miércoles, 18 de julio de 2018

¡Se busca!

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Los venezolanos estamos tras la búsqueda de los elementos que nos permitan liberarnos de esta horrenda pesadilla revolucionaria. Sabemos desde hace bastante tiempo de quién es la culpa de la tragedia que vivimos; sabemos dónde están y qué hicieron para transformar el oro en estiércol y convertir a Venezuela en uno de los países más pobres del orbe. También sabemos que siguen usando del poder para hacerse más ricos a costa del hambre del pueblo y destruir a la nación. Sabemos que son unos delincuentes, inmorales y corruptos que mancillan el honor de la patria y son indignos de llamarse venezolanos. Son una plaga que no tiene similitud alguna con los peores gorilas que a través de la historia han usurpado el poder en América Latina.

¿Qué nos hace falta para vencer a quienes pretenden aniquilarnos como país?, ¿dónde podemos encontrar esa fuerza liberadora? En mi opinión, entre otros tantos factores, debemos buscar estos tres: un líder creíble que aglutine el sentimiento nacional mayoritario que se opone al régimen; la articulación de la oposición orientada por un plan de unidad nacional y con visión estratégica a mediano y largo plazo; y, la tercera, consecuencia de las anteriores, la masiva organización y participación popular para rescatar la energía que elimine la anomia y el conformismo que nos mantiene inertes frente a la debacle.
Me declaro opuesto a cualquier liderazgo mesiánico, sus resultados siempre son devastadores. Pero es perentoria la presencia de un líder democrático, responsable, capaz y con visión de estadista. Un liderazgo de esta naturaleza ordenaría la casa después de tanto abandono y desidia; podría apuntar hacia la dirección correcta y establecer las fases para alcanzar la meta final; de igual manera, un buen líder es capaz de inspirar a la sociedad en la búsqueda de sus supremos intereses. Pero, ¿dónde está ese líder? Por el momento no está visible públicamente. Me resisto a pensar que, después de 40 años de ejercicio democrático y 20 años consecutivos de lucha contra la dictadura, carezcamos de líderes capaces de maniobrar en esta tormenta y llevar al país a puerto seguro. Sin ese líder, ya sea de los partidos, ONG o sector privado, la compleja tarea de rescatar el país será más difícil, pues, no tendremos la dirección y motivación necesarias en circunstancias de tanto desánimo y desesperanza. Necesitamos que alguien nos diga ¡Si se puede! y ¡Juntos vamos a lograrlo! y que actúe en consecuencia.

El otro aspecto que andamos buscando es la articulación de una oposición responsable, comprometida con el país y más generosa que la actual. Sería injusto afirmar que la oposición venezolana no ha hecho nada por el país; pienso que han habido muchas equivocaciones y en la lucha política han privado los intereses particulares, el cálculo estéril y hasta cierta dosis de ingenuidad y estupidez. Pero continuar con este discurso es nocivo; es urgente la recomposición de la oposición venezolana como tantas veces lo he manifestado. Lo que nació después de la MUD fracasó; estamos a punto de perder el país, ya perdimos la democracia y las instituciones; este es un país que milagrosamente aún sobrevive, razón suficiente para reconstruir la unidad política y trabajar afanosamente en las estrategias para vencer a la tiranía. Creo que el aprendizaje es abundante para enmendar los errores, sacudir el polvo de los zapatos y apresurar el paso que los venezolanos estamos exigiendo antes que desaparezcamos como sociedad civilizada. Todavía estamos a tiempo.

Y, por último, sin la participación popular todo esfuerzo resultará inútil. En estos momentos, Venezuela luce como un país fantasma aunque los venezolanos llevemos por dentro la rabia y el sabor amargo de esta crisis descomunal. Estamos anestesiados frente a la tragedia; nuestra lucha cotidiana se centra en la sobrevivencia familiar y personal para no dejarnos morir; mientras tanto el régimen se atornilla porque no existe ningún muro de contención contra sus aberraciones; ellos están solos en el campo de juego. Sin duda están ganando el partido y, si nos mantenemos como hasta ahora, con seguridad derrotarán definitivamente a la democracia y al progreso de los venezolanos. Aunque resulte difícil creerlo, en pleno siglo XXI, la tiranía vencerá a la libertad y la oscuridad se impondrá sobre la luz. Venezuela pasará a la historia como un país en el que un grupo de criminales y desadaptados tomó el poder e instauró la dictadura más nueva del planeta.

Si los venezolanos no vemos un liderazgo con credibilidad que sea capaz de hacer brotar de nuevo la fe y las esperanzas perdidas, así como una oposición que vea más allá de su ombligo y se coloque a la altura del compromiso histórico que demanda la patria, entonces, nos iremos los que podamos irnos y los otros nos acostumbraremos a vivir en una sociedad a imagen y semejanza del modelo comunista.

En este escenario, de nada servirán las gestiones de buena voluntad y los castigos ejemplarizantes de personeros del régimen por parte de la comunidad internacional. Si nosotros y, muy especialmente, los dirigentes nacionales, no nos atrevemos a rescatar el país, mal podríamos exigirle al mundo que haga lo que a nosotros nos corresponde hacer.

Un líder creíble y auténtico, una oposición unida y articulada estratégicamente y la participación multitudinaria de los venezolanos son, en mi humilde opinión, los elementos claves para desamarrar el nudo que nos ata al infortunio heredado por esta revolución de pacotilla que mantiene secuestrado el mejor futuro que los venezolanos nos merecemos.

Profesor Titular Eméritus de LUZ

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