Revolución
tóxica
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Con esta revolución por
donde metamos la cabeza nos la cortan. No ha quedado absolutamente nada que no
haya sido infectado por esta plaga de ineptos, corruptos e inmorales. El país
está destruido, los venezolanos estamos atravesando toda clase de penurias;
mientras tanto, al régimen sólo le interesa atornillarse en el poder sin
importarle la ruina total de la nación.
Mientras este régimen nos
gobierne, no tendremos ninguna oportunidad de salir de esta pavorosa crisis; el
presente y el futuro están condenados al fracaso y la oscuridad. Cada día que este
régimen permanezca en el poder, mayores serán nuestras desgracias. La situación
es insostenible, inaguantable e insoportable. El país entero clama por un cambio
que nos permita vivir como una sociedad normal, alejada de esta locura que nos
mantiene en total paranoia.
El régimen sigue jugando
duro, haciendo abusivo uso de los recursos que aún le quedan. A diario vemos u
oímos cadenas nacionales, en las que el presidente Maduro practica su
incontinencia verbal, sin que los venezolanos obtengamos soluciones a los
graves problemas que nos aquejan. Pero las cadenas tienen un propósito muy
específico para el régimen. En primer lugar, dar la impresión que tiene
absoluto control sobre el gobierno, cuando lo cierto es que Venezuela sufre la
peor crisis de ingobernabilidad durante toda la era democrática. Dentro del
gobierno, cada quien hace lo que le da la gana y, en su interior, cada parcela
ejecuta su agenda particular y administra su cuota de poder. El gobierno es un
pandemonio (una guerra a cuchillo). La unidad monolítica del chavismo es un mal
recuerdo del pasado. Muerto Chávez, salieron los demonios que el comandante
mantenía reprimidos e idiotizados. La única verdad es que el chavismo está dividido
y los que acompañan a Maduro cada día son menos, a pesar que aparezcan muy
sonreídos a su lado.
El otro propósito que
persigue el régimen es demostrar su inderrotabilidad, su poder absoluto. Cuando
la verdad es que desde hace tiempo está derrotado. Maduro es tan inepto que
dilapidó el capital político del PSUV, transformándolo irónicamente en un
partido escuálido. La otrora avalancha roja, es apenas un riachuelo que amenaza
con secarse y no precisamente por culpa del “niño”. Por eso le tienen tanto miedo
al revocatorio, les aterra contarse democráticamente, porque saben mejor que
nadie que por mucho tiempo no volverán a ganar ninguna elección popular por
pequeña que ésta sea. Todavía no terminan de recuperarse de la contundente
derrota que le propinó el pueblo venezolano el pasado 6 de diciembre. Desde
entonces, el inefable estratega oficialista, Jorge Rodríguez, quedó más
perturbado que de costumbre.
Otro propósito,
continuidad de los anteriores, es amedrentar, descalificar y anular la
disidencia democrática del país, pretendiendo hacer creer que aquí no hay
posibilidad alguna de materializar el cambio. Dicen que no es posible el referéndum
revocatorio porque no están obligados activarlo, como si ésta fuera una
prerrogativa de Maduro y del CNE. De igual manera, el boicot contra la Asamblea
Nacional es permanente, violando abiertamente la soberanía popular que consagra
el artículo 5 de la Constitución.
Quieren hacernos creer que
los demócratas somos unos imbéciles que jamás podremos sacar al régimen a
través de mecanismos constitucionales, por eso siguen jugando a la
confrontación violenta, terreno donde ellos tienen ventajas. La violencia ha
sido su principal fortaleza, pero la fuerza y determinación de una sociedad
burlada, ignorada y maltratada, es infinitamente mayor que la prepotencia de un
régimen agónico que utiliza a su antojo instituciones apátridas, corruptas e
inmorales, que por prebendas y muchos dólares defienden la continuidad del
régimen, a pesar de su ilegitimidad. El TSJ encargado de velar por la
constitucionalidad del sistema democrático, es el principal detractor de la
institucionalidad republicana. Y, por si fuera poco, una cúpula de las fuerzas
armadas sigue defendiendo el régimen a cambio que les permitan enriquecerse,
bajo la mirada cómplice de autoridades y
jueces. Ese es el poder en el que descansa un régimen que empieza a quitarse la
máscara democrática, para transitar el camino de una dictadura peor que la que
otras naciones latinoamericanas han vivido en el pasado reciente.
El régimen utiliza un guión importado del G2
cubano, expertos en amedrentar a un pueblo sometido a la más vergonzosa miseria
económica, social y espiritual que podamos imaginar. Es la inteligencia cubana
la que asesora al régimen, bajo la equivocada premisa que los venezolanos somos
iguales a los dóciles cubanos. En diecisiete largos años no han podido vencer
el espíritu cívico y democrático de millones de venezolanos, a pesar que nos
mantienen en la más ruinosa situación que nunca jamás habíamos vivido como
sociedad.
Frente a la debilidad del régimen
y la proximidad inexorable de su final, su estrategia tiene como propósito
último atemorizar, desmoralizar e inmovilizar a la sociedad venezolana. Quieren
llenarnos de miedo y paralizarnos; que nos crucemos de brazos en espera de la total
destrucción de Venezuela. Eso es lo que desean y proyectan en cada palabra y acción
ejecutada. Pues, déjenme decirles, que no podrán con la determinación, firmeza
y voluntad indoblegable de los venezolanos. Cada día será una gran oportunidad
para organizarnos y unirnos alrededor de una lucha muy dura que, más temprano
que tarde, rendirá jugosos frutos porque nos acompaña el poder y la
misericordia de Jesucristo y la protección de su Madre Santísima.
Esta es una
lucha mística del bien contra el mal y siempre, por los siglos de los siglos,
el poder infinito de Dios ha destruido las apetencias y aberraciones de Satanás.
Que no nos quede duda de ello, porque si Dios está con Venezuela y los
venezolanos de buena voluntad, quién contra nosotros.
Profesor Titular de LUZ
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