miércoles, 23 de diciembre de 2015


La Esperanza: amiga inseparable

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

Expresa Julio Cortázar que “la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Sin esperanza la vida carecería de la luz que neutraliza las penas y angustias que se cruzan a lo largo de nuestro tránsito terrenal. La esperanza es la amiga inseparable que nos dice a cada instante que vale la pena vivir y luchar para ser felices porque, en definitiva, la esperanza es un préstamo que se le hace a la felicidad de cada ser humano.

La esperanza es la fuerza que nos mantiene vivos, la que nos llena de fe en la espera que algo mejor suceda. “La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros” (Samuel Smiles). Es la luz que alumbra el camino y nos llena de vitalidad para seguir caminando por penoso que sea viaje, en la convicción que en cualquier momento encontraremos un hermoso paraje donde podamos descansar y llenarnos de nuevas energías para proseguir el viaje.

En momentos tan difíciles para los venezolanos, la esperanza debe elevarse mucho más porque los días por venir estarán llenos de más carencias e incertidumbre; pero a pesar de ello, aunque parezca difícil creerlo, los venezolanos tenemos razones para ser optimistas. El pasado 6 de diciembre logramos hacer posible lo que parecía imposible. Dimos un paso al frente y derrotamos democráticamente al continuismo y al fracaso representado por un régimen guapetón, arrogante e inmoral. Y estamos dispuestos a fortalecer la unidad del país para iniciar una nueva etapa donde la libertad, la justicia y el progreso sean las banderas que con orgullo y alegría enarbolemos todos los venezolanos.

Para iniciar la construcción del país por el que votamos casi 8 millones de venezolanos, es necesario seguir contagiándonos de esperanza para combatir las tropelías de un régimen que se empecina en desconocer y violar la soberanía popular. Hace falta esperanza que nos llene de fe y fortaleza porque, definitivamente, este país decidió cambiar y no hay fuerza humana capaz de detenerlo.

Esa esperanza que tanta falta nos hace, la tenemos muy cerca de nosotros. Podemos sentirla con cada amanecer y, en vísperas del nacimiento del Niño Jesús, se apodera de todo nuestro ser para que cada uno de nuestros esfuerzos transite por caminos de fe, paz y perseverancia, acompañada de la alegría que nos regala el Niño Dios.

Con la llegada de la Navidad, en presencia del Redentor del mundo, el Rey de Reyes que hizo del amor su principal mandamiento, vamos a convertirnos en constructores de esperanza viva, esa que consciente de las dificultades, nos motiva seguir luchando porque existen muchas razones que nos permitirán vivir en el país que tanto anhelamos.

Tener esperanza no es debilidad ni ingenuidad; no es esconder la realidad y vivir sumergidos en un falso paraíso; no, la esperanza es el motor de la vida, es la voz que nos susurra que por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes, porque como dijo Tito Livio “el sol no se ha puesto aún por última vez”.

Que el nacimiento del Niño Dios renueve la fe y la esperanza de los venezolanos; fortalezca nuestro espíritu para que más temprano que tarde podamos disfrutar de esta Venezuela grande y hermosa que se alberga en lo mejor de nuestros corazones.

A todos mis queridos lectores les envío un saludo de Navidad acompañado de los mejores deseos de paz, amor y bienestar, convencido que la esperanza nos hará fuertes para continuar luchando por todo aquello que con legítima razón nos merecemos.

 
Profesor Titular de LUZ

miércoles, 16 de diciembre de 2015


¿Qué debemos aprender del 6-D?

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

La jornada democrática que vivimos el pasado 6 de diciembre, nos deja muchas lecciones que debemos aprender si deseamos consolidar el cambio por el que votamos la inmensa mayoría de los venezolanos. Después de más de una semana de las elecciones, y con la mente más serena y alejada de los deseos mal intencionados de quienes no terminan de asimilar la contundente victoria de los demócratas, podemos plasmar algunas de las lecturas que proyecta el 6-D.    

1.- Venezuela es una nación amante de la paz. El pueblo esperó pacientemente la oportunidad que le ofreció la democracia para votar por el cambio. En esta oportunidad, la violencia perdió la batalla y los violentos siguen equivocándose con un pueblo que prefiere los votos, antes que las armas y las bravuconadas de un grupito que se resiste a ver el nacimiento de una nueva era en Venezuela.

2.- Los venezolanos demostramos que somos más inteligentes de lo que muchos suponen. Oí tantas veces que este es un pueblo sumiso, que se deja comprar por una bolsa de comida, o se paraliza de miedo por la arrogancia y los abusos del régimen. Nada de eso sucedió. Los venezolanos nos llenamos de valentía y derrotamos el miedo, la intimidación y el ventajismo que provee el poder cuando es utilizado para martirizar a los venezolanos. Debemos aprender que cuando un pueblo decide abrazar el cambio, no hay fuerza humana que lo detenga.

3.- El poder no es eterno ni se compra con dádivas y limosnas. Vamos aprender que, dentro de la democracia, los ciudadanos castigan la mala gestión de sus gobernantes. Cuando un pueblo descubre que el único culpable de sus desgracias es el gobierno, de nada vale buscar a terceros como responsables de sus errores. La guerra económica, la burguesía apátrida y genocida, el imperialismo y la derecha oligárquica, son epítetos vacios y falsos en los oídos de un pueblo que no se dejó engañar por tanta basura ideológica.

4.- En política hay frases que jamás deben decirse, y mucho menos convertirlas en banderas de lucha, porque el que escupe para arriba le cae la saliva. ¡No volverán, no volverán!, sigue coreando la minoría radical revolucionaria que piensa que los 112 diputados de la Unidad Democrática, son el producto de un ejercicio de laboratorio, porque se niegan aceptar que esos diputados representan la legítima soberanía popular. El 6-D nos enseñó que la oposición democrática venezolana no estaba muerta, andaba organizándose para conquistar la confianza de la mayoría de la nación. Y ahora bañada con ese extraordinario apoyo popular, debe arreciar la lucha democrática para que podamos disfrutar  del cambio de un modelo, un estilo y un liderazgo que destruyó sin piedad ni misericordia las oportunidades de desarrollo y progreso del país.

5.- Este es un régimen demasiado predecible en sus estrategias y acciones. Por eso debemos recordar que sus actuaciones de profunda irracionalidad, inmadurez e infantilismo post-electoral, no es nuevo. Ya sucedió en el 2007 cuando Chávez calificó la victoria de los factores democráticos como “una victoria pírrica, una victoria de mierda”. Ahora, Maduro dice que “ganaron porque el pueblo se dejó engañar por la guerra económica”. No se vislumbran las rectificaciones que exige el pueblo, sino que hablan de rectificaciones revolucionarias para radicalizar un modelo ideológico contra el que votó la mayoría nacional. La lección es que los radicalismos empiezan a ser un periódico de ayer para gran parte de los venezolanos. Las demandas están orientadas al abandono de la agenda política-ideológica para asumir con responsabilidad una agenda social, acompañada de un diálogo sincero y el concurso de todos los sectores de la vida nacional, como única opción para salir de esta feroz crisis causada por la revolución.

6.- La unidad es el valor más importante de los factores democráticos venezolanos. El 6-D proyectó con contundencia que ahora más que nunca la Unidad es fundamental para iniciar la construcción del cambio. La Unidad no es una entelequia, ni un discurso vacio, sino la estrategia más acertada que ha implementado la alternativa democrática durante este período de déficit democrático. Se demostró que la lucha por Venezuela es más importante que los intereses y visiones particulares de los partidos políticos. Esta Unidad debe estar presente durante muchos años más, hasta tener la absoluta convicción que el cáncer del odio, la división, la destrucción, la corrupción y la inmoralidad ha sido extirpado por la fuerza y la grandeza de un pueblo que sigue luchando unido.

7.- La polarización política va a continuar en este país, hasta tanto no se rescate completamente la institucionalidad democrática y se normalice la competencia electoral; por ello, no hay cabida para terceras vías porque la economía del voto las aniquila el día de las elecciones. Aquellos que, con razón o sin ella, se empecinan en formar grupos de independientes, le hacen un flaco favor al cambio que ya inició su tránsito por el país. Vamos a luchar unidos para combatir este modelo autoritario y fracasado, después vendrán mejores tiempos para todos.

8.- El triunfo debe administrarse con prudencia e inteligencia. Este triunfo no le pertenece a una de las parcelas políticas del país. Es la victoria de todo un pueblo que decidió dar un paso al frente y castigar a sus victimarios; por ello, la Unidad Democrática debe ejercer el poder legislativo con sentido de servicio y acompañamiento a un país que encontró en ella la posibilidad de salir adelante y combatir con firmeza a quienes son los únicos culpables del estado de postración que injusta e inexplicablemente estamos viviendo los venezolanos. Si se hacen bien las cosas, el pueblo seguirá apoyándolos y empezará a percibirlos como una real opción de poder, basada en la confianza, la responsabilidad y el compromiso con el país; de lo contrario, los castigará como castigaron ayer a los revolucionarios. La política es compleja y dinámica, actuemos con racionalidad para aprovechar al máximo las oportunidades que nos ofrece la inmensa mayoría de los venezolanos. No perdamos un juego que costó tanto ganarlo.

Profesor Titular de LUZ

martes, 8 de diciembre de 2015


Lealtades rotas

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

La lealtad política es un tema complejo dentro de la politología porque su análisis depende de múltiples factores donde se mezcla el afecto, la ideología, las actitudes, la cultura y tradición familiar, la sociedad y la economía. Cuando la lealtad política está sustentada en razones afectivas (identificación, compromiso, etc.), tiende a ser más perdurable en el tiempo que cuando se fundamenta en razones meramente cuantitativas (beneficios, prebendas, intereses). En todo caso, la lealtad política es una variable que puede cambiar a lo largo de la vida de una persona.

Los venezolanos somos proclives a mantener lealtades políticas relativamente estables en el tiempo. En el primer período de la democracia (1958-1998), las lealtades se repartieron entre los dos principales partidos, como fueron Acción Democrática y COPEI, desarrollando profundos lazos de identificación partidista, expresados en frases tan populares como “adeco es adeco hasta que se muera”. Con la crisis de legitimidad de esos partidos, la lealtad se resquebrajó y se conectó, a partir de 1998, con una nueva ideología eminentemente mesiánica y populista, centrada en la figura de Hugo Chávez Frías.

Han transcurrido diecisiete años desde la instauración del proceso revolucionario, y de cara a los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado domingo, resulta pertinente evaluar la lealtad política de los revolucionarios. ¿Acaso es el fin de la lealtad hacia la revolución?, ¿existen evidencias para pensar que esas lealtades están rotas?, ¿está emergiendo una nueva lealtad política entre los venezolanos?

Es prematuro responder tan difíciles preguntas, pero ciertamente están sucediendo eventos que apuntan hacia un resquebrajamiento de las lealtades políticas dominantes en Venezuela. La aplastante derrota del oficialismo el 6 de diciembre, puede interpretarse como un signo de cansancio y desencanto de electores que hasta hace poco tiempo defendían las bondades de la revolución chavista y, hoy día, muchos de ellos demandan un cambio de rumbo en el país, responsabilizando directamente a Nicolás Maduro de tan estruendosa derrota.

En esta coyuntura de minusvalía electoral, podríamos inferir que la lealtad chavista resultó más utilitaria que afectiva o emocional, en consecuencia, es más inestable y menos perdurable en el tiempo. Cuando la tasa de utilidad –entiéndase beneficios, pensiones, misiones, prebendas, etc.- proporcionada por el gobierno a los ciudadanos se ve afectada, emergen electores más racionales que buscan restituir lo perdido, apoyando la opción que le garantice mejorar su tasa de utilidad. En el caso de Venezuela, no sólo los beneficios directos que distribuye el gobierno a través de las misiones han disminuido substancialmente –apenas llegan al 8% de los hogares pobres-, sino que la economía en general experimenta una crisis colosal que está afectando a más del 80% de la población. En tales circunstancias, se encienden las alarmas de la lealtad en contra de quienes propiciaron condiciones de vida deplorables, especialmente, a nivel de los más pobres.

Al evaluar los resultados de las últimas elecciones nacionales, se ilustra la abultada pérdida de las lealtades chavistas. En las elecciones presidenciales del 2012, Chávez obtuvo 8.191.132 votos; en las elecciones del 2013, Maduro alcanzó 7.587.579 votos; y, el pasado 6-D, el PSUV descendió a 6.079.919 votos, registrando una pérdida de 2.111.213 electores en poco más de dos años. Por el contrario, la oposición experimentó, en ese mismo lapso de tiempo, un incremento de 1.804.775 sufragios, obteniendo una votación de 65.27%, porcentaje jamás obtenido por el presidente Hugo Chávez en todas las elecciones en las que participó. Este apoyo mayoritario por la MUD, ¿presagia el nacimiento de una nueva lealtad política? Aun es temprano para afirmarlo, pero las cosas ya no serán iguales en la política venezolana.

Definitivamente, el país decidió transitar por el camino del cambio, dejando muy claro que el chavismo, a pesar de sus más connotados líderes, no se quedará en Venezuela por siempre. Otra cosa que empieza a dilucidarse es que la lealtad hacia la revolución, está muy lejos del “amor” y la identificación que despertó Acción Democrática en sus tiempos de gloria. El afecto por Chávez y su revolución tienen nombres propios: misiones, pensiones, viviendas, ayudas, etc., pero una vez que éstas empiezan a escasear como los alimentos, las medicinas, la seguridad y la capacidad de compra, la adhesión de los electores chavistas empieza a cambia a modo “Racional”, ya que los beneficios que reciben son abrumadoramente menores que el costo que representa apoyar la revolución. En la medida que se profundice el deterioro de la economía nacional, haciéndose más evidente la incapacidad de Maduro para revertir la profunda crisis que vivimos los venezolanos, menor será la lealtad hacia el proceso revolucionario, perdiendo progresivamente la influencia política, tal como sucedió con AD y Copei.

Por el momento, algunos oficialistas prefirieron abstenerse que terminar de dar el salto a la otra opción política, pero mientras mayor sea la crisis y menor sea la tasa de utilidad, se producirán cambios más sólidos en las lealtades actuales, hasta lograr que la opción que sea percibida como garantía para mejorar la calidad de vida, se convierta en mayoría definitiva y con ella emerja una nueva lealtad política entre los venezolanos. En política nada es eterno y el que así lo crea, no conoce la verdadera idiosincrasia de un país que, como Venezuela, tiene características políticas muy peculiares, tal como lo reseñan episodios cruciales a lo largo de nuestra historia.

                                        Profesor Titular de LUZ

martes, 1 de diciembre de 2015


¡Ahora le toca a Venezuela!

 Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

El 6 de diciembre es una fecha histórica para los venezolanos. Es el tiempo de tomar una decisión firme y perdurable en torno a las dos opciones del país que queremos. Un país que continúe gobernado por un modelo político autoritario, excluyente, abusivo, corrupto, incapaz e inmoral, con el peor desempeño gubernamental del que los venezolanos tengamos memoria; o, con un cambio de rumbo que propicie la construcción de un modelo político democrático, responsable y con voluntad para unir a los venezolanos en la difícil tarea de reconstruir un país arruinado por el populismo, la politiquería y el impresionante robo de miles de millones de dólares por parte de una minoría criminal que hoy, con su cara bien lavada, pide de nuevo la confianza de los ciudadanos para seguir defalcando a la nación y secuestrar por siempre nuestro presente y futuro.

Ciertamente, el mesianismo y providencialismo de muchos líderes latinoamericanos -extraordinarios encantadores de serpientes-, ha sido un cultivo fértil para que nuestros pueblos elijan gobiernos que a la larga resultan peores que los males que juraron desterrar; Venezuela, es el mejor ejemplo de esta tragedia populista que lleva ya diecisiete años en nuestra existencia republicana. Pero también es cierto, que la historia está llena de ejemplos de naciones que aprovecharon inteligentemente  las oportunidades para rectificar sus errores e iniciar una nueva época que, con el concurso de todos, levantaron una sociedad más democrática, moderna y de progreso. Esa es la misma oportunidad que tendremos los venezolanos el 6 de diciembre y no podemos darnos el lujo de desaprovecharla porque, de lo contrario, nos costará mucho más sangre, sudor y lágrimas salir de este estado de postración en el que nos colocó la revolución chavista-madurista. Este es un régimen que vive en perfecta alianza con el fracaso y la pobreza, por eso no tiene nada mejor que ofrecernos a los venezolanos.

El análisis objetivo de la actual situación de Venezuela, plantea con claridad que estamos frente al quiebre histórico de un modelo y el potencial resurgimiento del cambio de rumbo de la nación, pero eso sólo será posible si creemos en nuestra voluntad de cambio y de lucha por un mejor país para todos. Y esa voluntad y determinación podemos hacerla efectiva a partir del 6 de diciembre, cuando estemos frente a la máquina de votación, solos con nuestra conciencia, responsabilidad y dignidad como ciudadanos que nos merecemos una Venezuela unida, fraterna, alegre y próspera. En ese momento tan íntimo y personal, el voto se convierte en el arma poderosa que puede emanciparnos de la servidumbre con la que pretenden dominarnos. Es una oportunidad muy corta, apenas segundos, que tendremos para pensar en el país que queremos para nuestras familias e hijos; es un momento que puede permitirnos hacer realidad nuestros sueños y esperanzas; liberarnos de un proyecto político que sólo nos ha traído desgracias y tristezas. Es el momento para ponerle un freno a un régimen que desprecia a la inmensa mayoría de los venezolanos.

Este es el tiempo de Venezuela y de todos los venezolanos, sin distingos de ninguna naturaleza. Es hora de revelarnos contra una camarilla que se burla de nuestra inteligencia, que piensa que somos ignorantes e indignos de vivir en un país que está llamado a ser libre por siempre. Es el momento de decirle no al continuismo, al pasado y al recuerdo de un líder al que siguen invocando para continuar la destrucción suprema del país.

Es el momento de luchar alrededor de la unidad nacional para exaltar los nobles sentimientos que aun nos acompañan, porque soy de los que piensa que en este país somos más los buenos que los malos que destruyeron un país imposible de ser arruinado.

Si confiamos en el poder del voto que nos ofrece la democracia, a pesar del déficit institucional, y acudimos masivamente a las mesas de votación, defendiendo cada uno de los millones de votos por el cambio y la unidad, podremos decir con absoluta convicción al amanecer del 7 de diciembre, que gracias a los venezolanos y a su profundo amor por la democracia, la libertad y la paz, ¡Ahora le toca a Venezuela!

     Profesor Titular de LUZ