¡Insólito!
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Me había prometido no
echarle más leña al fuego con el tema de la unidad de la oposición, dejándoles
ese trabajo a los guerreros del Twitter, pero el insólito curso de los últimos acontecimientos
me obligan a expresar algunas ideas sobre tan polémico y complejo asunto. La
oposición venezolano bregó durante mucho tiempo hasta lograr dinamitar su bien
más preciado, como es la unidad. Aunque valdría la pena preguntarse, ¿acaso hubo
alguna vez unidad política, estratégica y de largo alcance entre la dirigencia
opositora, o lo que prevaleció más bien fue una unidad coyuntural y electoral,
impregnada del cálculo político?
Resulta difícil comprender las
divisiones y contradicciones que gravitan alrededor de la oposición venezolana,
precisamente, en circunstancias tan desfavorables para el gobierno. Por un
lado, Maduro proyecta su mayor incapacidad para resolver los problemas del país
y, por otro lado, la profunda crisis nos sumerge en una miseria espantosa. Y
todavía con tan nefastas consecuencias, el régimen logró uno de sus principales
objetivos, pulverizar a la oposición a través de un enfrentamiento irracional
entre las diferentes facciones que integran la Mesa de la Unidad.
El 23 de octubre de 2017
debemos recordarlo como la fecha en la que la unidad de la oposición, tal como
había funcionado hasta ahora, desapareció para dar paso a nuevos episodios cuyo
desenlace aún desconocemos. Lo cierto es que, de ahora en adelante, se instaura
una fase más dura y larga en la lucha por el rescate de la libertad y la
reinstitucionalización democrática de Venezuela. La dictadura, en cambio,
muestra orgullosa sus logros políticos, mientras que la inmensa mayoría de los
venezolanos entran en una nueva fase de confusión y frustración, acompañada por
un sentimiento de desconfianza e incredulidad en el estamento político de la
nación. Por esta vía nos acercamos aceleradamente a la antipolítica, actitud
que facilitó el ascenso de Chávez al poder en 1998.
La juramentación de los
cuatro gobernadores de Acción Democrática, ante la ANC, puede considerarse como
el punto de quiebre de la oposición democrática. Existen razones de sobras para
justificar la presencia o no ante la constituyente ilegítima y espuria; que
cada quien asuma su responsabilidad ante la historia, pero lo que me parece
aborrecible y totalmente absurdo es la división frontal y definitiva de la
oposición en un asunto que pudo tener un mejor final. La actitud correcta era
que los gobernadores actuasen en bloque, tal como lo señaló reiteradamente Juan
Pablo Guanipa, para proyectar una visión de unidad y fortaleza moral frente al
jolgorio del régimen por una victoria electoral amañada que no refleja la
voluntad libre y soberana de la mayoría de los venezolanos. Lo correcto era
mantenerse en unidad frente a las arbitrariedades, abusos y vejámenes de un
régimen dictatorial que logró que algunos sectores de la oposición legitimaran
lo que el pueblo había repudiado desde hace tiempo.
Como defensor ferviente de
la unidad, hago votos para que la oposición venezolana vuelva al cauce y se
coloque a la altura de su responsabilidad y compromiso con la patria; convencido
estoy que sin la unidad, la inteligencia, el desprendimiento y el patriotismo
de los partidos democráticos, nos costará mucho más armar una estrategia que
haga posible el cambio del rumbo político de la nación, con el apoyo y la comprensión
de las mayorías nacionales. Para ello, hace falta asumir con gallardía los
errores cometidos e iniciar un proceso de pedagogía y madurez políticas que
responsablemente tracen el camino para la solución de la crisis, dando a
conocer las dificultades y obstáculos para alcanzar el objetivo; sólo así los
venezolanos sentiremos que los políticos nos están hablando con la verdad y
podremos sumarnos con mayor compromiso para liberar a Venezuela de esta dictadura
incapaz, corrupta e inmoral.
La oposición debe acometer
un proceso de autocrítica sincera y racional para renovar la confianza de sus
conciudadanos y reconstruir, de esa manera, una conexión emocional fuerte y
duradera con todos los sectores de la vida nacional. Asimismo, la oposición
debe mantener una comunicación transparente y permanente con el pueblo
venezolano, sin esconder nada por miedo de ser atacada u odiada. Lo que se hace
a escondidas, siempre sale a la luz pública con las terribles consecuencias que
generan la burla y el engaño al pueblo. En esta nueva etapa de la oposición, en
la que debería privar la sensatez y el bienestar colectivo, es necesario
sepultar las descalificaciones internas que provienen de lenguas envenenadas
por la impulsividad y la falta de sindéresis de algunos dirigentes. Es momento
oportuno para colocar un freno a tantos disparates e inconsecuencias que
aumentan el desánimo y frustración de la gente; es hora que nuestros políticos
actúen conforme a lo que pregonan en sus discursos y empiecen a ser más serios
y coherentes.
Es la hora de defender los supremos intereses de los venezolanos
y dejar a un lado los cálculos políticos y las carantoñas con el régimen con la idea de garantizarse ciertos
beneficios y prebendas. Es hora, carajo, que los políticos se pongan los pantalones
largos y reconozcan al verdadero enemigo de los venezolanos, porque estoy
seguro que, en estos momentos, el culpable de nuestras desgracias está bailando
una salsa caraqueña, al ver el triste espectáculo que ofrece una oposición
dividida y sin rumbo.
Es insólito, inaudito e
increíble que la oposición esté cavando su propia tumba, en vez de aprovechar
con inteligencia las oportunidades generadas por la incapacidad de un régimen reconocido
como dictadura por gran parte de las naciones civilizadas; en vez de hacerle
frente a los abusos y trampas orquestadas el 15-O, como continuidad del 30-J,
están insultándose tan soezmente que con dificultad podrán recoger esas palabras
en un futuro inmediato.
Este triste espectáculo de la
oposición nos desmotiva a quienes confiamos en la madurez y desprendimiento de
los políticos, convencido que son ellos parte fundamental de esta lucha. Pero
ahora, ¿qué va a pasar? Con tristeza percibo, muy a pesar de mis deseos, el
empoderamiento ilegítimo, abusivo y autoritario de Maduro, acompañado del
peligroso y explosivo empeoramiento de la crisis nacional. Frente a esta
tragedia, observáremos ciudadanos desencantados que no encuentran razones
válidas para votar, que no confían más en los políticos, que decidirán marcharse
del país o que se cruzarán de brazos movidos por una anomia que puede terminar
de enterrar los valores democráticos que todavía tenemos.
Ojalá políticos, ciudadanos
y organizaciones sociales podamos entender la inmensidad de esta tragedia que
destruye el presente y secuestra el futuro de la nación, para que asumamos con
valentía y firmeza el compromiso de liberar a nuestra patria de esta plaga que
en mala hora llegó al poder. Si no entendemos la gravedad del asunto, entonces,
diremos con llanto desgarrador, ¡Grande Maduro, contra todo pronóstico lograste
el propósito de destruir a Venezuela y a los venezolanos!
Profesor Titular de LUZ