¡Ahora le toca a
Venezuela!
El 6 de diciembre es una fecha histórica para los
venezolanos. Es el tiempo de tomar una decisión firme y perdurable en torno a las
dos opciones del país que queremos. Un país que continúe gobernado por un
modelo político autoritario, excluyente, abusivo, corrupto, incapaz e inmoral,
con el peor desempeño gubernamental del que los venezolanos tengamos memoria;
o, con un cambio de rumbo que propicie la construcción de un modelo político
democrático, responsable y con voluntad para unir a los venezolanos en la
difícil tarea de reconstruir un país arruinado por el populismo, la
politiquería y el impresionante robo de miles de millones de dólares por parte
de una minoría criminal que hoy, con su cara bien lavada, pide de nuevo la
confianza de los ciudadanos para seguir defalcando a la nación y secuestrar por
siempre nuestro presente y futuro.
Ciertamente, el mesianismo y providencialismo de muchos
líderes latinoamericanos -extraordinarios encantadores de serpientes-, ha sido
un cultivo fértil para que nuestros pueblos elijan gobiernos que a la larga
resultan peores que los males que juraron desterrar; Venezuela, es el mejor
ejemplo de esta tragedia populista que lleva ya diecisiete años en nuestra
existencia republicana. Pero también es cierto, que la historia está llena de
ejemplos de naciones que aprovecharon inteligentemente las oportunidades para rectificar sus errores
e iniciar una nueva época que, con el concurso de todos, levantaron una
sociedad más democrática, moderna y de progreso. Esa es la misma oportunidad
que tendremos los venezolanos el 6 de diciembre y no podemos darnos el lujo de
desaprovecharla porque, de lo contrario, nos costará mucho más sangre, sudor y
lágrimas salir de este estado de postración en el que nos colocó la revolución
chavista-madurista. Este es un régimen que vive en perfecta alianza con el fracaso
y la pobreza, por eso no tiene nada mejor que ofrecernos a los venezolanos.
El análisis objetivo de la actual situación de
Venezuela, plantea con claridad que estamos frente al quiebre histórico de un
modelo y el potencial resurgimiento del cambio de rumbo de la nación, pero eso
sólo será posible si creemos en nuestra voluntad de cambio y de lucha por un mejor
país para todos. Y esa voluntad y determinación podemos hacerla efectiva a
partir del 6 de diciembre, cuando estemos frente a la máquina de votación,
solos con nuestra conciencia, responsabilidad y dignidad como ciudadanos que
nos merecemos una Venezuela unida, fraterna, alegre y próspera. En ese momento
tan íntimo y personal, el voto se convierte en el arma poderosa que puede emanciparnos
de la servidumbre con la que pretenden dominarnos. Es una oportunidad muy corta,
apenas segundos, que tendremos para pensar en el país que queremos para
nuestras familias e hijos; es un momento que puede permitirnos hacer realidad
nuestros sueños y esperanzas; liberarnos de un proyecto político que sólo nos
ha traído desgracias y tristezas. Es el momento para ponerle un freno a un
régimen que desprecia a la inmensa mayoría de los venezolanos.
Este es el tiempo de Venezuela y de todos los venezolanos,
sin distingos de ninguna naturaleza. Es hora de revelarnos contra una camarilla
que se burla de nuestra inteligencia, que piensa que somos ignorantes e
indignos de vivir en un país que está llamado a ser libre por siempre. Es el
momento de decirle no al continuismo, al pasado y al recuerdo de un líder al
que siguen invocando para continuar la destrucción suprema del país.
Es el momento de luchar alrededor de la unidad
nacional para exaltar los nobles sentimientos que aun nos acompañan, porque soy
de los que piensa que en este país somos más los buenos que los malos que
destruyeron un país imposible de ser arruinado.
Si confiamos en el poder del voto que nos ofrece la
democracia, a pesar del déficit institucional, y acudimos masivamente a las
mesas de votación, defendiendo cada uno de los millones de votos por el cambio
y la unidad, podremos decir con absoluta convicción al amanecer del 7 de
diciembre, que gracias a los venezolanos y a su profundo amor por la
democracia, la libertad y la paz, ¡Ahora le toca a Venezuela!
Profesor Titular de LUZ
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