lunes, 24 de febrero de 2014


La paz no es sumisión

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La paz del régimen es la sumisión de los venezolanos. Pretende que aceptemos con resignación la caótica situación que vivimos sin derecho a protestar. La paz que defiende Maduro se asemeja al silencio de los cementerios; a una sociedad anestesiada frente a los desmanes de una revolución que nos convierte en ciudadanos pobres y esclavos dentro de nuestro propio país.

La paz del régimen es la represión brutal de los cuerpos de seguridad contra los estudiantes que legítimamente protestan contra un gobierno incapaz y corrupto. La paz que busca el gobierno descansa en los colectivos armados que asesinan y amedrentan con el apoyo oficial y la impunidad de los organismos de justicia. La paz que persigue la revolución se basa en un diálogo de sordos, en el que la oposición democrática debe acatar la voluntad y caprichos del gobierno, so pena de castigar a gobernadores y alcaldes con no enviarles los recursos que constitucionalmente les pertenecen, o no aprobarles programas y proyectos de beneficio colectivo.

No puede haber diálogo para la paz sino existe el respeto y el reconocimiento del otro. No se puede dialogar con una pistola en la cabeza; ni mucho menos con descalificaciones como fascistas, golpistas, majunches, apátridas, traidores y escuálidos; y, lo que es peor, acusar de la crisis del país a la “derecha” en alianza con el imperialismo, cuando la verdadera culpa la tiene la política económica desastrosa que nos lleva al barranco.

Cómo creer en un diálogo sincero y fecundo, cuando se niega y se desprecia a la otra mitad del país, sometiéndola a un cerco informativo porque los medios le pertenecen al gobierno y al PSUV, y los pocos medios privados son amenazados o practican la autocensura. Cómo creer en un diálogo por parte de un gobierno que persigue y criminaliza la disidencia democrática, mostrándose complaciente con la camarilla de corruptos que desangran la nación, mientras el pueblo es sometido a largas colas para buscar los alimentos básicos. Cada día somos más pobres a pesar de los cuantiosos recursos que siguen ingresando al país por la venta de petróleo, a un precio de más de 100 dólares por barril. Somos el país con la peor economía de la región, con excepción de Haití.

Sin justicia no puede existir paz, y sin rectificación no puede darse un diálogo que desemboque en acuerdos permanentes que devuelvan la tranquilidad y el progreso a Venezuela. Un diálogo verdadero debe contemplar no sólo las legítimas exigencias de los estudiantes, sino eliminar este modelo político-económico que viola flagrantemente la Constitución Nacional, pues, lesiona nuestra soberanía al permitir la injerencia castrocomunista y crear una economía que irrespeta la propiedad y la iniciativa privadas para convertir al gobierno en el único dueño de empresas, bancos, hoteles, fincas, servicios, etc. Esa es, en mi humilde opinión, la esencia que debe acompañar un diálogo que elimine la pobreza y la injusticia popular, de lo contrario pienso que los esfuerzos son inútiles y  estoy seguro que la mayoría del país no estaría dispuesta apoyarlo.

En esta hora difícil de la patria, frente a la represión e intolerancia del gobierno con las protestas, ¿es posible hablar de diálogo para la paz?, o ¿será más bien otra estrategia “cazabobos” del gobierno para ganar tiempo y apertrecharse para atacar con mayor vileza a un pueblo que se cansó de esta pesadilla que nos aniquila lentamente como sociedad libre, justa y de progreso? Respondan ustedes.
                                                                                  Profesor Titular de LUZ

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