Venezuela
cerca o lejos de la libertad
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Ambas percepciones conviven
en la trágica situación del país. Con mayor frecuencia que la que deseamos,
sentimos estar lejos de la ansiada libertad; pero a veces llegan ráfagas de
aire fresco que nos llenan de esperanza porque el final está cerca y podemos
transitar el tortuoso camino de la reconstrucción de Venezuela.
La realidad es que a la
inmensa mayoría de los venezolanos nos gana la incertidumbre, porque a ciencia
cierta nadie sabe lo que pueda ocurrir en Venezuela en el corto plazo. Sin
duda, hemos logrado importantes avances en la lucha para liberar al país de la
narcotiranía de Maduro, pero aún los resultados no permiten tener claridad acerca
de cuándo y cómo terminará la peor pesadilla que país alguno haya sufrido en
Latinoamérica.
En plena pandemia del
Covid-19, el país recibió noticias auspiciosas que ayudan a poner fin a la
narcotiranía; la acusación criminal de Maduro y de varios de su séquito como
narcotraficantes, aumentó la presión internacional al judicializar delitos del
régimen contra la seguridad nacional de USA y de la región. Inmediatamente, la
administración Trump envió una misión naval al Caribe con el propósito de
combatir el tráfico de drogas que sale desde Venezuela, para terminar de quitarle
el oxígeno vital que sostiene a la narcotiranía. Fueron días muy movidos y con
esperanzas renovadas.
Simultáneamente, como diría
el presidente López Obrador, la pandemia del coronavirus llegó como anillo al
dedo a la narcotiranía madurista. Aprovechando la forzosa cuarentena,
inmovilizó al país para evitar una rebelión popular por la escasez casi total
de gasolina. Incrementó el control social para alargar la sobrevivencia agónica
del régimen, a pesar de la destrucción de la economía y el colapso estruendoso
de los servicios públicos (electricidad, agua potable, gas doméstico, etc.);
intensificó la violación de los derechos humanos, como la libertad de
expresión, encarcelando a más periodistas que en otras oportunidades
anteriores. La oposición ha sentido en sus hombros la feroz persecución de los
cuerpos de seguridad para desarticularla y aniquilarla definitivamente; los
laboratorios del G2 cubano y de tarifados “opositores” del teclado han estado
más activos que nunca, difundiendo falsas noticias sobre el presidente Guaidó y
el gobierno interino para asesinar la fe y la esperanza de un pueblo, que sigue
aferrado a la búsqueda de la libertad y de un mejor porvenir para los
venezolanos.
Pero la verdad más dolorosa
es que el virus de la narcotiranía ha asesinado a muchos más venezolanos que el
propio coronavirus, del que cínicamente dicen protegernos. Las muertes por
asesinatos en manos de las FAES, los motines carcelarios y la masacre de los
posibles invasores, desnuda con mayor fuerza la vocación criminal y genocida de
este régimen. Con la cuarentena anuncian la protección de la salud del pueblo
venezolano, pero en la realidad persiguen, torturan y asesinan a venezolanos
inocentes, violando flagrantemente el derecho supremo de la vida.
Ahora el régimen muestra al
mundo su nuevo mejor amigo, el régimen iraní. Una alianza que además de la
entrega servil de nuestras refinerías a consorcios de ese país, garantiza la
expansión y consolidación de grupos terroristas, como Hezzbollah, en el
territorio nacional, como un escudo de protección a la revolución
chavista-madurista frente a una eventual intervención internacional. De esta
manera se reafirma la tríada en la que el régimen basa su poder: genocidio, narcotráfico
y terrorismo.
Con este dantesco panorama,
la percepción de la lejanía de la libertad se acentúa, y con ella aparece otra
vez la desesperanza y la anomia que tanto daño nos hace y nos sigue haciendo. Pero
también es cierto que, con el transcurrir de los días, se hace más evidente que
la narcotiranía no sólo es responsable de la muerte y la destrucción de
Venezuela, sino que representa una real amenaza para la libertad, la democracia
y la seguridad de Estados Unidos y de la región latinoamericana y, ello sin
duda, son indicadores positivos que pueden acercar la llegada de la libertad a
nuestro país.
Los días por venir seguirán
siendo muy difíciles; no podemos perder la esperanza y la fe, porque más
temprano que tarde los venezolanos festejaremos la liberación del país,
liderado por un gobierno transitorio que erija las bases institucionales, política y
económicas para reconstruir a Venezuela y a todo su tejido social para felicidad de los venezolanos de buena
voluntad.
Profesor Titular Emérito de la Universidad del Zulia (Venezuela)
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