La mayoría quiere un cambio
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Frente a la profunda polarización que ha experimentado
la política venezolana en los últimos dieciséis años, empieza a visualizarse un
tema que une a la inmensa mayoría del país, inclusive a los estratos más pobres,
otrora incondicionales del proceso revolucionario. Ese elemento que unifica y
amalgama a los venezolanos, es la demanda de cambio como respuesta para salir
de una crisis de la que se culpa directamente al gobierno de Nicolás Maduro.
Esta percepción de cambio se proyecta claramente en los
estudios de opinión pública correspondientes al primer trimestre del año en
curso, de dos de las más reputadas firmas de investigación y consultoría del
país, como son Consultores 21 y Alfredo Keller y Asociados. En ambos estudios, se
revela que siete de cada diez venezolanos desean un cambio para solucionar la
grave crisis que atraviesa el país, mientras que los tres restantes consideran
que el continuismo –o la profundización del socialismo- sigue siendo la fórmula
ideal para solucionar los graves problemas de Venezuela.
En el estudio de Keller, la demanda de cambio se ubica
en 69%, en contra de un 20% que favorece las políticas del régimen. Pero lo más
importante es que en todos los estratos sociales, la demanda de cambio es
mayoritaria; por ejemplo, en el estrato E –los más pobres-, el 57% quiere un
cambio de rumbo del país, en contra de un 27% que prefiere la continuidad del
modelo socialista; en los estratos D (D- y D+), en promedio, siete de cada diez
desean un cambio; en los estratos medios y altos, la demanda del cambio es
superior al 83%. Como puede apreciarse, la demanda de cambio es un clamor de la
inmensa mayoría de los venezolanos. Al considerar la variable de identificación
política, los resultados de Keller proyectan la evidencia cada vez más
creciente de la condicionalidad y criticidad de los sectores chavistas; de los
que se declaran “muy chavistas”, el 66% prefiere continuar con el modelo
político del régimen, mientras que un 28% expresó la necesidad de un cambio en
el país; pero los entrevistados que se autodenominan como “algo chavistas”, más
de la mitad (52%) prefiere en un cambio de rumbo que mantenerse aferrados al
modelo que representa Nicolás Maduro.
Lo más relevante de estas cifras es el pronunciado
deterioro del apoyo popular hacia Maduro y su gobierno. No sólo los sectores
populares empiezan a proyectar descontento con el régimen, sino que dentro de
las propias bases del chavismo la incondicionalidad y la lealtad absoluta al
proceso se resquebrajan con inusitada rapidez. Gran parte de los que se
declaran chavistas, son ahora críticos al régimen y todo pareciera indicar que
no estarían dispuestos a firmar de nuevo un cheque en blanco a una revolución
incapaz de satisfacer sus demandas básicas.
En opinión de Keller, al ponderar algunas variables de
su estudio (percepción positiva de la situación del país, opinión positiva de
la situación socio-económica familiar, calificación positiva de la gestión y
popularidad de Maduro e intención de voto a favor del PSUV), el apoyo duro del
chavismo se ubica en 26%, en comparación con un 72% a principios del 2005 (era
de Chávez), o con el 50% al inicio del 2013 (era de Maduro). En dos años de
gestión, Maduro dilapidó la mitad del apoyo político que permitió su acceso al
poder.
Dentro de este contexto, el estudio de Consultores 21,
expresa que el 69.7% de los entrevistados cree que “Venezuela es un país que se
está desmoronando”, en contra de una cuarta parte (25.4%) que piensa que “el
país está cada vez mejor”. Estas cifras son muy similares a la evaluación de la
gestión de Nicolás Maduro, esto es, un 27.3% de valoración positiva y un 72.7%
de valoración negativa.
Estas cifras tan desfavorables colocan al régimen, por
vez primera, en posición muy vulnerable de cara a las elecciones
parlamentarias. No obstante, desde una perspectiva simplista, sería ingenuo
pensar que “el mandado ya está hecho” y que de manera espontánea el descontento
popular se encargará de castigar la incapacidad del régimen para favorecer una
victoria de la oposición. Mucho cuidado con pensar de esta manera. No olvidemos
que el gobierno aun posee recursos provenientes del uso del poder que le
proporcionan ventajas nada desestimables.
Para capitalizar el abrumador descontento popular y
transformarlo en verdadera voluntad de cambio, es necesario que la MUD, en
primer lugar, consolide y proyecte sincera y efectivamente el sentimiento de
Unidad al servicio de los venezolanos. Esta actitud contribuiría a ganarse el
respeto y la confianza de millones de ciudadanos que están esperando por una
nueva opción que los acompañe en la construcción de un mejor país para todos.
Por otra parte, la oposición debe esforzarse en
motivar la participación mayoritaria en las próximas elecciones; hoy como ayer,
el fantasma de la abstención sigue rondando especialmente en los predios
naturales de la oposición democrática; ya es suficiente con la estrategia
abstencionista promovida por el CNE a favor del régimen, para que la MUD
mantenga una posición que profundice las dudas y la desmotivación de los
electores. Es necesario articular un mensaje atractivo y convincente que explique
claramente la importancia de elegir una nueva Asamblea Nacional con mayoría
opositora, porque éste es el inicio del cambio necesario para hacer de
Venezuela un país democrático, moderno, progresista y con justicia social.
Esa es una tarea inaplazable que nos convoca a todos
los venezolanos que seguimos creyendo que el déficit democrático que afecta al
país, se resuelve con una mayor dosis de democracia, libertad y ciudadanía. No
tenemos otra opción, apreciados lectores. Si alguien cree que existe una mejor
y más efectiva opción para alcanzar el cambio que la inmensa mayoría anhela,
por favor dénosla a conocer, mucho sabríamos agradecerles.
Profesor Titular de LUZ
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