¡Se
busca!
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Los venezolanos estamos tras
la búsqueda de los elementos que nos permitan liberarnos de esta horrenda
pesadilla revolucionaria. Sabemos desde hace bastante tiempo de quién es la
culpa de la tragedia que vivimos; sabemos dónde están y qué hicieron para
transformar el oro en estiércol y convertir a Venezuela en uno de los países
más pobres del orbe. También sabemos que siguen usando del poder para hacerse
más ricos a costa del hambre del pueblo y destruir a la nación. Sabemos que son
unos delincuentes, inmorales y corruptos que mancillan el honor de la patria y
son indignos de llamarse venezolanos. Son una plaga que no tiene similitud
alguna con los peores gorilas que a través de la historia han usurpado el poder
en América Latina.
¿Qué nos hace falta para
vencer a quienes pretenden aniquilarnos como país?, ¿dónde podemos encontrar
esa fuerza liberadora? En mi opinión, entre otros tantos factores, debemos
buscar estos tres: un líder creíble que aglutine el sentimiento nacional
mayoritario que se opone al régimen; la articulación de la oposición orientada
por un plan de unidad nacional y con visión estratégica a mediano y largo
plazo; y, la tercera, consecuencia de las anteriores, la masiva organización y participación
popular para rescatar la energía que elimine la anomia y el conformismo que nos
mantiene inertes frente a la debacle.
Me declaro opuesto a
cualquier liderazgo mesiánico, sus resultados siempre son devastadores. Pero es
perentoria la presencia de un líder democrático, responsable, capaz y con visión
de estadista. Un liderazgo de esta naturaleza ordenaría la casa después de
tanto abandono y desidia; podría apuntar hacia la dirección correcta y
establecer las fases para alcanzar la meta final; de igual manera, un buen
líder es capaz de inspirar a la sociedad en la búsqueda de sus supremos
intereses. Pero, ¿dónde está ese líder? Por el momento no está visible
públicamente. Me resisto a pensar que, después de 40 años de ejercicio
democrático y 20 años consecutivos de lucha contra la dictadura, carezcamos de
líderes capaces de maniobrar en esta tormenta y llevar al país a puerto seguro.
Sin ese líder, ya sea de los partidos, ONG o sector privado, la compleja tarea
de rescatar el país será más difícil, pues, no tendremos la dirección y motivación
necesarias en circunstancias de tanto desánimo y desesperanza. Necesitamos que
alguien nos diga ¡Si se puede! y ¡Juntos vamos a lograrlo! y que actúe en
consecuencia.
El otro aspecto que andamos
buscando es la articulación de una oposición responsable, comprometida con el
país y más generosa que la actual. Sería injusto afirmar que la oposición
venezolana no ha hecho nada por el país; pienso que han habido muchas
equivocaciones y en la lucha política han privado los intereses particulares,
el cálculo estéril y hasta cierta dosis de ingenuidad y estupidez. Pero
continuar con este discurso es nocivo; es urgente la recomposición de la
oposición venezolana como tantas veces lo he manifestado. Lo que nació después
de la MUD fracasó; estamos a punto de perder el país, ya perdimos la democracia
y las instituciones; este es un país que milagrosamente aún sobrevive, razón
suficiente para reconstruir la unidad política y trabajar afanosamente en las
estrategias para vencer a la tiranía. Creo que el aprendizaje es abundante para
enmendar los errores, sacudir el polvo de los zapatos y apresurar el paso que
los venezolanos estamos exigiendo antes que desaparezcamos como sociedad
civilizada. Todavía estamos a tiempo.
Y, por último, sin la
participación popular todo esfuerzo resultará inútil. En estos momentos,
Venezuela luce como un país fantasma aunque los venezolanos llevemos por dentro
la rabia y el sabor amargo de esta crisis descomunal. Estamos anestesiados frente
a la tragedia; nuestra lucha cotidiana se centra en la sobrevivencia familiar y
personal para no dejarnos morir; mientras tanto el régimen se atornilla porque
no existe ningún muro de contención contra sus aberraciones; ellos están solos
en el campo de juego. Sin duda están ganando el partido y, si nos mantenemos
como hasta ahora, con seguridad derrotarán definitivamente a la democracia y al
progreso de los venezolanos. Aunque resulte difícil creerlo, en pleno siglo
XXI, la tiranía vencerá a la libertad y la oscuridad se impondrá sobre la luz. Venezuela
pasará a la historia como un país en el que un grupo de criminales y
desadaptados tomó el poder e instauró la dictadura más nueva del planeta.
Si los venezolanos no vemos
un liderazgo con credibilidad que sea capaz de hacer brotar de nuevo la fe y
las esperanzas perdidas, así como una oposición que vea más allá de su ombligo
y se coloque a la altura del compromiso histórico que demanda la patria,
entonces, nos iremos los que podamos irnos y los otros nos acostumbraremos a
vivir en una sociedad a imagen y semejanza del modelo comunista.
En este escenario, de nada
servirán las gestiones de buena voluntad y los castigos ejemplarizantes de
personeros del régimen por parte de la comunidad internacional. Si nosotros y,
muy especialmente, los dirigentes nacionales, no nos atrevemos a rescatar el
país, mal podríamos exigirle al mundo que haga lo que a nosotros nos
corresponde hacer.
Un líder creíble y
auténtico, una oposición unida y articulada estratégicamente y la participación
multitudinaria de los venezolanos son, en mi humilde opinión, los elementos
claves para desamarrar el nudo que nos ata al infortunio heredado por esta
revolución de pacotilla que mantiene secuestrado el mejor futuro que los venezolanos
nos merecemos.
Profesor Titular Eméritus de LUZ
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