Economía palo abajo
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Aun retumban en mis oídos aquellas palabras del
comandante supremo, cuando afirmó “que si el precio del barril de petróleo
llega a un dólar, el crecimiento del país no se detendrá porque la economía
está blindada”. Cuánta falsedad e irresponsabilidad en esas palabras; hoy el
precio del petróleo se mantiene muy cerca de los 100 dólares por barril y la
economía venezolana está palo abajo, como nunca habíamos experimentado tan
profunda crisis.
Una política económica populista, irresponsable,
controlada por ideas absurdas y trogloditas, implementadas por más de quince
años, está llevando al país al colapso total y los venezolanos estamos pagando
injustamente el precio de esta locura revolucionaria; el precio de un gobierno
incapaz y sin voluntad para gobernar eficientemente nuestro país.
Por años, los precios de bienes y servicios han estado
artificialmente controlados, alejados de la dinámica económica y contrarios a
la productividad que sólo la empresa privada puede generar. Los resultados
están a la vista: la inflación más alta del planeta; un sector industrial
destruido sin capacidad de generar riqueza para el país ni empleos productivos
y bien pagados para los venezolanos; escasez de alimentos, medicinas, víveres, autopartes,
etc., sólo apreciable en sociedades que libran enfrentamientos bélicos de gran
magnitud; corrupción galopante que ha enriquecido a connotados dirigentes de la
revolución a costa de la miseria del pueblo; servicios públicos colapsados e
inservibles. En fin, un país que se ubica en la lista de las naciones con las
peores economías del mundo. Algo imposible de alcanzar pero perfectamente
consumado por esta revolución de pacotilla.
Hoy el régimen se devana los sesos pensando cómo
aplicar el paquetazo rojo que ya no pueden negar por más tiempo. Anunciaron la
“sinceración” de las tarifas de un servicio eléctrico caracterizado por
apagones e incapacidad; ya en nuestro
recibo de este mes el aumento es superior al 100%, sin que lo hayan anunciado
oficialmente. El cacareado aumento de la gasolina es una realidad, sólo están
esperando el mejor momento para aplicarlo por el terror que ello les produce.
El servicio de agua potable que, aunque no llega a las tuberías, también se
incrementó. Por no hablar del encarecimiento estratosférico de alimentos y
víveres de primera necesidad. Cada vez que vamos al mercado, a pesar de la ley
de precios justos, debemos pagar mucho más por los alimentos que a duras penas
conseguimos. El salario de los venezolanos no vale nada; los irrisorios
aumentos de sueldos, anunciados con bombos y platillos, se los come la
inflación antes de que sean depositados en nuestras cuentas de nómina. Mientras
tanto, los venezolanos debemos seguir sacrificándonos y empobreciéndonos frente
a la mirada insensible, inútil e incapaz de un gobierno cuyo mayor mérito ha
sido la destrucción de nuestro país.
Todavía falta definir la política cambiaria. Cambio
único, dos tipos de cambios, dólar preferencial, lo importante es que debemos
soportar otra megadevaluación del bolívar, por tercera vez consecutiva en lo
que va del año. Y eso traerá más pobreza, más inflación, más desempleo, más corrupción,
mayor desesperanza, porque este gobierno quiere seguir obteniendo montañas de
bolívares para financiar un mayor gasto público sin disciplina fiscal ni
contraloría parlamentaria; mayor dinero para seguir regalando petróleo y
dólares a los chulos del ALBA, a cambio del apoyo internacional al régimen.
En otras palabras, ajustar la economía para
profundizar los errores del pasado, porque hasta ahora nadie ha anunciado un
plan serio de reactivación económica con apoyo del sector privado a través de
inversiones nacionales y extranjeras, con normas claras del juego y respetuosas
de la propiedad privada, dirigidas al rescate de la infraestructura del país,
al turismo, al sector agropecuario, al sector industrial en todas sus áreas.
Nadie nos ha dicho que es fundamental “limpiar” a PDVSA para convertirla de
nuevo en una de las más grandes y eficientes petroleras del mundo. Porque
pensar que sólo con inversión social, plagada de corrupción y caos, vamos a
salir de esta abrumadora crisis, es la peor de las torpezas.
Mientras llega el sacudón revolucionario, nos quedan
dos caminos: comprar alpargatas porque lo que viene es joropo y organizarnos
como ciudadanos responsables que no estamos dispuestos a legitimar con nuestro
silencio y comodidad el régimen más nefasto y oscuro de nuestra historia
republicana.
Profesor Titular de LUZ
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