miércoles, 11 de octubre de 2017

A pesar de las dificultades, votar es la opción

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

La situación del país es dura e inaguantable; millones de venezolanos están viviendo en pobreza crítica o están pasando mucho trabajo para lograr sobrevivir. La crisis venezolana es un hecho que no tiene justificación alguna, sólo es culpa de una minoría gobernante que se dio a la tarea de arruinar a un país inarruinable. El régimen tiene la extraordinaria capacidad de destruir todo lo que toca, sin posibilidad de enmendar los errores cometidos.
El país entero conoce y padece las dramáticas consecuencias de esta crisis que se metió en todos los rincones de la sociedad venezolana; sabemos además quién es el culpable de la debacle del país. Atrás quedaron las opiniones que eximían a Chávez de toda responsabilidad porque sus ministros no le hacían caso. Tampoco ha servido de mucho el gasto dispendioso en propaganda y publicidad del régimen para culpar a la guerra económica de las locuras y disparates de Nicolás Maduro. Aquí casi todo el mundo está clarito de lo que está sucediendo en Venezuela y, entonces, ¿por qué seguimos abrigando dudas sobre lo que somos capaces de hacer cuando decidimos actuar unidos y con inteligencia?,  ¿por qué seguimos endosándole al gobierno y a sus cómplices regionales una fuerza que ya perdieron?, ¿cuál es la razón para seguir negándonos las posibilidades ciertas de transitar por el cambio que aspiramos? Esas interrogantes aún están presentes en muchos venezolanos, a pesar de saber quién es el adversario y cómo podemos debilitarlo.

Uno de los mecanismos que permiten fortalecernos y consolidar la lucha para la construcción de un destino favorable para todos, es el voto; un instrumento democrático del que todavía algunos tienen dudas y hasta recelos. Resulta difícil entender que, después de más de 18 años de la tragedia revolucionaria, ciertos sectores opositores estén debatiéndose entre la idea de votar o no, expresando opiniones baladíes para justificar la abstención. No encuentro pretexto alguno para estimular la abstención, a excepción de lo ocurrido con el bodrio inconstitucional de la constituyente madurista. Lo demás es buscarle las cinco patas al gato, aduciendo razones que terminan por beneficiar precisamente al culpable del desmadre del país.

A pesar de lo mucho que se ha hablado en los últimos días, imaginemos por un momento que el régimen gane la mayoría de las gobernaciones porque los electores de la oposición no salieron a votar. ¿Qué pasaría a partir del 16 de octubre? Pues bien, el régimen tendría razones para afirmar que la cacareada mayoría de la oposición es una mentira más, con lo cual se fortalecería convencido que cuenta con apoyo suficiente para profundizar este modelo político hambreador y corrupto. En tal sentido, por la inconsecuencia de los opositores abstencionistas se agravarían los problemas del país, hundiéndonos cada día en la miseria revolucionaria. Con semejante escenario, Maduro tomaría oxígeno y alargaría su desastrosa estadía en Miraflores. Por otra parte, la comunidad internacional tendría razones para dudar sobre la legitimidad de la lucha democrática, debilitándose la percepción de que Maduro es el verdadero culpable de los sufrimientos de los venezolanos. En definitiva, todo lo que hemos ganado en estos últimos años, lo perderíamos en un solo día gracias a la incomprensible actitud de unos venezolanos que deseando un cambio, siguen amarrados a la sombra de un presente que asesina nuestro futuro.

Ahora imaginemos que sea la oposición la que obtenga la mayoría de las gobernaciones, escenario absolutamente posible si la participación electoral es superior al 60%. En ese caso, confirmaríamos que somos la nueva mayoría nacional obtenida desde las parlamentarias del 2015. Se debilitaría el régimen, no importa si deciden instaurar el guión de siempre: saboteo, persecución y criminalización de los nuevos gobernadores. Si el régimen asume ese comportamiento, les irá peor porque ya no habría duda alguna de su vocación autoritaria y del modelo dictatorial que están implantando en Venezuela. La debilidad pretenderían esconderla con represión, típico de los gobiernos que están de despedida. Asimismo, se crearían condiciones más favorables y equitativas para la oposición en un proceso de negociación con el régimen, en la búsqueda de una salida política y pacífica que nos encamine a una transición y a un nuevo gobierno en un tiempo más perentorio. Por si fuera poco, los ojos de la comunidad internacional se volcarían con más fuerza y determinación sobre el caso venezolano, a fin de continuar colaborando con la solución de esta pavorosa crisis. Pero, además, tendríamos la inmensa dicha de disfrutar la victoria de la democracia sobre la tiranía y eso, apreciados lectores, no tiene valor acompañada con un rico dulce de lechosa.

Esos son los dos escenarios posibles después del 15 de octubre. Si decidimos que, a pesar de las dificultades, votar es la opción, entonces, estaremos frente a un escenario auspicioso que nos llenará de fuerzas y tendremos muchas más razones para seguir luchando por el país que queremos, convencidos que la razón nos asiste y estamos haciendo lo correcto para alcanzar la meta que anhela el 80% del país; si, por el contrario, decidimos quedarnos de brazos cruzados, esperando que otros decidan por nosotros, en la búsqueda incesante de encontrar pretextos para no votar, entonces, el adversario que deseamos combatir se fortalecerá y, en ese escenario favorable para el régimen, la lucha por el cambio será mucho más traumática y la llegada de un mejor porvenir para los venezolanos sería a largo plazo.

Tenemos la decisión en nuestras manos; sólo de nosotros depende lo que queremos para Venezuela en los próximos tiempos. De mi parte, estoy convencido que la mejor opción es ir a votar por los candidatos de la Unidad Democrática porque de esa manera estaremos contribuyendo significativamente con el supremo interés de rescatar la libertad, la democracia, el progreso y la decencia de los venezolanos. Por eso, ¡yo si voy a votar!

Profesor Titular de LUZ  

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