Una
válvula de escape
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
La búsqueda del orden es una
prioridad fundamental para la política. Todos los esfuerzos tendentes para
alcanzarlo son justificables, siempre y cuando prevalezca la democracia y el
sistema de libertades que ésta consagra. Cuando hablamos de orden, nos
referimos a la necesaria estabilidad y equilibrio institucional que requiere
una sociedad para garantizar la convivencia cívica y pacífica entre sus
ciudadanos, así como la atención oportuna de las demandas sociales conforme a
las normas y a la capacidad distributiva del sistema político.
El orden al que nos
referimos emana de la libertad y la democracia, y no de la fuerza que proviene
de la violencia y de las armas. Ese orden militarista y guerrerista es la antítesis
de la civilidad que debe caracterizar a la sociedad moderna, en la que sus
gobiernos están sometidos al imperio de la ley, y orientados por las ideas, el
respeto y el entendimiento en la diversidad.
Cuando el orden se encuentra
en peligro, el sistema político debe abrir válvulas de escape que le permitan
drenar las tensiones y conflictos políticos y sociales que atentan con destruir
su estabilidad institucional. En caso que el sistema político impida la activación
de esas válvulas, el caos y la anarquía serán los factores que desgobiernen la
sociedad, con el inmenso peligro de iniciar una espiral de violencia cuyo final
resulta impredecible.
Esa es la situación que
experimenta Venezuela hoy por hoy. Un régimen absolutamente incapaz de resolver
los problemas del país, acompañado de un equipo de ineptos y corruptos que
perdieron la brújula de la nación. Un régimen que no garantiza el orden
institucional de la República, sometido a permanentes violaciones de la Carta
Magna y al desconocimiento de la Asamblea Nacional, representante de la soberanía popular. Un régimen
que además viola derechos fundamentales de los venezolanos, como son la alimentación,
la salud, la educación, el trabajo y la seguridad. Por ello, el gobierno de Nicolás
Maduro es el principal enemigo del orden, la paz y la estabilidad institucional
de Venezuela. Urge en consecuencia, por el bien de todos los venezolanos,
activar el referéndum revocatorio para rescatar la democracia e impedir el caos
que pueda llevarnos a un escenario de confrontación que desemboque en una
guerra civil.
Estoy convencido que el referéndum
revocatorio, como válvula constitucional de escape, nos conviene a todos. En
primer lugar, a los millones de venezolanos que estamos demandando un cambio político
que nos devuelva el bienestar, la tranquilidad, los sueños y las esperanzas que
este régimen forajido nos robó. También le conviene a los factores democráticos
para que puedan dirigir un gobierno responsable, incluyente, capaz de
inspirarnos para la grandeza y la unidad nacional, y con talento suficiente
para reconstruir el país sobre las ruinas que nos dejó la revolución.
Pero el referéndum revocatorio,
aunque los radicales obstinadamente lo nieguen, también le conviene al chavismo,
puesto que les permitiría deslastrarse de dirigentes y gobernantes que se
aprovecharon de la buena fe de sus seguidores para enriquecerse con el dinero
de los venezolanos. Les permitiría también reinventarse y rectificar sus
errores, a fin de ganar la credibilidad y confianza de sus adeptos, hoy engañados
y utilizados por las mafias gobernantes. Desde luego, el referéndum no le
conviene a Maduro, por cuanto esto supondría dejarlo fuera del poder sin las
truculencias y corruptelas que hasta ahora lo mantienen ileso judicialmente.
Como diría Darwin Chávez, el “costo de la salida” es la mayor preocupación del régimen.
Con la salida de Maduro,
factores críticos del chavismo podrían actuar con libertad, honestidad y
sapiencia para garantizar la sobrevivencia del chavismo a mediano y largo
plazo. Lo contrario significaría su hundimiento junto al régimen de Maduro y
sus acólitos, impidiendo la posibilidad de emerger posteriormente en la escena política
venezolana.
La válvula de escape para la
profunda crisis de Venezuela, representada en el ejercicio del voto a través de
un referéndum revocatorio, es una necesidad impostergable que bien podría realizarse
este mismo año, si así lo permite la responsabilidad histórica de las cuatro
rectoras del CNE, especialmente, la señora Tibisay Lucena. Para que esto pueda
ser una realidad es fundamental la organización popular, pacífica y determinante
de los venezolanos, acompañado de la unidad y compromiso de los factores democráticos
que, hoy día, cuentan con un vigoroso respaldo internacional.
Sólo con una salida
electoral y constitucional, los venezolanos podremos iniciar el camino del
cambio en paz y democracia, como realmente nos conviene a todos por igual,
excepto a los irresponsables y forajidos del régimen que están empeñados en instalar
una dictadura que eche por la borda la democracia que tanto nos costó
construir.
Profesor Titular de LUZ
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