El fracaso económico de la
revolución
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
Decía Nelson Mandela que “si no hay comida cuando se
tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia
y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una
cáscara vacía…”. En el caso venezolano, desde hace tiempo el régimen demostró
con suficientes hechos que aquí la democracia ya no existe, a pesar de las
tantísimas elecciones a la que nos han convocado. Pero además, la revolución ha
resultado ser la mayor estafa de la historia venezolana. Es un fracaso total
que ya no es posible ocultar.
Trataremos de ofrecer algunas cifras del nefasto
desempeño económico de esta revolución. Paradójicamente, en la época en la que
el país ha recibido los mayores ingresos por la venta del petróleo (promedio de
100 $ por barril), estamos viviendo la peor crisis económica que jamás habíamos
experimentado. El país se encuentra literalmente destruido, con los peores
indicadores económicos de la región, por debajo de países considerados como los
más pobres de América Latina.
El país acusa una terrible escasez de divisas que
dificulta el funcionamiento de una economía que ha visto exageradamente
incrementada su dependencia de las importaciones, incluyendo en productos que
hasta hace poco nos autoabastecíamos. En este momento, las reservas
internacionales se encuentran en el más bajo nivel de su historia, por debajo
de los 21 mil millones de $. Según voceros oficiales, a través de CADIVI, se
esfumaron más de 25 mil millones de $, saqueados por empresas fantasmas
conectadas con la nueva boliburguesía, sin que hasta el momento nadie nos
informe del destino de semejante fortuna. En 15 años de revolución se han
destruido aproximadamente 490 mil empresas, una de las principales causas del
desabastecimiento que a nivel general supera el 28%, una cifra mayor a la de
cualquier país que se encuentre en guerra.
Este año, sufrimos la devaluación más grande en toda
la historia de Venezuela; la paridad cambiaria pasó de 6,30 a un poco más de 10
con el Sicad I y, en pocos días, con el Sicad II el promedio del dólar fue de
50 Bs, lo que significó una devaluación del 800%. La inflación cerró en el 2013
en 56.1%, y para la fecha la inflación anualizada supera fácilmente el 70%;
sólo, la inflación de abril fue superior al 5%. Pero a nivel de los alimentos,
la inflación es del 80%; con lo cual se infiere que la maltratada capacidad
adquisitiva del venezolano a duras penas alcanza para comprar los alimentos
básicos, sin considerar los gastos que normalmente ocasiona el mantenimiento de
una familia en condiciones más ó menos dignas. Los venezolanos estamos pasando
hambre en tiempos de revolución. La escasez en materia de medicinas es del 50%,
es decir, que de cada 10 medicinas escasean 5.
En relación con los productos más escasos, observamos
esta penosa realidad. La producción de leche sólo satisface el 40% de la
demanda nacional, cuando en tiempos de la IV República nunca importamos ese
producto tan esencial. La producción de harina sólo abastece el 46% del
mercado; el azúcar experimenta un déficit del 60%, acrecentado desde que el
gobierno se apoderó de la mayoría de los centros azucareros del país. La
producción de pollo se ha reducido en más del 15%; la producción de carne sólo
abastece el 50% de la demanda nacional. El
aceite de maíz falta en 8 de cada 10 comercios. El papel higiénico escasea en
todas partes.
Eso sí, con la revolución tenemos “precios justos para
el bienestar del pueblo”, pero no tenemos ni alimentos, ni automóviles, ni
repuestos, ni medicinas, ni insumos a los que puedan colocarle esos precios justos.
Soberana burla y engaño a este pueblo que les entregó un cheque en blanco y hoy
está viviendo su peor pesadilla. Por eso cuando oigo la cuña de “Maduro es
pueblo”, pienso en el refrán popular: “amor con hambre no dura”. Con semejante
fracaso económico, producto de la incapacidad y ceguera de sus gobernantes,
esta revolución desde hace tiempo perdió su sabor a pueblo.
Profesor Titular de LUZ
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