Paquetazo
revolucionario
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
No es necesario ser
economista para darse cuenta que el paquetazo anunciado por Nicolás Maduro es
un disparate mayúsculo que no tiene ni pies ni cabeza. Es una obra demencial
con la marca inequívoca de la revolución madurista; carece de confianza y de credibilidad,
aspectos fundamentales para impulsar la recuperación económica. Ciertamente, es
un disparate que traerá más pobreza y miseria al país, pero esa es la verdadera
intención del paquetazo rojo. Dejemos de
pensar ingenuamente que es producto de un ensayo y error ideado por el G2
cubano para pulsar la reacción de los venezolanos. No, éste es un plan
absolutamente deliberado y planificado con el propósito de destruir
completamente la economía venezolana y consolidar los mecanismos de control
social sobre una población empobrecida. En el reino de los ciegos, el tuerto es
el rey. La idea es clara y manejada desde la llegada de Chávez al poder:
consolidar una dictadura comunista y sostenerla sobre las miserias de los
venezolanos, sin empresas privadas, sin oposición, sin disidencia democrática.
Una economía en estado
terminal como la venezolana, no tiene músculos para soportar semejante golpe.
Un aumento de más del 3.300% del salario mínimo, el incremento del IVA de 12% a
16%, el aumento de la tasa del ISLR, el anuncio del precio internacional de los
combustibles, entre otras perlas, es una locura frente a la absoluta sequía de
divisas del país, debido a la caída estrepitosa de la producción petrolera
nacional y de la ruina de PDVSA, de la
destrucción del aparato productivo y la ausencia de financiamiento
internacional. En términos simples, no hay dinero orgánico ni a corto ni a
mediano plazo para financiar la locura económica de Nicolás Maduro, pero el régimen
sacó sus cuentas y cree que puede ganar la partida nuevamente.
Con el paquetazo rojo el
régimen se está jugando a Rosalinda. O se atornillan al poder o aligeran su
salida. Si los venezolanos nos cruzamos de brazos y seguimos llorando sobre la
leche derramada, entonces, la dictadura puede obtener la victoria. En primer
lugar, habrán logrado estatizar por completo a la economía, un objetivo
acariaciado desde el 2007. Gran parte de las empresas no podrán pagar el
incremento salarial, el gobierno asumiría la nómina y los pasivos laborales quedando
en sus manos la dirección de las mismas. Por otra parte, frente al incremento
del desempleo y la pobreza generalizada, la dictadura afianzará su control
social garantizando así la dependencia perversa y exclusiva de los venezolanos
con el régimen, a través del carnet de la patria y de todos los beneficios que
de él se deriven.
En definitiva, estos son los
oscuros propósitos del régimen. ¿Podrán alcanzar el objetivo? Por lo pronto,
para lograrlo debe hacer añicos su propio plan económico, pues, el anunciado
déficit cero es una entelequia. Si hasta antes del 17 de agosto, el gobierno se
negó a mejorar los salarios de los empleados del sector salud, en huelga desde
hace más de dos meses, cómo es que ahora puede pagar 180.000.000 Bs de salario
mínimo del sector oficial y asumir el del sector privado, ¿de dónde va a
obtener esa montaña de bolívares soberanos? La respuesta es muy fácil, imprimiendo
más dinero inorgánico con lo cual la hiperinflación se disparará
peligrosamente. Si el régimen puede hacerle frente a esta locura “made in
revolution”, es posible que gane otra vez.
Lo contrario, supondría un
aceleramiento vertiginoso de la crisis del país a todos los niveles; el
incremento incontrolado de la diáspora con los efectos colaterales que ello
genera para los países receptores de la región, especialmente, Colombia,
Ecuador y Perú; la conflictividad social a lo largo y ancho del país; la pérdida
absoluta de gobernabilidad que llevaría al régimen a radicalizar los abusos y
violaciones de los derechos humanos; en fin, Venezuela sería el infierno en la
tierra con un desenlace de pronóstico reservado.
La compleja y explosiva
situación del país exige respuestas contundentes de quienes creemos que con
este régimen Venezuela no tiene presente ni mucho menos futuro. Ello implica
una gran dosis de racionalidad política que permita de una buena vez construir
una Unidad Nacional integrada por todos los factores de oposición democrática,
incluyendo a los partidos políticos, la disidencia chavista, las fuerzas
armadas, las iglesias, la academia y las universidades, al empresariado
nacional y a los productores agropecuarios, a todos sin excluir a nadie. Este
esfuerzo supone igualmente que la Unidad se deslastre de la impulsividad y el cortoplacismo
que generan expectativas que no pueden ser cumplidas. En definitiva, la Unidad
debe combatir a todos aquellos intereses y parcialidades que saboteen la
defensa de los supremos intereses de la patria.
Es menester más acciones
estratégicas y menos enunciados espasmódicos y carentes de la verdadera
organización que exigen tiempos tan convulsos como los que vivimos. No me
cansaré de decirlo, sin UNIDAD NACIONAL que trascienda los intereses particulares
de los diferentes actores nacionales, no será posible vencer a la tiranía. La
unidad nacional renovaría las esperanzas perdidas y aflorarían razones
suficientes para continuar la lucha, con la seguridad que marchamos por el
camino correcto. Dentro de este escenario, los esfuerzos de la comunidad
internacional encontrarían más motivos para liberar a Venezuela del virus del
comunismo y la tiranía.
Ojalá podamos entender la
magnitud de esta crisis que amenaza con destruirnos como país y sociedad, porque
las instituciones y la economía ya están destruidas. Ojalá podamos darnos
cuenta que Venezuela está pidiendo el auxilio de sus hijos para que la
liberemos de esta mafia que nunca debió llegar al poder.
Profesor Titular Eméritus de LUZ
Excelente análisis, mas claro no canta un gallo !!!
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