En
tiempos de incertidumbre, prudencia y racionalidad
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
La incertidumbre es la
palabra clave que caracteriza el escenario actual de Venezuela. Nadie en su
sano juicio puede predecir lo aquí pasará en los próximos días o meses. ¿Qué va
a pasar? Es la pregunta que nos hacemos millones de venezolanos frente a esta
crisis colosal que pareciera no terminar nunca. Para un sector de la oposición
venezolana, el 10 de enero se constituye en la fecha definitiva del cambio político
del país; para otro sector, más prudente y racional, esa fecha es el inicio de
un proceso que puede facilitar la construcción del túnel que nos permita ver la
luz al final, a través de una transición producto de una negociación política llevada
a cabo con inteligencia, racionalidad y pensando en la mayor suma de bienestar
para el pueblo venezolano.
No sólo es comprensible que
los venezolanos anhelemos una salida a esta espantosa crisis generalizada, sino
que es urgente y necesario. Pero debemos tener en cuenta que la política no es
mágica ni funciona con impulsos que a la postre aumentan la decepción y la
desesperanza de los ciudadanos. En consecuencia, resulta pertinente hacer una
reflexión serena y objetiva a fin de visualizar los errores cometidos para no
volvernos a equivocar, y analizar las actuales condiciones favorables y
desfavorables para tomar decisiones viables que rindan los resultados esperados
por la inmensa mayoría de los venezolanos.
Frente a la incertidumbre
que aniquila cualquier vestigio de optimismo, es oportuno retomar una dosis de
confianza a la luz de los acontecimientos recientes con la juramentación de la
nueva directiva de la Asamblea Nacional, presidida por el diputado Juan Guaidó.
En su discurso inaugural, Guaidó expresó “…tenemos
una deuda pendiente con los venezolanos, porque generamos expectativas, y por
omisiones o errores, no estuvimos a la altura requerida”. Reconocer los
errores y renovar un compromiso “consciente
del riesgo y de la tarea que nos toca”, es un buen inicio en circunstancias
donde la irresponsabilidad de los políticos se ha convertido en lugar común. Si
algo estamos exigiendo los venezolanos es que la dirigencia opositora nos hable
claro y que con hidalguía admita los errores cometidos. Esto sin duda es un
gesto de humildad frente a la arrogancia y la inmadurez que ha fragmentado las
bases de la unidad de la oposición.
Por otra parte, Guaidó hizo
referencia a la racionalidad política, ausente últimamente en la búsqueda de
opciones que permitan resolver la crisis inédita que atravesamos los
venezolanos. En tal sentido, el presidente de la AN manifestó que “la solución pasa por un camino muy claro:
que cese la usurpación que se dará luego del 10 de Enero, convocar las
condiciones para un gobierno de transición y con el respaldo del pueblo y de
las fuerzas armadas, logremos elecciones libres”. No habló Guaidó de la
vacante presidencial sino de la usurpación del poder que conlleva directamente
a una dictadura, la cual puede vencerse a través de un gobierno de transición y
de elecciones libres para rescatar a la República y al orden constitucional
ultrajado por el régimen. Ambas opciones requieren de una negociación política
con los factores de poder en búsqueda de las condiciones que reúnan el mayor
consenso posible para iniciar el camino del cambio en Venezuela. No se trata,
entonces, de insistir en lo que la gente quiere y desea escuchar, sino más bien
en luchar con tenacidad en lo que racionalmente podamos hacer dentro de una
unidad nacional, más allá de las fronteras de los partidos políticos y de los opinadores
de oficio. Trabajar en una negociación transparente, perdurable en el tiempo,
sin entreguismo y que respete los supremos intereses del país, es un reto
mayúsculo para la nueva directiva de la AN.
Otro aspecto que debemos
destacar son los esfuerzos para tratar de recomponer la unidad perdida, o
cuando menos impedir la disolución definitiva de la oposición, al respetarse
los acuerdos para la selección de la nueva directiva del Parlamento. No me
cansaré de afirmar que sin la unidad de los actores democráticos del país,
incluyendo al chavismo disidente, no será posible construir el escenario idóneo
para impulsar el cambio de rumbo del país, salvo que se den situaciones al
margen de una negociación política, las cuales pudieran traernos más
dificultades que las que vivimos en la actualidad. No olvidemos nunca que esta
desgracia se la debemos al apoyo mayoritario hacia un falso mesías que inició
su vida política con la pretensión de romper el orden constitucional de la
República.
Los esfuerzos para
materializar el cambio político en el corto y mediano plazo, deben priorizar la
perdurabilidad de la República, sustentada exclusivamente en la Constitución y
en un gobierno probo, capaz e incluyente que garantice la gobernabilidad del
país, ingredientes fundamentales para instaurar un proceso de estabilidad
política y un orden social que impida que volvamos a caer en el vacío.
Desde esta columna les deseo
el mayor de los éxitos a la nueva directiva de la Asamblea Nacional, tomando
prestadas las palabras del diputado Guaidó “vamos
hacia un rumbo histórico por la lucha de una mejor Venezuela y esto no es falso
optimismo… porque cuando Venezuela necesitó libertadores, los parió”.
Profesor Titular
Eméritus de LUZ
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