La paz no es sumisión
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
La paz del régimen es la sumisión de los venezolanos. Pretende
que aceptemos con resignación la caótica situación que vivimos sin derecho a
protestar. La paz que defiende Maduro se asemeja al silencio de los
cementerios; a una sociedad anestesiada frente a los desmanes de una revolución
que nos convierte en ciudadanos pobres y esclavos dentro de nuestro propio
país.
La paz del régimen es la represión brutal de los
cuerpos de seguridad contra los estudiantes que legítimamente protestan contra
un gobierno incapaz y corrupto. La paz que busca el gobierno descansa en los
colectivos armados que asesinan y amedrentan con el apoyo oficial y la
impunidad de los organismos de justicia. La paz que persigue la revolución se
basa en un diálogo de sordos, en el que la oposición democrática debe acatar la
voluntad y caprichos del gobierno, so pena de castigar a gobernadores y
alcaldes con no enviarles los recursos que constitucionalmente les pertenecen,
o no aprobarles programas y proyectos de beneficio colectivo.
No puede haber diálogo para la paz sino existe el
respeto y el reconocimiento del otro. No se puede dialogar con una pistola en
la cabeza; ni mucho menos con descalificaciones como fascistas, golpistas,
majunches, apátridas, traidores y escuálidos; y, lo que es peor, acusar de la
crisis del país a la “derecha” en alianza con el imperialismo, cuando la verdadera
culpa la tiene la política económica desastrosa que nos lleva al barranco.
Cómo creer en un diálogo sincero y fecundo, cuando se
niega y se desprecia a la otra mitad del país, sometiéndola a un cerco
informativo porque los medios le pertenecen al gobierno y al PSUV, y los pocos
medios privados son amenazados o practican la autocensura. Cómo creer en un
diálogo por parte de un gobierno que persigue y criminaliza la disidencia
democrática, mostrándose complaciente con la camarilla de corruptos que
desangran la nación, mientras el pueblo es sometido a largas colas para buscar
los alimentos básicos. Cada día somos más pobres a pesar de los cuantiosos
recursos que siguen ingresando al país por la venta de petróleo, a un precio de
más de 100 dólares por barril. Somos el país con la peor economía de la región,
con excepción de Haití.
Sin justicia no puede existir paz, y sin rectificación
no puede darse un diálogo que desemboque en acuerdos permanentes que devuelvan
la tranquilidad y el progreso a Venezuela. Un diálogo verdadero debe contemplar
no sólo las legítimas exigencias de los estudiantes, sino eliminar este modelo
político-económico que viola flagrantemente la Constitución Nacional, pues,
lesiona nuestra soberanía al permitir la injerencia castrocomunista y crear una
economía que irrespeta la propiedad y la iniciativa privadas para convertir al
gobierno en el único dueño de empresas, bancos, hoteles, fincas, servicios,
etc. Esa es, en mi humilde opinión, la esencia que debe acompañar un diálogo
que elimine la pobreza y la injusticia popular, de lo contrario pienso que los
esfuerzos son inútiles y estoy seguro
que la mayoría del país no estaría dispuesta apoyarlo.
En esta hora difícil de la patria, frente a la
represión e intolerancia del gobierno con las protestas, ¿es posible hablar de
diálogo para la paz?, o ¿será más bien otra estrategia “cazabobos” del gobierno
para ganar tiempo y apertrecharse para atacar con mayor vileza a un pueblo que
se cansó de esta pesadilla que nos aniquila lentamente como sociedad libre,
justa y de progreso? Respondan ustedes.
Profesor Titular de LUZ
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