¿Para qué una nueva Asamblea
Nacional?
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
El próximo 6 de diciembre, los venezolanos estamos
convocados para elegir los diputados de la Asamblea Nacional. Esta no es una
elección cualquiera, porque buena parte del futuro de la nación lo debatiremos
ese día. Tendremos la posibilidad de elegir diputados capaces y con voluntad
para defender los intereses de todos los venezolanos, en vez de los actuales
que sólo levantan sus manos para
complacer los caprichos y disparates de un gobierno que ha demostrado su incapacidad,
vocación violenta e insaciable apetito de corrupción.
La Asamblea Nacional es la suprema representación de
la soberanía popular; es la esencia de la ciudadanía en una sociedad
democrática y moderna. Funciona como una institución de contrapesos y
equilibrios entre los diferentes poderes públicos, contribuyendo con la buena
marcha de la democracia. La Asamblea Nacional tiene la atribución de controlar
y fiscalizar la gestión del Ejecutivo
Nacional, proveyéndolo de los instrumentos legales para el cabal cumplimiento
de sus obligaciones y señalándole, además, el rumbo correcto cuando sus excesos
u omisiones comprometen el interés general de la nación. La Asamblea Nacional es
el auditorio por excelencia para practicar el respeto, la libertad de expresión
y la pluralidad de ideas que caracterizan a una sociedad moderna. Por estas
razones debemos votar para elegir una nueva Asamblea Nacional.
La nueva Asamblea Nacional debe ser fiel reflejo de la
realidad del país, incluyendo su cultura, diversidad, idiosincrasia y valores; debe
ser lo contrario a la defensa e imposición de la hegemonía de una minoría
política del país, tal como lo hacen los diputados oficialistas que consolidan
un modelo autoritario, excluyente e inmoral. Esas prácticas perversas podemos
cambiarlas el próximo 6 de diciembre, para dar paso a la inclusión, decencia y
moralidad que demanda una República azotada por los abusos de un régimen autocrático
que vive del culto grotesco hacia un único líder.
Los problemas de Venezuela son muy graves y, en los
próximos meses, serán mucho peores, si no logramos ponerle freno a la demencia
del régimen, exigiéndole rectificar ante tanta improvisación e irresponsabilidad.
Necesitamos que el país empiece a construir un cambio desde la Asamblea Nacional,
pero para ello se requiere que la Unidad Democrática obtenga una mayoría
contundente para que pueda realizar una gestión que nos favorezca a todos. Es necesario
que la participación sea masiva para enviarle al gobierno un claro mensaje de
cambio y de unidad del pueblo venezolano.
Si el 6-D gana la oposición democrática, no
amaneceremos el 7 con un nuevo gobierno. Maduro seguirá siendo presidente,
acompañado con el mismo TSJ, CNE y los otros poderes públicos en manos del
oficialismo. Eso sí, ya Diosdado Cabello no será presidente de la Asamblea,
ahorrándonos sus descalificaciones y humillaciones llenas de arrogancia
mediocre que ofende a millones de venezolanos. Podemos iniciar el tránsito por un camino
mejor y más amplio, porque el gobierno ya tendrá quien lo controle y fiscalice;
ya no podrán hacer todo cuanto les dé la gana. Estarán obligados a escuchar
nuevas propuestas e implementar acciones que permitan ir desmotando el complejo
e ineficaz andamiaje burocrático de esta revolución. Se darán cuenta que en
Venezuela ellos no están solos porque existen otras fuerzas de poder,
legitimadas con el voto popular. Se acabaría la hegemonía roja y se daría paso
a un sistema político de convivencia y respeto dentro de las diferencias que
caracterizan a la democracia.
Estoy convencido que con una nueva Asamblea Nacional
rescataremos la confianza y credibilidad en la política al servicio de los
venezolanos; desde allí, se impulsarán reformas importantes que permitan ir
resolviendo progresivamente las profundas deformaciones que se han enquistado
con el proceso revolucionario. Dejará de ser una institución al servicio del
engaño, la mentira y manipulación para empezar a debatir temas trascendentes
para la nación, lejos de la frivolidad, violencia y folclorismo de los
diputados del PSUV.
La Asamblea Nacional podrá realizar la labor de
legislar en nombre de todos los venezolanos, pues, ya no estará sometida a las
imposiciones de leyes habilitantes que sólo han servido para profundizar los
errores de un gobierno que desde hace mucho tiempo perdió la brújula del país.
Y, por último, sólo pensar que efectivamente no hay
mal que dure cien años, nos dará el impulso para continuar luchando en la
seguridad que es posible construir un país como el que nos merecemos la inmensa
mayoría de los venezolanos; un país donde se respire libertad, justicia, paz y
mucha voluntad para trabajar unidos en nombre de la grandeza de Venezuela. El
cambio es posible sólo si votamos masiva y correctamente el 6-D; de lo
contrario, seguiremos sumergidos en esta vorágine que le falta poco para que
nos destruya completamente.
Profesor Titular de LUZ
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