jueves, 30 de noviembre de 2017

La procesión va por dentro

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Las rivalidades en el bloque opositor, específicamente dentro la MUD, son un libro abierto; todos las conocen y hablan de ellas; los dirigentes más conspicuos de la oposición se ofenden y se desacreditan entre sí, sin ningún tipo de tapujos. Pareciera que lo normal es la conflictividad y desacuerdos en la MUD, porque las lunas de miel resultan muy cortas, aunque hayan generado resultados auspiciosos.

Lo que pareciera un secreto bien guardado, hasta hace un tiempo atrás, son los conflictos que se suscitan dentro del chavismo. Lo que proyectan como la unidad monolítica del PSUV, sustentada en el legado del comandante, es más cuento que realidad; porque la verdad, las diferentes facciones del oficialismo desenfundaron los machetes para defender sus parcelas de poder, frente a la hecatombe que vive el país producto de su incapacidad y corrupción.

Los hijos de Chávez, aquellos a los que el comandante controlaba sus locuras, dicho por el propio Diosdado, están en serios problemas por el tema de la elección presidencial. Esta situación empieza a acarrearles conflictos que amenazan la unidad de la que tanto alardean. Maduro, a pesar de su incapacidad descomunal para gobernar, le ha tomado gusto al poder y piensa hacer lo que sea para seguir liderando el partido y reelegirse como presidente. Por lo pronto, está quitando del camino a quienes dentro de la casa lo subestiman y pretenden boicotear sus planes. Ya no es un figurón de segunda categoría que obedece ciegamente las instrucciones de los más radicales del proceso. Poco a poco ha ido construyendo su propio espacio de la mano de sus militares aliados.

Los recientes cambios gubernamentales responden a esa estrategia. Se apropió definitivamente de lo que queda de PDVSA, porque la gallina de los huevos de oro está totalmente destruida,  destituyendo y encarcelando al ministro de energía y al presidente de PDVSA; sacó del juego a Rafael Ramírez, otrora zar de PDVSA. De igual manera, tomo como suya la iniciativa de la asamblea constituyente y puso a jugar duro a Delsy Eloína, una de sus más leales funcionarias. Para las elecciones del 15 de octubre, escogió como candidatos a sus amigos incondicionales, entre los que destacan Héctor Rodríguez y Víctor Clark; por otra parte, colocó en el ministerio de información al inefable Jorge Rodríguez, estratega estrella del oficialismo en los últimos tiempos.

Nicolás Maduro está confeccionando su tablero de ajedrez, que empieza a proyectar las verdaderas intenciones con el anuncio de Tarek El Aissami sobre su reelección para el 2018.  En su mente calculadora y cínica, el juego está cuadrado para ganar y seguir gobernando al país, sin pensar que el destino puede darle un duro revés a las aspiraciones de poder que caminan de espaldas de la dura realidad del pueblo venezolano.
Maduro está aceitando su maquinaria y estrategia para extender por más tiempo este proceso político que destruyó nuestra patria; para ello cuenta con una cúpula militar que se ha enriquecido grotescamente durante su mandato; con instituciones serviles que violan flagrantemente la constitución y la leyes de la República; con gobernadores que buscan sus beneficios personales a costa del sufrimiento de la gente; con dirigentes que tiemblan de miedo sólo de pensar en lo que les espera ante la justicia cuando rescatemos la libertad e institucionalidad. Con todo eso cuenta Maduro, pero se le olvidan cosas como el rechazo inmenso y categórico de millones de venezolanos sumergidos en el hambre y la miseria por su culpa; se le olvida el colapso de la economía que nos ha convertido en uno de los países más pobres de la tierra; se le olvida que, a pesar de sus recientes victorias electorales, más del 70% quiere que se vaya del poder para reconstruir un país en ruinas con fe y esperanza en un futuro mejor; por último, se olvida a Maduro que dentro de su propia casa ronda el fantasma de la traición y la avaricia que no se quedará de brazos cruzados viendo como ejecuta su perverso plan.

Ojalá los dirigentes de todos los sectores de la nación y la sociedad civil, podamos ver en su justa dimensión las extraordinarias oportunidades de iniciar el camino del cambio que tanto necesitamos; eso sólo podrá lograrse con unidad e inclusión nacional, inteligencia para actuar correctamente, emoción para contagiar a los venezolanos en momentos de desesperanza, patriotismo para luchar por la grandeza de la patria y lucha sin descanso para no rendirnos nunca.  

Profesor Titular de LUZ

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