El bachaqueo: un antivalor social
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
En reiteradas oportunidades he manifestado mi
preocupación sobre el déficit de valores en la sociedad venezolana. Con el
transcurrir del tiempo hemos abandonado valores que orientaron nuestra vida
social y familiar, para afianzar conductas que distan mucho de la sociedad
ideal en la que muchos deseamos vivir. Los antivalores se han esparcido como
pólvora, amenazándonos con ganar la batalla si no hacemos lo que debemos hacer
para evitar que se conviertan en costumbre y en algo permitido para los
venezolanos.
La crisis familiar acentuada por el incremento de la
paternidad irresponsable, la desarticulación del grupo familiar y la carencia
de modelos que proyecten buenos ejemplos para los hijos, ha contribuido
enormemente con la carencia de valores, aunado a múltiples factores que se
escapan del ámbito familiar, como es el discurso irrespetuoso, soez, excluyente
e inmoral de los dirigentes de la revolución que alimentan la injusticia y la
impunidad; así como la pobreza y la falta de oportunidades para salir adelante
a través de mecanismos lícitos y dignos. Todos estos problemas han transformado
a Venezuela en una sociedad donde delinquir empieza a ser parte de nuestra
cotidianidad, ya sea con el disfraz de la corrupción, el bachaqueo, o “el
cuanto hay pa´ eso”.
Cuando Chávez llegó al poder en 1998, prometió
eliminar el rentismo petrolero de la “IV República”. Dieciséis años después, el
rentismo no sólo está más vigente que nunca, sino que se ha constituido casi en
el único mecanismo que garantiza el ingreso de divisas al fisco nacional, con
el agravante que empieza a posicionarse como una alternativa importante –sino la
única- para que miles de familias venezolanas puedan obtener sus ingresos mediante
una versión más popular del rentismo, conocida como el bachaqueo y el raspacupo.
El bachaqueo, podemos conceptualizarlo como una
actividad ilícita a través de la cual un grupo de personas que, aprovechándose
de la escasez y los perversos controles implantados por el régimen, revenden
alimentos, medicinas, insumos, gasolina, etc., a un precio mucho mayor que el
regulado, obteniendo una jugosa ganancia que le permite obtener altos ingresos
sin tener un trabajo fijo y productivo. En tal sentido, el bachaqueo es una
desviación que amenaza no sólo con minar la maltrecha economía del país, sino
que profundiza la crisis de valores familiares y ciudadanos, en momentos donde
el país requiere una importante dosis de reciedumbre, compromiso, honestidad y
sacrificios para que unidos venzamos esta vorágine que pretende aniquilarnos
como sociedad democrática y civilizada. No tengo dudas que los antivalores, en
todas sus dimensiones, propician la creación de una sociedad conformista,
ignorante, atada a la pobreza y sumisa a las imposiciones y caprichos de una
élite gobernante que viola flagrantemente nuestros derechos y se burla de
nuestra inteligencia porque, en definitiva, el principal promotor y beneficiario
de esa práctica malsana es la revolución. A nadie más que a este régimen le
conviene esta situación porque los bachaqueros se constituyen en sus
principales aliados.
El bachaqueo es un aspecto que empieza a enquistarse
en lo más profundo del alma de muchos venezolanos, convirtiéndose en la manera
más normal de vivir en un país destruido, depauperado, que está patas arriba.
Porque, a decir verdad, el bachaqueo tiene muchas más aristas y matices de los
que estamos acostumbrados ver. El bachaqueo no sólo existe en los millones de
litros de gasolina que a diario se fugan para Colombia, bajo la mirada cómplice
de las autoridades militares; o en los buhoneros que venden a plena luz del día
los alimentos regulados de la dieta básica. No señores, el bachaqueo es una
acción delictiva impregnada de corrupción que empieza a hacerse presente en todas
las esferas de nuestro país; en los delincuentes rojos de cuello blanco que
desangraron las arcas de la nación y destruyeron las oportunidades de construir
un mejor país para todos; en buhoneros que son indolentes con los de su propia clase, los
pobres, al arrebatarles de los anaqueles los alimentos básicos; en empresarios
y comerciantes que usaron las divisas del país para abultar sus sucias fortunas
y no para satisfacer las necesidades de la gente; en los militares y cuerpos de
seguridad que, por bolívares devaluados o verdes muy cotizados, se han
convertido en una guardia pretoriana al servicio de una ideología y de una
minoría gobernante, manteniendo indefensa a la mayoría del país.
El bachaqueo es una fuerza tan poderoso que está
arrastrando los valores que, como el trabajo productivo, la educación de
calidad, la responsabilidad, el respeto, la inclusión, la honestidad, el
compromiso y la solidaridad, son fundamentales en esta hora menguada que
vivimos los venezolanos. Queridos lectores, no permitamos que los antivalores
destruyan las cosas buenas y positivas que todavía alberga nuestro país. Desde
nuestros hogares, en las iglesias, en los salones de clases, en los espacios
deportivos, en los partidos políticos, iniciemos una cruzada para defender los
valores de los que nos sentimos orgullosos y convertirlos en el arma más
poderosa para que la libertad, la justicia, el progreso y las oportunidades
para todos, sean la luz del nuevo amanecer de nuestra querida Venezuela.
Profesor Titular de LUZ
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