República violada
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
República, en un sentido amplio, es un sistema
político que se fundamenta en el imperio de la ley y en la igualdad de los
ciudadanos ante la ley, como mecanismo para frenar los abusos del Estado, del
gobierno, de las mayorías, o de aquellos que detentan el poder en cualquiera de
sus manifestaciones. En consecuencia, si los ciudadanos no tienen garantizada
la igualdad que les otorga la ley, se convierten en súbditos de los que detentan
el poder del Estado, perdiéndose la verdadera esencia de la República.
Si nos acogemos al concepto de República, debemos
admitir lamentablemente que Venezuela dejó de ser un sistema republicano, tanto
porque el imperio de la ley está secuestrado por una elite que irrespeta los
derechos fundamentales de los venezolanos, como porque el régimen ha admitido que
gobierna sólo para aquellos venezolanos afectos a la ideología oficialista, excluyendo
a la otra mitad que formamos parte de la nación.
Este régimen desprecia el concepto de ciudadanía; le
resulta incómodo y contraproducente con el modelo opresor que pretende
instaurar. Al no reconocer a ciudadanos que deben ser tratados con igualdad ante
la ley, el gobierno deriva en una dictadura clientelista al servicio de una
ideología personalista y excluyente. Eso es exactamente el sistema de gobierno
que preside Nicolás Maduro.
Los últimos acontecimientos corroboran la práctica
fascista del régimen madurista. La detención ilegal y arbitraria de Leopoldo
López; el golpe de Estado contra los alcaldes Daniel Ceballos y Enzo Scarano;
la amenaza de eliminar la inmunidad parlamentaria de María Corina Machado; las
acusaciones injustificadas contra la alcaldesa Eveling de Rosales y otros
alcaldes de la Unidad Democrática; el enseñamiento militar contra poblaciones
enteras que protestan pacíficamente; los asesinatos brutales de estudiantes en
manos de los cuerpos de seguridad y grupos paramilitares oficialistas, son
acciones que evidencian la violación absoluta del Estado de Derecho en
Venezuela, dando paso a la ilegalidad y a la impunidad como las joyas más
preciosas de la corona de la dictadura madurista.
La exclusión es otra de las prácticas de este régimen.
Testimonios sobran en estos largos 15 años. La lista Tascón, avalada por el
propio Chávez; la lista Maisanta; la imposibilidad que ciudadanos opositores
formen parte de los consejos comunales; el desconocimiento de los derechos de
los diputados democráticos en la Asamblea Nacional; el otorgamiento de divisas
sólo a empresas comprometidas con la revolución; la atención preferencial de
las universidades bolivarianas en desmedro de las universidades autónomas; la división
de la sociedad venezolana entre patriotas y apátridas, revolucionarios y
golpistas, chavistas y escuálidos, entre otros, son acciones propias de un gobierno
que jamás abandonó su origen fascista.
La violación flagrante del imperio de las leyes y el
tratamiento desigual ante la ley de ciudadanos opositores al régimen, son
aspectos que justifican ampliamente la jornada de protestas contra un gobierno
que dejó de ser democrático para convertirse en una tiranía que oprime a sus
ciudadanos. Con razón, afirmó Simón Bolívar, “si la tiranía se hace ley, la
rebelión es un derecho”.
Profesor Titular de LUZ
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