Doble
moral
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
La moral es un conjunto de
costumbres, valores y normas que nos orientan acerca de lo que está bien y de
lo que está mal. Es una referencia fundamental tanto del comportamiento social como
individual. En tal sentido, la moral no acepta el relativismo; indistintamente
de las circunstancias, lo que está mal no puede juzgarse como bueno, aunque
ello atente contra nuestros propios intereses y cosmovisión del mundo.
El relativismo conlleva a la
doble moral, tan o más perniciosa que la inmoralidad. Los gobiernos o individuos
que practican la doble moral carecen de valores y principios que les permita
respetar los derechos de los otros, pues, en definitiva son sus decisiones y
acciones las que están revestidas de una moral que sólo existe en sus mentes
retorcidas. Aunque sus corazones están corroídos por la maldad, se visten con
el ropaje de la bondad para engañar y manipular a los ingenuos y pendejos.
Los gobiernos totalitarios,
tanto de derecha como de izquierda, son practicantes perfectos de la doble moral. En
nombre del “pueblo” son capaces de cometer los más horrendos crímenes. En sus
maléficas conciencias está permitida la corrupción más voraz, el genocidio, la
hambruna, la depauperación del ser humano, el comportamiento cínico y todas aquellas
acciones que envilecen la dignidad humana. Para ellos, todo es válido y justificado
porque para mantenerse en el poder bien vale la pena cometer las más viles atrocidades.
“Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque sois semejantes a los
sepulcros blanqueados, los cuales por fuera parecen hermosos a los hombres, más
por dentro están llenos de huesos de muertos y de todo género de podredumbre”
(San Mateo, 23:27). Así es la dictadura que asesina a los venezolanos,
hipócrita y de doble moral. Hablan de amor y defensa del pueblo, pero sus
acciones nos denigran, humillan y empobrecen hasta límites inimaginables. Y lo
que es peor, se muestran orgullosos de su dantesca obra: la destrucción de un
país y la miseria sembrada en cada rincón de la geografía nacional.
El amor a los mayores es una
burla infame. Con tristeza e impotencia vemos largas colas de pensionados
frente a los bancos para cobrar una pírrica porción en efectivo que nos les
alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Hablan de la generación de oro, del
hombre nuevo, frente a alarmantes cifras de desnutrición infantil, con
catastróficas consecuencias en el desarrollo físico y mental de niños y
adolescentes de esta generación.
Más de la mitad de los
venezolanos está comiendo dos o menos veces al día, con una alimentación basada
prácticamente en carbohidratos (arroz, harina, yuca, pastas), mientras que los conspicuos
líderes de la revolución muestran una fisonomía obesa y se dan el lujo de comer
exquisiteces en restaurantes costosísimos, tanto del país como del extranjero. ¡Cómo
se ve que el hambre no está rondando los predios de Miraflores!, allí hay
abundancia y gula.
La dictadura de doble moral
transmite en cadena nacional los actos de grado de médicos integrales,
graduados en universidades bolivarianas, alardeando los avances del sistema de
salud revolucionario. ¡Cuánta falsedad! Los
hospitales se están cayendo a pedazos; no hay insumos, medicinas, ni muchos
menos equipos para tratar cualquier enfermedad por sencilla que ésta sea. Los
pacientes de enfermedades crónicas se están muriendo, mientras que los líderes
de la revolución se tratan sus dolencias y quebrantos de salud en los mejores
centros médicos de los países donde aún pueden ingresar. La salud pública para
los pobres, la atención médica privada y de calidad para los revolucionarios.
Si esto no es doble moral, ¿cómo podemos llamarla mis apreciados lectores?
“Ser rico es malo”. Cuántas
veces oímos esa frase en boca del difunto comandante, aplaudida con frenesí por
sus acólitos. Pero el difunto, sus hijos y los que ahora nos desgobiernan
poseen fortunas que harían palidecer a cualquier multimillonario decente del
planeta. Mansiones en el país y en el extranjero, joyas y relojes que cuestan
miles de dólares, corbatas de seda, trajes de marcas exclusivas, automóviles y
camionetotas importadas del último año, bodas y fiestas fastuosas donde corre a
raudales el escoses de 18 años en adelante, acompañado de exquisitos platillos,
frente a un país donde cada día son más los que comen de la basura o se van a
dormir sin haber probado bocado en todo el día. Y ese es un crimen abominable
ante los ojos del Señor, “porque tuve
hambre y no me diste de comer; sed, y no me diste de beber” (San Mateo XXV:
42).
Hablan de amor y unión del
pueblo de los labios para afuera, pero sembraron el odio, el rencor y el
resentimiento entre los venezolanos, con la pretensión de poner a luchar a
pueblo contra pueblo. Dividieron un país hermanado, atendiendo a la conseja “divide
y vencerás”. Practican sin contemplación la persecución y criminalización de la
disidencia opositora, porque la libertad y la justicia son derechos que sólo
están reservados para los personeros del régimen; los ciudadanos de a pie estamos
a merced de la avaricia e inmoralidad de jueces al servicio del poder
corrompido.
La conspiración y traición
contra la patria es una prédica constante, amenazando a quienes cometan ese
delito contrarrevolucionario, pero el régimen de doble moral conspira cada
segundo contra los venezolanos al secuestrarles su presente y futuro; violando el
derecho legítimo a vivir en paz, armonía y progreso. Conspira contra millones
de venezolanos que huyen del país para no dejarse morir, buscando en otros
países mínimas condiciones de sobrevivencia.
Este es un régimen de doble
moral, falso e hipócrita que no tendrá perdón de Dios porque “donde hay soberbia, allí habrá ignominia;
más donde hay humildad, habrá sabiduría… De nada servirán las riquezas en el día
de la venganza, más la justicia nos librará
de la muerte” (Proverbios XI: 2, 4).
Profesor Titular Eméritus de LUZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario