miércoles, 17 de julio de 2013

El olvido del líder


El olvido del líder

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

“La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad” Nicolás Maquiavelo

Una democracia fuerte y saludable descansa en instituciones autónomas y respetuosas de la Constitución y las leyes, y en ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, con suficiente capacidad para elegir buenos gobernantes. Así las cosas, la democracia puede resistir las crisis propias de un mundo tan complejo como el que vivimos actualmente, prevaleciendo el orden social. Los verdaderos líderes democráticos promueven y defienden instituciones y ciudadanos libres que conviven en una sociedad donde el respeto y la pluralidad de ideas se constituyen en rasgos que las distinguen de las demás.

Los regímenes autoritarios o totalitarios, por el contrario, desprecian esta visión de la política, resaltando el culto exacerbado a la personalidad del líder, a quien le endosan virtudes que lo asocian con la inmortalidad. El líder autoritario apela al populismo, al chantaje, al control absoluto de los poderes y a la división de la sociedad para demostrar su fuerza e inderrotabilidad. El carisma personal acompañado de la teatralidad permanente, son también herramientas utilizadas por algunos de ellos. Se mueven entre el miedo que provocan entre sus enemigos y el fanatismo de aquellos que lo sienten como su benefactor. Pero cuando los beneficios materiales desaparecen por la pérdida física del líder, entonces, lo que era frenesí incontenible, un verdadero huracán de pasiones, se transforma en desesperanza, frustración y, lo que es más cruel, en olvido hacia ese líder que creyó estar conectado afectiva y emocionalmente con el pueblo, cuando su relación era meramente utilitaria. El olvido es la peor venganza del pueblo hacia el líder que, creyéndose omnipotente e insustituible, vivió sólo para defender sus ideas e intereses y no los del pueblo que decía amar.

Dicen que el tiempo lo olvida todo, hasta aquello que parecía eterno. No hay conspiración propagandística más fuerte que el olvido de la gente; es un arma más poderosa que la imposición avasallante de recordar por la fuerza a alguien que ya no es el corazón de su patria.

Los líderes para siempre son aquellos recordados con respeto, admiración y cariño por todos, sin diferencias de ninguna índole. Son admirados como hombres y mujeres que, con virtudes y defectos, su lucha estuvo acompañada por nobles propósitos que engrandecieron a sus naciones, esperando como recompensa sólo la felicidad de sus conciudadanos. Son líderes que traspasaron las fronteras de su país, para convertirse en íconos universales. Ejemplos como   Simón Bolívar, que luchó hasta su muerte por la libertad de naciones hermanas contra el yugo español, cuyo título más honroso fue el de Libertador; Nelson Mandela (Madiba), que logró unir una nación perversamente dividida por el apartheid, practicando la humildad para inspirar la grandeza de Sudáfrica;  Mahatma Gandhi (Alma Grande), que hizo de la paz el camino de La India para combatir la dominación británica; y otros tantos líderes que dejaron a un lado la egolatría, la vanidad, la riqueza y el odio para transformarse en verdaderos testimonios de un mundo más justo y humano, donde la libertad y la dignidad del ser humano estén por encima de las miserias que frecuentemente practicamos los seres humanos. Esos líderes serán recordados con el pasar de los tiempos, porque son inmunes al olvido.
Publicado en Versión Final el 19-07-2013  

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