martes, 21 de abril de 2015


El bachaqueo: un antivalor social

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)


En reiteradas oportunidades he manifestado mi preocupación sobre el déficit de valores en la sociedad venezolana. Con el transcurrir del tiempo hemos abandonado valores que orientaron nuestra vida social y familiar, para afianzar conductas que distan mucho de la sociedad ideal en la que muchos deseamos vivir. Los antivalores se han esparcido como pólvora, amenazándonos con ganar la batalla si no hacemos lo que debemos hacer para evitar que se conviertan en costumbre y en algo permitido para los venezolanos.

La crisis familiar acentuada por el incremento de la paternidad irresponsable, la desarticulación del grupo familiar y la carencia de modelos que proyecten buenos ejemplos para los hijos, ha contribuido enormemente con la carencia de valores, aunado a múltiples factores que se escapan del ámbito familiar, como es el discurso irrespetuoso, soez, excluyente e inmoral de los dirigentes de la revolución que alimentan la injusticia y la impunidad; así como la pobreza y la falta de oportunidades para salir adelante a través de mecanismos lícitos y dignos. Todos estos problemas han transformado a Venezuela en una sociedad donde delinquir empieza a ser parte de nuestra cotidianidad, ya sea con el disfraz de la corrupción, el bachaqueo, o “el cuanto hay pa´ eso”.

Cuando Chávez llegó al poder en 1998, prometió eliminar el rentismo petrolero de la “IV República”. Dieciséis años después, el rentismo no sólo está más vigente que nunca, sino que se ha constituido casi en el único mecanismo que garantiza el ingreso de divisas al fisco nacional, con el agravante que empieza a posicionarse como una alternativa importante –sino la única- para que miles de familias venezolanas puedan obtener sus ingresos mediante una versión más popular del rentismo, conocida como el bachaqueo y el raspacupo.

El bachaqueo, podemos conceptualizarlo como una actividad ilícita a través de la cual un grupo de personas que, aprovechándose de la escasez y los perversos controles implantados por el régimen, revenden alimentos, medicinas, insumos, gasolina, etc., a un precio mucho mayor que el regulado, obteniendo una jugosa ganancia que le permite obtener altos ingresos sin tener un trabajo fijo y productivo. En tal sentido, el bachaqueo es una desviación que amenaza no sólo con minar la maltrecha economía del país, sino que profundiza la crisis de valores familiares y ciudadanos, en momentos donde el país requiere una importante dosis de reciedumbre, compromiso, honestidad y sacrificios para que unidos venzamos esta vorágine que pretende aniquilarnos como sociedad democrática y civilizada. No tengo dudas que los antivalores, en todas sus dimensiones, propician la creación de una sociedad conformista, ignorante, atada a la pobreza y sumisa a las imposiciones y caprichos de una élite gobernante que viola flagrantemente nuestros derechos y se burla de nuestra inteligencia porque, en definitiva, el principal promotor y beneficiario de esa práctica malsana es la revolución. A nadie más que a este régimen le conviene esta situación porque los bachaqueros se constituyen en sus principales aliados.

El bachaqueo es un aspecto que empieza a enquistarse en lo más profundo del alma de muchos venezolanos, convirtiéndose en la manera más normal de vivir en un país destruido, depauperado, que está patas arriba. Porque, a decir verdad, el bachaqueo tiene muchas más aristas y matices de los que estamos acostumbrados ver. El bachaqueo no sólo existe en los millones de litros de gasolina que a diario se fugan para Colombia, bajo la mirada cómplice de las autoridades militares; o en los buhoneros que venden a plena luz del día los alimentos regulados de la dieta básica. No señores, el bachaqueo es una acción delictiva impregnada de corrupción que empieza a hacerse presente en todas las esferas de nuestro país; en los delincuentes rojos de cuello blanco que desangraron las arcas de la nación y destruyeron las oportunidades de construir un mejor país para todos; en buhoneros que son  indolentes con los de su propia clase, los pobres, al arrebatarles de los anaqueles los alimentos básicos; en empresarios y comerciantes que usaron las divisas del país para abultar sus sucias fortunas y no para satisfacer las necesidades de la gente; en los militares y cuerpos de seguridad que, por bolívares devaluados o verdes muy cotizados, se han convertido en una guardia pretoriana al servicio de una ideología y de una minoría gobernante, manteniendo indefensa a la mayoría del país.

El bachaqueo es una fuerza tan poderoso que está arrastrando los valores que, como el trabajo productivo, la educación de calidad, la responsabilidad, el respeto, la inclusión, la honestidad, el compromiso y la solidaridad, son fundamentales en esta hora menguada que vivimos los venezolanos. Queridos lectores, no permitamos que los antivalores destruyan las cosas buenas y positivas que todavía alberga nuestro país. Desde nuestros hogares, en las iglesias, en los salones de clases, en los espacios deportivos, en los partidos políticos, iniciemos una cruzada para defender los valores de los que nos sentimos orgullosos y convertirlos en el arma más poderosa para que la libertad, la justicia, el progreso y las oportunidades para todos, sean la luz del nuevo amanecer de nuestra querida Venezuela.

                 Profesor Titular de LUZ

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