Hagamos posible lo imposible
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Esa corta frase proyecta la vocación democrática de
Macri, porque su lucha política la basó en el poder del voto popular y en la
participación ciudadana, en vez de transitar atajos que pudieran afectar la
maltratada institucionalidad argentina. El voto libre y soberano fue el verdadero
protagonista de esa hazaña que derrotó al continuismo de doce años, para empoderar
en esa nación una nueva forma de hacer política y de relacionarse con la
sociedad.
Hacer posible lo imposible, encarna el esfuerzo y
dedicación de quienes creyeron en el cambio, convenciendo a los escépticos, a
los desesperanzados, a aquellos que pensaban que el abusivo ventajismo del
régimen era suficiente para aferrarse al poder de manera indefinida. Les tocó enfrentar el control inmoral de un régimen que secuestró
las instituciones públicas para su beneficio particular, y combatir la
propaganda de la mentira y del miedo que pretendió intimidar y desmoralizar a
una nación que dejó de confiar en quienes descaradamente los engañan.
Pero lo más significativo de esa frase es que pone de
relieve el esfuerzo, la voluntad y la férrea determinación de una mayoría de
ciudadanos que decidió luchar contra un liderazgo mesiánico para confiar en la
unidad nacional, el trabajo en equipo y en las capacidades transformadoras de
la sociedad argentina. El verdadero cambio lo acompaña la inteligencia y
perseverancia de los ciudadanos y nunca la charlatanería de líderes iluminados
que creen encarnar el espíritu de la patria y su inexorable destino.
Los 5.098 Kms. que separan a Caracas de Buenos Aires,
no representan obstáculo alguno para que los venezolanos aprendamos de la extraordinaria
jornada democrática que los argentinos protagonizaron el pasado 22 de
noviembre. Esa hazaña nos hace pensar en la célebre frase de Gandhi: “Recordad que a lo largo de la historia,
siempre ha habido tiranos y asesinos, y por un tiempo, han parecido
invencibles. Pero siempre han acabado cayendo. Siempre”. Los regímenes abusivos y autoritarios no
tienen duración indefinida; todo lo contrario, tienen fecha de caducidad, y esa
fecha la establece la voluntad indómita de ciudadanos que no permiten que una
minoría los utilicen –llamándolos pueblo ó patria- para perpetuarse en el poder
a través de un modelo ideológico retrógrado que sólo busca satisfacer los caprichos y
apetencias de sus seudolíderes.
Ojalá, los venezolanos aprendamos de la experiencia
argentina porque, si bien es cierto existen particularidades propias de ambos
países, el régimen kichnerista y el chavista-madurista tienen muchas semejanzas;
ambos se empeñaron en destruir sus respectivos países, dejando una estela de
pobreza, hambre y odio social.
Tenemos el compromiso histórico de hacer posible lo
imposible, convencernos que sí se puede porque las exigencias de cambio y
progreso son más fuertes que el continuismo de un modelo que nos lleva
inexorablemente a la ruina total. Venzamos el miedo y dejemos de creer que sólo
con ellos es posible la paz y el bienestar de Venezuela, cuando sobran testimonios
que nos dicen cada día que su principal arma es la violencia y el odio.
Convenzámonos que con este modelo no tenemos presente ni futuro; que vale la
pena darnos la oportunidad de cambiar todo aquello que nos ha dañado como
sociedad, porque cuando un pueblo se
levanta para luchar por el cambio y un futuro promisorio, no existen trampas, bayonetas, ni amenazas que lo detengan.
La hazaña que los argentinos protagonizaron la semana pasada, podemos
continuarla los venezolanos votando masivamente el 6 de diciembre por el cambio
y contra este gobierno hambreador que no tiene capacidad ni moral para gobernar
a nuestro hermoso país. ¡Votemos todos, esa es nuestra mejor opción!
Profesor Titular de LUZ