miércoles, 2 de julio de 2014


Atrapados y sin salida

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

En el gobierno están atrapados y sin salida. Las críticas crecen como la hierba mala y el muro de contención que impedía la disidencia oficialista, se está resquebrajando más rápido de lo que algunos de ellos creen. Hasta hace unos meses atrás, el descontento se apoderaba de la mayoría de los venezolanos que nos oponemos a este gobierno perfectamente incapaz que tantas calamidades nos ha traído; ahora, ese descontento emerge con la fuerza del viento no sólo dentro de las filas del PSUV, sino en aquellos venezolanos que apostaron por su bienestar en manos de la revolución y, hoy día, están hartos y decepcionados de tantas mentiras y corrupción.

Lo peor de esta situación es que el estruendoso fracaso de este gobierno, nos afecta a todos por igual. Con este régimen ningún venezolano tiene posibilidades de progresar y vivir mejor. El modelo troglodita y fracasado que ha implementado la revolución por espacio de 15 años, los mantiene atrapados en sus propios errores. Con el correr de los días, la situación nacional se agrava, mientras que el régimen se debate entre acusaciones, cartas y críticas que fractura su precaria unidad. Ahora, los oficialistas en vez de llamarse chavistas, se autocalifican como radicales o pragmáticos dependiendo de la “cercanía” o “lejanía” con el legado del supremo comandante. La verdad es que ambos grupos son exactamente iguales, por cuanto se formaron bajo la sombra de un mismo mentor y se alimentaron con las ideas de un modelo que ha destruido la nación.

La salida de Giordani del gobierno, principal arquitecto del modelo económico revolucionario, no cambia la dramática situación del país, por mayor dosis de pragmatismo que pretendan impregnarle a la política económica. El verdadero problema no es la unificación cambiaria, ni la flexibilización de controles y regulaciones, o la renuncia de algunos ministros; el problema de fondo, el que nos empobrece y destruye a Venezuela, es éste gobierno cuya principal inspiración es la pobreza y la sumisión a un dogma ideológico comprobadamente fracasado y atrasado. No pensemos jamás que Maduro y su combo, incluidos los más pragmáticos, están dispuestos a dar un cambio de timón en la conducción del país, so pena de poner en riesgo la tutela de los hermanos Castro Ruz y del alzamiento de conspicuos dirigentes del oficialismo. El gobierno no sabe qué hacer, está perdido en el limbo, porque jamás ha tenido capacidad y sentido común para gobernar un país que debería estar liderando la lista de las naciones emergentes de América Latina, junto a Chile, Perú, Brasil y Colombia, entre los más destacados. Desde siempre el país les quedó grande.

Recordemos que el chavismo-madurismo secuestró la soberanía e inteligencia de la nación. Hoy somos víctimas de un modelo trasnochado en manos de una cúpula de ineptos que sólo les interesa el poder para su beneficio personal; un régimen corrupto como jamás lo habíamos vivido los venezolanos; un régimen que se goza de la pobreza y la ignorancia de un pueblo, únicas condiciones para mantenerse en el poder bajo la más grotesca perversión. Con un régimen con estas características, ningún pueblo de la tierra podrá progresar y vivir en auténtica libertad.

Por eso, los que ayer los apoyaban en búsqueda de beneficios y prebendas, hoy están exigiendo un cambio que acabe de una vez por todas con esta pesadilla que nos aniquila como nación. Las circunstancias actuales nos están dando la razón: la lealtad, el amor  y “el frenesí” que otrora despertaba el líder único y su revolución, estaba sustentado en razones eminentemente utilitarias (beneficios) que una vez que desaparecen, la lealtad por el proceso se hace añicos. Bajo este régimen, el cambio por un mejor país con oportunidades para todos es pura fábula. Sólo un cambio profundo en la conducción de Venezuela es la única opción para que nuestro pueblo deje de estar atrapado y sin salida, en manos de quienes nunca debieron gobernar a nuestra amada patria.

Profesor Titular de LUZ

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