Represión económica
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Podrán reprimir brutalmente las protestas pacíficas y
asesinar a jóvenes que luchan por sus sueños. Podrán seguir violando el Estado
de Derecho, pensando que el régimen se fortalece gracias a los excesos y
arbitrariedades propios de una dictadura; podrán seguir aparentando que aquí
todo está normal, pero no podrán esconder el peso de la peor crisis económica
que hemos vivido los venezolanos; una crisis que nos golpea sin misericordia a
todos por igual.
Si bien es cierto que las protestas que recorren las
calles de Venezuela, han tenido como signo común la represión de los cuerpos
militares y paramiltares, no es menos cierto que el régimen tiene diversas
maneras de reprimir al pueblo venezolano, incluyendo aquellos que en su tiempo
creyeron en las bondades de un proceso que terminó siendo la más grande estafa
de nuestra historia.
Una de las peores represiones que sufre el pueblo de a
pie es la crisis económica. Esa crisis que castiga a nuestras amas de casa
cuando hacen colas interminables para buscar los alimentos que no aparecen en
los anaqueles, ni siquiera en los abastos administrados por el gobierno. Esa
angustia de buscar leche, azúcar, pastas, papel higiénico, pollo, o aceite, que
termina en frustración por no encontrar lo que la familia necesita o, en el
mejor de los casos, se encuentra menos de la cantidad requerida, gracias al
racionamiento que opera a la vista de todos. La represión que sentimos cuando
los salarios miserables se los traga la inflación más alta del planeta, acabando
con la poca calidad de vida que este desgobierno nos está dejando.
El gobierno reprime con toda su fuerza al impedir que
existan empleos productivos y de calidad, ya que su meta es expropiar o
arruinar cuanta empresa próspera se tropiece; creando más pobreza y atraso; reprime
a los que siguen estafando en su buena fe, al proporcionarles empleos mediocres
y mal pagados con los cuales jamás podrán salir de la pobreza, máxima
pretensión de un régimen que necesita de súbditos y esclavos para mantenerse en
el poder.
La revolución reprime al pueblo con la corrupción que
engorda las fortunas de los boliburgueses, dejando al pueblo plegado de
miserias. Igualito que en las casas de cartón que cantaba Alí Primera. Esa
corrupción grotesca que impide que los venezolanos tengamos acceso a una salud
de calidad, o a una educación que nos encamine hacia la sociedad del
conocimiento. Una doble moral revolucionaria que acusa a terceros, del robo de
miles de millones de dólares en la entrega de divisas a empresas de maletín, o
al financiamiento de obras que quedan a mitad del camino porque los recursos se
los roban potentados y contratistas revolucionarios. Dinero del pueblo que va a
parar a cuentas millonarias en el imperio, en Suiza o en los llamados paraísos fiscales.
Esa represión duele más que las balas, perdigones y gases lacrimógenos porque,
en definitiva, es la lanza que destruye el futuro promisorio al que tenemos
derecho todos los venezolanos.
Esa represión que nos aniquila como sociedad de progreso
debemos denunciarla con fuerza. Conversar con los que aun no se atreven
acompañar las protestas y con argumentos convincentes, iniciar el proceso de
desarticular las lealtades incomprensibles con una revolución cuyo interés no
es la salvación del pueblo, sino la defensa de los intereses que les permita
mantener el poder dentro de la dictadura. Esa es la tarea inmediata de quienes creemos
que Venezuela nació para ser grande.
Profesor Titular de LUZ