¿Es esto lo que tú quieres?
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Puedo entender que la polarización y radicalización
política que los venezolanos hemos vivido en los últimos quince años, haya
generado decepción y frustración en muchos compatriotas, al extremo que hoy día
no quieran saber nada de política y prefieran desconectarse totalmente y
sentarse a esperar qué cosas pueden
ocurrir para que se produzca el milagroso cambio. La desconexión es sinónimo de
abstención electoral y de desgano en la participación de los asuntos públicos
del país, con lo cual sale ganando el gobierno, responsable de esta hecatombe.
Mientras más escépticos y pesimistas seamos, mayor chance tiene el gobierno de
cuadrar el juego a favor de sus malévolos planes.
Esta desconexión luce muy peligrosa en circunstancias
donde siete de cada diez venezolanos declaran que el país va por mal camino;
otro porcentaje mayoritario considera que el actual presidente no tiene ni la
capacidad ni la voluntad para resolver los problemas que se agravan con el
pasar de los días. Estamos viviendo una suerte de limbo donde nadie sabe a
ciencia cierta a dónde iremos a parar, o cuándo caeremos definitivamente al
precipicio. El gobierno se empeña en culpar a la oposición del desmadre que
ellos han creado; mientras tanto, la situación se torna inaguantable y la crisis
económica golpea sin piedad los bolsillos de los venezolanos. Cada día estamos
peor.
Soy de los que pienso que el país está mal desde hace
mucho tiempo, pero en estos últimos seis meses el cáncer nacional ha hecho
metástasis. No sólo luce difícil el presente, sino que cuesta avizorar un
futuro mejor a mediano plazo. La incapacidad, la mediocridad, la ideologización
absurda y la corrupción están acabando con un país que ha manejado los más
altos ingresos de la región por más de diez años ininterrumpidamente. Somos un
país con un gobierno rico, corrupto y despilfarrador, junto a un pueblo pobre
que pasa penurias iguales o peores a las de cualquier nación empobrecida de
África o de Latinoamérica. ¿Es esto lo que queremos para nosotros y nuestras
familias? ¿Es este el destino que nos merecemos los venezolanos?
En el fondo de mis pensamientos quisiera creer que no,
a pesar del conformismo y de la costumbre a vivir mal que se está apoderando de
buena parte de los venezolanos. Aunque quisiéramos negarlo, sólo tenemos dos
opciones: el modelo autoritarista, comunista, atrasado e ineficiente que
encarna Maduro y sus cómplices; o, el camino del progreso, la institucionalidad
democrática, el respeto a la iniciativa privada y el fomento a la productividad
nacional, expresado por la Unidad Democrática.
Pero si algunos amigos de la clase media profesional,
columna vertebral del desarrollo del país, se niegan a ser etiquetados como
opositores u oficialistas, apelo a razones mucho más personales. No les pido
que voten por un candidato en particular; les pido que voten para cambiar esta
pesadilla que no merecemos; les pido que voten en contra de quienes nos llevan
al barranco; es vital que nos conectemos con la mayoría nacional para que
juntos ganemos y podamos romper las cadenas que nos atan a la miseria y al
fracaso. Ahora es cuando el país nos necesita unidos; no nos excusemos en los
errores de los partidos o de algunos dirigentes, porque lo que está en juego es
nuestra propia sobrevivencia y la de nuestros hijos; la lucha está por encima
de las parcelas de poder. Por nuestros hijos vale la pena armarnos de fortaleza
para combatir al enemigo que destruye nuestro presente y secuestra nuestro
futuro. Al final, los resultados serán el fruto de nuestra responsabilidad y
conciencia venezolanista o de nuestra pasividad como ciudadanos resignados a
perderlo todo.
Publicado en Versión Final el 11-10-2013
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