miércoles, 13 de agosto de 2014


Economía palo abajo

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Aun retumban en mis oídos aquellas palabras del comandante supremo, cuando afirmó “que si el precio del barril de petróleo llega a un dólar, el crecimiento del país no se detendrá porque la economía está blindada”. Cuánta falsedad e irresponsabilidad en esas palabras; hoy el precio del petróleo se mantiene muy cerca de los 100 dólares por barril y la economía venezolana está palo abajo, como nunca habíamos experimentado tan profunda crisis.

Una política económica populista, irresponsable, controlada por ideas absurdas y trogloditas, implementadas por más de quince años, está llevando al país al colapso total y los venezolanos estamos pagando injustamente el precio de esta locura revolucionaria; el precio de un gobierno incapaz y sin voluntad para gobernar eficientemente nuestro país.

Por años, los precios de bienes y servicios han estado artificialmente controlados, alejados de la dinámica económica y contrarios a la productividad que sólo la empresa privada puede generar. Los resultados están a la vista: la inflación más alta del planeta; un sector industrial destruido sin capacidad de generar riqueza para el país ni empleos productivos y bien pagados para los venezolanos; escasez de alimentos, medicinas, víveres, autopartes, etc., sólo apreciable en sociedades que libran enfrentamientos bélicos de gran magnitud; corrupción galopante que ha enriquecido a connotados dirigentes de la revolución a costa de la miseria del pueblo; servicios públicos colapsados e inservibles. En fin, un país que se ubica en la lista de las naciones con las peores economías del mundo. Algo imposible de alcanzar pero perfectamente consumado por esta revolución de pacotilla.

Hoy el régimen se devana los sesos pensando cómo aplicar el paquetazo rojo que ya no pueden negar por más tiempo. Anunciaron la “sinceración” de las tarifas de un servicio eléctrico caracterizado por apagones e incapacidad;  ya en nuestro recibo de este mes el aumento es superior al 100%, sin que lo hayan anunciado oficialmente. El cacareado aumento de la gasolina es una realidad, sólo están esperando el mejor momento para aplicarlo por el terror que ello les produce. El servicio de agua potable que, aunque no llega a las tuberías, también se incrementó. Por no hablar del encarecimiento estratosférico de alimentos y víveres de primera necesidad. Cada vez que vamos al mercado, a pesar de la ley de precios justos, debemos pagar mucho más por los alimentos que a duras penas conseguimos. El salario de los venezolanos no vale nada; los irrisorios aumentos de sueldos, anunciados con bombos y platillos, se los come la inflación antes de que sean depositados en nuestras cuentas de nómina. Mientras tanto, los venezolanos debemos seguir sacrificándonos y empobreciéndonos frente a la mirada insensible, inútil e incapaz de un gobierno cuyo mayor mérito ha sido la destrucción de nuestro país.

Todavía falta definir la política cambiaria. Cambio único, dos tipos de cambios, dólar preferencial, lo importante es que debemos soportar otra megadevaluación del bolívar, por tercera vez consecutiva en lo que va del año. Y eso traerá más pobreza, más inflación, más desempleo, más corrupción, mayor desesperanza, porque este gobierno quiere seguir obteniendo montañas de bolívares para financiar un mayor gasto público sin disciplina fiscal ni contraloría parlamentaria; mayor dinero para seguir regalando petróleo y dólares a los chulos del ALBA, a cambio del apoyo internacional al régimen.

En otras palabras, ajustar la economía para profundizar los errores del pasado, porque hasta ahora nadie ha anunciado un plan serio de reactivación económica con apoyo del sector privado a través de inversiones nacionales y extranjeras, con normas claras del juego y respetuosas de la propiedad privada, dirigidas al rescate de la infraestructura del país, al turismo, al sector agropecuario, al sector industrial en todas sus áreas. Nadie nos ha dicho que es fundamental “limpiar” a PDVSA para convertirla de nuevo en una de las más grandes y eficientes petroleras del mundo. Porque pensar que sólo con inversión social, plagada de corrupción y caos, vamos a salir de esta abrumadora crisis, es la peor de las torpezas.

Mientras llega el sacudón revolucionario, nos quedan dos caminos: comprar alpargatas porque lo que viene es joropo y organizarnos como ciudadanos responsables que no estamos dispuestos a legitimar con nuestro silencio y comodidad el régimen más nefasto y oscuro de nuestra historia republicana.

Profesor Titular de LUZ

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