El
reflejo de la desgracia revolucionaria
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
Maracaibo es hoy fiel
reflejo de las desgracias de la revolución madurista. Si alguien tiene dudas de
la vocación destructiva del régimen, sólo tiene que darse una vuelta por
Maracaibo para que experimente el colosal caos en el que estos forajidos han
sucumbido a la segunda ciudad del país. Desde antaño, el centralismo ha
acariciado la idea de castigar al Zulia por lo que ha representado en la
historia de Venezuela; la revolución madurista y sus gobernantes cómplices en
el Estado, lograron su mayor hazaña: destruir al Zulia y convertir a Maracaibo
en una ciudad arruinada y empobrecida.
Todos los males con los que,
por espacio de veinte años, esta revolución nos ha castigado, se encuentran en
Maracaibo, seguramente multiplicados a la enésima potencia. Atrás quedó el
brillo que engalanaba a nuestras casas, calles y avenidas; el bullicio
contagiante de la gente, es apenas un murmullo ahogado de rabia y de
impotencia; la laboriosidad como símbolo portentoso de la idiosincrasia zuliana,
fue secuestrada por esta mafia en el poder para transformarnos en mendigos a
los que se les quiere castrar el ingenio para hacer las grandes cosas que nos
han llenado de orgullo.
Por doquier nos persigue la pobreza,
el abandono, la suciedad, la anarquía y ese doloroso silencio que contradice la
irreverencia con la que nacimos como pueblo aguerrido e independiente.
Pareciera que las fuerzas y la determinación para liberarnos de esta tragedia, también
fueron aniquiladas por el régimen. Sin duda, ésta es la mayor pérdida que hemos
tenido los zulianos en manos de los gobernantes más incapaces, corruptos e
indolentes que nunca antes el Zulia ha tenido a lo largo de su historia.
Este régimen es enemigo de
la riqueza generada por el trabajo productivo de la gente; a ellos les gusta la
riqueza que produce la corrupción y el hamponato. Fieles a su mentalidad,
acabaron con el trabajo productivo y de calidad en Maracaibo y en el Zulia.
Destruyeron la industria, el comercio y la actividad agropecuaria para darle paso
al bachaquerismo y a otras actividades ilícitas, en las que unos pocos sacan
provecho de las carencias y las desgracias de la mayoría; estamos frente a un
canibalismo social de peligrosas dimensiones. Acabaron con los empleos bien remunerados
y estables, que sólo es capaz de brindar la empresa privada, a cambio de
empleos míseros y serviles al régimen. El progreso que fuimos capaces de
construir los zulianos, el régimen se encargó de pulverizarlo. Mientras ellos
estén el poder, nunca más podremos decir con orgullo “la mayor riqueza del
Zulia son los zulianos”.
Al régimen le produce
escozor la calidad de vida de los zulianos, porque la de ellos está plenamente
garantizada. Les genera una enfermiza satisfacción el caos de los servicios
públicos de la ciudad. Para el régimen y los gobernantes del Zulia y de Maracaibo,
es motivo de orgullo la ausencia absoluta de un transporte público eficiente y
humano, pues, para ellos los “camiones de la muerte” son suficientes para
trasladar como animales a nuestros semejantes. Como mal viven en la oscuridad,
característico de los seres del mal, no les importa mantener un servicio
eléctrico eficiente y moderno. Se gozan con los sufrimientos y calamidades de
los maracaiberos producto del sofocante calor, y con las cuantiosas pérdidas
económicas que produce la paralización de ese vital servicio.
A este régimen le gusta la suciedad
y la inmundicia, tal cual son sus conciencias y acciones; por tal razón, no
funciona el servicio de aseo urbano de Maracaibo y de otros municipios
zulianos. Observamos con estupor la basura en calles, avenidas, barrios y
urbanizaciones, sin importarles las nefastas consecuencias para la salud humana
y el medio ambiente.
Para el régimen, el tiempo no
tiene sentido alguno, pues, en definitiva sólo lo valoran para planificar sus
maldades y perversidades; nos mantienen en permanentes colas para realizar
cualquier diligencia por normal que sea. Colas inmensas para abastecer los
vehículos de combustible; colas para cobrar los 100 bolívares en efectivo a la
semana permitido por el corralito revolucionario; colas para comprar pan y
otros alimentos; colas infernales para cobrar la pensión; colas para realizar cualquier
trámite ante las instancias oficiales; colas para esperar por los “camiones de
la muerte”. Esta revolución ha transformado a Maracaibo en una cola,
desperdiciando un valioso tiempo para hacer lo que nos da la gana o aquello que
consideremos más importante, como es organizarnos para alcanzar el cambio y
combatir esta pesadilla.
El régimen no cree en la educación como un mecanismo de movilidad social, de satisfacción
personal y familiar, y de desarrollo integral de la sociedad. Ellos creen en la
dependencia estatal y en el asistencialismo crónico, como mecanismos de control
social para eternizarse en el poder. Por tal razón, han destruido poco a poco a
LUZ, nuestra Alma Mater, y a otras instituciones privadas de educación
superior. Han logrado el mayor porcentaje de deserción escolar del que tengamos
memoria en los últimos sesenta años. Le han dado la espalda a iniciativas
educacionales de la Iglesia Católica zuliana. En definitiva, luchan arduamente
para incrementar el nivel de ignorancia de los zulianos, a fin de evitar la
disidencia que facilite la fractura del proceso.
Después de cincuenta años, “Maracaibo
Marginada” de Ricardo Aguirre, está más vigente que nunca. “Maracaibo marginada
y sin un real, ¿qué más te puede pasar que ya no te haya pasado?”. Si, ahora es
cuando vamos a pasar por más desgracias, producto del odio que la revolución
siente por el Zulia y los zulianos. Nos convirtieron en zombis que deambulan
por las calles, con la mirada perdida y con la angustia reflejada en el rostro.
Nos transformaron en un basurero putrefacto después de ser la joya de la corona
en Venezuela.
La rebeldía innata de los
zulianos está dormida después de un mortal somnífero revolucionario, pero
confío que pronto despertará para rescatar nuestro orgullo regional y hacer
posible el cambio que nos traiga libertad, justicia y progreso; y, cuando eso suceda,
los responsables y cómplices de esta tragedia, no les alcanzará la vida para
pagar sus culpas por el mayor daño que nadie antes le propinó a Maracaibo la
tierra del sol amada, al Zulia amado y bendecido por Nuestra Chinita. Más temprano
que tarde nos levantaremos para seguir siendo el principal Estado de Venezuela.
Profesor Titular Eméritus de LUZ
Mejor dicho imposible
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