Se
les acabó el tiempo
Efraín Rincón Marroquín
(@EfrainRincon17)
El pueblo se muere de hambre
mientras que el régimen nos sigue asombrando con su incapacidad y con su
absoluta inacción frente a esta pavorosa crisis, creada exclusivamente por la
revolución. Mientras el tiempo nos devora como sociedad, el régimen deshoja la
margarita tratando de ver cómo sale relativamente ileso de un cambio que no
tiene vuelta atrás. Ellos saben que no tienen ninguna posibilidad de continuar
gobernando hasta la finalización del periodo constitucional en el 2019. Lo que
escuchamos en la calle, por todas partes, a cualquier hora, entre los más
pobres y la clase media, es que Nicolás Maduro debe salir del gobierno para que
los venezolanos, con nuevos aires y en condiciones que propicien un acuerdo de
emergencia nacional, podamos resolver progresivamente una crisis que está
destruyendo el alma de la nación. La salida de Maduro es un clamor nacional.
El tiempo se les acabó
porque además de saquear las riquezas del país, se quedaron anclados en el
pasado y la ceguera ideológica les impide reconocer sus errores y darse cuenta
que Venezuela no quiere seguir entrampada en la peor estafa de nuestra vida
republicana. Queremos libertad, progreso y justicia; nunca más una revolución
que nos robó los sueños y pretende arruinarnos la esperanza.
Están jugando con la
paciencia de los venezolanos, creyendo que con las idioteces que a diario
pronuncian los flamantes nuevos ministros del régimen, pueden ocultar el caos
que estamos viviendo. Este gobierno se ganó el record guinness de la estupidez
y la imbecilidad, porque resulta inaudito oír tantas estupideces juntas de
tantos personeros de la revolución. “Los venezolanos no deben comprar más de
cinco o seis zapatos al año”, cuando la verdad más espantosa es que millones de
compatriotas a duras penas pueden comprar los alimentos básicos para evitar que
sus familias mueran de hambre. “Las colas existen porque las neveras están
llenas de comida”; que frase tan cínica e inmoral. Las neveras de los
venezolanos están vacías porque no hay comida ni dinero para comprarla, pero
tampoco agua para enfriar.
“Las medicinas escasean
porque los venezolanos hacen uso abusivo de las mismas”, como si enfermarse
fuera motivo de alegría en un país donde la salud pública nos mata de mengua;
como si tuviéramos reales para darnos el lujo de almacenar medicinas según
nuestros gustos y preferencias. O esta frase “no hay crema dental porque los
venezolanos se cepillan tres veces al día, cuando una sola vez al día es suficiente”.
Cuando escuchamos estos disparates, no nos queda otra cosa que encomendarnos a
Dios porque en las manos de los que administran el país y la salud pública
estamos acabados. Que Dios nos agarre confesados con la llegada de cualquier
enfermedad.
“La inflación no existe, es
inducida por la guerra económica”; esta fue la frase inaugural del nuevo
ministro de Economía Productiva – ¿acaso antes era improductiva?-, como si
fuera necesario conocer las cifras oficiales de inflación para que nuestros
bolsillos sientan la debacle que vivimos. No hay salario que aguante esta situación;
los precios se disparan estratosféricamente mientras que el régimen sigue
pensando en controles y regulaciones cuando lo que falta es producción y, además,
confianza para estimular nuevas inversiones en circunstancias donde impere el
Estado de Derecho.
Frente a la escasez de
alimentos que nos acerca a una crisis humanitaria, gracias a la destrucción del
agro y la industria nacional, el mismísimo Maduro declara en cadena de radio y televisión
“tengo mucha fe en la agricultura urbana”, cuando el régimen expropió para
abandonar a su suerte más de 4 millones de tierras fértiles en plena producción,
favoreciendo a productores extranjeros y a mafias afectas al régimen, a través de
la masificación de importaciones que ahora no podemos comprar por falta de
divisas.
Un régimen que nos sumió en
la peor de las miserias y sigue engañado al pensar que los logros de la revolución
son extraordinarios, no tiene moral para seguir gobernándonos. Ellos
dilapidaron más de un billón quinientos mil millones de dólares en 17 años y
con su caradurismo hablan como si hubiesen llegado al poder el pasado 1 de
enero. Este régimen no tiene presente ni futuro, su tiempo se les acabó; pero
los venezolanos nos empinaremos sobre las dificultades para iniciar la construcción
de una sociedad con un gobierno absolutamente democrático y respetuoso de las
instituciones y de los ciudadanos, y una economía sana y fuerte al servicio de
los venezolanos.
Soplan tiempos de cambio
porque a este régimen fracasado, corrupto e inmoral se les terminó su tiempo;
es momento de los venezolanos que estamos comprometidos con la construcción de
un país que nunca más caerá en las tinieblas del populismo y del comunismo
salvaje.
Profesor Titular de LUZ
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