“Elecciones”
en dictadura
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
En dictadura se vota, en democracia
se elige. Sólo con elecciones libres, legítimas y competitivas, los ciudadanos
pueden ejercer el derecho del voto para elegir gobiernos producto de la
voluntad mayoritaria de los electores. Todo lo demás es un fraude.
Los cubanos han votado durante
más de sesenta años de revolución castrista y siguen sumidos en una de las
peores tiranías criminales del mundo. Las elecciones en Cuba sólo han servido
para mantener en el poder al clan genocida de los Castro y destruir la vida, el presente y el futuro de los
cubanos. Esa lección la aprendió muy bien Hugo Chávez, superada en grado
superlativo por Nicolás Maduro.
El fraude del 6 de
diciembre, orquestado por Maduro y por un grupo de opositores tarifados, igualmente
tiene como propósito atornillar en el poder a la dictadura chavista-madurista,
apoyada en una Asamblea Nacional que va a cumplir al pie de la letra los designios
del tirano, en búsqueda de encontrar la legitimidad que el fraude nunca podrá
devolverles.
Los que creen que el fraude
traerá cambios positivos en la trágica situación de Venezuela, están
equivocados. El régimen pretende mantenerse indefinidamente en el poder y los
diputados alacranes desean disfrutar del generoso pago por los servicios
prestados a la tiranía. Los que crean que con esa asamblea nacional se
restituirá la institucionalidad democrática secuestrada por el propio régimen,
no entienden que ellos pagan y se dan el vuelto, se creen los amos del país.
Con esa escoria gobernante, los venezolanos jamás tendremos posibilidades de salir
de esta descomunal crisis.
Con el fraude consumado a la
vista de los venezolanos y de la comunidad internacional, Maduro pretende eliminar
cualquier vestigio democrático, así como a la desarticulada oposición
venezolana para terminar de instaurar el anhelado comunismo castrista chavista.
Creo que no les resultará fácil hacerlo.
Si bien la pandemia del
covid-19 le ha sido favorable al régimen de Maduro, pienso que con el fraude no
correrán con la misma suerte. La inmensa mayoría de los venezolanos no va
participar en ese sainete; la escasísima participación electoral va a
profundizar el desprecio que sentimos los venezolanos por el régimen, fortaleciéndose
el rechazo que la comunidad internacional tiene por la dictadura madurista.
También es cierto que el
fraude agravará la crisis política e institucional de Venezuela, abriendo
desafíos que deben resolverse en el corto plazo. Por un lado, en enero del 2021
vence el período constitucional de la legítima Asamblea Nacional dirigida por
Juan Guaidó y se instalaría la asamblea fraudulenta e ilegítima. ¿Se extenderá
la continuidad administrativa de la legítima Asamblea Nacional? ¿Seguiremos con
dos asambleas, dos gobiernos y con dobles instituciones? Frente a esta realidad
tan compleja resulta imposible pensar en un escenario que posibilite una salida
política de la crisis.
Por otra parte, a la verdadera
oposición le corresponde asumir con inteligencia y desprendimiento los grandes
retos que tiene por delante. El tiempo se les agota. Reconstruir la confianza y
la credibilidad que perdió por sembrar altas expectativas que no han sido
cumplidas; lograr la conexión y la confianza de la gente, convenciéndola que
efectivamente existe una estrategia factible que nos permita alcanzar el cambio
político; iniciar la recomposición interna de los cuadros y estructuras,
privilegiando la unidad de propósito y estrategia, porque para que los
venezolanos confiemos en la oposición, deben dar muestras efectivas que realmente los anima la libertad del país,
dejando a un lado agendas ocultas, egos tóxicos y escenarios improbables que
sólo existe en la mente de algunos dirigentes.
La consulta popular
propuesta por la sociedad civil e impulsada por el interinato de Juan Guaidó,
podría ser una nueva oportunidad para que la oposición se reinvente y logre
aglutinar el apoyo mayoritario de los venezolanos en una ruta efectiva para
rescatar la libertad y la democracia, teniendo muy en cuenta el apoyo
internacional, bastante disminuido por la pandemia y por la tensa situación
política que vive Estados Unidos a raíz de las elecciones del 3 de noviembre. Lograr
reconstruir el apoyo mayoritario entre los venezolanos y reconquistar un sólido
apoyo de la comunidad internacional, es otro de los grandes desafíos que la
oposición democrática debe superar exitosamente.
Sin embargo, lo único cierto
que hasta este momento tenemos los venezolanos, es un panorama sombrío para el
2021; el juego político cerrado, sin solución del conflicto a corto plazo, con
un país cada vez más empobrecido y con el aumento de la diáspora una vez que
bajen los efectos de la pandemia.
Reitero que la esperanza que
aun palpita en millones de corazones venezolanos, sólo podremos hacer realidad
con un espíritu unitario en el que la libertad y la democracia sea la única
opción por la que luchemos juntos oposición y ciudadanos.
Profesor Titular Emérito
de la Universidad del Zulia (Venezuela)
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