martes, 9 de diciembre de 2014


No hay mal que dure cien años…

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)


Como dice el refrán popular “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. La situación del país es tan dramática que difícilmente uno pueda pensar que aquí no pasará absolutamente nada. Por algún lado drenará esta sensación de deterioro generalizado, tal como el pus que sale de una herida cuando está infectada. El país está enfermo y el mejor remedio para combatir esa enfermedad, es la firmeza y determinación de un pueblo que está harto de las mentiras e incapacidades de un régimen que secuestró nuestras esperanzas por un futuro mejor para todos.

Es increíble como en tan poco tiempo la situación de Venezuela haya empeorado vertiginosamente. Eso no significa que con Chávez los venezolanos vivíamos en un lecho de rosas, pero su liderazgo mantenía anestesiado a buena parte del país, porque no habían aflorado las nefastas consecuencias de un régimen que desde el primer momento equivocó el rumbo de Venezuela. Con un gobierno que dejó un camino amplio y lleno de luz, para transitar por vericuetos oscuros y sucios, no podíamos esperar que, en manos de un improvisado que llegó al poder por razones sobrevenidas, la situación iba a cambiar favorablemente. La enfermedad venía avanzando y con Maduro hizo crisis. Y mientras perdure esta concepción del gobierno, el poder y la política, los venezolanos seguiremos cayendo sin posibilidad alguna de recuperación. Urge la construcción de un cambio que nos devuelva la democracia, la libertad, la justicia y el progreso para todos, sin las odiosas exclusiones a las que nos acostumbró esta revolución de pacotilla.

De verdad, la situación de la nación amerita una profunda reflexión por parte de cada uno de los venezolanos. Convencernos que hay otras opciones mejor que esta pesadilla que nos aniquila como sociedad que aspira a la modernidad. Una vez convencidos de este desastre que será peor con cada amanecer, actuar unidos, sin mezquindades ni intereses personalistas, hacia objetivos supremos sustentados en nuestra Carta Magna. No se trata de ser conspiradores como seguramente nos acusará el régimen; se trata de defender nuestros derechos y la legítima aspiración de progresar en paz y libertad, frente a un gobierno que defraudó la confianza de la pírrica mayoría que lo llevó al poder. Con este gobierno no existe posibilidad alguna de avanzar, salvo para los enchufados corruptos que siguen raspando la olla, en medio de las peores calamidades que hemos vivido desde que se inauguró el sistema democrático en 1958.

Por eso es necesario e impostergable que el bloque democrático piense y actúe conforme a una estrategia común y viable, una estrategia que permita esbozar un discurso y una oferta de gobierno apoyada mayoritariamente por la nación. Es fundamental enamorar y conquistar a los que hoy están defraudados o, como diría Maduro, “confundidos”, porque sólo así lograremos sumar más voluntades que, con absoluta legitimidad, aspiramos vivir en un país seguro y confortable; donde funcionen los servicios públicos; con un sistema educativo que privilegie la calidad, la meritocracia y el valor del trabajo; con una efectiva y equitativa administración de justicia; con una economía fuerte asistida por una empresa privada eficiente y socialmente responsable; con trabajos y emprendimientos dignos y productivos; un país donde cada venezolano valga por los derechos y deberes consagrados en la Constitución y no por lo que decide el “caudillo”. Una sociedad donde nadie nos obligue a vivir y actuar dentro de un modelo que secuestra nuestro libre albedrío. Un país por el que nos sintamos orgullosos y comprometidos en la permanente construcción por hacerlo el mejor país del mundo.
 
Esas son las motivaciones que nos deben impulsar a luchar con denuedo y pasión, sin importar que nos acusen de traidores y conspiradores. En definitiva, nadie que luche por la verdad, la libertad, la justicia y el progreso, podrá ser acusado de desestabilizador y conspirador, por quienes realmente traicionaron la fe, el futuro, la esperanza de treinta millones de venezolanos. Si es así entonces para este régimen todos seremos conspiradores. Estamos a tiempo, a pesar de las dificultades.

                                Profesor Titular de LUZ

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