Ganó la paz de Santos
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
En días pasados escribí un artículo denominado “El
dilema de Colombia”, en el cual analizamos los resultados de la primera vuelta
e intentamos aportar algunas ideas en torno a la segunda vuelta, celebrada el
pasado domingo 15 de junio. Decíamos que, considerando los resultados de la
primera vuelta, la principal opción la tenía el candidato Zuluaga, pero
advertíamos también que la percepción colectiva acerca del tema de la paz era
vital para inclinar la balanza hacia uno de los dos candidatos. Los resultados
de las elecciones presidenciales, indican que la mayoría de los electores
prefirieron apoyar la oferta de paz que actualmente está negociando el
presidente Santos. No obstante, es importante referir algunos datos para
entender objetivamente el escenario en el que le tocará gobernar al recién
reelecto presidente de Colombia (2014-2018).
Al igual que en el 2010, las elecciones presidenciales
de Colombia se resolvieron en una segunda vuelta. Hace cuatro años atrás, Juan
Manuel Santos obtuvo 9.028.943 votos, equivalente al 69.13%, sacándole una
ventaja de 5.440.968 a Antanas Mockus (27.47%). En esta oportunidad, Santos
obtuvo 7.711.484 votos (50.85%), casi 2 millones menos que hace cuatro años, en
contra de 6.837.131 votos a favor de Zuluaga (45.09%), es decir, una ventaja de
menos de un millón de votos equivalentes a un poco más del 5%. Ciertamente,
Santos salió reelecto pero los resultados proyectan a un presidente más débil que
en el 2010. En consecuencia, le corresponde gobernar con un país electoralmente
dividido en dos porciones prácticamente iguales. A lo que debemos agregarle que
la abstención, si bien es cierto bajó 8% respecto a la primera vuelta, se ubicó
en 52%, proyectando que de cada cuatro colombianos con capacidad de votar, sólo
uno apoyó la propuesta de paz del presidente Santos. Tales resultados
requerirán más esfuerzos e inteligencia de la nueva administración para
impregnarle mayor legitimidad a la etapa más compleja del acuerdo de paz que se
negocia con la guerrilla en La Habana, Cuba.
En el 2010, Santos ganó por Uribe; ahora, gana gracias
al apoyo de una izquierda dividida en varias facciones. Recibió el apoyo desde
Clara López, cuya participación en los últimos días de campaña fue crucial para
que Santos incrementara en más de 950.000 sufragios en Santa Fe de Bogotá,
derrotando a Zuluaga; hasta Antanas Mockus, su rival en el 2010; Gustavo Petro,
alcalde Bogotá que el propio presidente pretendió inhabilitar; la ex senadora
Piedad Córdoba, su archienemiga cuando él defendía la tesis guerrerista en
contra de las FARC; pasando por conspicuos líderes del conservadurismo y liberalismo
colombiano, tales como el ex presidente Belisario Betancur (1982-1986), y otros
dirigentes abiertamente antiuribistas. Izquierda variopinta y enemigos
encarnizados de Uribe, contribuyeron enormemente con el pírrico triunfo de
Santos. Ahora le corresponderá lidiar no sólo con una oposición fortalecida,
liderada por Uribe y Zuluaga, sino con unos aliados cuyas exigencias de una paz
con verdadera justicia (indemnizaciones y juicios) para las víctimas de la
guerra, incluyendo a los guerrilleros caídos, podrían dificultarle el camino
para trabajar por una Colombia en paz pero también en progreso con
oportunidades para todos, sin discriminaciones de ninguna naturaleza.
Como demócrata cabal, le deseamos el mayor éxito al
presidente Santos en su nueva gestión, porque todo cuanto sucede en Colombia,
bueno o malo, tiene profundas implicaciones en nuestro país. Debe entender el
presidente Santos que los colombianos, especialmente los que se abstuvieron
(52%), reclaman una mayor inclusión social que permita disminuir
progresivamente las profundas diferencias económicas, sociales y educativas que
aún persisten en Colombia. Entender que es necesario ejecutar una gestión que
rompa con la creciente falta de confianza y credibilidad en la política y en
los políticos. Y, finalmente, recordarle una célebre frase del presidente
Kennedy: “¿Qué clase de paz buscamos? Yo hablo de la paz verdadera, la clase de
paz que vuelve a la vida en la tierra digna de ser vivida, la clase que permite
a los hombres y a las naciones crecer, esperar y construir una vida mejor para
sus hijos”. Esa es la verdadera paz que desea el noble pueblo colombiano, tanto
los que votaron por Santos, como aquellos que lo hicieron por Zuluaga o,
sencillamente, los que con razón o sin ella se abstuvieron el pasado 15 de
junio.
Profesor Titular de LUZ
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