miércoles, 18 de mayo de 2016

Revolución tóxica

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Con esta revolución por donde metamos la cabeza nos la cortan. No ha quedado absolutamente nada que no haya sido infectado por esta plaga de ineptos, corruptos e inmorales. El país está destruido, los venezolanos estamos atravesando toda clase de penurias; mientras tanto, al régimen sólo le interesa atornillarse en el poder sin importarle la ruina total de la nación.

Mientras este régimen nos gobierne, no tendremos ninguna oportunidad de salir de esta pavorosa crisis; el presente y el futuro están condenados al fracaso y la oscuridad. Cada día que este régimen permanezca en el poder, mayores serán nuestras desgracias. La situación es insostenible, inaguantable e insoportable. El país entero clama por un cambio que nos permita vivir como una sociedad normal, alejada de esta locura que nos mantiene en total paranoia.

El régimen sigue jugando duro, haciendo abusivo uso de los recursos que aún le quedan. A diario vemos u oímos cadenas nacionales, en las que el presidente Maduro practica su incontinencia verbal, sin que los venezolanos obtengamos soluciones a los graves problemas que nos aquejan. Pero las cadenas tienen un propósito muy específico para el régimen. En primer lugar, dar la impresión que tiene absoluto control sobre el gobierno, cuando lo cierto es que Venezuela sufre la peor crisis de ingobernabilidad durante toda la era democrática. Dentro del gobierno, cada quien hace lo que le da la gana y, en su interior, cada parcela ejecuta su agenda particular y administra su cuota de poder. El gobierno es un pandemonio (una guerra a cuchillo). La unidad monolítica del chavismo es un mal recuerdo del pasado. Muerto Chávez, salieron los demonios que el comandante mantenía reprimidos e idiotizados. La única verdad es que el chavismo está dividido y los que acompañan a Maduro cada día son menos, a pesar que aparezcan muy sonreídos a su lado.

El otro propósito que persigue el régimen es demostrar su inderrotabilidad, su poder absoluto. Cuando la verdad es que desde hace tiempo está derrotado. Maduro es tan inepto que dilapidó el capital político del PSUV, transformándolo irónicamente en un partido escuálido. La otrora avalancha roja, es apenas un riachuelo que amenaza con secarse y no precisamente por culpa del “niño”. Por eso le tienen tanto miedo al revocatorio, les aterra contarse democráticamente, porque saben mejor que nadie que por mucho tiempo no volverán a ganar ninguna elección popular por pequeña que ésta sea. Todavía no terminan de recuperarse de la contundente derrota que le propinó el pueblo venezolano el pasado 6 de diciembre. Desde entonces, el inefable estratega oficialista, Jorge Rodríguez, quedó más perturbado que de costumbre.

Otro propósito, continuidad de los anteriores, es amedrentar, descalificar y anular la disidencia democrática del país, pretendiendo hacer creer que aquí no hay posibilidad alguna de materializar el cambio. Dicen que no es posible el referéndum revocatorio porque no están obligados activarlo, como si ésta fuera una prerrogativa de Maduro y del CNE. De igual manera, el boicot contra la Asamblea Nacional es permanente, violando abiertamente la soberanía popular que consagra el artículo 5 de la Constitución.

Quieren hacernos creer que los demócratas somos unos imbéciles que jamás podremos sacar al régimen a través de mecanismos constitucionales, por eso siguen jugando a la confrontación violenta, terreno donde ellos tienen ventajas. La violencia ha sido su principal fortaleza, pero la fuerza y determinación de una sociedad burlada, ignorada y maltratada, es infinitamente mayor que la prepotencia de un régimen agónico que utiliza a su antojo instituciones apátridas, corruptas e inmorales, que por prebendas y muchos dólares defienden la continuidad del régimen, a pesar de su ilegitimidad. El TSJ encargado de velar por la constitucionalidad del sistema democrático, es el principal detractor de la institucionalidad republicana. Y, por si fuera poco, una cúpula de las fuerzas armadas sigue defendiendo el régimen a cambio que les permitan enriquecerse, bajo la mirada cómplice de  autoridades y jueces. Ese es el poder en el que descansa un régimen que empieza a quitarse la máscara democrática, para transitar el camino de una dictadura peor que la que otras naciones latinoamericanas han vivido en el pasado reciente.

El régimen utiliza un guión importado del G2 cubano, expertos en amedrentar a un pueblo sometido a la más vergonzosa miseria económica, social y espiritual que podamos imaginar. Es la inteligencia cubana la que asesora al régimen, bajo la equivocada premisa que los venezolanos somos iguales a los dóciles cubanos. En diecisiete largos años no han podido vencer el espíritu cívico y democrático de millones de venezolanos, a pesar que nos mantienen en la más ruinosa situación que nunca jamás habíamos vivido como sociedad.

Frente a la debilidad del régimen y la proximidad inexorable de su final, su estrategia tiene como propósito último atemorizar, desmoralizar e inmovilizar a la sociedad venezolana. Quieren llenarnos de miedo y paralizarnos; que nos crucemos de brazos en espera de la total destrucción de Venezuela. Eso es lo que desean y proyectan en cada palabra y acción ejecutada. Pues, déjenme decirles, que no podrán con la determinación, firmeza y voluntad indoblegable de los venezolanos. Cada día será una gran oportunidad para organizarnos y unirnos alrededor de una lucha muy dura que, más temprano que tarde, rendirá jugosos frutos porque nos acompaña el poder y la misericordia de Jesucristo y la protección de su Madre Santísima. 

Esta es una lucha mística del bien contra el mal y siempre, por los siglos de los siglos, el poder infinito de Dios ha destruido las apetencias y aberraciones de Satanás. Que no nos quede duda de ello, porque si Dios está con Venezuela y los venezolanos de buena voluntad, quién contra nosotros.

Profesor Titular de LUZ

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