¿Así
o más patria?
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Ni siquiera en los momentos
de gloria de Chávez, el mapa de Venezuela había estado tan rojo como en estos
momentos. Nunca antes en toda su historia, la nación había padecido su peor y
más oscura tragedia; nunca antes ningún gobierno, como el de Maduro, había
desarrollado con tanta perfección su capacidad destructiva contra el país; y,
sin embargo, esa minoría gobernante tiene el control absoluto de Venezuela.
¿Por qué hemos llegado a tan deplorable situación? Esa pregunta, al igual que
yo, se la hacen millones de venezolanos angustiados y desesperanzados porque
vivimos en un país cada día más invivible.
Lo que sí tengo claro es que
la tragedia nacional no empezó después del 10 de diciembre; son 19 años
consecutivos haciendo el trabajo de destruir al país y a sus instituciones
democráticas. Durante ese largo tiempo, son muchos los factores que debemos
analizar para tener una visión más objetiva del fenómeno venezolano. Si nos
empecinamos en ver sólo algunos aspectos del problema y en tratar de buscar
culpables, para esconder los propios errores, entonces, terminaré creyendo que
definitivamente nos merecemos a esta mafia que nos mal gobierna.
Es tiempo que la oposición
venezolana en general reflexione, rectifique, practique el sentido común y
apele al sentimiento de grandeza por el bien de Venezuela. Ya basta de tantas
equivocaciones; ya basta que sea el cálculo político y las mezquindades
personales y grupales las que orienten la lucha contra la dictadura. Los resultados
están a la vista; contra todo pronóstico, hoy el régimen está fortalecido y
envalentonado, celebrando una de sus principales victorias como es la división de
la oposición, porque su principal logro es la destrucción de Venezuela.
Una oposición racional,
inteligente y comprometida con los venezolanos, tiene el deber moral de frenar
su irresponsabilidad, inmadurez y el conflicto estéril para demostrar quién
dice y tiene la verdad en sus manos. Es momento de hacer un mea culpa, pedirle
perdón a este pueblo por sus errores y omisiones, y dejar de endosarle toda la
responsabilidad a la sociedad venezolana. La oposición en aras de recuperar la
confianza y credibilidad que perdió, e iniciar la construcción de un liderazgo
serio, coherente y con capacidad para interpretar con fidelidad los
sufrimientos y esperanzas de los venezolanos, es fundamental que se pongan de
acuerdo, que drenen sus odios y mezquindades, y que se preparen para enfrentar
con verdadera unidad el gigantesco reto que representa la elección presidencial
del 2018.
En tal sentido, la oposición
debe tener claro varias cosas: a) la elección de la asamblea nacional
constituyente marcó el inicio de un nuevo modus operandi electoral en
Venezuela; las cosas cambiaron para favorecer siempre a esa parcialidad
política, no importa los esfuerzos acometidos por la oposición. Toda elección
que se haga con las autoridades, normas y procedimientos vigentes está
destinada a otorgarle el triunfo al oficialismo, a pesar que no tengan los votos
suficientes para coronar con éxito; en consecuencia, la fuente de la
desmotivación y la pérdida del valor del voto son propiciadas por el
oficialismo y no por los ciudadanos;
b) el drama de los
venezolanos es tan brutal e inhumano que cualquier otra cosa a la que la
oposición le preste atención, es traición
al país. Las cifras económicas y sociales son escalofriantes. En el Zulia, por
ejemplo, más de tres millones comen dos o menos veces al día, sin considerar
qué tipos de alimentos están consumiendo; a nivel nacional esa cifra sobrepasa
los trece millones de habitantes. La mortalidad infantil por desnutrición ha
crecido peligrosamente; hoy hay más gente comiendo de la basura y la
hiperinflación hace estragos en el presupuesto familiar, convirtiéndonos a
todos en más pobres cada día. Mientras tanto la dictadura continúa con un
discurso de espaldas a la realidad de los venezolanos. Si la oposición no logra
ponerse en los zapatos de los venezolanos y logra la conexión emocional
necesaria para rescatar la esperanza y el cambio, entonces, tendremos por mucho
más tiempo a un régimen que mal gobierna pero tiene todo el poder en sus manos;
c) los venezolanos están
apostando a liderazgos renovados, alejados de la diatriba política que premia
el continuismo y el egocentrismo. En circunstancias tan complejas para el país,
lo sensato es darles paso a líderes con una mentalidad más amplia y con
vocación de sumar voluntades, incluyendo al chavismo disidente que es una
realidad como un templo. Aquí nadie tiene ganado un puesto para presidente; ni
la cárcel, ni el exilio, ni la experiencia, ni la lucha política, son el
pasaporte para la candidatura presidencial. El dilema presidencial se resuelve
a través de elecciones primarias, previas a la materialización de acuerdos que
garanticen un ambiente de absoluta unidad que promueva el respeto y la altura
política entre aliados; un programa mínimo de gobierno con los ajustes necesarios
para combatir la pobreza e iniciar las bases de una economía de mercado que
amplíe las posibilidades de progreso para todos los sectores de la nación.
Me pregunto, ¿existe otra
cosa más importante que rescatar la libertad, las instituciones democráticas y
el bienestar de los venezolanos? Con seguridad creo que la prioridad es ésta, y
quien se declare opositor pero está pensando en otras cosas diferentes a la
prioridad nacional, entonces, sin duda alguna es un aliado, colaboracionista o
enchufado de un régimen que no tiene capacidad ni moral para seguir gobernando
al país.
Líderes de la oposición, de
la MUD o fuera de la MUD, si están verdaderamente comprometidos con el país,
hagan lo que tengan que hacer para ganarse la confianza de los venezolanos y reconstruir
la unidad vital, en estas circunstancias tan aciagas. Si su interés es seguir descalificándose
y destruyéndose entre ustedes, o desviando la atención sobre asuntos de su
estricto interés, por favor échense a un lado y dejen que nuevos liderazgos
hagan lo que ustedes no quieren hacer por el bien de Venezuela. De lo
contrario, nos restregaran en la cara, con el dolor que ello significa, ¿así, o
más patria?
Profesor Titular de LUZ
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