miércoles, 1 de junio de 2016

Una válvula de escape

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La búsqueda del orden es una prioridad fundamental para la política. Todos los esfuerzos tendentes para alcanzarlo son justificables, siempre y cuando prevalezca la democracia y el sistema de libertades que ésta consagra. Cuando hablamos de orden, nos referimos a la necesaria estabilidad y equilibrio institucional que requiere una sociedad para garantizar la convivencia cívica y pacífica entre sus ciudadanos, así como la atención oportuna de las demandas sociales conforme a las normas y a la capacidad distributiva del sistema político.

El orden al que nos referimos emana de la libertad y la democracia, y no de la fuerza que proviene de la violencia y de las armas. Ese orden militarista y guerrerista es la antítesis de la civilidad que debe caracterizar a la sociedad moderna, en la que sus gobiernos están sometidos al imperio de la ley, y orientados por las ideas, el respeto y el entendimiento en la diversidad.

Cuando el orden se encuentra en peligro, el sistema político debe abrir válvulas de escape que le permitan drenar las tensiones y conflictos políticos y sociales que atentan con destruir su estabilidad institucional. En caso que el sistema político impida la activación de esas válvulas, el caos y la anarquía serán los factores que desgobiernen la sociedad, con el inmenso peligro de iniciar una espiral de violencia cuyo final resulta impredecible.

Esa es la situación que experimenta Venezuela hoy por hoy. Un régimen absolutamente incapaz de resolver los problemas del país, acompañado de un equipo de ineptos y corruptos que perdieron la brújula de la nación. Un régimen que no garantiza el orden institucional de la República, sometido a permanentes violaciones de la Carta Magna y al desconocimiento de la Asamblea Nacional,  representante de la soberanía popular. Un régimen que además viola derechos fundamentales de los venezolanos, como son la alimentación, la salud, la educación, el trabajo y la seguridad. Por ello, el gobierno de Nicolás Maduro es el principal enemigo del orden, la paz y la estabilidad institucional de Venezuela. Urge en consecuencia, por el bien de todos los venezolanos, activar el referéndum revocatorio para rescatar la democracia e impedir el caos que pueda llevarnos a un escenario de confrontación que desemboque en una guerra civil.

Estoy convencido que el referéndum revocatorio, como válvula constitucional de escape, nos conviene a todos. En primer lugar, a los millones de venezolanos que estamos demandando un cambio político que nos devuelva el bienestar, la tranquilidad, los sueños y las esperanzas que este régimen forajido nos robó. También le conviene a los factores democráticos para que puedan dirigir un gobierno responsable, incluyente, capaz de inspirarnos para la grandeza y la unidad nacional, y con talento suficiente para reconstruir el país sobre las ruinas que nos dejó la revolución.

Pero el referéndum revocatorio, aunque los radicales obstinadamente lo nieguen, también le conviene al chavismo, puesto que les permitiría deslastrarse de dirigentes y gobernantes que se aprovecharon de la buena fe de sus seguidores para enriquecerse con el dinero de los venezolanos. Les permitiría también reinventarse y rectificar sus errores, a fin de ganar la credibilidad y confianza de sus adeptos, hoy engañados y utilizados por las mafias gobernantes. Desde luego, el referéndum no le conviene a Maduro, por cuanto esto supondría dejarlo fuera del poder sin las truculencias y corruptelas que hasta ahora lo mantienen ileso judicialmente. Como diría Darwin Chávez, el “costo de la salida” es la mayor preocupación del régimen.

Con la salida de Maduro, factores críticos del chavismo podrían actuar con libertad, honestidad y sapiencia para garantizar la sobrevivencia del chavismo a mediano y largo plazo. Lo contrario significaría su hundimiento junto al régimen de Maduro y sus acólitos, impidiendo la posibilidad de emerger posteriormente en la escena política venezolana.

La válvula de escape para la profunda crisis de Venezuela, representada en el ejercicio del voto a través de un referéndum revocatorio, es una necesidad impostergable que bien podría realizarse este mismo año, si así lo permite la responsabilidad histórica de las cuatro rectoras del CNE, especialmente, la señora Tibisay Lucena. Para que esto pueda ser una realidad es fundamental la organización popular, pacífica y determinante de los venezolanos, acompañado de la unidad y compromiso de los factores democráticos que, hoy día, cuentan con un vigoroso respaldo internacional.

Sólo con una salida electoral y constitucional, los venezolanos podremos iniciar el camino del cambio en paz y democracia, como realmente nos conviene a todos por igual, excepto a los irresponsables y forajidos del régimen que están empeñados en instalar una dictadura que eche por la borda la democracia que tanto nos costó construir.

Profesor Titular de LUZ

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