Atrapados y sin salida
Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)
En el gobierno están atrapados y sin salida. Las críticas
crecen como la hierba mala y el muro de contención que impedía la disidencia
oficialista, se está resquebrajando más rápido de lo que algunos de ellos
creen. Hasta hace unos meses atrás, el descontento se apoderaba de la mayoría
de los venezolanos que nos oponemos a este gobierno perfectamente incapaz que
tantas calamidades nos ha traído; ahora, ese descontento emerge con la fuerza
del viento no sólo dentro de las filas del PSUV, sino en aquellos venezolanos
que apostaron por su bienestar en manos de la revolución y, hoy día, están
hartos y decepcionados de tantas mentiras y corrupción.
Lo peor de esta situación es que el estruendoso
fracaso de este gobierno, nos afecta a todos por igual. Con este régimen ningún
venezolano tiene posibilidades de progresar y vivir mejor. El modelo troglodita
y fracasado que ha implementado la revolución por espacio de 15 años, los
mantiene atrapados en sus propios errores. Con el correr de los días, la situación
nacional se agrava, mientras que el régimen se debate entre acusaciones, cartas
y críticas que fractura su precaria unidad. Ahora, los oficialistas en vez de
llamarse chavistas, se autocalifican como radicales o pragmáticos dependiendo
de la “cercanía” o “lejanía” con el legado del supremo comandante. La verdad es
que ambos grupos son exactamente iguales, por cuanto se formaron bajo la sombra
de un mismo mentor y se alimentaron con las ideas de un modelo que ha destruido
la nación.
La salida de Giordani del gobierno, principal
arquitecto del modelo económico revolucionario, no cambia la dramática
situación del país, por mayor dosis de pragmatismo que pretendan impregnarle a
la política económica. El verdadero problema no es la unificación cambiaria, ni
la flexibilización de controles y regulaciones, o la renuncia de algunos
ministros; el problema de fondo, el que nos empobrece y destruye a Venezuela,
es éste gobierno cuya principal inspiración es la pobreza y la sumisión a un
dogma ideológico comprobadamente fracasado y atrasado. No pensemos jamás que
Maduro y su combo, incluidos los más pragmáticos, están dispuestos a dar un
cambio de timón en la conducción del país, so pena de poner en riesgo la tutela
de los hermanos Castro Ruz y del alzamiento de conspicuos dirigentes del
oficialismo. El gobierno no sabe qué hacer, está perdido en el limbo, porque
jamás ha tenido capacidad y sentido común para gobernar un país que debería estar
liderando la lista de las naciones emergentes de América Latina, junto a Chile,
Perú, Brasil y Colombia, entre los más destacados. Desde siempre el país les
quedó grande.
Recordemos que el chavismo-madurismo secuestró la
soberanía e inteligencia de la nación. Hoy somos víctimas de un modelo
trasnochado en manos de una cúpula de ineptos que sólo les interesa el poder
para su beneficio personal; un régimen corrupto como jamás lo habíamos vivido
los venezolanos; un régimen que se goza de la pobreza y la ignorancia de un
pueblo, únicas condiciones para mantenerse en el poder bajo la más grotesca
perversión. Con un régimen con estas características, ningún pueblo de la
tierra podrá progresar y vivir en auténtica libertad.
Por eso, los que ayer los apoyaban en búsqueda de
beneficios y prebendas, hoy están exigiendo un cambio que acabe de una vez por
todas con esta pesadilla que nos aniquila como nación. Las circunstancias actuales
nos están dando la razón: la lealtad, el amor y “el frenesí” que otrora despertaba el líder
único y su revolución, estaba sustentado en razones eminentemente utilitarias
(beneficios) que una vez que desaparecen, la lealtad por el proceso se hace
añicos. Bajo este régimen, el cambio por un mejor país con oportunidades para
todos es pura fábula. Sólo un cambio profundo en la conducción de Venezuela es
la única opción para que nuestro pueblo deje de estar atrapado y sin salida, en
manos de quienes nunca debieron gobernar a nuestra amada patria.
Profesor Titular de LUZ
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