domingo, 13 de octubre de 2013

¿Es esto lo que tú quieres?


¿Es esto lo que tú quieres?

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

Puedo entender que la polarización y radicalización política que los venezolanos hemos vivido en los últimos quince años, haya generado decepción y frustración en muchos compatriotas, al extremo que hoy día no quieran saber nada de política y prefieran desconectarse totalmente y sentarse a esperar  qué cosas pueden ocurrir para que se produzca el milagroso cambio. La desconexión es sinónimo de abstención electoral y de desgano en la participación de los asuntos públicos del país, con lo cual sale ganando el gobierno, responsable de esta hecatombe. Mientras más escépticos y pesimistas seamos, mayor chance tiene el gobierno de cuadrar el juego a favor de sus malévolos planes.

Esta desconexión luce muy peligrosa en circunstancias donde siete de cada diez venezolanos declaran que el país va por mal camino; otro porcentaje mayoritario considera que el actual presidente no tiene ni la capacidad ni la voluntad para resolver los problemas que se agravan con el pasar de los días. Estamos viviendo una suerte de limbo donde nadie sabe a ciencia cierta a dónde iremos a parar, o cuándo caeremos definitivamente al precipicio. El gobierno se empeña en culpar a la oposición del desmadre que ellos han creado; mientras tanto, la situación se torna inaguantable y la crisis económica golpea sin piedad los bolsillos de los venezolanos. Cada día estamos peor.

Soy de los que pienso que el país está mal desde hace mucho tiempo, pero en estos últimos seis meses el cáncer nacional ha hecho metástasis. No sólo luce difícil el presente, sino que cuesta avizorar un futuro mejor a mediano plazo. La incapacidad, la mediocridad, la ideologización absurda y la corrupción están acabando con un país que ha manejado los más altos ingresos de la región por más de diez años ininterrumpidamente. Somos un país con un gobierno rico, corrupto y despilfarrador, junto a un pueblo pobre que pasa penurias iguales o peores a las de cualquier nación empobrecida de África o de Latinoamérica. ¿Es esto lo que queremos para nosotros y nuestras familias? ¿Es este el destino que nos merecemos los venezolanos?

En el fondo de mis pensamientos quisiera creer que no, a pesar del conformismo y de la costumbre a vivir mal que se está apoderando de buena parte de los venezolanos. Aunque quisiéramos negarlo, sólo tenemos dos opciones: el modelo autoritarista, comunista, atrasado e ineficiente que encarna Maduro y sus cómplices; o, el camino del progreso, la institucionalidad democrática, el respeto a la iniciativa privada y el fomento a la productividad nacional, expresado por la Unidad Democrática.

Pero si algunos amigos de la clase media profesional, columna vertebral del desarrollo del país, se niegan a ser etiquetados como opositores u oficialistas, apelo a razones mucho más personales. No les pido que voten por un candidato en particular; les pido que voten para cambiar esta pesadilla que no merecemos; les pido que voten en contra de quienes nos llevan al barranco; es vital que nos conectemos con la mayoría nacional para que juntos ganemos y podamos romper las cadenas que nos atan a la miseria y al fracaso. Ahora es cuando el país nos necesita unidos; no nos excusemos en los errores de los partidos o de algunos dirigentes, porque lo que está en juego es nuestra propia sobrevivencia y la de nuestros hijos; la lucha está por encima de las parcelas de poder. Por nuestros hijos vale la pena armarnos de fortaleza para combatir al enemigo que destruye nuestro presente y secuestra nuestro futuro. Al final, los resultados serán el fruto de nuestra responsabilidad y conciencia venezolanista o de nuestra pasividad como ciudadanos resignados a perderlo todo.  
Publicado en Versión Final el 11-10-2013

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