Doble moral revolucionaria con
las Universidades
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Se dice que la doble moral “es un criterio aplicado
cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en
el tratamiento dado a diferentes grupos de personas”; en ese caso, la persona o
institución que la ejerce no posee moral alguna, por cuanto es capaz de torcer
las cosas o de esgrimir falsos testimonios para que las circunstancias le den
la razón a como dé lugar. Entonces, si no hay moral, no existe la justicia.
Esa doble moral es el criterio que el régimen aplica a
la Universidad Venezolana. Sus voceros más conspicuos exigen la renuncia de
algunas de sus autoridades, cuando es el régimen quien las retiene en sus
cargos, al impedir que los universitarios ejerzamos el derecho constitucional
del voto para renovar libre y soberanamente las autoridades rectorales,
decanales y todas aquellas que forman el gobierno universitario. El régimen sin
explicación ni justificación, impide que los universitarios practiquemos y
consolidemos la democracia, bandera que hemos defendido y defenderemos, a pesar
de los nubarrones que un autoritarismo circunstancial quiere imponernos.
El régimen revolucionario, específicamente el
gobernador del Estado Zulia, culpa y responsabiliza a la Universidad del Zulia
de amparar al “malandraje” y delincuentes dentro del campus, cuando son ellos
los que han incumplido hasta la saciedad los programas de seguridad para
preservar el orden y la seguridad de personas y bienes dentro de las
instalaciones universitarias. Lanzan con bombos y platillos planes rimbombantes
de seguridad para la Universidad, que a los pocos días abandonan porque sus
intereses y prioridades están en otro lado. Jamás les ha importado la seguridad
de la Universidad ni la de los ciudadanos que vivimos “encarcelados” en un país
donde los delincuentes son los que mandan e imponen las normas. Este es un
régimen cómplice del malandraje.
Descalifican, amenazan y ofenden a los profesores
universitarios porque, frente a un gobierno sordo e irresponsable, exigimos
nuestro legítimo derecho de salarios dignos que se correspondan con la elevada
misión social que cumplimos. Después de más de dos años del vencimiento del
contrato colectivo –en otrora, normas de homologación-, el gobierno decidió sentarse con los universitarios,
estableciendo sus propias reglas y otorgándole beligerancia a gremios impuestos
por su voluntad, despojando a la FAPUV de su genuina y legítima representación
profesoral. Aprobaron al filo de la madrugada unas tablas salariales absolutamente
injustas y, desde entonces, el ministro respectivo se ha negado a escuchar los
planteamientos de la FAPUV, razones que obligaron la aprobación casi unánime de
la desincorporación de actividades. Este régimen es enemigo del diálogo y del
entendimiento constructivo para la resolución de los conflictos y diferencias.
Exigen el inicio inmediato de actividades, cuando es
el régimen el único que promueve la parálisis y el cierre de la Universidad
Venezolana. Han pretendido someterla y anularla mediante presupuestos deficitarios
que a duras penas alcanza para pagar las nóminas, imposibilitando la requerida
inversión en infraestructura, investigación, extensión y servicios
estudiantiles. Ese menosprecio por la Universidad y el conocimiento, está
generando que las Casas Superiores de Estudios se encuentren ruinas,
abandonadas, sin las mínimas condiciones para que realicemos digna y
efectivamente nuestra labor docente y de investigación.
Sin importarles la deplorable situación de las
Universidades autónomas, el régimen decidió incrementar el número de cupos para
nuevos ingresos; a pesar de esa desproporcionada decisión oficial, las
Universidades acataron la orden. Sin embargo, el régimen se hace de la vista
gorda con miles de jóvenes que tendrán que escuchar sus clases o realizar sus
prácticas académicas en total hacinamiento, ya que no aprueban recursos para aperturar
concursos de nuevos profesores que ocupen las cátedras de profesores eméritos,
o de aquellos que, obligados por salarios de hambre y miseria, renuncian para
migrar a otras naciones que les brindan un mejor tratamiento.
Para un régimen que menosprecia la inteligencia de sus
conciudadanos, la Universidad se ubica en el último lugar de sus prioridades.
Ellos saben que una sociedad educada e informada, jamás será presa de modelos
ideológicos que nieguen la libertad como valor supremo de los seres humanos.
Por eso, en momentos de profundas dificultades para la
Universidad Venezolana, debemos unirnos para defenderla como institución clave
en el desarrollo nacional. No es momento de intereses particulares que se
esconden en la mezquindad que la destruye. Reinventemos los mecanismos de
legítima protesta, ajustados a la Constitución, a la prudencia y al sentido
común que estos días convulsos recomiendan. Evitemos a toda costa darle
pretextos al régimen que justifiquen acciones amparadas en su doble moral. Y
recordemos siempre, que la Universidad es una institución que permanecerá a
través de los tiempos, mientras que las tiranías por poderosas que sean son
efímeras y repudiadas por las sociedades libres y civilizadas.
Profesor Titular de LUZ
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