domingo, 5 de mayo de 2019


El día antes del 1 de mayo
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

El 30 de abril muchos venezolanos nos despertamos alarmados por las noticias que llegaban desde Caracas. Hablaban de un alzamiento militar que liberó a Leopoldo López y reconocía a Juan Guaidó como presidente interino del país. La etapa final de la Operación Libertad había iniciado un día antes del 1 de mayo, fecha en la que se anunció una marcha multitudinaria en la capital, con réplicas en todos los Estados de la República. Pensé, con la emoción que siempre nos regala la esperanza, “por fin llegó el momento tan esperado por los venezolanos”.

Pero transcurridas las horas y los días, después de aquella mañana que anunciaba aires de libertad, el régimen usurpador continúa en el poder y el presidente Juan Guaidó no ha logrado los objetivos proclamados el pasado 5 de enero, cuando asumió la dirección de la Asamblea Nacional. ¿Qué pasó?, ¿otro fracaso más?, ¿cuánto más tendremos que esperar para acariciar la libertad y el progreso secuestrados por la mafia genocida y usurpadora?
Para responder esas interrogantes, legítimas por demás, debemos analizar con objetividad los acontecimientos de estos últimos días. ¿Se logró la salida del poder de Nicolás Maduro? No, pero el avance de los factores democráticos es substancial. Estamos más cerca de la meta. Las cosas ya no volverán a ser iguales para el régimen ni para la oposición. Lo primero que debo destacar, es el factor sorpresa con el que actúo nuevamente Guaidó, agarrando fuera de base a Maduro y a sus acólitos. Liberar a Leopoldo López, el preso más emblemático para la dictadura, con la ayuda de grupos del SEBIN, no es poca cosa. Que hoy día Guaidó y López se mantengan libres y en la calle, demuestra la debilidad del régimen y la fractura dentro de los cuerpos de seguridad del Estado, la cual debe crecer con el transcurrir de los días.

Lo que parecía impensable para algunos círculos del régimen, sucedió; efectivamente, hubo negociación con el alto mando militar y con ciertos personeros influyentes de la revolución; después conoceremos las verdaderas razones del por qué Maduro no salió del poder el 30 de abril. Pero lo que si debemos tener claro es que esto pica y se extiende. Las deslealtades dentro del régimen seguirán creciendo en la medida que se den cuenta que no tienen posibilidades de sobrevivir en el mediano plazo. La salida del régimen es irreversible, no hay vuelta atrás. Mientras tanto, la contundencia de la comunidad internacional, especialmente la administración Trump, es mayor con el pasar de las horas. Estados Unidos está trabajando con firmeza y coherencia para lograr el cese de la usurpación, aunque ello signifique ejecutar una intervención militar. Esa es una opción que desde el primer momento la consideré muy probable. Los últimos acontecimientos nos están dando la razón.

En otro orden de ideas, pareciera que Nicolás Maduro es un actor de reparto en este ajedrez de la geopolítica internacional. Los verdaderos actores son Estados Unidos, Rusia y Cuba. Lo que pase con Maduro es menos importante que los intereses que defienden estas tres naciones. A Estados Unidos no le conviene que Venezuela se constituya en una amenaza para la estabilidad de la región y del territorio norteamericano; Trump no va a aceptar la intromisión de potencias extra continentales en América Latina, aunado al peligro que significa la sumatoria letal del terrorismo, el narcotráfico y la guerrilla colombiana en Venezuela.

Los intereses rusos son más mundanos, quieren que les garanticen el pago de la deuda que el régimen contrajo en los últimos años, pues, su debilitada economía no tiene capacidad para condonar esa deuda. Las posiciones destempladas del gobierno ruso en contra de USA, también forman parte del teatro, ya que los rusos necesitan aparentar el poder del cual carecen para proyectar su disminuida influencia internacional. Y, el caso de Cuba, es de absoluta sobrevivencia. La generosa y gratuita ayuda económica venezolana, a lo largo de estos últimos veinte años, les ha permitido sortear con relativo éxito las penurias de la isla sometida a la incapacidad y la corrupción crónicas del comunismo, liderado por los Castros. En tal sentido, comprendemos el planteamiento de Trump referido a un nuevo proceso de apertura con Cuba si da por finalizada su intromisión en los asuntos internos de Venezuela.

La calle y la organización popular de los venezolanos es un elemento importante en estas circunstancias, pero estoy convencido que el destino de Venezuela está por encima de las concentraciones en las calles del país. El mundo entero reconoce que Maduro es un dictador genocida que debe salir del poder, de lo contrario terminará destruyendo lo poco que queda del país. El asunto definitivo de esta tragedia ya superó las fronteras nacionales para ubicarse en un problema internacional, cuya solución definitiva requiere de la participación y el acompañamiento de gobiernos amigos, especialmente, Estados Unidos, Colombia y Brasil.

Las cartas están echadas. La dictadura de Maduro tiene sus días contados. Dios permita que el desenlace sea lo menos trágico posible, porque lo que si está claro es que Maduro sale por las buenas o por las malas. El tiempo se les agota y conspira contra la tiranía genocida.

Profesor Titular Eméritus de LUZ

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