viernes, 20 de septiembre de 2013

Salto de Talanquera

Salto de Talanquera
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
El salto de talanquera empieza hacerse costumbre en las filas de la unidad democrática, especialmente, en tiempos de elecciones. Sin un razonamiento objetivo y contundente, dirigentes “democráticos” se pasan a las filas del oficialismo de un día para otro y, desde esa nueva tribuna, descalifican con improperios la causa que con anterioridad defendían ardorosamente. Este cambio intempestivo de ideas y opiniones refleja la descomposición y banalización de la política venezolana de estos tiempos. El oportunismo político y la inconsistencia ideológica se constituyen en poderosas razones para practicar sin el menor rubor el salto de talanquera. Semejante comportamiento reproduce uno de los peores flagelos de la política, como es la mercantilización de las ideas. Razón tenía el británico Robert Walpole (1676-1745), cuando expresó “todo hombre –y mujer también- tiene su precio, sólo hace falta saber cuál es”, frase que recoge dramáticamente los propósitos oscuros y personales con los que ciertos dirigentes pretenden lucrarse de la política.
Resulta incomprensible que ciertos dirigentes rasgan sus vestiduras a favor del proyecto democrático, difundiendo con intensidad y vehemencia los abusos e injusticias de una revolución que se ha planteado secuestrarnos no sólo la libertad y el progreso sino la dignidad como seres humanos. Juran lealtad a un pueblo que merece un mejor destino; acusan al gobierno de sus corruptelas y tropelías, pero una vez que deciden sentarse en su mesa se les olvida absolutamente todo cuanto han dicho en su contra; se convierten en mansos corderos al servicio exclusivo del proyecto revolucionario. Pero lo más insólito que he escuchado decir a algunos de estos tránsfugas es que una cosa es apoyar a Capriles y otra muy diferente apoyar a Arias Cárdenas o Pérez Pirela. Para ellos las elecciones son como una suerte de menú al que le agregan o le quitan cosas dependiendo de los gustos y preferencias. Más simple y básico imposible, porque al final lo que cuentan son los reales o las prebendas exigidas en las negociaciones con los enchufados.
Corro el riesgo que puedan pensar que soy enemigo de las diferencias y divergencias dentro de la Unidad Democrática. Todo lo contrario. Respeto y valoro altamente la crítica que aporta dentro de la diversidad de criterios e ideas; de lo que si soy enemigo a ultranza es de la traición. Porque no puedo entender cómo los tránsfugas, especialmente en tiempos de elecciones, dan a conocer públicamente sus desacuerdos con el partido que abandonan para justificar su rebeldía, pero en vez de crear otros espacios orientados por las mismas ideas que hasta hace poco defendían con pasión –democracia, libertad, justicia social, pluralidad, respeto-, se arrodillan ante su antiguo adversario y se comprometen a luchar incondicionalmente por los postulados que despreciaban. Apreciados lectores, ¿cómo se llama esto?, ¿acaso no es una vil y asquerosa traición?
Lo que debemos tener muy claro es que el traidor traiciona mil veces porque esa es su visión de la política; en la primera oportunidad que se le presente salta de nuevo la talanquera y con el mayor desparpajo aduce las razones que lo motivaron a dar tan importante paso en su dilatada y honorable trayectoria política. No olvidemos nunca que “el traidor que fue traicionado, traicionará a su traidor”
Publicado en Versión Final el 20-09-2013

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