martes, 3 de febrero de 2015


Inventos de la revolución

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)


Si algo relevante tiene este régimen, es su extraordinaria capacidad para mentir, engañar e inventar cosas para esconder sus fracasos. Si esa inventiva la hubieran utilizado positivamente al servicio del país, seguro estoy que las cosas fueran mejores para el gobierno y para los venezolanos. Pero lo que inventan es el fiel reflejo del más profundo fracaso.

Vamos a recordar algunos de los inventos de esta revolución para resolver los problemas del país. Después de decenas de programas de seguridad, crearon el Plan Patria Segura y con él inventaron los “cuadrantes de seguridad”. Supuestamente al dividir las ciudades en cuadrantes, mejoraría la distribución de los cuerpos de seguridad y bajaría la delincuencia. El resultado de este invento nos coloca, según el informe de la ONU del 2012, como el segundo país con más homicidios en el mundo, después de Honduras. La tasa anual es de 53,7 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que suma 16.072 homicidios por año, pero además es el único país cuya tasa de homicidios se ha incrementado consistentemente desde 1995. La revolución fracasó en el combate a la inseguridad.

Para acabar con el desabastecimiento y el bachaqueo de alimentos, la revolución inventó el sistema biométrico, conocido popularmente como el captahuellas. En palabras de los voceros del gobierno, este invento acabaría con las mafias de alimentos y se eliminarían las colas en supermercados y abastos. Resultado: tenemos la peor escasez de la era democrática y podemos observar interminables colas para comprar alimentos y medicinas. Según la última encuesta de Consultores 21 (Diciembre, 2014), el 89% de los venezolanos confesó haber hecho cola para comprar los alimentos que necesitan. Hoy estamos peor que nunca, pero seguramente algún enchufado le quedó la jugosa comisión de las maquinas captahuellas. El fracaso ha sido tan estruendoso que ahora inventaron la presentación de partidas de nacimiento para comprar pañales y alimentos de infantes; o el terminal de las cédulas para “ordenar” las colas; y, lo que es peor y denigrante, el marcaje con números a las personas como si se trataran de reses o animales.

Frente al deficiente servicio de electricidad, inventaron la banda verde para optimizar el consumo de electricidad y preservar el medio ambiente. Detrás de tan maravilloso invento, se escondió el incremento exorbitante de las tarifas eléctricas, la eliminación del subsidio gubernamental y, lo más dramático, el corte permanente y progresivo del servicio eléctrico en nuestros hogares, empresas y negocios, y la oscuridad de las calles convertidas en guaridas para delincuentes. El ministro Chacón fracasó e incumplió su promesa de renunciar si a los 100 días no resolvía la crisis eléctrica. Destruyeron uno de los mayores logros de la IV República, la construcción del más moderno sistema de electricidad de América Latina, gracias a la visión de estadista de Rómulo Betancourt.

Para esconder las verdaderas razones del contrabando de gasolina –un negocio multimillonario para un grupito de enchufados corruptos-, inventaron el chip de la gasolina en los estados fronterizos del país. El Zulia fue el último estado en el que se implementó tan maravilloso invento. Resultado: el contrabando de gasolina crece alarmantemente, bajo la mirada cómplice de militares que deben cuidar nuestras fronteras y castigar los delitos que allí se cometen. Pero el régimen se resiste a meter en cintura a los verdaderos responsables de este desangramiento que le cuesta al país la bicoca de más de 25 mil millones de dólares anuales; mientras tanto, los zoquetes tenemos que hacer colas interminables para colocar gasolina a nuestros vehículos, con el agravante que para el gobierno todos somos contrabandistas y bachaqueros. Peor fracaso, imposible.

Pero el más brillante de todos los inventos revolucionarios ha sido el modelo económico del socialismo del siglo XXI, para aniquilar de raíz el perverso y salvaje capitalismo y a la derecha fascista. El modelo en referencia contempló el control absoluto y la estatización de la economía venezolana, expropiando, invadiendo, ocupando y arrebatando empresas y tierras productivas para crear consorcios gubernamentales ineficientes e improductivos, donde de nuevo la corrupción es la principal virtud. Resultado de tan brillante invento: la ruina de un país que difícilmente alguien podría arruinar; acompañado de la inflación más alta del mundo; una moneda tan débil como una escalera de anime; un desabastecimiento mayor que el de una nación sometida a conflictos bélicos; escasez agravada de divisas y evaporación de las reservas internacionales; el mayor endeudamiento externo e interno de nuestra historia; caída estimada del PIB en 8% -el peor indicador de los países latinoamericanos-; en fin, la ruina del país con las mayores riquezas petroleras del mundo.

Porque como dijo recientemente un ex ministro del régimen, que ahora se quiere presentar como inocente de la debacle que él planificó con la bendición del supremo, este gobierno “es como el rey Midas, pero al revés”. Apreciados lectores, estos inventos de la revolución nos han costado y nos seguirán costando a los venezolanos, sangre, sudor y lágrimas. Por esa razón, debemos unirnos con el más genuino sentimiento venezolanista,  para transitar el cambio que anhelamos y construir el país con el que cada día soñamos para nuestros hijos y nietos. No tenemos otra opción.

                    Profesor Titular de LUZ

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