El
6 de junio: la disyuntiva mexicana
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Sin exagerar, hay momentos
en que los países se juegan el presente y el futuro. El próximo 6 de junio es
uno de esos momentos para México. La elección de ese día no es una más de las
tantas que han tenido los mexicanos. En esta oportunidad, la disyuntiva será votar
para fortalecer la democracia y la institucionalidad republicana o votar por un
sistema político basado en el autoritarismo personal de un líder que cree estar
por encima de la Constitución y de las leyes. ¡Mucho cuidado! porque está en
juego nada más y nada menos que la libertad de México en todas las áreas del quehacer
humano. Podrían dar un salto al vacío y perder todo lo que han logrado para
construir una democracia imperfecta, pero al fin y al cabo perfectible con la participación
responsable y comprometida de dirigentes y ciudadanos.
La democracia se fortalece
con base a acuerdos entre los actores políticos que permiten reunir el mayor
nivel de consenso posible, en torno a decisiones y políticas públicas con alto
impacto para la sociedad. Estos acuerdos se producen dentro de procesos de
negociación –entendida como el arte de la
política- en el que las partes ventilan sus propuestas y posiciones para
seleccionar, finalmente, aquellas que reflejen un mínimo de entendimiento. Ello
supone un juego en el que los actores deben perder algo para obtener una
ganancia que satisfaga una parte de sus aspiraciones iniciales. Sólo en
regímenes autoritarios, el líder supremo gana todo a costa de las pérdidas de
la sociedad.
En las democracias occidentales,
el centro natural de las negociaciones políticas lo constituye el poder
legislativo; en el caso de México, el Congreso de la Unión es una de las
instancias donde operan los contrapesos
y equilibrios institucionales para garantizar que el poder ejecutivo desarrolle
una gestión apegada a la Constitución y a las leyes, preservando los intereses
supremos de la República. Esa labor de contraloría y fiscalización es
fundamental para proteger la libertad, la pluralidad de ideas y el
robustecimiento de la democracia.
En estos tiempos difíciles y
de mucha incertidumbre, por el bien de México y de la democracia, es necesario
elegir un Congreso más equilibrado, con una nueva correlación de fuerzas políticas
que representen legítimamente la vasta pluralidad mexicana; es necesario que
prevalezca el sentido común y la grandeza de México, por encima de intereses de
líderes y de grupos políticos; hoy en día es vital la unidad de México. Esto
será posible si lo mexicanos votan el 6 de junio para que Morena no obtenga la
mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, evitando la tentación autoritaria
y populista que se cierne sobre el país, y con ello la polarización, el odio y
la división social, letales para el futuro de la sociedad.
Seguir comparando la
realidad mexicana con la de otros países, por ejemplo Venezuela, no tiene caso
por aquello que nadie escarmienta por cabeza ajena. Cada nación tiene sus
propias particularidades, su historia, así como los mecanismos para superar las
crisis o, por el contrario, anclarse en el pasado que le cierra el paso a los
cambios que está experimentando la humanidad entera.
México, al igual que el
resto del mundo, tiene frente a sus ojos grandes retos y desafíos que exigen el
involucramiento y participación de toda la sociedad. Con absoluta
responsabilidad puedo afirmar que los problemas del país, agravados por la
pandemia del covid-19, no podrán resolverse con las ideas y la visión de un
solo hombre acompañado por un partido cuyo principal propósito es acatar
obedientemente las decisiones, directrices y hasta caprichos de su único líder,
sin importar las consecuencias que ello pueda acarrearle al país.
México necesita reactivar la
economía para generar empleos productivos y de calidad; ello supone un
ambicioso plan basado en la confianza y en la certeza jurídica para impulsar
las inversiones nacionales y extranjeras y fortalecer las empresas privadas,
generadoras de siete de cada diez empleos mexicanos. También requiere de
voluntad política y decisiones firmes, ajenas a la impunidad, para minimizar el
clima de violencia que ha aumentado peligrosamente en los dos últimos años;
necesita también de una política de apoyos sociales orientadas a sacar de la
pobreza a millones de familias, fomentando el emprendedurismo y la iniciativa
individual, y no convertirlos en programas utilitarios y asistencialistas que
profundizan la dependencia de los ciudadanos con el Estado, cuando lo que hace
falta es más ciudadanía y menos control estatal.
Estos y otros retos podrán
enfrentarse con una oposición que tenga influencia real en la toma de
decisiones y en la elaboración de leyes, que estén al servicio de un proyecto
nacional que represente a todos los mexicanos y no a una parcialidad que, como
Morena, pretende convertirse en la hegemonía dominante. Para ello es necesario
que los mexicanos hagan uso del voto útil que garantice los equilibrios y
contrapesos que tanta falta hacen para preservar la democracia como el sistema
político y de vida de los mexicanos. Hago votos porque el 6 de junio gane
México, gane la libertad y gane la democracia.
Profesor Titular Emérito
de la Universidad del Zulia (Venezuela)
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