezolanos!

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Sólo el Señor es el Juez Supremo para castigar o perdonar los pecados de los hombres, pero pienso que las conductas orientadas por la maldad merecen el rechazo contundente y el castigo social de la mayoría de los ciudadanos. Existen ofensas y humillaciones que quedan grabadas en el alma de los pueblos y, a pesar del transcurso del tiempo, no pueden ser borradas. Permanecen vivas en el recuerdo y son transmitidas de generación en generación. Quién  puede olvidar acaso el genocidio de millones de judíos y gitanos cometidos por Hitler y sus secuaces; o, más recientemente, la muerte y desaparición de estudiantes en la localidad de Iguala, en el estado de Guerrero en México. Son actos ignominiosos que desnudan el odio y la perversión de algunos seres humanos en contra de su prójimo.

Por eso quienes han ofendido, humillando y martirizando al pueblo de Venezuela, en estos últimos diecisiete años, difícilmente recibirán el perdón de los venezolanos; esas ofensas no pueden ser almacenadas en el baúl del olvido porque la magnitud del daño ha sido enorme e infame. Créanme, que no pretendo estimular una venganza que desemboque en más confrontación y violencia desbordada; sólo deseo que haya justicia y que los venezolanos no olvidemos estas atrocidades para que jamás volvamos a tener como gobernantes a forajidos inmorales como estos revolucionarios hipócritas y de doble moral.

La justicia tarda pero siempre llega, y ningún hombre por poderoso que sea escapa de ella. La muerte de niños venezolanos por la escasez de medicinas para el cáncer y otras enfermedades crónicas, o por falta de leche y de alimentos, no quedará impune. El llanto y el sufrimiento de las madres que han perdido a sus hijos  serán recompensados por la misericordia del Señor, pero aquellos que propiciaron la muerte de inocentes recibirán el repudio de todo un país y seguramente del mundo. No podemos olvidar que este régimen se empeña en negar una crisis humanitaria que ellos crearon y, mucho peor,  bloquean toda ayuda internacional que pueda minimizar nuestra agonía.

No tendrán perdón social por su lengua mentirosa, por la maquinación de perversas acciones y porque sus pies corren presurosos al mal. Serán castigados por este pueblo porque la voracidad de su grotesca corrupción, saqueó el dinero de los venezolanos y ahora vivimos la peor pobreza y las más grandes calamidades de nuestra historia; por culpa de esos delincuentes de cuello rojo, nuestro pueblo se muere de hambre, clamando con desesperación y angustia alimentos y medicinas, mientras que los cuerpos de seguridad los reprime y masacra por protestar pacíficamente. Y ese es un crimen abominable, que debe llenarnos de fuerza para que la justicia los encuentre en el último rincón donde se escondan, como ratas atemorizadas clamando piedad.

No tendrán perdón de los venezolanos porque han sometido a nuestros ancianos a una crueldad indescriptible, al negarles la paz y la tranquilidad que merecen, los alimentos y la asistencia médica cuando ya está cerca el final de sus días terrenales, después de habernos entregado todo su amor, esfuerzos y dedicación. No han tenido misericordia con nadie y por eso serán castigados.

No tendrán perdón porque sembraron la discordia entre hermanos, dividiendo a un pueblo solidario y fraterno. Inocularon la división de un pueblo que siempre mostró amor y tolerancia para superar las diferencias que se suscitan normalmente en la vida diaria. Estos impíos sembraron el odio, el rencor y el resentimiento, con la pretensión de poner a luchar a pueblo contra pueblo, a cambio de defender una ideología que nos llenó de desgracias.
No tendrán perdón porque han forjado embustes y falsos testimonios para tratar de librarse de las maldades que engendran sus corazones, culpando a inocentes de los sufrimientos que padecemos gracias a sus perversiones. Han pretendido engañar al país con una falsa paz y un dialogo en el que no creen, y han comprado la conciencia de ciertos gobernantes e instancias internacionales, a través de la chequera petrolera, fabricando mentiras y patrañas que inmediatamente quedan al descubierto con su discurso soez  y violento, y con acciones que violan flagrantemente los derechos fundamentales de los venezolanos.

No tendrán perdón porque son cientos de miles los venezolanos vilmente asesinados durante estos diecisiete años, en manos de delincuentes y colectivos que reciben la protección y la impunidad por parte de las autoridades. No podrán ser perdonados, porque la avaricia e inmoralidad de jueces al servicio del poder corrompido, han encarcelado a venezolanos inocentes que se atrevieron a defender los derechos ciudadanos y rescatar la libertad y la democracia de la nación. Nuestros presos políticos –dirigentes, ciudadanos comunes y estudiantes- gozarán más temprano que tarde del disfrute pleno de la libertad y la alegría del reencuentro con sus familias y amigos.

Ellos recibirán el castigo social porque destruyeron la luz y los vivos colores que acompañaban nuestros amaneceres y atardeceres, llenándonos de sombras que proyectan la oscuridad y las ruinas de un país que ha perdido sus sueños y esperanzas; ellos sembraron el luto donde antes había alegría, el miedo donde había libertad, y la muerte donde antes existió la vida.

Este régimen ha separado a miles de familias venezolanas, convirtiéndonos en un país migrante cuando antes extendíamos nuestros brazos solidarios para recibir a extranjeros que confiaban en las potencialidades de esta tierra de gracia. Hoy con lágrimas y un dolor que desgarra nuestros corazones, debemos despedir a nuestros hijos que, en búsqueda de un mejor porvenir, se ven obligados abandonar su país, su familia, sus afectos y sus recuerdos. Ese sufrimiento que hoy nos entristece, por culpa de unos desalmados que desprecian el talento de nuestros jóvenes y profesionales, será retribuido grandemente por la misericordia divina.

Serán castigados quienes abusan de la arrogancia del poder, e impiden a millones de venezolanos transitar por la vía constitucional, electoral y pacífica para hacer posible el cambio de rumbo de un país que ya no puede soportar más desidia, injusticia y miseria. Por eso, el peor castigo que por ahora podemos propinarle a esta mafia que nos desgobierna, es organizarnos y trabajar afanosamente para superar las triquiñuelas que desde el CNE y Miraflores han inventado para impedir el referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro. Que nada nos detenga, que nada nos desmotive, desmoralice y desmovilice. Su final está cerca porque éste es un régimen agónico pero aún muy peligroso. 

Por último,  tengamos presente que “donde hay soberbia, allí habrá ignominia; más donde hay humildad, habrá sabiduría… De nada servirán las riquezas en el dia de la venganza, más  la justicia nos librará de la muerte” (Proverbios XI: 2, 4).

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 8 de junio de 2016

La conveniencia o la utilización del diálogo

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

El diálogo es parte fundamental en los procesos de negociación que caracteriza a las democracias. Es el mecanismo civilizado para dirimir las diferencias y solucionar los conflictos. Pero para que el diálogo  produzca buenos resultados, debe fundamentarse en normas aceptadas por ambas partes porque, de lo contrario, pierde su poder como vía para evitar la profundización de la crisis.

Nuestro país se debate en estos difíciles días, entre un diálogo que provoque una salida pacífica a la pavorosa crisis que vivimos, o en un estallido social con consecuencias impredecibles. El problema estriba en que el régimen quiere usar el diálogo para ganar tiempo, colocando unilateralmente las condiciones y los facilitadores del diálogo. En pocas palabras, el gobierno de Maduro quiere pagarse y darse el vuelto, sin importarle la dramática situación que vivimos todos los venezolanos.

Los venezolanos queremos un diálogo que nos permita vivir en paz; que de una vez por todas garantice las condiciones para un cambio político que nos libere de esta mafia gobernante. De ninguna manera, el diálogo debe servir para que los que han saqueado al país sigan gobernando, sigan destruyendo lo poco que queda en pie, mientras millones de venezolanos mueren de hambre porque no hay alimentos; mueren por falta de atención médica y medicamentos; o mueren porque son vilmente asesinados en manos de delincuentes protegidos por los cuerpos de seguridad del Estado. Ese es el diálogo al que apuesta el régimen, ignorando el clamor de más del 80% de los venezolanos que demanda cambio y bienestar, porque sencillamente con Maduro no existe la mínima posibilidad de mejoría.  

El diálogo que defiende el régimen es falso, sólo es usado para sus intereses de perpetuarse en el poder, porque los sufrimientos del pueblo venezolano jamás les han preocupado. Siguen insistiendo que este caos es culpa de otros, porque en más de diecisiete años ellos le han dado paz y bienestar a la nación. Que inmorales son. Siguen insistiendo en un discurso manipulador, malgastando millones de dólares en publicidad y en la diplomacia petrolera, para hacer creer que la oposición democrática es la culpable de todos nuestros males; pretenden hacernos creer que la oposición es violenta e intenta salir de Maduro a través de un golpe de estado o desestabilizando al país. Ellos son los únicos golpistas que juegan con la paciencia de un pueblo que se cansó de tanta indignidad.

Qué equivocados están estos revolucionarios de pacotilla; siguen pensando igual que cuando poseían el apoyo mayoritario de la gente, circunstancias en las que Chávez se creía un ser providencial con poder y capacidad para aniquilar a sus opositores y hacer realidad todos sus caprichos megalómanos. Todavía una minoría de estos corruptos piensa que tienen tanto poder como para controlar y secuestrar el destino de todo un país.

Las cosas cambiaron en este país. Los ex presidentes Zapatero, Fernández y Torrijos –facilitadores del diálogo que promueve el régimen- piensan que el tiempo de las negociaciones que maneja el gobierno se ajusta al tiempo de un pueblo con hambre, que ya no aguanta más tantos sufrimientos. La paciencia llegó a sus límites y lo que este pueblo quiere es la activación de un mecanismo constitucional que permita, a la mayor brevedad posible, concretar un cambio que traiga consigo la salida de Maduro del poder y, a través de los votos, elegir un nuevo gobierno que convoque la unidad nacional para dirigir un gobierno de emergencia que coadyuve a la solución de los graves problemas que heredamos de la revolución. Así de sencillo, no queremos otra cosa.

El interés de mantenerse en el poder, o de conquistarlo, no puede ser superior a las legítimas demandas de la nación que clama por la llegada de mejores tiempos, que nos permitan recobrar la paz, la libertad, la justicia y el progreso que perdimos en tiempos de una revolución corrupta e inepta. Ni los facilitadores o chulos internacionales, ni los más radicales del régimen que defienden lo indefendible, ni aquellos que quieren mantenerse en el poder por miedo a la justicia, tienen derecho a doblegar la voluntad de un país que está dispuesto apoyar el referéndum revocatorio como el mecanismo más expedito para hacer posible el cambio constitucional que todos aspiramos.

En estos momentos de tanta aflicción, la prioridad son los derechos y necesidades de los venezolanos, y no la defensa de un gobierno que perdió el rumbo y quiere arrastrarnos a un caos descomunal como nunca lo hemos vivido. Dios quiera, que los más prudentes del oficialismo, tengan suficiente voluntad y coraje para presionar a un presidente que vive su propio laberinto, cada vez más lejos de la realidad que atraviesa el país que desgobierna, so pena de ser eliminados de la escena política venezolana.

El diálogo verdadero y fructífero es el principal aliado del referéndum revocatorio, por tal razón debemos seguir apoyando e impulsando todas las iniciativas que permitan realizarlo. La salida pacífica, electoral y constitucional de Nicolás Maduro es lo mejor que puede sucedernos. Sigamos luchando porque el hambre de Venezuela no espera más. Ojala el régimen entienda de una buena vez esta realidad y evite, junto a las irresponsables rectoras del CNE, el derramamiento de sangre inocente que desembocaría en mayor violencia, pobreza y degradación moral.

Profesor Titular de LUZ

miércoles, 1 de junio de 2016

Una válvula de escape

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La búsqueda del orden es una prioridad fundamental para la política. Todos los esfuerzos tendentes para alcanzarlo son justificables, siempre y cuando prevalezca la democracia y el sistema de libertades que ésta consagra. Cuando hablamos de orden, nos referimos a la necesaria estabilidad y equilibrio institucional que requiere una sociedad para garantizar la convivencia cívica y pacífica entre sus ciudadanos, así como la atención oportuna de las demandas sociales conforme a las normas y a la capacidad distributiva del sistema político.

El orden al que nos referimos emana de la libertad y la democracia, y no de la fuerza que proviene de la violencia y de las armas. Ese orden militarista y guerrerista es la antítesis de la civilidad que debe caracterizar a la sociedad moderna, en la que sus gobiernos están sometidos al imperio de la ley, y orientados por las ideas, el respeto y el entendimiento en la diversidad.

Cuando el orden se encuentra en peligro, el sistema político debe abrir válvulas de escape que le permitan drenar las tensiones y conflictos políticos y sociales que atentan con destruir su estabilidad institucional. En caso que el sistema político impida la activación de esas válvulas, el caos y la anarquía serán los factores que desgobiernen la sociedad, con el inmenso peligro de iniciar una espiral de violencia cuyo final resulta impredecible.

Esa es la situación que experimenta Venezuela hoy por hoy. Un régimen absolutamente incapaz de resolver los problemas del país, acompañado de un equipo de ineptos y corruptos que perdieron la brújula de la nación. Un régimen que no garantiza el orden institucional de la República, sometido a permanentes violaciones de la Carta Magna y al desconocimiento de la Asamblea Nacional,  representante de la soberanía popular. Un régimen que además viola derechos fundamentales de los venezolanos, como son la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y la seguridad. Por ello, el gobierno de Nicolás Maduro es el principal enemigo del orden, la paz y la estabilidad institucional de Venezuela. Urge en consecuencia, por el bien de todos los venezolanos, activar el referéndum revocatorio para rescatar la democracia e impedir el caos que pueda llevarnos a un escenario de confrontación que desemboque en una guerra civil.

Estoy convencido que el referéndum revocatorio, como válvula constitucional de escape, nos conviene a todos. En primer lugar, a los millones de venezolanos que estamos demandando un cambio político que nos devuelva el bienestar, la tranquilidad, los sueños y las esperanzas que este régimen forajido nos robó. También le conviene a los factores democráticos para que puedan dirigir un gobierno responsable, incluyente, capaz de inspirarnos para la grandeza y la unidad nacional, y con talento suficiente para reconstruir el país sobre las ruinas que nos dejó la revolución.

Pero el referéndum revocatorio, aunque los radicales obstinadamente lo nieguen, también le conviene al chavismo, puesto que les permitiría deslastrarse de dirigentes y gobernantes que se aprovecharon de la buena fe de sus seguidores para enriquecerse con el dinero de los venezolanos. Les permitiría también reinventarse y rectificar sus errores, a fin de ganar la credibilidad y confianza de sus adeptos, hoy engañados y utilizados por las mafias gobernantes. Desde luego, el referéndum no le conviene a Maduro, por cuanto esto supondría dejarlo fuera del poder sin las truculencias y corruptelas que hasta ahora lo mantienen ileso judicialmente. Como diría Darwin Chávez, el “costo de la salida” es la mayor preocupación del régimen.

Con la salida de Maduro, factores críticos del chavismo podrían actuar con libertad, honestidad y sapiencia para garantizar la sobrevivencia del chavismo a mediano y largo plazo. Lo contrario significaría su hundimiento junto al régimen de Maduro y sus acólitos, impidiendo la posibilidad de emerger posteriormente en la escena política venezolana.

La válvula de escape para la profunda crisis de Venezuela, representada en el ejercicio del voto a través de un referéndum revocatorio, es una necesidad impostergable que bien podría realizarse este mismo año, si así lo permite la responsabilidad histórica de las cuatro rectoras del CNE, especialmente, la señora Tibisay Lucena. Para que esto pueda ser una realidad es fundamental la organización popular, pacífica y determinante de los venezolanos, acompañado de la unidad y compromiso de los factores democráticos que, hoy día, cuentan con un vigoroso respaldo internacional.

Sólo con una salida electoral y constitucional, los venezolanos podremos iniciar el camino del cambio en paz y democracia, como realmente nos conviene a todos por igual, excepto a los irresponsables y forajidos del régimen que están empeñados en instalar una dictadura que eche por la borda la democracia que tanto nos costó construir.

Profesor Titular de LUZ