miércoles, 11 de noviembre de 2015


Doble moral revolucionaria con las Universidades

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
 

Se dice que la doble moral “es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas”; en ese caso, la persona o institución que la ejerce no posee moral alguna, por cuanto es capaz de torcer las cosas o de esgrimir falsos testimonios para que las circunstancias le den la razón a como dé lugar. Entonces, si no hay moral, no existe la justicia.

Esa doble moral es el criterio que el régimen aplica a la Universidad Venezolana. Sus voceros más conspicuos exigen la renuncia de algunas de sus autoridades, cuando es el régimen quien las retiene en sus cargos, al impedir que los universitarios ejerzamos el derecho constitucional del voto para renovar libre y soberanamente las autoridades rectorales, decanales y todas aquellas que forman el gobierno universitario. El régimen sin explicación ni justificación, impide que los universitarios practiquemos y consolidemos la democracia, bandera que hemos defendido y defenderemos, a pesar de los nubarrones que un autoritarismo circunstancial quiere imponernos.

El régimen revolucionario, específicamente el gobernador del Estado Zulia, culpa y responsabiliza a la Universidad del Zulia de amparar al “malandraje” y delincuentes dentro del campus, cuando son ellos los que han incumplido hasta la saciedad los programas de seguridad para preservar el orden y la seguridad de personas y bienes dentro de las instalaciones universitarias. Lanzan con bombos y platillos planes rimbombantes de seguridad para la Universidad, que a los pocos días abandonan porque sus intereses y prioridades están en otro lado. Jamás les ha importado la seguridad de la Universidad ni la de los ciudadanos que vivimos “encarcelados” en un país donde los delincuentes son los que mandan e imponen las normas. Este es un régimen cómplice del malandraje.

Descalifican, amenazan y ofenden a los profesores universitarios porque, frente a un gobierno sordo e irresponsable, exigimos nuestro legítimo derecho de salarios dignos que se correspondan con la elevada misión social que cumplimos. Después de más de dos años del vencimiento del contrato colectivo –en otrora, normas de homologación-, el gobierno  decidió sentarse con los universitarios, estableciendo sus propias reglas y otorgándole beligerancia a gremios impuestos por su voluntad, despojando a la FAPUV de su genuina y legítima representación profesoral. Aprobaron al filo de la madrugada unas tablas salariales absolutamente injustas y, desde entonces, el ministro respectivo se ha negado a escuchar los planteamientos de la FAPUV, razones que obligaron la aprobación casi unánime de la desincorporación de actividades. Este régimen es enemigo del diálogo y del entendimiento constructivo para la resolución de los conflictos y diferencias.

Exigen el inicio inmediato de actividades, cuando es el régimen el único que promueve la parálisis y el cierre de la Universidad Venezolana. Han pretendido someterla y anularla mediante presupuestos deficitarios que a duras penas alcanza para pagar las nóminas, imposibilitando la requerida inversión en infraestructura, investigación, extensión y servicios estudiantiles. Ese menosprecio por la Universidad y el conocimiento, está generando que las Casas Superiores de Estudios se encuentren ruinas, abandonadas, sin las mínimas condiciones para que realicemos digna y efectivamente nuestra labor docente y de investigación.

Sin importarles la deplorable situación de las Universidades autónomas, el régimen decidió incrementar el número de cupos para nuevos ingresos; a pesar de esa desproporcionada decisión oficial, las Universidades acataron la orden. Sin embargo, el régimen se hace de la vista gorda con miles de jóvenes que tendrán que escuchar sus clases o realizar sus prácticas académicas en total hacinamiento, ya que no aprueban recursos para aperturar concursos de nuevos profesores que ocupen las cátedras de profesores eméritos, o de aquellos que, obligados por salarios de hambre y miseria, renuncian para migrar a otras naciones que les brindan un mejor tratamiento.

Para un régimen que menosprecia la inteligencia de sus conciudadanos, la Universidad se ubica en el último lugar de sus prioridades. Ellos saben que una sociedad educada e informada, jamás será presa de modelos ideológicos que nieguen la libertad como valor supremo de los seres humanos.

Por eso, en momentos de profundas dificultades para la Universidad Venezolana, debemos unirnos para defenderla como institución clave en el desarrollo nacional. No es momento de intereses particulares que se esconden en la mezquindad que la destruye. Reinventemos los mecanismos de legítima protesta, ajustados a la Constitución, a la prudencia y al sentido común que estos días convulsos recomiendan. Evitemos a toda costa darle pretextos al régimen que justifiquen acciones amparadas en su doble moral. Y recordemos siempre, que la Universidad es una institución que permanecerá a través de los tiempos, mientras que las tiranías por poderosas que sean son efímeras y repudiadas por las sociedades libres y civilizadas.

       Profesor Titular de LUZ

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