martes, 5 de mayo de 2015


La mayoría quiere un cambio

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 

Frente a la profunda polarización que ha experimentado la política venezolana en los últimos dieciséis años, empieza a visualizarse un tema que une a la inmensa mayoría del país, inclusive a los estratos más pobres, otrora incondicionales del proceso revolucionario. Ese elemento que unifica y amalgama a los venezolanos, es la demanda de cambio como respuesta para salir de una crisis de la que se culpa directamente al gobierno de Nicolás Maduro.

Esta percepción de cambio se proyecta claramente en los estudios de opinión pública correspondientes al primer trimestre del año en curso, de dos de las más reputadas firmas de investigación y consultoría del país, como son Consultores 21 y Alfredo Keller y Asociados. En ambos estudios, se revela que siete de cada diez venezolanos desean un cambio para solucionar la grave crisis que atraviesa el país, mientras que los tres restantes consideran que el continuismo –o la profundización del socialismo- sigue siendo la fórmula ideal para solucionar los graves problemas de Venezuela.

En el estudio de Keller, la demanda de cambio se ubica en 69%, en contra de un 20% que favorece las políticas del régimen. Pero lo más importante es que en todos los estratos sociales, la demanda de cambio es mayoritaria; por ejemplo, en el estrato E –los más pobres-, el 57% quiere un cambio de rumbo del país, en contra de un 27% que prefiere la continuidad del modelo socialista; en los estratos D (D- y D+), en promedio, siete de cada diez desean un cambio; en los estratos medios y altos, la demanda del cambio es superior al 83%. Como puede apreciarse, la demanda de cambio es un clamor de la inmensa mayoría de los venezolanos. Al considerar la variable de identificación política, los resultados de Keller proyectan la evidencia cada vez más creciente de la condicionalidad y criticidad de los sectores chavistas; de los que se declaran “muy chavistas”, el 66% prefiere continuar con el modelo político del régimen, mientras que un 28% expresó la necesidad de un cambio en el país; pero los entrevistados que se autodenominan como “algo chavistas”, más de la mitad (52%) prefiere en un cambio de rumbo que mantenerse aferrados al modelo que representa Nicolás Maduro.

Lo más relevante de estas cifras es el pronunciado deterioro del apoyo popular hacia Maduro y su gobierno. No sólo los sectores populares empiezan a proyectar descontento con el régimen, sino que dentro de las propias bases del chavismo la incondicionalidad y la lealtad absoluta al proceso se resquebrajan con inusitada rapidez. Gran parte de los que se declaran chavistas, son ahora críticos al régimen y todo pareciera indicar que no estarían dispuestos a firmar de nuevo un cheque en blanco a una revolución incapaz de satisfacer sus demandas básicas.

En opinión de Keller, al ponderar algunas variables de su estudio (percepción positiva de la situación del país, opinión positiva de la situación socio-económica familiar, calificación positiva de la gestión y popularidad de Maduro e intención de voto a favor del PSUV), el apoyo duro del chavismo se ubica en 26%, en comparación con un 72% a principios del 2005 (era de Chávez), o con el 50% al inicio del 2013 (era de Maduro). En dos años de gestión, Maduro dilapidó la mitad del apoyo político que permitió su acceso al poder.

Dentro de este contexto, el estudio de Consultores 21, expresa que el 69.7% de los entrevistados cree que “Venezuela es un país que se está desmoronando”, en contra de una cuarta parte (25.4%) que piensa que “el país está cada vez mejor”. Estas cifras son muy similares a la evaluación de la gestión de Nicolás Maduro, esto es, un 27.3% de valoración positiva y un 72.7% de valoración negativa.

Estas cifras tan desfavorables colocan al régimen, por vez primera, en posición muy vulnerable de cara a las elecciones parlamentarias. No obstante, desde una perspectiva simplista, sería ingenuo pensar que “el mandado ya está hecho” y que de manera espontánea el descontento popular se encargará de castigar la incapacidad del régimen para favorecer una victoria de la oposición. Mucho cuidado con pensar de esta manera. No olvidemos que el gobierno aun posee recursos provenientes del uso del poder que le proporcionan ventajas nada desestimables.

Para capitalizar el abrumador descontento popular y transformarlo en verdadera voluntad de cambio, es necesario que la MUD, en primer lugar, consolide y proyecte sincera y efectivamente el sentimiento de Unidad al servicio de los venezolanos. Esta actitud contribuiría a ganarse el respeto y la confianza de millones de ciudadanos que están esperando por una nueva opción que los acompañe en la construcción de un mejor país para todos.

Por otra parte, la oposición debe esforzarse en motivar la participación mayoritaria en las próximas elecciones; hoy como ayer, el fantasma de la abstención sigue rondando especialmente en los predios naturales de la oposición democrática; ya es suficiente con la estrategia abstencionista promovida por el CNE a favor del régimen, para que la MUD mantenga una posición que profundice las dudas y la desmotivación de los electores. Es necesario articular un mensaje atractivo y convincente que explique claramente la importancia de elegir una nueva Asamblea Nacional con mayoría opositora, porque éste es el inicio del cambio necesario para hacer de Venezuela un país democrático, moderno, progresista y con justicia social.

Esa es una tarea inaplazable que nos convoca a todos los venezolanos que seguimos creyendo que el déficit democrático que afecta al país, se resuelve con una mayor dosis de democracia, libertad y ciudadanía. No tenemos otra opción, apreciados lectores. Si alguien cree que existe una mejor y más efectiva opción para alcanzar el cambio que la inmensa mayoría anhela, por favor dénosla a conocer, mucho sabríamos agradecerles.

Profesor Titular de LUZ

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