Desprecio por la Universidad
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Los déspotas desprecian la educación porque la ven
como el adversario poderoso que lucha contra la implementación de sus modelos
totalitarios. Son muchos los pensadores que han escrito acerca del peligro que
corren los pueblos cuyos gobernantes se burlan de las ideas y del conocimiento,
porque su prioridad son las armas, la mediocridad y la ignorancia. Decía Martin
Luther King que “una nación que gasta más dinero en armamento militar que en
programas sociales y educación, se acerca a la muerte espiritual”. Con este
régimen, en Venezuela estamos cerca de tan terrible final.
Un gobierno que coloca la educación en segundo plano, o
la utiliza con fines eminentemente ideológicos, condena a la sociedad al fracaso
y a su total destrucción, porque como diría Nelson Mandela “la educación es el
gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación que la hija de
un campesino puede llegar a ser médico, que el hijo de un minero puede llegar a
ser cabeza de la mina, que el descendiente de unos labriegos puede llegar a ser
presidente de una gran nación. No es lo que nos viene dado, sino la capacidad
de valorar lo mejor que tenemos lo que distingue a una persona de otra”. La
sumatoria del desarrollo personal, adquirido a través de una educación de
calidad, se traduce en progreso y bienestar para la sociedad, en oportunidades
para todos. La educación es el mejor antídoto para la pobreza y la marginalidad
de cualquier naturaleza; tiene el don de potenciar el talento y la iniciativa
privada; es capaz de cultivar los valores y las prácticas que identifican a una
sociedad libre integrada por ciudadanos íntegros.
Una de las principales tareas de un gobierno
responsable es promover, preservar y defender el derecho de la educación para
todos sus conciudadanos, garantizando la formación de hombres y mujeres útiles,
exitosos y comprometidos con el país, la sociedad y su familia. Pero la
formación de los ciudadanos les corresponde a maestros y profesores, quienes deben
trabajar afanosamente y calificarse para cumplir a cabalidad tan delicada
misión; desde esta perspectiva, los profesores deben ser considerados como
pilares fundamentales de cualquier sociedad moderna.
¿Cuál es la situación actual de los profesores
universitarios en Venezuela? Ante todo es necesario aclarar que para este
régimen los profesores universitarios somos ciudadanos de segunda o de tercera
categoría. En su escala de prioridades primero están los militares,
funcionarios o clientes que siguen apoyando este modelo fracasado y destructivo.
Ellos son dignos de la mayor consideración del régimen, incluyendo incrementos
salariales apenas se oyen voces de descontento dentro de los cuarteles,
especialmente, en las altas esferas militares. No es necesario crear mesas de
trabajo ni largas e infructuosas negociaciones para discutir esos asuntos; sólo
basta un decreto presidencial para hacer efectivo de inmediato el incremento
salarial y otros tantos beneficios laborales.
En el caso de los profesores universitarios, desde
hace cinco meses el gobierno mantiene reuniones con los gremios para firmar el segundo
contrato colectivo, después de dos años de retraso. La semana pasada, el
gobierno presentó una contrapropuesta salarial absolutamente injusta y fuera de
cualquier lógica; la hemos considerado como la peor burla y desprecio a la
universidad venezolana. Es la evidencia más contundente de lo qué significamos
para este régimen; en palabras sencillas, somos considerados sus adversarios
porque jamás avalaremos con nuestro silencio y complicidad sus tropelías y
corruptelas.
Estamos pagando caro nuestra “rebeldía”, porque no
hemos aceptado la censura y el silenciamiento académico y moral, la
uniformización del pensamiento, ni las sanciones y caprichos que el régimen
quiere imponernos; nos castigan porque somos
una universidad al servicio de la libertad y la democracia; una
universidad que ha jugado papel protagónico en el desarrollo y progreso de Venezuela
y los venezolanos. Esta universidad jamás se ha arrodillado ante dictadores y
autócratas de los siglos XIX, XX y XXI. No
han podido callarnos a pesar del cerco financiero con el que quieren asfixiar
la academia, la investigación y la extensión; han violado frecuentemente la
autonomía universitaria para atemorizarnos y acobardarnos frente a un régimen
que tiene cada menos razón y menos autoridad moral; nos niegan salarios y beneficios
laborales dignos, absolutamente necesarios para sobrevivir en esta locura económica
con sueldos de poco más de 20 dólares mensuales a profesores titulares. Han
impedido desde hace más de tres años, la celebración de elecciones libres y
democráticas para renovar las autoridades del gobierno universitario, algo
inconcebible dentro del Estado de Derecho que proclama la Constitución. Ya no
nos llaman profesores, como legalmente se denomina nuestro oficio, sino trabajadores
universitarios. Pero nada de eso no nos amilana ni desmerita nuestra capacidad,
talentos y dedicación. Somos la luz en tiempos de oscuridad.
Cada día intentan nuevas afrentas y triquiñuelas para
desmoralizarnos porque saben que nos asiste la verdad y la razón. Frente a la
burla y el desprecio del régimen, frente a las injusticias y arbitrariedades,
es necesario mantenernos unidos y más firmes que nunca. Es vital inmiscuir en nuestra
lucha a la sociedad civil, a los estudiantes, padres y representantes, a los
egresados y gremios profesionales, a los partidos políticos democráticos, a los
empresarios y comerciantes, a las iglesias; a todos y cada uno de los
venezolanos. Esta es una lucha que no sólo le pertenece a los universitarios de
buena voluntad; es la lucha por la defensa de las ideas y del conocimiento
frente a la ignominia y la ignorancia; es la lucha de la dignidad y el progreso
frente a las pretensiones de convertirnos en esclavos de una ideología que
degrada al ser humano a niveles intolerables de pobreza y de miseria.
Es la hora de la Universidad grande, responsable,
valiente, libre, democrática, al servicio de la sociedad del conocimiento y la
tecnología. Es nuestro compromiso luchar juntos para defenderla por siempre de
quienes han sido sus enemigos a través de la historia, porque los tiranos pasan pero la Universidad vivirá siempre.
Profesor Titular de LUZ