Los
desafíos de la democracia norteamericana
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
En plena efervescencia, me
atrevo a plasmar algunas reflexiones en torno a la compleja realidad que está
experimentando Estados Unidos, a raíz de las elecciones presidenciales del
pasado 3 de noviembre.
Vienen tiempos difíciles
para esa gran nación; quienes piensen que ésta es una situación pasajera están
equivocados en sus apreciaciones. Los retos son muchos y la capacidad para
enfrentarlos inmensa.
Los desafíos que hoy
enfrenta Estados Unidos son de diversa índole y múltiples las causas que los
generan. En mi opinión, para ser justos, es conveniente dejar de lado los
prejuicios que descalifican cualquier análisis.
Pensar que Trump es el único responsable
del conflicto norteamericano es una opinión tan sesgada como aquella que
plantea su absoluta inocencia en el problema.
La sociedad norteamericana
está secuestrada por el radicalismo de izquierda y el de derecha. La política
ha llevado al país a extremos peligrosos que podrían confluir en episodios muy
lamentables en el devenir de esa nación. No es posible tolerar los excesos de
un liberalismo desenfrenado, apoyado por grupos fanáticos del partido
demócrata, ni mucho menos el conservadurismo que promueve la supremacía blanca,
defendido por Trump y algunos líderes del partido republicano. Una democracia
sana se fundamenta en ideas que reúnan el mayor nivel de consenso posible de la
sociedad, colocando límites institucionales a proyectos que pretendan llevar al
país al barranco. El primer gran desafío es la construcción de un discurso
conciliador, incluyente y que ponga el énfasis en las virtudes que han empoderado
a la democracia y al Estado de Derecho. Es momento oportuno para implementar la
política pedagógica que promueva el fortalecimiento de los valores de la
cultura democrática norteamericana, actualmente amenazada.
El otro gran desafío es
sanar las heridas producidas por la polarización política y la profunda
división que ha perturbado el alma de esa nación. Al igual que el radicalismo,
cuando la división se adueña de la sociedad, entonces, se debilita el interés
general de la nación para favorecer a grupos de poder que pretenden dominar a
la sociedad e imponer una agenda propia, transformada por los medios de
comunicación en la agenda que debe seguir la nación. Le corresponde al
presidente Biden erigirse en el líder de todos los norteamericanos, dando
cabida en su gobierno a ideas diferentes a las suyas, impedir una política revanchista
contra sus adversarios políticos y fortalecer las instituciones democráticas.
Si por el contrario, es incapaz de zafarse de grupos radicales que lo apoyaron
en su campaña, entonces, se profundizará la crisis atentando lamentablemente contra
la institucionalidad democrática de ese gran país.
Por otra parte, la
democracia se fortalece en la medida que su sistema electoral es transparente,
ecuánime e imparcial, protegido de toda duda que pueda afectar su idoneidad. Si
bien es cierto que el sistema electoral norteamericano ha funcionado durante
mucho tiempo, también es cierto que debe ajustarse a condiciones diferentes a
las que le dieron origen. El colegio electoral no siempre representa la
voluntad mayoritaria de los ciudadanos y la opinión de las minorías. El
candidato que gana un estado, por estrecho que sea el margen de la victoria, se
lleva en su totalidad los representantes electorales, dejando sin valor los
votos de quienes sufragaron por el candidato perdedor. A ello se le suma, la
cantidad de disposiciones y normas electorales establecidas de manera autónoma
por los estados de la unión. Un mínimo de homogeneidad y coherencia de esas normas
ayudaría a implementar un sistema electoral sólido, cuyos resultados no se vean
afectados por interpretaciones legales y políticas de partes interesadas.
Hay razones suficientes,
expresadas desde hace mucho tiempo atrás, para acometer una evaluación objetiva
del actual sistema electoral norteamericano y realizar las reformas necesarias
para adecuarlo a los nuevos tiempos porque, querámoslo o no, en estas
elecciones el sistema salió afectado, cuando menos ha dejado en el ambiente
dudas acerca de su efectivo funcionamiento. Eliminar las dudas electorales, es
otro de los grandes desafíos que debe enfrentar la democracia más estable del
planeta.
La salud de la
institucionalidad democrática de Estados Unidos es un tema que debe
interesarnos a todos. Hago votos porque la racionalidad política se imponga
sobre la mezquindad de quienes se empeñan en destruir el legado de libertad que
hemos aprendido de la nación norteamericana.
Profesor Titular Emérito
de la Universidad del Zulia (Venezuela)
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