La importancia del 8 de Diciembre
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
A partir de 1998, el 8 de Diciembre será la décima
quinta elección en la que participaremos los venezolanos, sin contar los
comicios internos que han convocado los factores políticos del país. Una
carrera electoral ganada mayoritariamente por el oficialismo, sustentada entre
otras razones en la visión plebiscitaria que su máximo líder le imprimió a cada
elección. Chávez fue el político venezolano que participó en mayor número de elecciones,
pues, no sólo compitió en cuatro oportunidades para el cargo de Presidente de
la República, sino que era el abanderado de su partido en las elecciones para
la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos, Gobernaciones, Alcaldías y
Concejos Municipales. Toda la actividad electoral del oficialismo gravitó
alrededor de su figura. Eso no será posible en los próximos comicios
municipales, no sólo por su pérdida física sino por el olvido progresivo que
empieza a sentirse en las bases de la revolución. El vacío dejado por Chávez no
podrá ser llenado ni remotamente por Nicolás Maduro ni por ninguno de los
líderes nacionales y regionales del PSUV, porque en definitiva ni Maduro ni
Arias son iguales a Chávez.
Por otra parte, empiezan aflorar fisuras dentro del
oficialismo. La unidad monolítica alrededor del líder desapareció con su
partida. El oficialismo es ahora una suerte de tríada donde cada grupo posee o
aspira poseer parcelas de poder. La imposición del cogollo nacional en la
selección de los candidatos a las alcaldías, aceleró la implosión del
oficialismo en muchas regiones donde sus candidatos tendrán que competir con
otros salidos de las entrañas del PSUV o del Polo Patriótico. Esta coyuntura
profundiza las dudas y contradicciones internas que podrían incidir en un
incremento de la abstención de los pesuvistas.
La oposición, por su parte, a pesar de las
dificultades y desavenencias propias de la pluralidad de ideas y criterios,
sigue proyectando la imagen de una unidad que se ha construido a pulso. Existe
consenso en torno a la importancia de respaldar candidaturas unitarias capaces
de aglutinar no sólo a los partidos políticos, sino a independientes y sectores
que se declaran neutrales en su orientación política. Y ahora, la visión plebiscitaria
que utilizó el oficialismo juega a favor de la unidad democrática. La pesada
carga de los problemas económicos y sociales –inflación, desabastecimiento,
desempleo-, sumado al repunte de la inseguridad y el deterioro de los servicios
públicos, que agobian actualmente a los venezolanos es asociada
mayoritariamente con la incapacidad e ineficiencia del gobierno nacional y de
sus candidatos a las alcaldías. Ese balance es muy negativo para el PSUV,
porque resulta más sencillo para la Unidad Democrática orquestar un discurso
coherente y atractivo que venza el abstencionismo de sus electores, que para el
gobierno eliminar de la mente de los ciudadanos la realidad de unos problemas
que golpean su maltrecha calidad de vida. Cada día existen más razones para que
el voto sirva como un mecanismo de castigo contra un gobierno que tiene como
norte destruir al país y arruinar la vida de cada uno de los venezolanos.
Los estudios de opinión indican que siete de cada diez
venezolanos perciben negativamente tanto la situación actual del país como su
situación económica familiar; si la Unidad logra transformar esa indignación en
millones de votos para el cambio, entonces, el oficialismo podría empezar a
transitar el camino de la despedida y del abandono de un pueblo que se cansó
del caos en el que vive.
Publicado en Versión Final el 4-10-2013
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