Incertidumbre
en tiempos de pandemia
Efraín Rincón Marroquín
(EfrainRincon17)
Probablemente la
incertidumbre sea la palabra que mejor defina la cuarentena que el mundo vive
por la pandemia del Covid-19. Existe incertidumbre en el presente para
enfrentar un virus letal que nos tomó por sorpresa y tiene de rodillas al mundo
entero; e incertidumbre en el futuro porque desconocemos las consecuencias al
finalizar la contingencia planetaria. ¿Qué pasará?, es la pregunta que todos
nos hacemos a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Los análisis prospectivos
plantean escenarios catastróficos en la economía mundial. De acuerdo al Fondo
Monetario Internacional, la economía mundial se reducirá en un tercio; en el
caso concreto de Estados Unidos, se estima que su economía caerá entre -3% a
-7%, mientras que la Unión Europea caerá en -1.8%. El mundo experimentará una
recesión económica peor que la del 2008, requiriéndose más de 2,5 billones de
dólares para hacerle frente a la crisis. Ello implicará un crecimiento
significativo de la deuda global, ubicándose en 253 mil millones de dólares la
deuda de USA y de China. Las previsiones
son peores que lo estimado antes de la pandemia, lo cual obliga el replanteamiento
de las economías y del modelo de globalización imperante hasta el momento.
Definitivamente, el mundo ya no será igual al que teníamos antes de la llegada
del coronavirus.
El panorama para América
Latina es aún más desolador, agravado por el hecho que somos la región con
mayores desigualdades en el mundo. Se estima que, después de la pandemia, la
pobreza pasará en promedio de 186 millones a 220 millones de personas, esto es,
un incremento de 20% aproximadamente; asimismo, la pobreza extrema crecerá en
23 millones de personas, pasando de 68 millones a 91 millones. Ello debido, en
gran parte, a la pérdida de empleos y de ingresos que afectará tanto a los
sectores populares que laboran en la informalidad que ocupa en promedio el 36% del
mercado laboral, como al 30% de la clase media que es parte de la economía
formal. En el segmento de los millenials el desempleo podría ubicarse en un 48%,
alejando las oportunidades de una mejor calidad de vida para los jóvenes
latinoamericanos.
Otro aspecto que agravaría
la situación social y económica de América Latina, es el hecho que el sector
con mayor crecimiento mundial, como es la tecnología, es al que la región le invierte
menos, calculándose sólo en 1.9% la inversión global latinoamericana en la
tecnología mundial. Ello supondría una mayor dependencia en el comercio de
materias primas, cuyo valor agregado es de apenas del 5%. La inversión en las
tecnologías podría disminuir debido a un mayor desembolso del gasto público en salud
y en otras áreas inherentes al combate de la pandemia del Covid-19.
Este dantesco panorama, sin
duda, tendrá serias repercusiones en la gobernanza de la región y del mundo,
pues, muchos gobiernos les tocará manejar situaciones inéditas que pueden
comprometer su desempeño. En una crisis de estas dimensiones, parece normal volver
a políticas keynesianas, a través de las cuales el Estado asume un mayor
control sobre la economía, en aras de mantener y crear empleos que puedan palear
los estragos de la crisis, pudiéndose generar gobiernos con una visión más
nacionalista o proteccionista que afectan la globalización de la política. Frente
a la fragilidad y vulnerabilidad de las sociedades latinoamericanas esta
tentación puede ganar muchos adeptos, derivando en más populismo y corrupción,
enemigos históricos de la democracia latinoamericana.
Sin duda vienen tiempos muy
difíciles que traerán profundos cambios a los que la inteligencia humana deberá
enfrentar. El éxito para superar la crisis no dependerá exclusivamente de los
esfuerzos de los gobiernos, será necesario el apoyo financiero de organismos
multilaterales, la concienciación y participación ciudadana frente a los nuevos
retos y la voluntad política de gobernantes y empresarios para colocar como
prioridad los intereses de los países, por encima de las apetencias personales
y grupales que en nada contribuyen con la búsqueda de soluciones efectivas,
para enfrentar la peor crisis que la humanidad ha vivido después de la segunda
guerra mundial.
Frente a un escenario tan
pesimista como el que vamos a enfrentar en el futuro próximo, necesariamente
debemos llenarnos de optimismo, confiar nuevamente
que en tiempos de desgracias, la inteligencia humana está al servicio de causas
nobles que mitiguen progresivamente los sufrimientos de la humanidad.
En tal sentido, en palabras
del Dr. Edgar Jiménez, eminente analista latinoamericano, para enfrentar la
actual crisis es necesario invocar y practicar una Cultura de Solidaridad
Internacional que rompa los muros de nacionalismos trasnochados, y una
integración y globalización de la esperanza. Dos virtudes humanas que siguen
siendo mecanismos poderosos para vencer las dificultades, incluyendo las de
naturaleza política y económica.
En la medida que los países
más poderosos del planeta (G20) y los organismos multilaterales implementen
programas de cooperación financiera y técnica a los países más vulnerables,
invocando el espíritu de la solidaridad mundial, estaremos más cerca de la
solución de la crisis, impregnando el ambiente mundial de la esperanza que nos
regala las fuerzas y las capacidades para construir una mejor sociedad sobre
las ruinas que dejó el Covid-19.
Profesor Titular
Emeritus de la Universidad del Zulia (Venezuela)
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