miércoles, 7 de octubre de 2015


Pobreza en tiempos de revolución

Efraín Rincón Marroquín (@EfrainRincon17)

 
La filosofía del rentismo, fiel compañera del discurso populista de nuestros políticos, nos hizo creer por mucho tiempo que por ser un país petrolero éramos ricos; la verdad, es que ahora somos un país muy pobre porque el trabajo productivo, mecanismo por excelencia para la riqueza de las naciones, fue poco valorado por quienes nos han gobernado en los últimos tiempos. Al hacernos dependientes exclusivamente del petróleo, se creó una economía vulnerable y distorsionada que sigue danzando al son de los precios internacionales del petróleo.


En los tiempos de bonanza petrolera, como los que disfrutó este régimen por espacio de 10 años consecutivos, el Estado –entiéndase la cúpula de la revolución y los enchufados- se hizo más rico y obeso, dilapidando montañas de dólares en corrupción, guisos y negocios que beneficiaron a una minoría, proyectando así la ilusión de una riqueza falsa y efímera; mientras tanto, hoy los venezolanos debemos pagar los platos rotos del festín revolucionario, en momentos donde el precio de petróleo sigue bajando, sin contar con ninguna previsión financiera que nos permita soportar la peor crisis que hemos vivido y que nos afecta a todos por igual.


Si en algo no debemos tener duda alguna, es que este régimen nos empobreció en niveles inimaginables; nunca antes habíamos sido más pobres que ahora, con el agravante que cada día miles de hogares engrosan las filas de la pobreza extrema.


El último estudio de opinión de Consultores 21 (Septiembre de 2015), proyecta cifras que corroboran la percepción que en Venezuela las cosas están muy mal, seguramente peor de lo que algunos piensan todavía. El 75% de los venezolanos percibe que la situación actual del país es negativa; otro 77% cree que estamos peor que hace un años atrás; y, el 63% piensa que la situación va a empeorar en los próximos seis meses. Somos tan pobres que hasta la esperanza, sentimiento que siempre estuvo presente en la mente de los venezolanos, fue destruida por el régimen, arrastrándonos a un pesimismo crónico que le resta fuerzas y coraje a la necesaria reconstrucción del país.


En ese mismo estudio nacional, puede evidenciarse que sólo el 67.4% de los venezolanos come tres veces al día, en un país donde “los tres golpes” forman parte de nuestra cultura; esto significa que un 32.6% hace dos ó una comida al día, produciéndose un importante deterioro en la alimentación de los venezolanos. En términos más dramáticos, 10.000.000 millones de venezolanos no están haciendo las tres comidas del día. La desnutrición y el hambre están acrecentando la pobreza de nuestra gente, gracias a políticas obsoletas y equivocadas que le niegan el apoyo a la producción nacional para beneficiar a productores y empresarios extranjeros, a través de masivas importaciones que le dejan jugosos dividendos a unos pocos enchufados. Esta es la más fiel demostración que a este régimen inmoral y corrupto le importa un bledo el hambre y la pobreza de los venezolanos.

 
En este orden de ideas, según el estudio de Consultores 21, ocho de cada diez venezolanos (82%) “ha dejado de comprar algo porque se ha puesto muy caro”; esto es,  sólo un 18% goza del privilegio de comprar todo cuanto necesita sin importarles los precios. Esta dramática realidad la padecemos todos los días. Hacen falta 10 salarios mínimos –es decir, Bs. 74.216,70 al mes- para adquirir la canasta básica. ¿Cuántos venezolanos ganan más de Bs. 70.000 al mes? Ello denota las grandes limitaciones que vivimos a diario; a eso debemos agregarle una inflación que cerrará en 200% a finales de año, destruyéndose absolutamente la pírrica capacidad adquisitiva de los venezolanos. No sólo no hay nada que comprar, sino que no tenemos dinero para comprar.

 
Hasta hace poco tiempo atrás, nos preocupábamos porque era imposible adquirir un vehículo nuevo o uno usado en buenas condiciones; o en comprar una vivienda por humilde que ésta fuera. Esas ya son historias de un pasado que no volverá; ahora la preocupación radica en comprar carne y pollo, cuya demanda se ha reducido en más del 50% por el aumento del precio en más del 400%; ó los útiles escolares de los niños con precios inalcanzables, tanto por familias de estratos populares como de estratos medios. Al colapso del servicio eléctrico, además del calor y las penurias que debemos soportar en un clima con 40° C, se suma el terror de un equipo o artefacto dañado por los constantes bajones de electricidad; porque resulta una odisea comprar o reparar un aire acondicionado, una nevera, un televisor, una licuadora o una simple plancha. La compra o adquisición de estos equipos no es posible hacerla y, en caso que se haga, la familia debe endeudarse más allá de su capacidad económica para honrar esas obligaciones.


Ya lo escribíamos en artículos anteriores, la pobreza generada por la revolución chavista es mucho mayor y más patética que aquella que existía en 1998. No hay punto de comparación porque la pobreza de los venezolanos es la consecuencia de un país arruinado, destruido, sin rumbo y sometido a la incapacidad, corrupción y mezquindad de una minoría que se hizo extraordinariamente rica y multimillonaria, a costa de la pobreza y el hambre de millones de venezolanos.


No tengamos dudas; la pobreza que vivimos es culpa de Nicolás Maduro y de la revolución chavista; la crisis, percibida como muy grave por ocho de cada diez venezolanos, es culpa de Maduro y su combo. Ellos nos han arrastrado a estado de mendicidad social, económica, cultural y de valores que nos costará sangre, sudor y lagrimas superar. Ellos son los culpables de este desmadre descomunal. Ya no tienen mensajes ni pretextos para escurrir su responsabilidad; no tienen nada que ofrecernos; destruyeron la esperanza y las oportunidades para construir una gran nación con base en la educación, el trabajo productivo y la oportunidad para todos.


Por allí hay un refrán que reza que “no hay peor ciego que aquel que no quiere mirar, o peor sordo que el que no quiere oír”. No caigamos en sus trampas y engaños. Quienes nos han hecho más pobres y miserables, sólo tienen derecho a recibir nuestro castigo a través del voto el próximo 6-D. Vamos a entregar nuestra confianza y esperanza a venezolanos que luchan unidos con el país para construir el cambio que con legítimo derecho nos merecemos.

Profesor Titular de LUZ

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